Introducción:
El Santo Rosario es un conjunto de Avemarías,
Padrenuestros y Glorias que se rezan en honor de la Virgen María
y que van acompañados de meditaciones de los principales misterios de nuestra fe.
Por cada misterio se rezan: - 1 Padrenuestro - 10 Avemarías - 1 Gloria
Se llama Rosario, pues las oraciones entrelazadas con
las meditaciones de los misterios, forman
una "corona de rosas" que se ofrece a Nuestra Santísima Madre.
Está formado por:
Acto de contrición.
5 misterios.
Oraciones por las Intenciones del Papa.
1 Padrenuestro
3 Avemarías
1 Gloria
4 Salve
Los lunes y los sábados corresponde rezar los misterios gozosos.
Los jueves corresponde rezar los misterios luminosos.(*)
Los martes y los viernes corresponde rezar los misterios dolorosos.
Los miércoles y los domingos corresponde rezar los misterios gloriosos.
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Plegaria Mariana
Porque en ti veneramos la infinita dulzura, la señal inequívoca de la vida más pura, y el hondo sentimiento que se ofrenda en ternura para que el alma encuentre su senda de ventura.
Venimos a pedirte que seas nuestra guía y en el tumulto diario de la humana porfía nos otorgues la gracia, celeste melodía, de saber que te encuentras en nuestra cercanía.
Venimos a rogarte nos concedas ahora tu celeste presencia que el corazón implora, con el éxtasis puro que todo lo colora, para que estés al lado del alma pecadora.
Con todos nuestros males venimos a rogarte, porque de toda pena tú eres parte y todos nuestros daños anhelamos confiarte y sea nuestro alivio sin recelo nombrarte
Supiste de la angustia que se clava mordiente, del dolor que penetra cual espada inclemente, y has sufrido en tu propio corazón la insistente tristeza irreprimible de una madre sufriente.
Por eso recurrimos, oh Madre, a tu consuelo. Tú que has sufrido sabes cuál es nuestro desvelo y comprendes la dulce plenitud de este anhelo que ansía hallar la senda radiante de tu cielo.
Su ternura hacia un cielo de piedad nos alienta: por eso repetimos su Nombre en la tormenta, por eso la llamamos en la hora más cruenta, y en nuestra propia culpa medimos nuestra afrenta. Por eso cuando vamos doloridos, llagados, bajo el fragor y el peso del mal anonadados, hacemos a la Virgen incesantes llamados y todos por su nombre salimos consolados. Amen
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