Somos comunidad.
Juntos caminamos en este tiempo de Cuaresma hacia Jesús.
Juntos nos cuidaremos en esta ruta, porque el amor es nuestra seña.
Juntos nos ayudaremos con el ayuno que Dios quiere (la misericordia),
la limosna (el compartir) y la oración (la unión de corazones con el Señor).
Juntos y con la proximidad del Espíritu, tan discreto y tan buen acompañante.
¡Qué tiempo tan espléndido para hacerlo realmente en comunión!
Preocupados unos por otros, sin individualismos, teniendo una mirada más
amplia que la propia.
La Cruz será nuestra señal y nos guiará.
Acoger la cruz, cargar con ella, asumirla,
llevarla con garbo y alegría.
Ser pequeños Cirineos con los que no puedan con ese peso.
Cuaresma, tiempo de solidaridad.
Si las fuerzas decaen,
ya vemos dónde anda la gasolinera: ayuno, limosna y oración.
Tan sencillo y, a veces, cómo nos aturrullamos en el camino.
Nos encontraremos con baches y con dificultades.
Tropezaremos en la piedra (¿cuántas veces?).
No importa.
El perdón de Dios es más grande que nuestras caídas y torpezas.
Y, al final,
Cristo Resucitado,
que vence al pecado y a la muerte.
Hacia Él caminamos.
¡Buena ruta, hermanos!
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