
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor es nuestra melodía;
recibe como ofrenda, amablemente;
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece;
convierte en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la Fe lucha y camina.
Jesús, hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día.
Amén.
