“El Rosario nos transporta místicamente al lado de María (…) para que
nos moldee hasta que Cristo esté plenamente formado en nosotros”
– enseña el Papa Juan Pablo II.
Y añade: “Nunca como en el Rosario, el camino de Cristo y el de María se muestran tan
profundamente unidos. María sólo vive en Cristo y en función de Cristo".
Recordemos sus inspiradas palabras en la Carta Apostólica “Rosarium Virginis Maria":
"¡El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación.
A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo.
“Hago mías con gusto las palabras conmovedoras del Beato Bartolomé Longo, apóstol del Rosario,
con las que termina la célebre Súplica a la Reina del Santo Rosario:
“Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios, vínculo de amor que nos
une a los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto seguro en el común
naufragio, no te dejaremos jamás! "
Tú serás nuestro consuelo en la hora de la ago
Para ti el último beso de la vida que se apaga.
Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre, oh Reina del Rosario de Pompeya,
oh Madre nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de los tristes.
Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo Amén."
¡No deje nunca de rezarlo!
Acatando fielmente esa exhortación del Papa, nunca deje de rezar el Rosario con el
pretexto de tener muchas distracciones involuntarias, o falta de interés por rezarlo,
o mucho cansancio, o falta de tiempo, o cualquier otro motivo.
Para rezarlo bien no es necesario tener consolaciones ni lograr una aplicación continua
de la imaginación, o un simple gusto. Bastan la fe pura y la buena intención.
¡Mire cuántos beneficios nos proporciona la recitación del Rosario!
• Nos eleva al conocimiento perfecto de Jesucristo. • Purifica nuestras almas del pecado. • Nos lleva a la victoria sobre todos nuestros enemigos. • Nos facilita la práctica de las virtudes. • Nos inflama el amor de Jesucr• Nos enriquece de gracias y méritos.
• Nos proporciona los medios para pagar todas nuestras deudas con Dios y con
los hombres.
A todo lo cual agrega San Luis de Montfort: “Aunque te encuentres al borde del abismo o
con un pie en el infierno,aunque estés endurecido y obstinado como un demonio, tarde o temprano
te convertirás y te salvarás con tal que reces devotamente todos los días el santo Rosario, para
conocer la verdad y obtener la contrición y el perdón de tus pecados".
(Revista Heraldos del Evangelio, Oct/2004, n. 15, p. 34 a 38)