Aquellas palabras que pronunciaste para enseñarme a practicar la humildad: “Os he dado ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. El discípulo no es más que su maestro… Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica”. Yo comprendo, Señor, estas palabras salidas de tu corazón manso y humilde, Y QUIERO PRACTICARLAS CON LA AYUDA DE TU
GRACIA.
|