Ensayo en el discernimiento del Evangelio según san Mateo.
Cap. 18: del v1 al v6
En estos momentos en que estamos meditando en la enseñanza de Jesús para tratar de cambiar nuestra mentalidad tradicional por la mentalidad espiritual, nos hemos convertidos en niños espiritualmente hablando, porque apenas estamos descubriendo algunas cosas de la vida espiritual que nos habían sido veladas, mismas que nos irán abriendo la puerta del Reino de Dios, sabiendo y dando a conocer, que todo aquel que nos recibe en el Nombre de Jesús, lo recibe a él, y que todo aquel que quiera abusar de nuestra fe adulterando su enseñanza, mejor le sería ser arrojado al mar con una piedra atada al cuello.
Cap. 18: del v7 al v14
Como dice la Palabra de Jesús en estos versículos; es necesario que todos estos escándalos se presenten, pero, ¡ay! de los que se dejen vencer por la tentación y caigan en ellos.
Así que tengamos mucho cuidado para no ser piedra de tropiezo para quien se está iniciando en el conocimiento de la enseñanza de Jesús, para que nuestras palabras, acciones o actitudes, sean congruentes con lo que Dios quiere para esos pequeñitos, y si nos damos cuenta de que algo no está en el orden y propósito de Dios, pidámosle perdón a Dios con arrepentimiento para cortar con eso, que en lugar de hacerlos crecer en la voluntad de Dios, estarían creciendo en la voluntad de hombre. Cuidado, porque todo aquel que se da cuenta de lo anterior y no hace lo necesario para corregirlo, está mostrando un gran desprecio hacia esos pequeñitos y no han advertido que sus ángeles en el Cielo están dando cuenta a Dios de todo lo que se está haciendo de su enseñanza en forma adulterada. Recordemos que Jesús no vino a condenar sino a salvar lo que se había perdido, esto es, al hombre en su verdadera imagen y semejanza de Dios en el nivel espiritual. Por eso, es preferible enderezar lo que tenemos que enderezar para guardar y enseñar a cumplir con fidelidad la enseñanza que Jesús nos comparte como la voluntad de Dios, porque el Padre, y los que están en los Cielos, no quieren que se pierda ni uno solo de estos pequeñitos.
Cap. 18: del v15 al v22
Cuando alguien nos ha desviado del camino y nos demos cuenta de ello, deberemos de hacérselo saber tomando como base la fidelidad en la Enseñanza de Jesús, y si nos escucha, habremos ganado un hermano, y si no, que haya dos o tres testigos para que se decida el caso, si tampoco escucha, entonces digámoslo a la congregación reunida, y si tampoco escucha, entonces se sabrá que no ha sido convencido a guardar y enseñar a cumplir la enseñanza de Jesús que es Palabra de Dios. Por eso, atemos al hombre fuerte en su vida, y desatemos al hombre espiritual que vive dentro de él a la imagen y semejanza de Dios, pidiéndole al Padre, en el Nombre de Jesús en unidad con el Espíritu Santo, que Él tome el control en su vida y Jesús quede en medio de él como está en medio de nosotros.
Debemos tener paciencia y perseverar en la oración, porque no nos debemos dejar llevar por el poder de los pensamientos de hombre, sino ser conducidos por el poder de los pensamientos de Dios para estar prestos a perdonar siempre las ofensas de nuestros hermanos en la fe y sobre todo a nuestros hermanos filiales.
Cap. 18: del v23 al v35
No debemos de ser como esa persona a la que se le ha perdonado una gran deuda al invocar la compasión y misericordia de su acreedor, y cuando ésta le fue perdonada, él no quiso perdonar al que le debía unas cuantas monedas y lo envió a la cárcel, provocando con esto, que aquel que le había perdonado la deuda revocara su decisión y lo entregara a la justicia.
Todos los que hemos invocado la compasión y misericordia de Dios para ser perdonados de todas las ofensas que le hemos hecho debido a nuestra ignorancia o rebeldía en la fidelidad a su mandato, deberemos en reciprocidad, perdonar a nuestros semejantes de todas las ofensas que nos han hecho para conservar ese perdón de Dios, porque de las ofensas que cualquiera cometa en contra de Dios será merecedor de perdón o seguir en la condenación de acuerdo a su proceder. Así que, para conservar el ser salvos, debemos mostrar compasión con nuestros semejantes en semejanza a la misericordia de Dios para perdonarnos.