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pastor: Cash Luna
predica: Venciendo La Envidia
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Génesis 26:12-15 “Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia. Y todos los pozos que habían abierto los criados de Abraham su padre en sus días, los filisteos los habían cegado y llenado de tierra.”
Dios prosperó, enriqueció e hizo muy poderoso a Isaac. Tener estas tres cosas sin un propósito adecuado sería un gran peligro. A algunas personas no les gusta que enseñemos que Dios nos quiere bendecir y tienen razón en que si sólo les enseñamos a pedir la bendición y a no comprometerse con Él, entonces no sería bueno. El deseo de Dios es el deseo de un padre de bendecir a sus hijos y no le podemos decir que no.
Dios tiene bendiciones de calidad, directamente ligadas a la calidad de comportamiento que tienes. Cuando enseñamos que Dios te quiere bendecir, allí mismo encuentras el deber de comportarte. En un colegio o universidad, te van a premiar de acuerdo a tus notas. En un equipo de deporte profesional te van a pagar de acuerdo a como juegues. Dios te quiere bendecir, pero necesita que respondas a su Palabra con el comportamiento que está ligado a la bendición que tú quieres. Algunos provocan la bendición de Dios en su vida y otros al diablo para que los maldiga. Compórtate como aquellos que provocan a Dios para bendecirlos. Dios es objetivo. Él no anda por allí dando bendiciones a cualquiera. Tú también tienes que ser objetivo.
Aquí leemos que los Filisteos tuvieron envidia de Isaac. ¿Vas a detener la bendición de Dios en tu vida sólo porque a otros les da envidia? ¡No! Te vas a comportar como Dios manda y vas a ver lo que Dios hace con tu vida. Dios seguramente te va a bendecir. Cuando Dios te bendiga, quizá a algunos les va a dar envidia.
La envidia ha estado presente desde el comienzo de la humanidad. Caín mató a Abel por envidia. Raquel tuvo envidia de Lea porque ella tenía hijos. Ella tuvo que sacar la envida de su corazón para que Dios la bendijera y así tener hijos. También los hermanos de José tuvieron envidia de él. Hay muchos más casos de envidia en la Biblia.
2 Corintios 12:20-21“Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes; que cuando vuelva, me humille Dios entre vosotros, y quizá tenga que llorar por muchos de los que antes han pecado, y no se han arrepentido de la inmundicia y fornicación y lascivia que han cometido.”
Uno de los deportes favoritos del ser humano se llama envidia. Todos en algún momento tenemos la tentación de envidiar a alguien. Debemos aprender a manejar la envidia. Pablo le escribe a los Corintios y les dice que no los quiere encontrar envidiando a otros.
Mateo 27:17-18“Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado.”
¿Cómo puede ser posible que al hombre que vino para bendecirnos, revelarnos al Padre, que no le importó el qué dirán y se sentó a comer con publicanos con tal de compartirles la Verdad, que perdonó a la mujer acusada de adulterio, que hacía milagros, lo hayan entregado por envidia? Pilato sabía que Jesús no había hecho nada malo. Me imagino que Pilato ha de haber pensado que si les ofrecía soltar a Barrabás o a Jesús, la gente iba a escoger a Jesús y no a Barrabás, que era uno de los peores criminales de ese tiempo. La gente escogió a Barrabás. Así como el pueblo lo escogió a él, hay sociedades que prefieren ver a su nación hecha pedazos antes de ver a Jesús reinar en ella. Hay familias que prefieren ver a sus hijos en drogas antes de que pongan un pie en una iglesia cristiana.
Salmo 73:1-3“Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón. En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos.”
Por más que cantemos y alabemos a Dios, podemos tener envidia. ¿Cómo es posible que un adorador sienta envidia por un arrogante cuando sabe que Dios mira a éste de lejos? Por una cosa: la prosperidad. La envidia está altamente ligada a la prosperidad. Antes de que fueras prosperado, nadie hablaba de ti, ahora que Dios te ha prosperado, la gente habla de ti. ¿Cómo puede una persona tener envida de un arrogante que está siendo prosperado? Por ver y comparar.
Filipenses 1:15 “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.”
Pablo dice que hay quienes predican a Jesucristo por envidia. Si de repente empiezas a oír a alguien que tiene envidia de algún predicador, no te unas a la crítica. No sabes si alguien que quieres de repente llega con él y se salva. Pablo dijo: “No me importa la razón por la que prediquen, sino que más gente está conociendo a Cristo”. Nuestro comportamiento tiene que ser aquel que no habla nada malo de nadie, sino que bendice a otros.
Si no tenemos envida, los que van adelante en algún área de su vida nos inspiran. El que tiene envidia no se siente motivado por ellos para hacer algo bueno, sino que se ve motivado a inventarse alguna mala razón por la cual esa persona posee lo que tiene.
1 Corintios 13:4 “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece”
El amor no tiene envidia. Tienes verdadero amor en tu corazón o envidia; no puedes tener las dos cosas. Si has descubierto hoy que tienes envidia, tienes que sacarla de tu corazón.
Si sientes envidia del que es el primer lugar en tu clase o de tu compañero de trabajo o simplemente de tu amigo, cómprale un regalo y felicítalo por estar en el primer lugar o porque alla alcanzado metas primero que tu.
Si tu amigo tiene carro nuevo, y te da envidia, ve y cómprale un regalo para su carro.
Sólo ese tipo de acciones saca los malos sentimientos. Envidia quiere decir: tristeza que se siente por el bienestar ajeno. En otras palabras, cuando sientes envidia es porque quizá a otro le fue como tú querías que te fuera a ti. Cuando saques eso de tu corazón, Dios estará listo para bendecirte como a él o aún más.
Romanos 13:12-14 “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.”
La envidia es carnal. Es expresión de tu carne. El amor es espiritual. Ambos no pueden coexistir. ¿Cómo está tu corazón? Piensa en lo que has hablado, en el trabajo, en tu casa, en tu equipo deportivo en el que participas. ¿Qué es? ¿De qué dichos estamos llenos? ¿De envidia o justificaciones absurdas que ni tú crees? ¿Qué hablas de tu familia o de aquel que tiene la novia que tú querías tener? Es importante que lo analices porque Dios tiene muchas bendiciones en sus manos que deberían estar en las tuyas. Estamos dejando a Dios con las manos llenas y sin tener a quién dárselas.
Si hoy envidias, mañana tendrás orgullo. Sólo es cuestión de tiempo y quizá por eso Dios tiene bendiciones retenidas. ¿Qué hablas de la persona que obtuvo el empleo que tú querías? La envidia es lo que hace que uno vea a los demás, en vez de verse a uno mismo. Tú no vas a resolver los problemas hablando de otros, sino que enfrentándote contigo mismo, con tu carácter, virtudes, valores y principios.
Quizá hoy te das cuenta que tienes envidia en tu corazón, y reconoces que es hora de cambiar. La envidia es el deporte favorito del ser humano, venimos programados para envidiar, pero tenemos que desprogramarnos. Nuestro país está lleno de malas actitudes, sumergido hasta el cuello. Los hijos de Dios no pueden ser así, porque nuestro papá no nos enseñó eso. Todos pueden sentir envidia, menos aquellos que dicen estar llenos del Espíritu Santo; aquellos que son la luz del mundo y la sal de la tierra