Existen tantas visiones de la realidad como personas que la vivencian. Y esas visiones pueden ser tan diferentes que una misma circunstancia puede ser fabulosa para unos y espantosa para otros.
La realidad de un hombre depende de su ser interior y de su circunstancia. Las cosas van o vienen, de acuerdo al punto en donde estemos situados. Esto, de algún modo, significa que una parte de nuestra realidad depende de nosotros. Y es precisamente sobre esa parte donde debemos actuar.
Poco podremos, posiblemente, hacer sobre el entorno y la circunstancia. Pero sí podemos situarnos en una posición más favorable, haciendo que esos factores confluyan hacia nuestro bienestar.
No dejemos de hacer lo mejor para nosotros y para quienes nos rodean y nos quieren bien.
No aceptemos el destino así, como viene, dejando que mueva nuestra vida a su entero antojo. Explotemos al máximo esa porción que depende exclusivamente de nosotros.
Seguramente descubriremos una nueva realidad... Una realidad mejor... Una realidad que se ajusta a nuestra medida... Una realidad hecha, en gran parte, por nosotros, para nosotros...
necesita una buena dosis de mimos y algunas caricias.
Un corazón para estar saludable necesita abrirse de vez en cuando no con cirugía y anestesia, sino con sinceridad y ante un ser querido, porque la peor enfermedad que puede sufrir un corazón no es una cardiopatía, no señor, la peor enfermedad es la soledad.
En resumen, un corazón para estar saludable necesita una visita periódica del AMOR.