La Paz: Plenitud de Dios en el ser Humano
“Después de resucitar, Jesús se presentó a sus discípulos y les dijo: “La paz sea con ustedes”. Lc. 24, 36.
El saludo de Jesús Resucitado es un saludo de paz. Todos los seres humanos de una u otra manera buscamos estados de plenitud, satisfacción, de paz interior que nos motive a vivir y compartir. Pero ese estado no se consigue a la vuelta de la esquina y para lograrlo, el medio social propone cientos de alternativas: bienes materiales, belleza corporal, terapias, medicamentos, consejerías y muchos otros. Y la experiencia es que no se logra, que la vida termina siendo una especie de contradicción. Pues la verdadera paz está en la rectitud de conciencia y en la cohabitación de Dios en nosotros, en aquel que sólo le basta Dios para vivir. La paz en el Evangelio no es la ausencia de guerra, sino la presencia de Dios, de su Hijo Resucitado dándonos fuerza, vitalidad, esperanza en el caminar diario de la vida. También el Señor nos dice: “La paz sea con nosotros”, disfrutemos este acontecimiento; como los discípulos, renunciemos a todas aquellas obras que rompen el equilibrio de la naturaleza, desordenan los principios de la razón y de paso, ofenden al Creador, ese tipo de actos son los que siembran zozobras, angustias, sed de odios, pasiones que se desbordan y nos quitan ese estado de paz y plenitud que todos queremos. La sociedad de hoy, impulsa la guerra como fórmula de éxito y el libertinaje como el camino para la felicidad; una manera de protestar es llenando nuestras vidas de actos bondadosos, rectos, donde brille el amor de Dios, como principio para buscar y hallar la verdadera paz.
Oracion:
Padre de amor y misericordia
sólo de Ti, proviene la paz
como don que recibe el hombre
que cree en Ti y sigue tus mandatos.
En su sed de poder,
y encumbrado en su orgullo
ha llenado el mundo de guerras,
hambres, injusticias, desórdenes
que claman justicia,
infunde el don de la Paz
del amor, de la bondad
que sólo nace de los corazones
que te aman en la Iglesia.
Dadnos tu paz
y la fuerza de tu Espíritu.
Padre Nuestro…
Reflexión:
El sufrimiento destruye la paz, esa es la experiencia humana. Hagamos este simple esfuerzo: Si dejamos de pecar, de obrar mal, en su mayor parte el sufrimiento desaparece y el que nos toca afrontar como las enfermedades y las eventualidades de la vida, se lo encomendamos al Señor y Él nos lo ayudará a llevarlo. Ahí hay un camino para llegar a la paz que tanto necesitamos y que nos hace falta.
“Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán Hijos de Dios” ~Jesús de Nazaret
Por: Fr. Angel M. Beltrán N., O.P.