Se salvó porque llevaba el Rosario a la cintura
No es posible expresar cuánto estima la Virgen al Rosario por encima de todas las otras devociones,
y cuán generosa es para recompensar a los que trabajan por difundirlo.
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En la última aparición, en noviembre de 1917, la Virgen María dijo por fin su nombre: “Soy la Señora del Rosario”; y volvió para recordar la invitación dada antes: “Continúen rezando el rosario todos los días". |
San Luis de Montfort cuenta el caso de Alfonso XI,
Rey de León, al que la Virgen protegió particularmente,
por el simple hecho de llevar ostensivamente el Rosario
a la cintura,como forma de incentivar esta devoción entre
sus cortesanos.
Algún tiempo después el rey estaba a las puertas de la
muerte, acometido por una grave enfermedad.
Fue transportado en espíritu al tribunal de Dios, donde
los demonios lo acusaron de todos sus crímenes.
Y cuando iba a ser condenado a las penas eternas,se
presentó en su defensa la Santísima Virgen frente a Jesús.
En uno de los platillos de la balanza fueron puestos los
pecados del Rey. En el otro, Ella colocó el gran Rosario
que él llevaba en su honor, junto a los rosarios que,
gracias a su ejemplo, habían rezado otras personas.
Y juntos pesaban más que todas las faltas que había
cometido.
Después, María mirando con misericordia al Rey, le dijo:
“Conseguí de mi Hijo, como recompensa al pequeño servicio
que me hiciste llevando el Rosario a la cintura, que tu vida se
prolongue unos años más. Empléalos bien y haz penitencia".
Volviendo en sí, el rey exclamó:
“¡Oh, Bendito Rosario de la Santísima Virgen, gracias al cual me vi libre de la
condenación eterna!” Y recobrando la salud, lo rezó todos los días hasta
el fin de su vida.