En San Luis, pueblo cercano a Mahón (España), vivía una viuda llamada Juana Cardona Vicent.
Ella ejercía un apostolado entre la gente del pueblo.
A los cincuenta y nueve años de edad, enfermó del estómago, y no podía más que alimentarse
que con caldo de pescado.
Veinte años después seguía con este sufrimiento, y estaba encorvada.
Ya en el año 1880, y la mujer yacía en cama sin poderse mover de ella.
Se acercaba la festividad del Corpus Christi y pidió a los vecinos la bajaran a la puerta de la calle
para cuando pasase la procesión con el Santísimo Sacramento.
Al pasar el sacerdote Pedro Pons Bauzá, que llevaba la Custodia se la acercó para que adorara a Jesús en la Hostia.
El pueblo estaba compadecido de esta enferma cuando vio que en el momento en que Sagrada Forma va hacia la puerta
de la casa donde yacía la enferma, ésta sanó en forma instantánea.
Vivió diez años más sin experimentar el más mínimo dolor. Murió en 1890, a los noventa de edad