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General: TRES MUJERES HABLAN DE PREJUICIOS ....
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: marysela  (Mensaje original) Enviado: 07/12/2009 15:33

Tres mujeres hablan de prejuicios raciales        http://www.lablaa.org/blaavirtual/sociologia/prejuicios/prejuicios7.htm                       


Ficha bibliográfica
Titulo: Tres mujeres hablan de prejuicios raciales
Autores: Rafael Duharte Jiménez
Edición original:
Edición en la biblioteca virtual: Junio de 2006
Notas: Publicado: Revista Afroamérica N° 12- 1996

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TRES MUJERES HABLAN DE PREJUICIOS RACIALES

La idea de que el blanco es superior al negro; fue inculcada por mayorales, capataces, curas y maestros durante varios siglos en Cuba, hasta trasformarla en la piedra angular sobre la que descansó todo el sistema de valores de la sociedad colonial.

Cómo entender qué decenas de africanos en haciendas y plantaciones aisladas fueran explotadas por un puñado de europeos, si no se tiene en cuenta que el proceso de de culturación había convencido a la mayoría de estos personas de su supuesta inferioridad. Cómo explicamos que personas honestas, cristianas, contemplaran impasibles la venta de hombres, mujeres y niños, si no tenemos presente que habían sido educadas en la idea de que la persona africana era de una raza inferior.

Estas ideas, en las que se sintetiza toda la ideología racista de la época colonial, sobrevivieron a la abolición de la esclavitud y la independencia y se instalaron dentro del sistema de valores de la sociedad republicana.

En 1912 la represión del movimiento de los independientes "de color" y la masacre de 3.000 cubanos negros en los montes orientales a manos del Ejército Constitucional, mostró la decisión de la clase dominante cubana de eliminar el espíritu de igualdad nacido de la lucha por la independencia. El africano había sido el compañero de armas en la guerra, hasta en algunos casos el jefe respetado, pero en adelante debía ocupar "su lugar". Tal era la lectura .que pudiera hacerse de la explosión racista de 1912.

Sociedades de recreo y áreas públicas segregadas eran la punta del iceberg; debajo una fuerte discriminación limitaba el ascenso social de la persona negra y afromestiza en la Cuba republicana.

Una pequeña burguesía afro, al igual que en la colonia, amortiguaba las tensiones entre la élite blanca que tenía el poder económico y político y las grandes masas desposeídos donde eran mayoría africanos criollos y afromestizo.

La cultura oficial llenó los salones con expresiones de lo cubano que subrayaban los orígenes hispanos o las más recientes influencias norteamericanas; una cultura de blancos, para blancos. Paralelamente en la calle se desbordaba el son, la rumba, la conga, la santería y la palería; allá el carnaval ponía su nota de aliento africano.

La Revolución, a partir de 1959, desmontó todo el sistema de valores de la sociedad burguesa y postuló la igualdad entre sus ideales más caros. Entonces desaparecieron las sociedades sólo para blancos, negros o mulatos, se esfumaron las áreas para negros en parques y playas y se prescribió toda forma de discriminación racial.

En la década del sesenta se produjo un ascenso social masivo de las personas afros como resultado de los planes de instrucción y cultura puesto en práctica por la Revolución.

Por esta época estos sectores, además, ocuparon espacios sociales que habían quedado vacíos que al producirse una fuerte emigración básicamente blanca hacia el exterior.

De esta manera la persona afro ha vivido una coyuntura sin precedentes en la historia de Cuba. El clima de igualdad fomentando por la revolución, sin embargo, no ahogó los prejuicios raciales engendrados por la esclavitud; esto se sumergieron en las zonas más profundas y oscuras del subconsciente del cubano; allí han permanecido envenenando sutilmente las relaciones interétnicas. La crisis de los años noventa parece haber hecho aflorar los prejuicios raciales en la sociedad cubana y hoy muchos reparan en que aún las personas afros son mayoría visible en los barrios marginales y la población penal y para no pocos la creciente violencia y marginalidad que genera la crisis económica, va asumiendo un rostro negro.

A través de los testimonios de Beliza, Amalia y Maritza; intentaremos introducir al lector en el complicado laberinto de los perjuicios raciales en la Cuba contemporánea.

Antes del triunfo de la Revolución existía mucho racismo en Cuba y a la persona negra le costaba mucho trabajo superarse; digamos que tenía que hacer un esfuerzo mucho mayor que el blanco para llegar a ocupar determinada posición porque todo estaba en su contra. Yo procedo de una familia muy humilde, mi mamá planchaba la ropa de varias familias y hacía dulces para vender; pero a pesar de nuestra pobreza ella siempre tuvo un gran afán porque sus hijos estudiaran y llegaran a ser algo en la vida y lo consiguió: mi hermano se hizo médico y yo doctora en pedagogía. A los dos nos resultó muy difícil, la sociedad de aquella época era mucho más racista que la de ahora. Por ejemplo, cuando yo me gradué en la universidad tenía 23 años y me asignaron como maestra en una escuela rural de un lugar muy intrincado y muy lejos de la ciudad donde yo vivía.

Una amiga me dijo que ella conocía a un representante que podía ayudarme y fuimos a verlo, era un hombre blanco y me propuso que si yo tenía relaciones sexuales con él me daría una plaza en la ciudad, en el lugar que yo quisiera. Yo por supuesto me negué porque precisamente para eso había luchado y había estudiado tanto en mi vida para ser respetada por mis conocimientos. Si yo hubiese querido conseguir las cosas por el camino más fácil no me hubiera esforzado tanto; pero las cosas para las personas de mi color eran muy difíciles.

En una ocasión me presenté a un examen de oposición para optar por una plaza de inspector, pienso que mi examen fue brillante porque tuve la suerte de que el tema que salió en el examen era el que más yo había estudiado. Cuando terminé, un compañero mío que estaba sentado detrás de mi (era un joven blanco) me dijo que no sabía nada y que no había podido escribir ni una sola línea. Yo, (cosas de juventud) le pasé mi examen para que él copiara y lo copió tan bien que cuando dieron los resultados él ocupó el lugar número 6 en el escalafón y yo el 123. pero no había apelación y así se quedaron las cosas.

En estos momentos en Cuba quedan rasgos de racismo, por ejemplo, hay muy pocas personas negras en cargos importantes, muy pocas llegan a ser dirigentes y si lo logran lo más probable es que fracasen, precisamente por los problemas raciales, porque como nadie quiere ser dirigido por una persona negra, ni siquiera por ellas mismas, el dirigente negro tiene que enfrentar una suerte de resistencia pasiva que hace que a la larga o la corta los resultados de su gestión no se vean. Yo creo que por eso hay tan pocas personas negras dirigentes, no por un problema de capacidad, sino por prejuicios raciales.

Entre las personas afros hay mucho racismo, no aceptan con facilidad que otra persona negra suba, siempre se están midiendo entre sí, les resulta más fácil admitir que un blanco se encuentre en una posición superior a la suya y no una persona negra. El racismo de la persona negra hacia el blanco no es otra cosa que complejo de inferioridad.

En la Iglesia Católica, a la cual pertenezco, es posible apreciar algunas tendencias racistas. Por ejemplo, hasta hace poco en la iglesia de mi barrio (Sueño) había una muchacha negra que voluntariamente se ocupaba de algunas tareas en la iglesia, un buen día llegó un joven blanco que venía de otra iglesia de la ciudad y comenzó a asumir las tareas que tradicionalmente había hecho esta muchacha, poco a poco la fue desplazando; ella se quejó con varias personas de la iglesia, incluso con el sacerdote, pero nadie le hizo caso, finalmente ella se sintió tan mal que se fue para otra iglesia de la ciudad.

Hace poco un muchacho negro que habitualmente va a la iglesia de Sueño se acercó al sacerdote queriéndole mostrar algo que él había escrito sobre la iglesia -yo creo que él es periodista, pero no estoy segura- según él me contó el sacerdote no lo quiso atender. El se sintió muy mal, discriminado y me dijo no vengo más a esta iglesia porque hay racismo; yo traté de quitarle esa idea de la cabeza, pero no pude, él se fue de la iglesia de Sueño convencido de que hay racismo allí, y yo creo que no le falta razón porque, por ejemplo, siempre que a mí me piden que lea yo con gusto lo hago, pero jamás me lo piden cuando se trata de una celebración importante; fíjate en eso y lo podrás comprobar, el coro de la iglesia es de blancos y en las misas relevantes los que hacen las lecturas son siempre blancos. En la iglesia de San Francisco también he observado esta misma situación, no así en la de Santo Tomás donde se aprecia una integración racial muy buena y una gran armonía, pero el sacerdote que oficia en Santo Tomás es un "morenito", tal vez sea por eso.

En mis tiempos de maestra y dirigente de educación tuve que enfrentar con frecuencia los prejuicios raciales, aún después del triunfo de la revolución. Durante un tiempo yo fui director de una escuela en Vista Alegre que es una zona de blancos aquí en Santiago de Cuba, allí yo sentía a diario el rechazo de los alumnos y de los padres por mi color, no era una cosa abierta, sino solapada, pero yo lo sentía y llegó el momento en que me cansé y decidí pedir mi traslado para una escuela en un barrio muy humilde, habitado fundamentalmente por negros, era además el barrio donde yo había vivido siempre; ahora que pienso en eso al cabo de los años me doy cuenta que fue una aldea muy romántica de mi parte, pero en aquella época yo me dije para mis adentros "si los blancos no me quieren aceptar me voy para un barrio de negros, a ayudar a mi gente a superarse y a,salir adelante"

.Bueno, pues allí me resultó más difícil todavía la situación, pues fui rechazada también por los negros y de forma abierta y violenta; ellos preferían a la antigua directora que era blanca y me veían a mí como una negra que se sentía superior a ellos porque tenía un título. Tuve que luchar muy duro porque no me querían respetar porque era negra y porque era de ese barrio y ellos pensaban que yo me sentía superior a ellos yeso no lo podían admitir. Yo les decía ..si yo fuera blanca. Ustedes pedirían permiso para entrar en mi oficina. si yo fuera blanca. ustedes no me tratarían así. sino que se arrastrarían ante mi de una manera sumisa... Hoy muchos de aquellos niños negros se han hecho profesionales yeso me causa gran satisfacción. ninguno me ha dado nunca nada material. pero me saludan con respeto y cariño en cualquier lugar que me ven y yo me siento feliz porque sé que en algo contribuí a que hoy sean personas de bien.

CONTINUA

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: marysela Enviado: 07/12/2009 15:35

Arnalia

Amalia. 44 años. blanca. licenciada en letras. nació en Camaguey. región donde predomina la población blanca y la influencia hispana en el folclor campesino y las fiestas populares es notable.

"Nací en el año 1951 en la ciudad de Camaguey y viví en un pequeño pueblo de esa provincia hasta que tuve 12 años y me fui a estudiar a la Habana. La provincia de Camaguey ha sido considerada siempre en Cuba como una de las más racistas, y yo pienso que es así realmente.

En mi familia se respiraba el reclamo. a cada instante, esto ocurría también con las familias que nos visitaban, siempre oía bromas en tomo a los negros que al principio no entendía y que más tarde fui entendiendo y asimilando como la cosa más normal del mundo.

Mi abuela materna era tal vez la persona más recalcitrante de la familia, no recuerdo haberla oído hablar del tema, era una persona de naturaleza delicada pero en la familia era conocido su racismo furibundo, si un negro le tendía la mano para saludarla se quedaba invariablemente con la mano tendida, nunca se sentó en una guagua o en una máquina de alquiler al lado de un negro, ella prefería ir de pie o esperar el próximo vehículo. Tampoco admitía negros en su mesa. si mi abuelo -que era en ese sentido más liberal- invitaba a un negro a comer, ella pretextaba cualquier cosa pero jamás se sentaba en la mesa con el negro. Yo pienso que estas cosas las tenía como una cuestión de principios. Cuando pienso que le gustaban los animales muchísimo y los cargaba y acariciaba debo pensar que para ella os negros estaban situados en una categoría por debajo de los animales. eIla contaba que su madre había recibido una esclava como regalo en uno le sus cumpleaños y que al morir le dio la libertad. esto era muy común en tiempos de la esclavitud.

Las bromas sobre los negros en mi casa eran constantes. tanto por .arte de mi familia como por parte de las personas que nos visitaban.

Por ejemplo, yo recuerdo que en mi aula de 6 grado había una sola niña negra era, además, la única en la escuela- y siempre que yo decía que en mi aula había 16 alumnos mi papá me aclaraba: 15 porque la otra es una negra. Sobre esta negrita recuerdo algo muy curioso, yo iba : celebrar mi cumpleaños y aunque se daba por sentado que invitaría : todas las niñas de mi aula a la fiesta, yo me sentí obligada a pedir un: especie de permiso especial para invitar a Teresita ese era su nombre- mi mamá me dijo que sí, por supuesto la familia de Teresita era considerada decente; pues llegó el día de la fiesta y fueron todas mi, amiguitas y Teresita no fue, cuando le pregunté al día siguiente e porqué no había ido me respondió con toda la inocencia de sus l0 años -"Mi mamá me dijo que no fuera porque iba a parecer una mosca en la leche".

Ahora pienso que tal vez mi mamá me dijo que sí a sabiendas de que la niña no iría, en mi pueblo y en aquella época no era necesaria discriminar a los negros pues ellos mismos se auto discriminaban.

Allí había muy pocas familias negras y una de ellas vivía justamente frente a mi casa, yo crecí oyendo las bromas de quienes nos visitaban sobre los vecinos de enfrente. Nos decían, por ejemplo, que ese era un premio que nos habíamos ganado, nos decían que seguramente cuando el aire venía del norte no podíamos dormir del mal olor, a mi mc preguntaban que si esa era mi abuela o que si yo iba a esa casa a comer dulces y yo tenía que darme por ofendida, aunque cuando era muy chiquita ni siquiera sabía el porqué, tenía que ofenderme, aunque intuí, que debía hacerlo.

Uno de los chistes que recuerdo de aquella época era el siguiente te preguntaban ¿Quién se parece más al mono, el negro o el blanco; Todo el mundo respondía que el negro y entonces te decían que no, que el que más se parecía al mono era el blanco porque el negro ya era mono.

Recuerdo muchas expresiones discriminatorias que se decían cor mucha naturalidad -muchas de ellas todavía se dicen -por ejemplo era frecuente aquello de: es una familia negra, pero decente; son negr05 pero han sabido educar bien a sus hijos; es negro, pero inteligente; e5 una negrita, pero bonita; son negros, pero no tienen malas costumbres son negros, pero no roban, etc.

Yo era una niña muy bonita, inteligente y bien educada y esto hacía, que despertara siempre simpatías en las personas mayores; recuerdos que una de las pocas familias negras del pueblo hablaban perfectamente el inglés -seguramente descendían de jamaicanos- pues la señor, gratuitamente, pero 'aunque mi mamá lo estuvo valorando algún tiempo nunca se decidió, tal vez por la opinión que emitió mi abuela que fue contundente: Si la niña se acostumbra a relacionarse con negros terminará pensando que son iguales que nosotros y después sufrirá las consecuencias. Lo curioso es que poco después, una francesa que también vivía en el pueblo se ofreció a enseñarme mecanografía, gratuitamente también, y mi mamá no vaciló un instante ni se sintió obligada a consultarlo con nadie.

Cuando tuve 12 años me fui, como tantos jóvenes de aquel momento, a cursar la enseñanza media en La Habana y allí me enfrenté al problema desde otro ángulo; por vez primera tuve un encuentro directo con negros, estaban en mi aula en mayor número -aunque nunca en mayoría- estaban en mi albergue y hasta en mi dormitorio. Esto fue una experiencia tremenda para mí, no recuerdo que sintiera una marcada repulsión hacia ellos, esto tal vez estaba condicionada por la propaganda revolucionaria que ya llevaba varios años repitiendo que todos éramos iguales y quien no lo sintiera así no era considerado como revolucionario.

Creo que por estos años el sentimiento que predominó en mí fue la curiosidad primero y luego el convencimiento de que definitivamente éramos distintos; por primera vez observé que las palmas de las manos y las plantas de los pies de estas personas eran de color muy claro, casi blancas; recuerdo un chiste que oí por esos años y que decía que cuando Dios creó a los hombres -blancos y negros- ambos estaban muy sucios y para dejar concluido su trabajo Dios les pidió que se lanzaran al agua de un río; los blancos no dudaron un instante de la palabra de Dios y se zambulleron, pero los negros desconfiaron y metieron sólo las palmas de las manos y las plantas de los pies para comprobar si Dios había dicho la verdad y por desconfiar de Dios fueron castigados por éste y se quedaron sucios.

Para seguir con mis descubrimientos recuerdo que comprobé que era cierto lo del mal olor y esto sí que me molestaba bastante pues soy muy sensible a los olores, sin embargo me llamaba poderosamente la atención cómo en algunos casos las negras que vivían conmigo eran más preocupadas por la higiene que nosotras las blancas, se bañaban hasta 2 y 3 veces al día y no se olvidaban del desodorante, las cremas, el perfume y todas estas cosas que para nosotras las blancas eran secundarias; yo por ejemplo con 12 años nunca había usado desodoran- te, no lo necesitaba.

Otra cosa que me asombraba mucho era el tratamiento y el cuidado que le daban a su pelo, para tenerlo lacio siempre que se lavaban la cabeza se peinaban el pelo con un peine de hierro que ponían al rojo vivo en la candela, el peine era más grande que los normales y tenía por supuesto un cabo de madera, para que el pelo soportara esto, que para mi era una tortura, tenían que embadurnarlo en grasa pero de todas formas se sentía un olor a quemado horrible, esto se lo hacían las unas de las otras porque realmente era un poco complicado e incluso peligroso porque un error de cálculo podía implicar que se quemaran el cráneo, cosa que vi en más de una ocasión. Ellas mismas llamaban a este tipo de peine "el criminar'. Cuando terminaba este procedimiento el pelo les quedaba totalmente tieso y tenían entonces que ponerse rolos por unas cuantas horas para darle una apariencia normal. Cuando se lavaban la cabeza desaparecía toda esa fantasía que habían creado y de nuevo tenían que repetir el procedimiento, esto lógicamente las llevaba a lavarse la cabeza cada 15 ó 20 días, a veces más, y como usaban grasa en el pelo el polvo y la suciedad se adherían con facilidad y siempre sus cabezas olían mal; si empezaba a llover había que verlas cómo corrían despavoridas a guarecerse pues la lluvia era una gran enemiga. Todo esto fue para mí una cosa tremenda, de la misma forma que debe haber sido tremendo para ellas vernos a nosotras bañarnos en el aguacero y meternos todos los días durante el verano fuerte bajo la ducha de la cabeza a los pies y luego secarnos el pelo al sol.

Por esta época, descubrí muchísimas cuestiones más, por ejemplo, para mí las cosas siempre habían sido muy simples: se era negro o se era blanco, eso me habían enseñado. Sin embargo aprendí que ellos tenían una escala mucho más compleja: llamaban negros a los muy oscuros, después mulato oscuro y mulato claro; pero también decían negro colorado a un tipo de negro: indio, moro, jabao, etc. Era una escala complicadísima que yo aún no domino bien.

Denominaban "piolos" a los negros que preferían la compañía de los blancos, este término tenía una connotación despectiva. Tal vez por esta razón y porque a los blancos tampoco nos interesaba la compañía de los negros era frecuente que las negras se reunieran todas en un mismo dormitorio o en un mismo equipo de estudio.

En esta época de estudiante sentí por primera vez el reclamo del negro hacia el blanco, ellos no perdían la oportunidad de burlarse de nosotros en las pocas cosas en las cuales nos aventajaban, digamos que en el baile y en los deportes. Siempre bailaban mejor y aunque de manera fraternal trataban de enseñarnos, terminaban burlándose y diciéndonos patones -y gallegas, cuando se hacía deportes eran siempre las mejores, salvo en natación que era un deporte que rechazaban, en parte por el problema del pelo y en parte porque es sabido que los negros no son buenos en natación.

Es curioso, pero ahora que reconstruyo estos recuerdos me pregunto cómo nosotras aceptábamos sus burlas con un poco de indiferencia, no nos sentíamos ofendidas y sin embargo no nos atrevíamos a pagarles con la misma moneda, supongo que en parte por delicadeza, en parte porque no nos acusaran de racistas que equivalía a no ser revolucionarios y en parte porque hubiera provocado un estallido de cólera de proporciones insospechadas.

Actualmente, en plena madurez, veo las cosas de otra manera; si me siento a hacer un análisis consciente del fenómeno admito que somos iguales, y creo comportarme en público de manera razonable, pero mi subconsciente me traiciona a cada instante; me resulta mucho más fácil relacionarme con los blancos, de tal forma que mis amistades son siempre blancas, no puedo evitar mirar a las personas negras con recelo y sólo les doy mi confianza después de haber recibido muchas pruebas, me identifico más con el dolor de un blanco que con el de un negro, rechazo sus estridencias, su mal gusto, sus costumbres demasiado extrovertidas; me enamoré y me casé con un blanco y la sola idea de que mi hijo pueda casarse con una negra me quita el sueño y me hace pensar que el espíritu de su bisabuela no tendría más reposo".

Maritza, 32 años, mulata, médico, vive en la ciudad de Santiago de Cuba.

Mira, mi papá es español, nacido en Santander, vino a vivir a Cuba y se casó con mi mamá que es mulata, ella es una mulata clara de un pelo precioso que nunca ha tenido que hacerse ningún procedimiento en él porque sencillamente es pelo. En mi familia los prejuicios raciales nunca han sido un problema, somos tres hermanos y los tres somos blancos con un buen pelo, yo nunca he visto en mi casa a nadie haciéndose nada en el pelo, ni siquiera rolos, no necesitamos nada de eso.

Para mi papá siempre ha sido un motivo de orgullo el color canela de mi mamá, la frase más cariñosa que él le dice es: "mi mulata linda". Él siempre ha dicho que a todo buen español le gustan las mulatas y que él es un buen español.

Una hermana de mi mamá se casó con un hombre blanco, o casi blanco, no sé; aunque no es como mi papá que es español legítimo, pues resulta que tuvieron una primera niña que salió trigueña, muy bonita con un pelo precioso; después tienen la segunda niña que también es una trigueña muy linda y con un buen pelo; pero sucede que ambos querían un hijo varón y se decidieron a hacer el tercer encargo y por esos misterios de los genes tienen un varón que resulta ser un negrito feo, pero feo! Yo quisiera que tu vieras las fotos de los cumpleaños, todas las primas bonitas, con los lazos de cinta en la cabeza y unas batas lindísimas, con las sonrisas de oreja a oreja y aquel negrito feo achurrao en una esquina... Sus padres lo adoraban y era su hijo varón y había sido

un hijo muy deseado y muy esperado. pero yo no descarto la idea de que también sintieran un poco de lástima por el negrito, yo incluso la sentía y todo el mundo en la familia se pasaba el tiempo elogiándolo de una manera un poco exagerada, cuando en definitiva era feo; pues bien, el problema comienza cuando ya él es grandecito y va a la escuela, empieza a hacer rechazo escolar, a tener malos resultados docentes ya desarrollar un... agresividad tremenda hacia las hermana..' e incluso hacia los padres, mi tía que es una persona muy dulce, muy inteligente y muy preocupada se da cuenta enseguida de que algo andaba mal y decide llevarlo al psicólogo y sabes que fue lo que detectó el psicólogo? que en la escuela los amiguitos le decían que él era un "tarro" que su mamá le había pegado al papá con un negro, porque en su familia todo el mundo era blanco, imagínate como fue aquello para quitarle ese trauma al niño.

Yo tuve un primer matrimonio con un hombre blanco y rubio que parece un alemán y mi hijo que tiene 6 años es un verdadero muñequito, rubio y con unos ojos azules que es un primor y yo me siento orgullosa cuando salgo a la calle con mi muñeco de porcelana, claro que si fuera feo lo querría igual, pero los seres humanos somos vanidosos y nos gusta pavonearnos por la calle con hijos que despierten admiración.

Después de estar 3 años sola, divorciada del papá del niño, ha aparecido un hombre en mi vida con una serie de buenas cualidades: es muy inteligente, muy preparado y con él se puede hablar de cualquier tema, tiene una excelente educación, es muy pulcro, muy limpio, se viste con buen gusto, le gusta la música clásica y me ha dado un gran apoyo moral y me ha sacado de la soledad en que yo vivía con mi hijito, el cual dicho sea de paso estaba necesitado de un patrón masculino pues yo como madre sobreprotectora y extremadamente mimosa ya le estaba haciendo un poco de daño; pero sucede que este hombre es mulato o casi negro, no sé, esas clasificaciones son muy subjetivas, aquí en Santiago él podrá ser mulato -algunas personas para darme ánimo me dicen que parece un indio--, pero en España sería un negro.

Hace sólo tres meses que estamos viviendo juntos, todo sucedió muy rápido y sin darme cuenta ya estaba viviendo en mi casa. El es muy bien parecido, es cinta negra de karate, habla el inglés perfectamente y tiene un excelente trabajo, pero yo no sabría decirte en estos tres meses cuántas personas se me han acercado, de diferentes formas, aunque pienso que con las mejores intenciones, a criticarme mi decisión.

Mi padre, que vive enamorado de su mulata, no me ha dicho nada, pero su silencio es una desaprobación; mi madre me ha dicho abiertamente que esta relación está condenada al fracaso, ella dice que yo soy una mujer de flores y poemas, de conciertos en la Sala Dolores y que los negros no suelen proporcionar esas cosas. La primera persona que se me acercó a hablarme de esto directamente fue una alumna que yo tengo que es 'Jabá" y con un pelo muy malo. Ella me dijo: Profe, piense bien /o que usted va a hacer, si desgraciadamente se ha enamorado de él qué le vamos a hacer, pero por /o menos trate de no tener hijos; míreme a mí, mi madre es blanca y se casó con un negro y yo salí con este pelo que es mi mayor desgracia, yo tengo que dormir todas las noches con la cabeza llena de rolos para poder salir más o menos decente a la calle al otro día; yo sueño con un pelo que me ruede por los hombros y me caiga en la frente y no ésta cosa dura y áspera que tengo en la cabeza, usted se imagina lo que sería tener una hija con un pelo como el mío?

Otras amigas blancas también me han aconsejado en este sentido, lo más cruel me lo dijo una empleada de limpieza en mi consulta, ella, con esa falta absoluta de tacto que tienen las personas de muy bajo nivel cultural me dijo: -"Doctora, perdóneme, pero tenga cuidado, usted no ha oído decir nunca que los negros salan el culo". y o me quedé petrificada, me pareció un insulto, una falta de respeto, no supe qué responder, pero después del asombro me quedé intrigada, qué había querido decir aquella mujer con eso de que los negros salan el culo? Yo jamás había oído algo semejante, después de darle muchas vueltas al asunto he pensado que ella quiso decir que después de tener relaciones sexuales con un negro ya los blancos no se me iban a acercar más, que me convertiré en algo así como una apestada.

Otra amiga un día me dijo: -"Ya tienes las uñas largas, se ve que has puesto al negro a fregar". Nada de esto a mí me importa mucho, incluso yo estaría dispuesta hasta a disgustar a mis padres si se trata de defender mi felicidad, pero podré ser yo feliz con este hombre en el cual he descubierto ya un serio complejo de inferioridad? El constantemente se mide conmigo y trata de sentirse superior a mí o de demostrarme que él se siente superior a mí y yo he estudiado alguna psicología como para saber que ese es un comportamiento típico del complejo de inferioridad. El siempre me está recordando que mi mamá es mulata y que yo no soy una blanca legítima; hace unos días me dijo que alguien le había dicho que yo era "una jabá", yo pensé decirle que yo sólo me consideraría una jabá cuando él admitiera su condición de pitecántropus erectus, pero no se lo dije porque no quise herirlo, en definitiva es él quien tiene complejo, yo no tengo ninguno. Yo no tengo ningún problema con mi autoestima, sé que soy joven, saludable, inteligente, bonita, buena profesional; pero tendré que pasarme la vida defendiendo mi autoestima de los ataques de un hombre que se siente inferior a mí? No estoy dispuesta a eso. Además me he dado cuenta, pensando mucho sobre todo esto, que a mí él me gusta precisamente

porque no se comporta como un negro, o mejor dicho, como un negro típico; él no es grosero, no es escandaloso, no es mal educado, habla bajito, no le gusta la música salsa, sus mejores amigos son blancos; pero, hasta qué punto él es así por naturaleza o todo eso no es más que una fachada para apartarse de su condición de negro hacia la que siente rechazo y de la cual se quiere alejar? y yo me pregunto esa conducta no es otra manifestación enmascarada de su complejo de inferioridad? Puede ser feliz alguien que no está reconciliado consigo mismo y que finge todo el tiempo? y es más alguien así puede hacer feliz a su pareja? Él tiene un hijo de su primer matrimonio con una mulata que es mulato también, pero la niña le nació blanca totalmente y dicen que muy parecida a un amigo de su esposa, pero él no se dio por aludido y la reconoció como hija suya aunque después se divorció y yo me pregunto, conociendo un poco su personalidad retorcida si no lo habrá hecho sencillamente porque esa hija blanca alimentaba su ego y aliviaba sus complejos de inferioridad.

Por otra parte yo añoro tener otro hijo y no me importaría de qué color fuera, pero creo que no sería fácil educar dos niños: uno rubio de ojos azules y otro mulatico, cómo serían las relaciones entre ellos?, cómo podría yo manejar ese asunto con éxito? Porque el negrito se va a sentir inferior al rubio de ojos azules y si yo exagero las atenciones con el negrito, el rubio no se sentiría bien, también corro el riesgo de desarrollar un sentimiento de lástima hacia el negrito y la lástima no conduce a nada bueno, ya esa tragedia la viví de cerca en mi familia. He pensado seguir mi relación con él y no tener hijos, por qué sacrificar mi maternidad que es algo tan importante para toda mujer? Yo quiero tener otro hijo, vale la pena que yo sacrifique algo tan valioso para mí por mantenerme al Iado de un hombre lleno de complejos que no sé si podré sobrellevar? Decididamente creo que no tengo otra opción, lo único inteligente es cortar por lo sano esta relación que acaba de comenzar y evitar males mayores".


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: ItaPora Enviado: 08/12/2009 02:08
Merry-Christm-feliz-navidad.gif merry christmas image by LostSoul_025


 
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