Un cierto hombre plantó una rosa y la regó fielmente
y antes de que floreciera, la examinó.
Vio que el capullo pronto florecería, pero notó
espinas en el tallo y pensó:
"¿Cómo puede tan bella flor provenir de una planta
cargada de tantas espinas afiladas?"
Entristecido por este pensamiento, se olvidó regar
la rosa y, justo antes de que pudiera florecer, murió.
Así pasa con mucha gente.
Dentro de cada alma hay una rosa.
Las cualidades que reflejan a Dios colocadas
en nosotros al nacer, crecen en medio de las
espinas de nuestras fallas.
Muchos de nosotros nos miramos a nosotros mismos
y vemos tan sólo las espinas, los defectos.
Nos desesperamos, pensando que nada bueno
puede salir de nosotros.
Descuidamos regar lo bueno en nosotros y,
eventualmente se muere.
Nunca alcanzamos nuestro potencial.
Alguna gente no ven la rosa dentro de sí mismas;
alguien más tiene que mostrárselas.
Uno de los grandes dones que una persona puede
poseer es la habilidad de llegar más allá de las
espinas de otros y hallar la rosa dentro de ellos.
Esta es una de las características del amor...
mirar a una persona, conocer sus verdaderas fallas
y aceptar a esa persona en nuestra vida...
siempre reconociendo la nobleza en su alma.
Ayudemos a otros a darse cuenta de que pueden
superar sus fallas.
Si les mostramos la "rosa"
dentro de sí, ellos conquistarán sus espinas.
Sólo así florecerán muchas veces.
La Parábola de la Rosa fue escrita por Umair...
un estudiante universitario en Arabia