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Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: Anthonela  (Mensaje original) Enviado: 23/11/2010 11:40
Quince minutos con Jesús Misericordioso
Jesús Misericordioso, te amo con todo mi corazón y te ofrezco todos mis dolores y cruces,
para que tú las hagas fructíferas de gracias.
Porque sé muy bien, Señor, que quien quiere seguirte y serte fiel, necesariamente deberá
sufrir, porque quien te es fiel desencadena las iras del Maligno enemigo.
Pero no tengo miedo porque tú estás conmigo y me salvarás en el momento del peligro, y
no permitirás que la prueba sea más fuerte de lo que puedo soportar.
Yo también, como Pedro digo: “¿A quién iremos, Señor? Solo tú tienes palabras de vida
eterna”.
Por eso Jesús, aunque me parezca duro el camino y empinado, sé que este es el único
camino y que tú lo has recorrido primero para darnos el ejemplo.
Y si tú lo has recorrido y nos has dicho que debemos seguirte si queremos salvarnos, es
justamente porque no hay otros caminos más fáciles, si no tú nos lo hubieras dicho, ya que
tienes mucha compasión de nuestra debilidad humana.
Por eso Jesús Misericordioso, te pido que me fortalezcas para afrontar el sufrimiento que
necesariamente debo pasar para entrar en tu Reino.
Dame tu mano, Señor, y déjame que recueste mi cabeza sobre tu Divino Corazón para
tomar fuerzas y seguir adelante con tu divina ayuda y consuelo. ¡Te amo, Jesús de mi
corazón, y confío ciegamente en Ti!




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Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: Capullo Enviado: 23/11/2010 17:01

 

QUINCE MINUTOS EN COMPAÑÍA DE JESÚS SACRAMENTADO

No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames con fervor.

Háblame, pues, aquí sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano.
¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera?
Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos; dime en seguida
qué quisieras que hiciese actualmente por ellos.
Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir;me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse
en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades ajenas.
Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos
a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes
que quisieras ver otra vez a tu lado.

Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa.

 Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón ; y ¿no ha de salir del
corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón especialmente ama?

Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia?

Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia.
Dime francamente que sientes -soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta,
inconstante, negligente... ; y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que
haces para quitar de ti tales miserias.

No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos justos, tantos Santos de primer orden, que

tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad... ; y poco a poco se vieron libres de ellos.

Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos,

negocios o estudios; todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes
favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas? ¿qué puedo hacer por tu bien?
¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte !

¿Traes ahora mismo entre manos algún Proyecto?

Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿qué piensas? ¿qué deseas? ¿qué quieres que haga por
tu hermano, por tu amigo, por tu superior? ¿qué desearías hacer por ellos?

¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria?

¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás
olvidados de Mí?

Dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con qué medios cuentas

para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal éxito.
¿No quisieras que me interesase algo en tu favor?
Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde me place.

¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus

pormenores. ¿Quién te hirió? ¿quién lastimó tu amor propio ? ¿quién te ha despreciado?
Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo.
Dame cuenta de todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí todo lo perdonas, todo lo
olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición.

¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser infundadas dejan de

ser desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia.
Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan de ti, sin

que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo
a tu santificación.

¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella a fuer de

buen amigo ?

Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreir tu

corazón.
Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá has visto disipados negros recelos, quizá has recibido
faustas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has vencido alguna dificultad, o salido de algún
lance apurado.
Obra mía es todo esto, y yo te lo he proporcionado: ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud,
 y decirme sencillamente, como un hijo a su padre: « ¡Gracias, Padre mío, gracias!»?
El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le gusta verse correspondido.

¿Tampoco tienes Promesa alguna para hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón.

A los hombres se les engaña fácilmente; a Dios, no. Háblame, pues, con toda sinceridad.
¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella ocasión de pecado? ¿de privarte de aquel objeto
 que te dañó? ¿de no leer más aquel libro que exaltó tu imaginación? ¿de no tratar más aquella persona que
 turbó la paz de tu alma ?

¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, has mirado

 hasta hoy como enemiga?

Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales, al taller, a la familia, al estudio... ;

pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario.
Guarda, en cuanto puedas, silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo.
Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso,
más entregado a mi servicio. En mi Corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.

Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
De: Anthonela Enviado: 25/11/2010 11:12
 

No es preciso hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames mucho.
Háblame pues aquí, sencillamente, como hablarías al más íntimo de tus amigos, como
hablarías a tu madre o a tu hermano.

¿Necesitas hacerme a favor de alguien alguna súplica cualquiera?
Dime su nombre, bien sea de tus padres, el de tus hermanos y amigos.
Dime enseguida qué quisieras hiciese yo actualmente por ellos.
Pide mucho, mucho.
 No vaciles en pedir.
Me gustan los corazones generosos, que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos para
atender las necesidades de los demás.
Háblame con sencillez de las personas a quienes quisieras ayudar; de los enfermos a quienes
ves sufrir; de los descarriados que tú anhelas regresen al buen camino; de los amigos ausentes
que quisieras ver otra vez a tu lado.
Dime por todos una palabra siquiera; pero palabra de amigo , palabra ardiente y fervorosa.
Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón y ¿no ha de salir
 del corazón el ruego que me diriges por aquellos que tu corazón especialmente ama?

¿Y para ti, no necesitas ninguna gracia?
Hazme, si quieres, como una lista de tus necesidades y ven, léela en mi presencia. .
Dime francamente que sientes orgullo, amor a la sensualidad y al placer, que eres tal vez
egoísta, inconstante, negligente... y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos,
 pocos o muchos que haces para liberarte de tus faltas.
¡No te avergüences, hijo mío! ¡hay en el cielo tantos y tantos justos, tantos y tantos santos que
tuvieron esos mismos defectos!
Pero rezaron con humildad..., y poco a poco se vieron libres de ellos.
No vaciles en pedirme bienes espirituales y materiales, salud, memoria, éxito en tus trabajos,
 proyectos o estudios...
Todo eso puedo darte, y deseo me lo pidas, siempre que no obstaculicen, sino más bien ayuden
a tu santificación.
Precisamente hoy, ¿qué necesitas?
¿Qué puedo hacer por ti? ¡Si supieras cuánto deseo poder ayudarte!

¿Tienes ahora algún proyecto?
Cuéntamelo todo.
¿Qué te preocupa?, ¿qué piensas?, ¿qué deseas?, ¿qué puedo hacer por tus padres, tus hermanos,
 tus hijos, tus compañeros, tus amigos?
¿Qué desearías hacer por ellos? Y por mí, ¿No sientes deseo de mi gloria?
¿Quieres que haga algo por quienes amas mucho pero que quizá viven lejos de mí?
 Dime qué cosa en particular llama tu atención hoy, qué deseas más ardientemente y con qué medios
cuentas para obtenerlo.
Dime si no se te logran tus planes y te diré las causas de tus dificultades.
¿Deseas apoyarte en mí? Hijo mío, yo soy el Señor de los corazones, y los muevo adonde deseo sin
violentar su libertad.

¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame tus tristezas detalladamente. ¿Quién te ha herido?
¿Quién lastimó tu orgullo? ¿Quién te ha maltratado?
Acércate a mi corazón y encontrarás el bálsamo para esas heridas del tuyo.
Cuéntamelo todo y acabaras por decirme que, a semejanza de mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas y en pago,...
recibirás mi bendición consoladora.

¿Tienes miedo tal vez? ¿Sientes en tu alma conmociones vagas de tristeza, que por injustificadas no dejan de
ser desgarradoras?
 Apóyate en mi providencia.
 Yo estoy contigo, a tu lado.
Veo todo, escucho todo. No te abandonaré en ningún momento.

¿Sientes el olvido por parte de personas que antes te quisieron bien y ahora se alejan de ti sin razón?
Reza por ellos, y yo te los devolveré, si no han de ser obstáculo para tu salvación.

¿Y no tienes alguna alegría que comunicarme? ¿Quieres hacerme partícipe de ella como buen amigo tuyo?
Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu
corazón. Quizás has tenido agradables sorpresas; quizás has tenido agradables sorpresas; quizás has visto
disipadas graves dudas, has recibido buenas noticias, una carta, un detalle de cariño, has vencido una
dificultad, o salido de una situación angustiosa. Todo esto es obra mía.
Yo te lo he concedido. ¿Por qué no has de manifestarme tu gratitud y decirme sencillamente como un hijo
 a su padre: "Gracias, Padre Mío"?
El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le agrada verse correspondido.

¿Tienes alguna promesa que hacerme? Leo, ya lo sabes, el fondo de tu corazón: a los hombres se engaña
fácilmente ; a Dios, no. Háblame pues, con toda sinceridad.

¿Tienes firme resolución de no exponerte más a aquella ocasión de pecado?
 ¿De privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De no leer más aquel libro que excitó tu imaginación?
¿De evitar aquella persona que quitó paz a tu alma? ¿Vas a ser generoso con esa persona a quien consideras
 tu enemiga porque te ofendió?

Ahora hijo mío regresa a tus ocupaciones habituales, a tu familia, a tu trabajo, a tus estudios... pero no olvides
estos quince minutos de conversación íntima que hemos tenido en el silencio del sagrario.
Guarda en lo posible, silencio, modestia, resignación, amor a tu prójimo.
Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez a mí con el corazón más amoroso,
más entregado; en el mío encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos. 
      
           
 
 
    Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
               Oh, Dulce Corazón de María, sé la salvación mia. Amén

 

Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
De: Wendy Enviado: 30/11/2010 11:34
 


Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
De: Wendy Enviado: 03/12/2010 11:40


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