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República de Tucumán
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La República Federal del Tucumán (hoy más conocida como República de/del Tucumán) fue un efímero estado semi independiente conformado por lo que hoy son las provincias argentinas de Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero que estonces formaban la Gobernación Intendencia de San Miguel de Tucumán. Se estableció en medio de las luchas entre Buenos Aires y las provincias del recién formado Estado Argentino.
Esta República no era independiente de las demás provincias argentinas, sino que formaba con las demás una sola entidad. El nombre de República no significaba - en ese entonces - más que "estado", en su sentido local o nacional, indistintamente. Sólo significaba que Tucumán dejaba de ser una dependencia de un gobierno central, para formar un Estado Federal con las demás provincias. De hecho, sería la forma en que realmente se constituyó la Argentina a partir de 1852.
Hacia 1819 las provincias que conformaban las Provincias Unidas del Río de la Plata (luego República Argentina), se iban rebelando contra el sistema unitario que quería imponer Buenos Aires.
El remanente del desmantelado Ejército del Norte que se hallaba en San Miguel de Tucumán al mando del coronel Domingo Arévalo, formado por tres compañías de Dragones cuyos jefes eran los capitanes Felipe Heredia, Abraham González y Manuel Cainzo, se sublevaron el 11 de noviembre de 1819. El gobernador intendente Feliciano de la Mota Botello, partidario del centralismo de Buenos Aires, fue arrestado junto Arévalo y con el enfermo general Manuel Belgrano. Tres días después, un cabildo abierto en San Miguel de Tucumán nombró gobernador a Bernabé Aráoz, quien desconoció la autoridad del Directorio. No era ...la primera chispa del incendio que cundió luego por toda la República, como escribió el general José María Paz, ya que todo el Litoral desconocía la autoridad del Directorio y del Congreso, la Banda Oriental estaba casi completamente ocupada por los portugueses, y Salta seguía sola su guerra contra los realistas del Alto Perú. La chispa contribuyó al incendio, pero fue de las últimas: sólo faltaban el motín de Arequito, la Batalla de Cepeda y la sublevación de Mariano Mendizábal en San Juan para destruir completamente el Directorio. Y todas se cumplirían en menos de tres meses.
Al proclamarse Aráoz gobernador de la Provincia del Tucumán, esta provincia incluía a las ciudades subordinadas de Catamarca y Santiago del Estero. Fue elegida una Representación de la Provincia Federal del Tucumán para sancionar una constitución, compuesta por dos diputados por Catamarca y dos por Tucumán, ya que los dos santiagueños no fueron electos. Aráoz proclamó la República Federal del Tucumán el 22 de marzo de 1820 y logró que los representantes del Congreso Soberano que redactaba la constitución, sancionaran con fuerza de ley esa declaración los días 17 y 18 de mayo. El Congreso, que se reservó el título de Alteza, creó un Poder Ejecutivo con el título de Presidente Supremo, que asumió Aráoz el 19 de mayo de 1820 con un sueldo anual de $4.000 (un quinto del presupuesto de la República).
La Constitución para la República del Tucumán fue sancionada el 6 de septiembre de 1820 y jurada solemnemente el 20 de septiembre. Esa constitución creó una Corte Primera de Justicia y abolió el Cabildo. Fue creada una moneda nacional y una bandera, y se concedieron altos cargos militares a miembros del Ejército de la República.
El ex gobernador De la Mota Botello fue teniente de gobernador de Catamarca dependiente de Aráoz desde agosto de 1820 hasta marzo de 1821.
[editar] Rebelión de Santiago del Estero
Aráoz envió a Santiago del Estero al mayor Felipe Heredia con un destacamento de 100 dragones de línea con el pretexto de escoltar a Belgrano, quien viajaba enfermo a Buenos Aires, pero en realidad para asegurar la elección de los dos representantes al Congreso Constituyente que debía comenzar a sesionar el 20 de marzo de 1820 en San Miguel de Tucumán. Parte del destacamento, 50 dragones, permaneció en Santiago del Estero al mando del capitán Juan Francisco Echauri. Éste hizo que los miembros del cabildo fueran reemplazados por nuevos regidores adictos a los tucumanos y controló la elección de los representantes Juan José Lami y Santiago de Palacio. La imposibilidad de participación de los autonomistas en la elección provocó una rebelión popular que fue apoyada por el comandante del Fuerte de Abipones (ubicado en el Departamento Quebrachos), coronel Juan Felipe Ibarra.[1] Ibarra envió un ultimátum a Echauri y le dio dos horas para reunir al pueblo y elegir libremente nuevas autoridades bajo amenaza de entrar por la fuerza a la ciudad. Ibarra ingresó en la ciudad y venció a Echauri el 31 de marzo, obligándolo a regresar a Tucumán, siendo designado ese día por un cabildo abierto como teniente gobernador, junto con Pedro Pablo Gorostiaga para presidir el cabildo.[2]
Ibarra ordenó elegir los dos representantes al congreso, sin intenciones de separse de Tucumán, pero el 10 de abril Aráoz emitió un Manifiesto que causó el enojo de los santiagueños. esto hizo que el 27 de abril de 1820 se reuniera una asamblea de las comunidades (curatos) santiagueñas que declaró la autonomía de la Provincia de Santiago del Estero. Declarando a La jurisdicción de Santiago del Estero uno de los territorios unidos de la Confederación del río de la Plata. (Véase: s:Manifiesto autonomista de Santiago del Estero)
Ibarra fue designado gobernador de la nueva Provincia de Santiago del Estero.
[editar] Guerra civil
Aráoz intentó aplastar la revuelta santiagueña, pero no sólo fracasó, sino que se ganó la enemistad del gobernador de Salta, Martín Miguel de Güemes. Éste culpó a Aráoz por la poca ayuda prestada por Tucumán a la Guerra de la Independencia debido a que Aráoz no había querido apoyarlo entregándole las armas que tenía en su poder e impidió que una fuerza de auxilio cordobesa al mando de Heredia llegara a Salta. Aráoz ni siquiera respondió y Güemes comunicó al Cabildo de Salta el 1 de febrero de 1821 que siendo la de Santiago injustamente invadida, se hallaba en el caso de sostenerla, dirigiendo sus armas contra la agresora.
Güemes invadió el territorio tucumano con una fuerza comandada por Alejandro Heredia. El coronel Apolinario Saravia ocupó Catamarca en marzo de 1821 e impuso un gobierno autónomo bajo la protección salteña, que duró un mes. Un ejército de salteños y santiagueños se dirigió sobre la capital, intimando a Aráoz su renuncia al mando. En la Batalla de Rincón de Marlopa, ocurrida el 3 de abril a las puertas de la ciudad, el coronel mayor Abraham González y el salteño Manuel Arias derrotaron sorpresivamente a Güemes. Arias se dirigió a Catamarca y expulsó al coronel Saravia a fines de abril y fue por corto tiempo teniente de gobernador, restaurando la dependencia de Tucumán.
El realista Pedro Antonio Olañeta aprovechó la ausencia de Güemes e invadió Jujuy, siendo rechazado por Juan Ignacio Gorriti, pero el 24 de mayo de 1821 el pueblo de Salta proclamó la destitución de Güemes y éste regresó del frente tucumano recuperando el gobierno. Unos días después, los realistas hacían su último avance hasta Salta, causando la muerte de Güemes el 17 de junio de 1821.
Luego de la derrota, Ibarra se situó con sus fuerzas en la posta fronteriza de Vinará. Por gestiones de paz del gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, Aráoz reconoció la autonomía de Santiago del Estero mediante el Tratado de Vinará el 5 de junio de 1821, uno de los pactos preexistentes que menciona la Constitución Nacional. El tratado fue firmado por el presbítero Pedro León Díaz Gallo (por Santiago del Estero), Pedro Miguel Aráoz (por Tucumán) y por José Andrés Pacheco de Melo (mediador enviado por el Gobierno de Córdoba). Pero si Aráoz esperaba que eso le diera estabilidad a su gobierno, el resultado fue muy relativo: tenía muchos opositores en la ciudad capital y también entre los muchos oficiales que lo habían llevado al poder.
[editar] Disolución de la República
El 25 de agosto de 1821 un cabildo abierto separó a Catamarca de Tucumán y Aráoz no llegó a reaccionar, pues el 28 de agosto una revolución dirigida por Abraham González, al frente de las tropas que derrotaron a Güemes, lo derrocó y debió escapar y refugiarse en el campo. Aráoz solicitó ayuda al nuevo gobierno de Salta, que envió a Arias con un contingente, pero en Trancas Arias recibió una nota de González instándolo a no seguir adelante y se detuvo.[3]
El 29 de agosto González asumió el gobierno y aceptó la segregación de Santiago del Estero y de Catamarca. Con esto, la Provincia de Tucumán adquiría aproximádamente sus límites actuales. También desaparecía la República, pues fue readoptado el nombre de Provincia y el cargo de Gobernador Intendente.[4] González abolió la moneda tucumana. Comenzaban lo que serían diez años de guerras civiles casi continuas en la provincia y pasarían por el sillón de gobernador casi veinte personas.
El gobierno de González duró varios meses, y tras ellos, Aráoz regresó al gobierno por dos semanas, pero fue expulsado nuevamente. Consiguió el poder efímeramente por dos veces más, pero nunca volvió a pretender reeditar la República del Tucumán.
El 10 de enero de 1822 fue derrocado González y asumió como gobernador provisorio José Víctor Posse, quien el 25 de enero creó la Sala de Representantes, la cual fue instalada el 30 de abril de ese año. Posse fue reemplazado el 9 de febrero de 1822 por el teniente coronel Diego Aráoz, pero éste fue derrocado un mes más tarde por su primo Bernabé Aráoz, que regresó al gobierno.
Cuando Aráoz fue derrocado por Javier López, a fines de 1823, buscó refugio en Salta; allí fue arrestado por el gobernador Juan Antonio Álvarez de Arenales y entregado a López, quien lo hizo fusilar en Trancas, en la frontera entre ambas provincias, el 24 de marzo de 1824.
Ese triunfo incitó a López a reasumir el cargo de Presidente Supremo de la República de Tucumán, reeditando la Constitución de la misma, luego de la renuncia del gobernador Nicolás Laguna el 19 de febrero de 1824. Pero su gobierno duró hasta el 25 de noviembre de 1825, en que fue derrotado por el unitario Gregorio Aráoz de La Madrid enviado allí desde Buenos Aires a reclutar un contingente para la Guerra del Brasil. Éste sí fue el definitivo final de esta breve República.
[editar] Referencias
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Bernabé Aráoz : Un tucumano visionario
Una de las figuras más atrayentes y curiosamente menos conocida de nuestra historia provincial es la del Coronel Mayor Bernabé Aráoz.
Caudillo emblemático, guerrero de la independencia, gobernante y estadista, su actuación fue determinante en capítulos trascendentales de la guerra por la independencia y la posterior organización. Nacido en Monteros hacia el año 1776, su familia, de vieja raigambre colonial, poseía vastas extensiones de tierras en el sur de la provincia, siendo Monteros una suerte de feudo familiar.
Desde joven, Aráoz demostró un innato don de mando, a lo que sumaba una fina inteligencia y probada determinación. En 1806 comandó las tropas que trajeron los prisioneros Ingleses a Tucumán, luego de la primera invasión. A los treinta años era uno de los vecinos de mayor predicamento en la región.
Corrían los primeros días del mes de septiembre de 1812; el General Belgrano retrocedía desde el norte dejando una estela de desolación tras de sí. Al llegar a las proximidades de Tucumán se encontró con una comisión encabezada por Bernabé Aráoz. Fueron concretos en su pedido: presentar batalla a los realistas en Tucumán, para lo cual la población ofrecía ayuda ilimitada. Belgrano (quién secretamente abrigaba esa posibilidad) dio las cifras aproximadas en dinero y hombres que se necesitarían, a lo que Aráoz aseguró que se aportaría el doble, como en efecto ocurrió.
La tarea de regimentar un ejército de reclutas, darles una mínima instrucción militar, fortificar una ciudad indefensa y levantar el temple a una población que por primera vez veía a sus puertas el peligro de una batalla sangrienta, debió ser sin duda tarea de titanes. Bernabé Aráoz estuvo a la cabeza de aquellos. Incluso el grueso de la tropa se compuso por las peonadas de las estancias de la familia Aráoz.
Lo cierto es que en la mañana del 24 de Septiembre de 1812, en Tucumán se sellaba la suerte de la revolución, y los tucumanos tuvieron mucho que ver en ello. Belgrano dejó un claro testimonio de ello en sus partes al Gobierno Central: “ No hallo expresiones bastantes para elogiar a los jefes, oficiales, soldados, tambores y milicias que nos acompañaron del Tucumán a las órdenes de su Coronel Bernabé Aráoz”.
Luego de estos hechos, Bernabé Aráoz, quién llegó a alcanzar el grado de Coronel Mayor de los ejércitos de la patria, comandó las tropas tucumanas que pelearon en la batalla de Salta. El Director Supremo, don Gervasio Posadas, premió al pueblo tucumano por su patriótica contribución a la victoria, creando por Decreto del 8 de octubre de 1814 LA PROVINCIA DE TUCUMÁN, la que hasta entonces era sólo un distrito de salta, y extendiendo su jurisdicción a los territorios de Catamarca y Santiago del estero, con el objeto de “distinguir a su gloriosos pueblo por sus señalados servicios a la Patria” El 10 de Marzo del mismo año había sido recompensado el Coronel mayor Bernabé Aráoz con el nombramiento de Gobernador Intendente de Salta. Elevado al rango de Provincia el distrito Tucumán, el Gobernador fue trasladado con el mismo cargo a su provincia, por decreto del 14 de Noviembre. Por tanto el 14 de Diciembre, Bernabé Aráoz prestó juramento ante el cabildo como primer Gobernador de la Provincia de Tucumán. Su gestión se desenvolvió en el escenario de una región convulsionada por los cambios trascendentales que se producían.
Tucumán era por entonces una suerte de cuartel de las tropas del Ejército Patrio, al que se debía mantener. El dinero jamás alcanzaba, aún así el gobernador conseguía importantes logros para la época. De su propio peculio costeó la construcción de la acequia que trajo el agua a la ciudad, e instaló el primer mercado y el alumbrado público; estableció además una escuela de primeras letras e impuso una contribución para el aseo y mantenimiento de las calles. Además se dio tiempo para Organizar personalmente todo lo relativo a la instalación del congreso de 1816, hasta en sus detalles mínimos. No fue casual que Tucumán fuera elegida como sede del Congreso, en esto poco tuvo que ver su situación geográfica central, como el clima patrio que se vivía en esa provincia. El caldo de cultivo libertario había germinado en los patriotas tucumanos como en ninguna otra provincia, lo que resultaba esencial para asegurar el éxito de la empresa. En esto también tuvieron que ver los Aráoz, en especial la prédica del sacerdote Pedro Miguel Aráoz, lo que le valió ser diputado al congreso, y el apoyo incondicional de exaltados patriotas como Cayetano y Diego Aráoz quienes fueron arquitectos principales del andamiaje patrio que gestó la Independencia en nuestro suelo.
Como gobernador, Aráoz fue un puntal en las magnas jornadas de éste congreso. Incluso, en su casa de la actual calle Congreso 36, se llevaron a cabo las reuniones preliminares, las recepciones de los diputados conforme iban llegando a la provincia, se discutieron los términos más delicados de la declaratoria: forma de gobierno, etc. El Gobernador concurrió infaliblemente a la barra en las sesiones públicas, allanó las dificultades de todo orden que debieron afrontar los congresales, con su dominio del ambiente, su prestigio y su buen consejo en cuanto a la legislación interna, su diligente actividad en las resoluciones de problemas externos que se presentaban ante el Congreso como autoridad suprema, desde todos los ángulos del país. Todo ello lo encontramos a cada paso en los anales del Congreso. Llegó incluso a prestar parte del propio mobiliario de su casa para las reuniones del Congreso. Es sabido que la mesa donde se juró la independencia, le pertenecía.
Quizás por todo ello, el propio General San Martín lo elogió ante el Directorio al escribir: “Me atrevo a asegurar, que no se encuentran diez en América que reúnan más virtudes”... En 1819 vuelve a la gobernación luego de un movimiento armado; por entonces oscuros nubarrones se cernían sobre la incipiente Nación.
El 8 de Enero de 1820, el Ejército del Norte se subleva contra su jefe en una posta de Arequito. El Director Rondeau, sin el apoyo de esas fuerzas es derrotado en Cepeda por los caudillos López y Ramírez. Con ello se inicia un período de disgregación nacional. Las provincias argentinas quedaron desarticuladas en el contexto.
Ante la gravedad de la situación imperante, Aráoz decidió gobernar la provincia a su mando de manera autónoma, para lo cual creó la “República de Tucumán” a la que dotó de una avanzada constitución.
Mucho se ha discutido (y discutirá) acerca de los motivos que impulsaron a don Bernabé a tomar esta determinación. Para algunos fue una respuesta regional a fines de preservar del caos a esta parte del país. Para otros no fue más que el intento separatista de un caudillo ambicioso. No reflejan esto los artículos que nos han llegado de la constitución aludida ni la proclama del propio Aráoz: “la provincia a mi mando es y será una república libre e independiente... hermana sí, y federada con vínculos estrechos a las demás...”
Cuando Bernabé Aráoz hablaba de “república” en realidad se refería a la provincia “autónoma “ de Tucumán, compuesta además por Santiago del Estero y Catamarca.
De la documentación existente surge claramente el funcionamiento de los tres poderes diferenciados, además de la implementación de un correcto sistema impositivo y aduanero. Llegó a crearse una moneda uniforme entre otros logros significativos. Un trabajo muy exhaustivo del dr. Ismael Sosa detalla estos artículos, ejemplos de la visión preclara para su época por parte de Aráoz.
Desgraciadamente, Bernabé Aráoz pronto entró en conflicto con el gobernador de Salta Martín Miguel de Güemes, lo que provocó una sangrienta acción armada que culminó con la derrota de los temibles gauchos salteños. Los pormenores de estas cuestiones son extensos como para detallarlos en estas jornadas de tiempo acotado, pero baste decir que a consecuencia de ello, Posteriormente Santiago del Estero y Catamarca se escindirían de La República.
Derrocado por un movimiento militar en 1821, Bernabé Aráoz no pudo desplegar los objetivos de la “república” que ideara. Esporádicamente volvería al poder, aunque ya se encontraba envuelto en las interminables contiendas fraticidas suscitadas con su antiguo protegido Javier López, hasta su fusilamiento, por orden de este en 1824. Según la narración del capitán Andrews, antes de enfrentar al pelotón: “fue su último acto fumar un cigarrillo de papel, del que, al estar casi consumido, hizo caer la ceniza con los dedos, al propio tiempo que exclamaba filosóficamente: ¡ La existencia humana es como estas cenizas!. Luego se sometió la sentencia sin temor”.
Nunca cobró sus sueldos, ni como soldado ni como gobernador. Él que había sido de los hombres más ricos y poderosos del norte, murió pobre y perseguido, atormentado por la enfermiza obsesión de concluir la obra que se había fijado.
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