Quince minutos con Jesús Misericordioso
Jesús Misericordioso, te amo con todo mi corazón y te ofrezco todos mis dolores y cruces,
para que tú las hagas fructíferas de gracias.
Porque sé muy bien, Señor, que quien quiere seguirte y serte fiel, necesariamente deberá
sufrir, porque quien te es fiel desencadena las iras del Maligno enemigo.
Pero no tengo miedo porque tú estás conmigo y me salvarás en el momento del peligro, y
no permitirás que la prueba sea más fuerte de lo que puedo soportar.
Yo también, como Pedro digo: “¿A quién iremos, Señor? Solo tú tienes palabras de vida
eterna”.
Por eso Jesús, aunque me parezca duro el camino y empinado, sé que este es el único
camino y que tú lo has recorrido primero para darnos el ejemplo.
Y si tú lo has recorrido y nos has dicho que debemos seguirte si queremos salvarnos, es
justamente porque no hay otros caminos más fáciles, si no tú nos lo hubieras dicho, ya que
tienes mucha compasión de nuestra debilidad humana.
Por eso Jesús Misericordioso, te pido que me fortalezcas para afrontar el sufrimiento que
necesariamente debo pasar para entrar en tu Reino.
Dame tu mano, Señor, y déjame que recueste mi cabeza sobre tu Divino Corazón para
tomar fuerzas y seguir adelante con tu divina ayuda y consuelo. ¡Te amo, Jesús de mi
corazón, y confío ciegamente en Ti!