Cuenta la historia, que un niño vio por la calle a una niña
tan hermosa, que se enamoró a primera vista y sin pensarlo
le dijo:
¡Te amo!
¿Quieres ser mi novia?
Pero la niña le dijo
¡¡NO!!
Luego se encontraron en la escuela, el niño todavía seguía
enamorado de la niña y le volvió a decir
¡Te amo!
¿Quieres ser mi novia? Y la niña le volvió a decir
¡¡NO!!
Pasó el tiempo, los dos ya eran jóvenes, él muy apuesto
y ella era la más hermosa del colegio.
Lo que no cambiaba era el amor que él sentía por ella,
y le volvió a decir:
¡Te amo!
¿Quieres ser mi novia? y la joven sin cambiar su decisión
le dijo:
¡¡NO!!
Pasaron algunos años y se volvieron a encontrar en la
universidad, el sentía cada vez más amor por ella y sin
temor de lo que pudiera pasar nuevamente le dijo:
¡Te amo!
¿Quieres ser mi novia? entonces... ¡ella dijo
¡SI!
Comenzaron una relación preciosa, ambos sentían un
amor muy profundo.
Un día el muchacho le regaló un cuadro azul.
A partir de entonces y durante los cinco años que duró
su noviazgo, cada mes él le regalaba un cuadro azul.
Se casaron y durante 15 años, cada mes le regalaba un
cuadro azul.
Un día su esposa le dijo:
“Mi amor, ya no sé dónde guardar los cuadros azules
que me regalas, te pido que no me traigas más ya tenemos
cientos de ellos y no sé qué hacer con ellos.
El respondió con una gran tristeza:
Amor mío, jamás me preguntaste para qué te los regalaba.
Yo sólo quería que todo el cielo fuera tuyo, por eso todos
los meses te traía un pedacito de él.
“No subestimes a nadie cuando te traiga un regalo que
parezca insignificante, ya que en su amor y cariño hacia
ti, es posible que quiera regalarte todo el universo”
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