CICLOS PLANETARIOS
La humanidad del siglo XXI está ante el reto de aceptar los fenómenos de sincronicidad (C.J Jung) y analogia de eventos celestes y terrestres: tránsitos, ciclos planetarios, como experiencias internas y externas de una causa más alejada aún de nuestra conciencia. La humanidad puede sintonizar con el Universo y reconocer al menos que es materia-energia en expansión y contracción cósmica y pulsante, vivo como la Tierra; o seguir imponiendo el control y la idea de inconsciencia, sin alma, sin vida, reducida a pura contingencia y acabar por convertir al planeta Tierra en un gran vertedero.
Sincronicidad es la simultaneidad de dos o más eventos en el tiempo sin relación causal aparente.
Analogía significa que el universo que observo y en el que me siento incluído es reflejo, a escala cósmica, de lo que soy en mi interior (reflejo o espejo de fuerzas planetarias que se constelan en la psique humana). Aceptar esa ley de semejanza y reconocer la co-rresponsabilidad con el cielo nos abre una dimensión desconocida que, no solo abraza los fundamentos de la física (mecánica cuántica), sino que predispone a la humanidad a vivir dentro del Universo de universos (sistemas) en gran armonía.
Eso es posible si el ser humano respeta y sigue los ritmos naturales de la madre Tierra y reconoce los momentos críticos, fases de los ciclos planetarios, como imágenes reflejadas del alma (estado de ánimo) de la humanidad o anima mundi y de sí mismo, por formar parte de ella.
Si ciclos, planetas y sus relaciones representan símbolos arquetípicos de la dinámica existencial del ser humano universal, mitos sobre dioses y héroes que han conmovido desde siempre a la humanidad, acaso sea oportuno orientarse al significado universal del arquetipo combinado que representa el inicio de un ciclo de dos planetas y del significado de las fases de máxima tensión (cuadratura) y máxima oposición al espíritu en el cual se inició el ciclo. El conocimiento de los ciclos, como el que tiene el campesino de las estaciones y lunas, deviene la inmensa experiencia de ser cuidado por el Universo y de gozar tanto de la co-creación como de la madre naturaleza.
El nuevo grado de libertad que puede hacer uso la humanidad del s.XXI es recoger el legado más valioso de su civilización (incluido el de la era de Aries) y ponerlo a disposición del mundo entero, y esto ya se está haciendo al existir “la red” (internet) que nos conecta con todo y con todos. El conocimiento de las co-relaciones de los ciclos y el tipo de acontecimientos en la conciencia y en la historia de la humanidad, a partir del significado de las combinaciones de dos o más arquetipos, otorga una nueva dimensión en la comprensión de su evolución. Ser conscientes de estos ciclos y orientarnos al tipo de mensaje arquetípico que subyace en ellos significa poder o llegar a ser co-creadores con el Universo.
Decidir fluir con los ciclos planetarios es un acto de responsabilidad después de aceptar su inexorabilidad. Aquí radica el ejercicio de la libertad humana y que se concreta en descubrir el significado del arquetipo y el tipo de relación que guarda el hombre con el cosmos. A medida que destaque aquello que observo arriba en el cielo y lo relacione con lo que sucede en la tierra, aquello que pasa en mi interior y en mi exterior, porque no me deja indiferente, y decido hacerme preguntas sobre el mensaje y la co-respondencia astral, estaré en la mejor disposición para sintonizar con el universo y comprender mejor el cosmos y sus designios.
Si hago síntesis de los arquetipos planetarios que entran en relación y los remito a mi interior, no solo pulso con el Universo al reconocerlo, sino que puedo hacer entrega a la sociedad de una expresión creadora de aquellos símbolos cuyos arquetipos se anuncian en el cielo y resuenan en mi carta natal. Todo ello no es más que otro acto de puro libre albedrío como es el regresar y sintonizar con los ciclos naturales y patrones del universo.
El ritmo del desarrollo individual (y psicológico) debería armonizar con los ritmos de los ciclos planetarios, los cuales no revelan hechos concretos, más bien indican qué tipos de experiencia deben atraer la atención al yo para una mayor realización en la vida. A diferencia de los tránsitos que devienen indicadores simbólicos de la activación de algo en nuestro interior que exige reconocimiento y espacio en nuestra vida, en especial si antes fue sofocado.
Ciclos planetarios en la actualidad
Se evidencia que las fases de un ciclo planetario particular coinciden con periodos en que el complejo arquetípico correspondiente se manifiesta de manera clara, definida y fácil de distinguir, esto significa que según la fase expresará su significado y su esencia en la psique colectiva con concentración de eventos/sucesos arquetípicamente apropiados y aunque el aspecto termine, ese mismo impulso continuará activo. Cada vez que dos planetas hacen conjunción se produce una activación del complejo arquetípico asociado con fenómenos políticos y culturales claramente relacionados con periodos anteriores de ese mismo ciclo. La nueva activación indica que todo lo desplegado desde el inicio de ciclo (última conjunción) ha sido absorbido y con el ingreso del nuevo ciclo (y signo) se instala la promesa de integrar una versión más de ese símbolo arquetípico.
Actualmente estamos bajo un potente reflejo del elemento TIERRA a raíz de los ciclos de Urano-Neptuno en Capricornio de 170 años, de Urano–Plutón en Virgo de 127 años, de Saturno-Neptuno en Capricornio de 36 años y aún de Júpiter-Saturno en Tauro de 20 años desde 2000. Así que la humanidad está inmersa en uno de los periodos más terrenales de los últimos siglos y no será hasta 2020-21 que se iniciará un nuevo ciclo de ciclos de Júpiter-Saturno y cuyas conjunciones se producirán en signos de AIRE en lugar de hacerlo en TIERRA.
Esos ciclos de Urano, iniciados en Tierra, prometen cambios radicales en valores, conceptos y procesos en relación a lo material, la realización, el trabajo y la productividad de la era industrial (últimos 200 años). Esa nueva visión está proliferando sobretodo desde la última conjunción con Neptuno (Capricornio) en 1992/93.
La cuadratura Urano-Plutón de 2012-20 indicará no solo un importante avance y desarrollo de los impulsos culturales y dinámicas arquetípicas que surgieron en los años 60-70, sino que surgirán tensiones con el orden establecido. El ciclo Júpiter-Urano (14 años) por ser el ciclo de menor duración de los ciclos sociales suele ser el más intenso (al menos durante 14 meses), cuyos “efectos” estamos notando, especialmente desde la última conjunción en Piscis en Diciembre de 2010, durante un eclipse lunar.
Júpiter-Urano presenta la configuración cíclica más rica en el registro cultural e histórico humano. Júpiter magnifica y aporta cualidad de expansión y de elevación a los significados de Urano, garantizando el éxito por hacerlo fructificar, mediando en favor del crecimiento, la realización y enriquecimiento. Son periodos de hallazgos y descubrimientos, de elevación cultural y revolución, revueltas populares de expansión inesperada, irrupción de movimientos populares con gran impulso de la creatividad y el cambio radical.
Así que la presente década va a ser especialmente uraniana. En la primera mitad las actitudes de rebeldía y del resto de significados de Urano serán activados por la expansión de Júpiter, y en la segunda mitad de la década por la fuerza de destrucción y posterior reconstrucción y generación de Plutón. En seis meses de 2011 se ha desencadenado la primavera árabe, el movimiento 15 M en Europa y se han descubierto nuevos tratamientos para diversos cáncer, además de aparecer el I cloud…
El ciclo de los grandes planetas
La conjunción de Saturno y Júpiter se produce cada 20 años. Los ciclos de los gigantes Júpiter y Saturno simbolizan periodos de expansión y contracción sociales de la historia. Algo viejo y gastado es destronado y a la vez irrumpe una energía nueva sin que pueda evitarse un ligero caos justo antes de que ese algo nuevo y joven emerja.
El aspecto de cuadratura (partil en 2014) es una relación difícil si se pretende lograr que armonicen los intereses que ambos planetas defienden, pero es precisamente en el inicio de un ciclo, cuando la conjunción se produce, que surge la posibilidad de obtener resultados concretos y visibles de la resolución de tal interacción o relación astral respecto al signo y elemento con que se inició la etapa precedente.
La duración del ciclo Júpiter-Saturno a lo largo del Zodiaco es de 800 años, pues se contabilizan hasta 10 conjunciones consecutivas antes de que se produzcan en el elemento siguiente (orden de la rueda del Zodiaco) hasta completar los cuatro elementos. Han de transcurrir 200 años para que las conjunciones dejen de producirse en un mismo elemento y hacerlo en el siguiente. De modo que, en sincronía con las conjunciones y por analogía, cada 200 años la visión del yo consigo mismo y en relación con la sociedad en la que vive pasa por cambios profundos y todo ello se traduce inevitablemente en radicales y poderosos cambios generacionales.
En ocasiones la humanidad entera, se ve abocada a una gran transformación, atravesando una situación en que la única salida es el cambio de paradigma. Por supuesto tales cambios se relacionan con el ingreso de la conjunción de estos planetas al nuevo elemento (ciclo de 200 años), pero en esta ocasión la conjunción de Júpiter con Saturno es especialmente significativa por ser inminente el cambio de era al pasar el punto Vernal del signo de los Peces al signo del Aguador, un cambio que sucede solo una vez cada 26000 años con tal fuerza y vigor. Así que cabe esperar un persistente e intenso proceso transformativo cuyo periodo de transición ocupará la mayor parte del siglo XXI, siendo por ello, el siglo más singular del ciclo de las eras.
La ultima conjunción entre estos dos planetas se produjo en 2000 en el signo terrestre de Tauro y aunque la próxima conjunción será aplicativa durante 2020 en Capricornio, no será partil (exacta) hasta 20 de Diciembre de ese mismo año entre 0º y 1º de Acuario. Lo extraordinario de esa conjunción es que sucede por primera vez después de 600 años de no hacerlo en un signo de aire. Nos damos cuenta de que hace algo más de 400 años Europa se preparaba para el colosal y fructífero advenimiento de lo que acabó por denominarse renacimiento.
Es a partir de 1800 en que tales conjunciones se han venido produciendo exclusivamente en signos de tierra (excepto en 1980 a 1º Libra) que dio lugar a la ilustración, la química de Lavoisier, la metalurgia, larevolución tecnológica y el desarrollo de lo que hoy día se conoce como era industrial, la cual ha generado el materialismo del mundo moderno.
Cuando el ciclo de conjunciones deje de producirse en signos de tierra y se haga en signos de aire, para entonces el mundo estará preparado para recibir el nuevo paradigma de conocimiento, de libertad, de paz y justicia, atributos de aire. Y eso porque la humanidad ya habrá empezado a despojarse de los valores que han marcado los últimos siglos como el poder sobre la materia, el dinero, las posesiones, el egoísmo, el consumo compulsivo y desenfrenado, la productividad intensiva, la obsolescencia programada, degradando el significado del servicio y del trabajo, y elevando la competitividad por encima del derecho laboral y familiar, todo ello a causa del miedo que embarga a la humanidad, una inseguridad sobrevenida del ego por su incapacidad de recibir luz del entendimiento y de albergar sabiduría mental y espiritual.
El ingreso del ciclo de conjunciones en el elemento aire 800 años después de que sucediera por última vez, anuncia el ingreso definitivo de la humanidad en la era de Acuario. Es lícito suponer que este ciclo sea siempre el detonante para la instauración en pleno derecho del mensaje que ofrece cada una de las doce eras a la humanidad (a través de un avatar: Jesús al inicio de la era de Piscis). Las eras conforman el ciclo de precesión (en retroceso) de los equinoccios respecto a las estrellas fijas (zodiaco) al que Platón, conocedor del tercer movimiento de la Tierra después de la rotación y traslación, denominó “gran año” de 26.000 años de duración.
Así que hace más de 4000 años las estrellas fijas que decoraban el fondo del cielo del Sol en un 20 de marzo (punto vernal) ocupaban la constelación de Aries, sin embargo a causa de esa precesión hace 2000 años el cielo que podían ver los astrólogos el primer día de primavera detrás del Sol era Piscis. Pues bien, ahora es necesario conocer qué constelación estará detrás del Sol el 20 de Marzo de 2021, en el que cabe esperar una declinación del Sol próxima a 1º de acuario. Si no es así, lo que se puede asegurar con certeza es que antes de 2200 (fin del periodo de conjunciones de Júpiter-Saturno en signos de aire), la constelación detrás del Sol ese día será Acuario y para entonces las promesas y atributos del aguador estarán instalados en la conciencia de la humanidad.
De todos modos, sea Piscis o Acuario esa constelación en el equinoccio de primavera de 2021 en realidad no importa, la buena noticia es el privilegio de ser testigos de uno de los siglos más exquisitos de los 260 que forman el periodo de precesión de equinoccios, el gran ciclo de las eras. Actualmente, dentro del proceso evolutivo que simboliza el “año de las doce eras”, la humanidad está a 10 años de ocupar y por 200 años más este punto de inflexión del gran ciclo (un periodo de cambios muy rápidos), el único “momento” del ciclo en que el proceso evolutivo de la humanidad pasa de la era oscura de Piscis a la más luminosa del Zodiaco la era de Acuario. Eso significa un cambio de paradigma radical, necesario y asumible si toda la humanidad apuesta por lo desconocido. Para ello debe y necesita soltar todo lo que signifique lastre que le impida ocupar un estado de “menor densidad y de mayor expansión.
Así que el siglo XXI es y será el periodo de transformación más contundente que podamos imaginar ya que se producen simultáneamente en el tiempo dos transiciones: la debida al cambio deelemento de las conjunciones de Júpiter y Saturno al pasar de signos de tierra a signos de aire (en acuario).y la transición del punto vernal (longitud del Sol en el equinoccio de primavera)del signo de Piscis al de Acuario. Esta “co-incidencia” en el tiempo, este doble ingreso en acuario en ciclos distintos va a generar resonancia e inevitablemente promete cambios de estado en los seres humanos y por extensión transformaciones en todas las sociedades y naciones del mundo.
Simbólicamente, cuando las conjunciones de Júpiter y Saturno pasan de sólido (signos tierra) a gas (signos aire) piden transformación o cambio de estado, al igual que sucederá con el paso del punto vernal del signo de agua de Piscisa otro de aire de Acuario, del hombre arquetípico del Pez (que se mueve en aguas instintivas y sensitivas de la vida y se redime por la fe) al Aguador (Ser que se libera de su animalidad y se redime por la luz del conocimiento).