Pon tus tristezas en la negra , y todas tus alegrías
en la dorada. Seguí estas palabras y en ambas cajas tristezas y
alegrías guardé respectivamente.
A pesar de que la dorada se hacía más pesada día
con día, la negra era tan ligera como antes...
Lleno de curiosidad, abrí la caja negra para poder
ver lo que ocurría, y vi en el fondo de la caja un
agujero por donde mis tristezas habían desaparecido.
Se la mostré a Dios y le dije: Me pregunto ¿dónde están mis tristezas? Y con una tierna sonrisa me respondió: "Hijo mío, todas ellas están aquí conmigo".
Le pregunté: Dios mío, ¿por qué me diste las cajas? ¿Por qué la dorada, y la negra con agujero?