Recientemente alguien me preguntó cómo podemos luchar con el orgullo dentro de nosotros.
Respondí que a veces la mejor forma de luchar con el orgullo es simplemente mirar a tu alrededor, al océano, el mar, el cielo, las estrellas… Al hacer esto nos damos cuenta de que somos una piedrita al lado del camino comparado con la magnitud del resto de la creación.
De hecho, hay momentos en los que el orgullo no es algo tan malo; por ejemplo, estar orgulloso de nuestra familia o un logro que nos puede llevar hacia adelante a hacer más cosas buenas en el mundo. Considera cuán a menudo hablamos de destruir el ego y hacer como si no existiera. Pero esta no siempre es la mejor ruta en la espiritualidad porque el ego tiene dos lados: uno que causa destrucción y separación, y el otro que nos obliga a ir hacia adelante, mejorar, y crear caminos que harán de las vidas de otros algo mejor.
Mientras estemos vivos tendremos necesidades, deseos, aspiraciones… y orgullo. La pregunta que tenemos que hacernos es qué vamos a hacer con nuestro orgullo. ¿Vamos a exhibirlo de una manera que nos haga sentir superior a otros? ¿O lo usaremos para empujarnos hacia adelante? ¿Convertiremos el orgullo en humildad y trataremos a otras personas y trabajaremos con ellos con una mente abierta?
Karen Berg