Llegó la hora de decir un Padre Nuestro
y comprender su verdad,
De Abrir tus ojos para que veas ese Padre Amoroso y fiel,
De ver todas las riquezas que infinitas son así como el cielo.
Llegó la hora de alabar a Dios por todas sus maravillas,
empezando por la mejor de ellas, Tú!
Llegó la hora de soltar ya mi voluntad que me aprisiona
y dejarla en sus manos,
ser libre en su propósito que me libera.
Llegó la hora de confiar que Dios proveerá cada día mi sustento,
que aprenda de las aves y los lirios a vivir sin preocupación.
Llegó la hora de perdonar a los demás,
de las cuentas viejas borrar,
para también disfrutar de ese perdón divino
por tantas fallas que he tenido.
Llegó la hora de dejar de pecar, dejar de caer en tentaciones,
De rogar a Dios que nos libre del mal.
Llegó la hora de reconocer que de Dios es el Poder, la Gloria y el Reinado
por siempre, es la fuente de las riquezas físicas y de la felicidad emocional.
Llegó la hora de ser feliz con Dios.
Por Mery Bracho