Se conoce como etapa musulmana de la península ibérica[1] [2] [3] o conquista árabe/musulmana de Hispania[4] al complejo proceso político y militar que a lo largo del siglo VIII explica la formación y consolidación de al-Ándalus musulmán, así como la génesis de los principales reinos cristianos medievales peninsulares.[5]
La conquista del reino visigodo por dirigentes árabes del Califato Omeya fue un proceso que duró quince años, del 711 al 726, en el que se llegó a tomar todo el actual territorio de España y Portugal y parte del sur de Francia, si bien lo que era el territorio peninsular del reino estaba completamente conquistado en el 720, tras diez años del inicio de la conquista.
Aunque el proceso en total ocupó todo ese tiempo, la cronología no es exacta en cuanto a los años y las fechas, sino sólo aproximada, pues las fuentes difieren entre sí.[6] Además de estos años de conquista, hay que sumar los años anteriores que los árabes y bereberes musulmanes llevaban diseñándola, reconociendo el terreno y preparando, al parecer, futuras alianzas. Debe señalarse que una buena parte del grueso de musulmanes llegados a la península no eran étnicamente árabes, sino bereberes.
[editar] Contexto general
Un repaso a la historia de las primeras conquistas árabes, nos hace ver que sólo la conquista del actual Magreb fue más costosa (treinta años), pues en otros puntos la acción de los conquistadores árabes fue más rápida que en la península: seis años para dominar toda la península arábiga (628 al 634); cuatro años Siria (634 al 638); cinco años Egipto (638 al 643); un año Tripolitania y Cirenaica, Libia (644); seis Mesopotamia (636 a 642) y ocho años Persia (642 al 650).
Lo largo de este proceso de conquista del reino visigodo, que requirió numerosas campañas, constantes refuerzos militares y pactos con núcleos resistentes, se debe a varios motivos: lo escaso de las fuerzas musulmanas que los conquistaron, las constantes luchas y levantamientos de sus aliados entre los visigodos, la orografía del territorio y la fuerte base de asentamiento social del anterior reino visigodo.
Sin embargo, la gran centralización política del reino, la inseguridad causada por bandas de esclavos fugitivos, el empobrecimiento de la hacienda real (especialmente durante el reinado de Witiza) y la pérdida de poder del rey frente a los nobles, fueron elementos que facilitaron la acción de los conquistadores.
Pero el factor quizás más importante para la caída visigoda fue la grave crisis demográfica del reino, que en los últimos veinticinco años había perdido más de un tercio de su población. Esto fue debido a las epidemias de peste y los años de sequía y hambre de finales del siglo VII, especialmente durante el reinado de Ervigio; y que se repitieron también con gran dureza bajo el de Witiza, el antecesor de Rodrigo.
Además, existía una fractura política importante entre dos grandes clanes político-familiares godos en su lucha por el trono, y que llevaba varios decenios dividiendo políticamente el reino y generando constantes problemas. De una parte estaba el clan gentilicio de Wamba-Égica, al que perteneció o al que estaba vinculado Witiza, y de otra el clan de Chindasvinto-Recesvinto, al que pertenecía Rodrigo. Esta situación dividió al estamento aristocrático-militar en dos facciones cada vez más irreconciliables; hasta el punto de considerar alguna historiografía a los witizanos como instigadores e incluso aliados, explícitos u oportunistas, de los musulmanes.
Los conquistadores árabes también contaron con el apoyo de parte de la población judía, muy numerosa en la Bética, en la Galia Narbonense, y en toda la cuenca mediterránea. Estaba presente principalmente en los centros urbanos, destacando, entre otras, las comunidades de Narbona, Tarragona, Sagunto, Elche, Lucena, Elvira, Córdoba, Mérida, Zaragoza, Sevilla, Málaga y de la capital, Toledo.
La ayuda que los judíos prestaron a los conquistadores se debió a que aquellos, en su mayoría conversos forzados pero fingidos, eran reiteradamente hostigados por la legislación visigoda (con algunas excepciones, como bajo los reyes Witerico y Suintila, y contra el criterio de obispos como San Isidoro, que los defendía). Y sabían, por lo que había ocurrido en el norte de África, que mejoraría su situación al recibir de los gobernantes árabes el mismo estatus que la población cristiana.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de los judíos habían sido esclavizados bajo el reinado de Égica (excepto los de la Narbonense, con la excusa de que la provincia aún no se había repuesto de la última epidemia de peste), bajo la acusación de que conspiraban contra el rey con los árabes del norte de África. Estos, ya habían realizado algunas incursiones en la península, por lo que suscitaba miedo una posible colaboración con ellos para una futura conquista.
Esta idea partía de los informes de los cristianos del norte de África que habían huido de aquella zona, y que informaron del apoyo dado a los árabes por parte de los judíos de allá; lo cual era lógico dado que su situación allí era también de acoso por el poder bizantino.
Pero además de los judíos étnicamente puros de la diáspora, en el norte de África había bereberes que profesaban el judaísmo por proselitismo y mestizaje, muchos de los cuales dieron apoyo a los árabes en su conquista, y se unieron a ellos (como muchos bereberes cristianos) por lazos de clientela. Verdad o pretexto, esta acusación de traición fue la utilizada contra ellos.
Finalmente, las divisiones dinásticas internas entre los nobles visigodos sobre la sucesión de Witiza facilitaron aún más el desarrollo de la conquista.
Una última precisión, previa al relato de los acontecimientos, es que el reino visigodo tan solo cubría el territorio peninsular y la Septimania en el sur de Francia. Baleares estaba bajo soberanía bizantina, y quedó excluida del proceso árabe de conquista. Siguieron bajo control bizantino algunos años más, para pasar después a depender, al menos nominalmente, del reino franco (798), por propia petición, para que los defendiera de los ataques árabes. Estos ataques continuaron y hubo varios tratados de paz, poco respetados, y cierta sumisión política, hasta la conquista por el Emirato de Córdoba entre los años 902 (Ibiza y Mallorca) y 903 (Menorca).
[editar] Antecedentes
[editar] Conquistas musulmanas en el norte de África
Mapa representativo de la división del reino visigodo.
Los árabes tenían planes de conquista para Hispania desde hacía tiempo, tras la inicial conquista del actual Marruecos por Uqba ibn Nafi al final de la década de 670. De hecho, consta que en el año 687, bajo el reinado de Ervigio, los árabes realizaron una primera incursión contra las costas levantinas.
El propio Uqba había comenzado en el año 669 la conquista de los territorios bizantinos en el norte de África; cuya culminación posterior fue el resultado de más de 30 años de guerra, en los que los árabes fueron ocupando poco a poco la totalidad de África del norte, incluyendo los reinos cristiano-bereberes.
Tras los primeros éxitos de los árabes, la rebelión bereber contra los conquistadores los expulsó de nuevo hasta Libia, llegando los bereberes a tomar la nueva capital árabe de Ifriquiya, Qairuán. Los árabes, en sucesivas campañas, conquistaron de nuevo estas tierras, e incluso los puertos con ciudades amuralladas que habían permanecido siendo bizantinos; como Cartago, que arrasaron, a pesar de contar con la ayuda de una flota bizantina, a finales del año 697. Y aún tardaron otros ocho años en volver a someter el resto del norte de África, que culminó en el año 705 con la conquista de Tánger. Todo esto obligó a posponer los planes de conquista de Hispania, hasta acabar con dicha rebelión.
Con anterioridad conquistaron Ceuta (710), fortaleza que había sido objeto de constante lucha entre visigodos y bizantinos. Dicha ciudad había vuelto a manos visigodas unos veinte años antes, aprovechando la caída del África bizantina. Según una leyenda muy improbable, Don Julián, gobernador visigodo de Ceuta, cuya hija, la Caba, habría sido violada por Rodrigo, habría proporcionado ayuda logística al ejército musulmán. Los árabes también habían estado reconociendo el terreno, tanteando las costas españolas con breves ataques y saqueando varias ciudades: el primero, ya citado, bajo el reinado de Ervigio, y el último en julio de 710, tras la conquista de Ceuta, con el desembarco de Tarif ben Malluk en la isla de Tarifa.
Al parecer, también habían entrado en tratos con los nobles opuestos al rey Rodrigo. No está claro si los nobles leales a los herederos de Witiza (puede que incluso el propio rey Agila II, al que luego nombraremos) pidieron el apoyo árabe (como hizo Atanagildo con los bizantinos, a quienes dio a cambio una parte del territorio) pero, en todo caso, la división existente benefició a los árabes. Estos, sin embargo, si dicho acuerdo existió, no lo respetaron.
[editar] Conflicto interno del reino visigodo
A finales del año 710, Hroþareiks o Rodericus (conocido posteriormente como Rodrigo) dux de la Bética y, al parecer, nieto de Chindasvinto, fue elegido y proclamado rey en Toledo por el Senatus de la aristocracia visigoda, tras la muerte de Witiza. No se sabe con certeza si se había sublevado previamente contra dicho rey, venciéndolo, pero sí que consiguió la mayoría de los apoyos en la asamblea electoral de los nobles. Era, por tanto, el rey legítimo, según el derecho visigodo.
Sin embargo, un sector de la nobleza apoyó a otro rey, Agila II, que era dux de la Tarraconense. Agila II gobernó en el Nordeste (en el sur de Francia, en la actual Cataluña y en el valle del Ebro, es decir, las provincias visigodas de Iberia y Septimania, en parte equivalentes a las antiguas provincias romanas de Narbonense y Tarraconense) e incluso acuñó monedas propias. Puede que incluso fuese, desde 708, rey asociado a Witiza, a cuyo clan parece que pertenecía (algunas fuentes lo citan como hijo suyo, aunque es poco probable).
El reino, pues, estaba en una situación de conflicto civil o, al menos, dividido con alguna suerte de acuerdo de reparto y asociación, como ya había ocurrido en el pasado. Y a los pocos meses de haber subido Rodrigo al trono, en una situación no unánime y vulnerable. Los partidarios de Witiza partidarios de Agila II enviaron legaciones al norte a África para buscar el apoyo militar de los árabes y bereberes del norte de África. La entrada de los efectivos militares árabes comenzó a principios del año 711.
[editar] Fases de la conquista
[editar] Conquista militar del sur de la península
No se conocen los detalles de con quien negociaron los partidarios de Agila II el envío de efectivos en favor de su facción a la península ibérica. Según algunas fuentes, Musa ibn Nusayr, gobernador de Ifriqiya, dependiente del walí de Egipto, ordenó a su lugarteniente, Tariq ibn Ziyad, que iniciase la conquista. Tariq era bereber, ligado por una relación de clientela con una tribu árabe, y liberto del gobernador de Ifriqiya, Musa ibn Nusayr. Sin embargo, otras fuentes conjeturan que Musa no conocía los planes de Tariq y que sólo vino en su apoyo tras conocer su victoria.
Sea cumpliendo órdenes o por propia iniciativa, Tariq ibn Ziyad desembarcó a principios del año 711, con el inicio de la primavera, en la bahía de Algeciras (llamada entonces Iulia Transducta), con un ejército de unos 7.000 hombres fundamentalmente bereber (sólo recientemente sometidos), e incluso cristianos del norte de África. Las fuentes árabes se contradicen y hablan de entre 1.700 y 12.000 hombres, por lo que hemos optado por una cifra intermedia y bastante repetida en la historiografía. Tariq se asentó en la actual ciudad de Gibraltar (nombre que deriva de este conquistador, Ŷebl at-Tariq, 'Montaña de Tariq'), bien protegida por su altura, mientras iba recibiendo todo su ejército en sucesivos desembarcos. Desde allí comenzó a saquear zonas y ciudades de la baja Andalucía.
Tariq aprovechó militarmente el hecho de que el conde de la Bética estaba con Rodrigo en una campaña en el norte, al parecer contra los vascones, ya que cuando el rey realizaba una campaña militar solía llevar a los condes del reino con él. Esto era por una doble razón: porque necesitaba de sus recursos humanos para reunir un ejército y para evitar su sublevación mientras él realizaba una campaña militar por otras tierras. En años anteriores hubo varias incursiones militares árabes contra algunas ciudades del sur que habían sido rechazadas o que se habían retirado al poco tiempo tras obtener suficiente botín. Por ello, esta incursión de Tariq no despertó inicialmente una gran preocupación.
Además, de acuerdo con las leyes para tiempo de guerra promulgadas por
Wamba y retocadas por su sucesor
Ervigio, todos los súbditos residentes en un perímetro de cien millas alrededor de la zona donde hubiese surgido el peligro tenían la obligación de tomar las armas, sin necesidad de especial convocatoria, ante la sola noticia de la existencia del mismo. Esto, a pesar de las duras sanciones previstas, no siempre se cumplía. Pero está claro que los nobles terratenientes de la zona tendrían interés en defender sus propiedades y cosechas, y que el conde de cada territorio tenía como una de sus funciones la defensa del mismo.