Dame, Señor, un corazón que escuche, un corazón capaz de escuchar hasta lo más hondo de tu Palabra, capaz de entender tu propio secreto. Dame, Señor, un corazón capaz de escuchar el sentido de la historia: a tu Hijo, hecho historia y clavado en la cruz. Dame, Señor, un corazón capaz de escuchar ese momento de crucifixión, de la entrega de su vida, para entenderlo con mi propia vida. Dame, Señor, un corazón capaz de escuchar el rumor de los pobres que sube hasta Ti clamando justicia. Dame, Señor, un corazón capaz de escuchar los anhelos y las esperanzas de los hombres de hoy, para descubrir la presencia actual de tu Cruz y la entrega que ahora me pides. Dame, Señor, un corazón capaz de escuchar la experiencia del hombre, de cada hombre, para ser así capaz de anunciarle tu Noticia Buena. ¡Dame, Señor, un corazón semejante al tuyo!.
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