Un problema en una válvula del tanque de hidrógeno ha obligado a la NASA a posponer hasta el viernes el primer vuelo de prueba de su cápsula Orion. Todo estaba listo este jueves en Cabo Cañaveral para el despegue de la nueva nave espacial con la que los astronautas estadounidenses viajarán en el futuro al espacio profundo. Se trataba del primer vuelo de prueba al que someten a la nave, que irá sin tripulación. Pese a ello, había gran expectación porque se trata de la nave con la que EEUU planea ir a destinos como un asteroide o Marte.
El despegue estaba previsto inicialmente para las 13.05 (hora peninsular española) desde el Centro Espacial Kennedy de Florida. Primero fue el viento y después la detección de un problema en una válvula la que llevó a los ingenieros del a NASA a tomar la decisión de retrasar la prueba hasta el viernes. Disponían de una ventana de lanzamiento de 2 horas y 39 minutos, es decir, podían lanzar la nave hasta las 15.44 horas así que abortaron la prueba apenas cinco minutos antes de que concluyera este plazo ante la imposibilidad de resolver a tiempo el contratiempo. La prueba del viernes se ha fijado también para las 13.05 horas.
La cápsula Orion, que mide cinco metros de diámetro, 3, 3 metros de altura y tiene capacidad para cuatro tripulantes, viajará durante esta prueba de vuelo a bordo de un imponente cohete Delta IV. Sin embargo, cuando se emprendan misiones, como a Marte o a un asteroide, se utilizará un lanzador mucho más potente, el Space Launch System (SLS) que está siendo construido.
EEUU está ansioso por volver a tener su propia nave espacial. El último despegue de un vehículo tripulado de la NASA ocurrió en julio de 2011, cuando el Atlantis puso fin a la era de los transbordadores (shuttle) y EEUU pasó a depender de las naves rusas Soyuz para viajar al espacio.
Está previsto que el primer vuelo de prueba, que consistirá en dar dos vueltas a la Tierra, dure cuatro horas y media. La cápsula se situará a unos 5.800 kilómetros de distancia de nuestro planeta y en total recorrerá unos 100.000 kilómetros. Durante el test se probarán los sistemas de seguridad, así como el potente escudo contra la radiación que envuelve la nave, un primer paso hacia un sistema que consiga proteger el cuerpo de los astronautas de la intensa radiación a la que estarán sometidos cuando viajen durante meses por el espacio con destino a Marte.
La reentrada en la atmósfera
El regreso a la Tierra será la fase más complicada de la prueba. Según explica Kelly Smith, ingeniero de la NASA del programa Orion, durante la reentrada en la atmósfera la nave viaja a una velocidad de unos 32.000 kilómetros por hora y está envuelta en una cortina de plasma que alcanza temperaturas de hasta 2.200ºC, casi el doble que la lava de un volcán en erupción. Durante esa fase, se pierde la comunicación con la nave.
La ilustración muestra cómo viajarían los tripulantes durante un despegue con astronautas. NASA
Orion es capaz de reducir la velocidad hasta los 500 kilómetros por hora, pero sigue siendo muy alta por lo que hay que recurrir a los paracaídas. Primero se desplegarán dos, que la reducirán hasta dejarla en 280 kilómetros por hora. Cuando ya sea inminente el amerizaje, se desplegarán los tres gigantescos paracaídas principales, que permiten que cuando cae al océano, la cápsula vaya a sólo a 30 kilómetros por hora.
La nave será recogida en el Pacífico. En su interior llevará todos los datos y mediciones que recabe durante la prueba para que sean analizados por los científicos y los ingenieros, de cara a la mejora del diseño. "Los test de vuelo son difíciles y complejos, pero nos dan la confianza de que los sistemas que hemos diseñado funcionan en condiciones reales de vuelo", explica Kelly Smith.
El vehículo que sustituirá al transborador
Barack Obama decidió en 2010 jubilar el programa de transbordadores, que eran un prodigio de la tecnología espacial pero muy caros de mantener, para poder centrarse en el desarrollo de una nueva nave. Aunque para los astronautas no supone ningún problema viajar con los rusos, con los que trabajan habitualmente en la Estación Espacial Internacional (ISS), la idea de depender de sus antiguos enemigos disgusta a algunos políticos. Tras la reciente crisis por Crimea, que ha vuelto a enfrentar a EEUU con Rusia, han vuelto a tener un argumento para defender que la NASA no debe depender de Rusia.
Lo más probable es que antes de estrenar la cápsula Orion, los astronautas de la NASA vuelen en otras naves estadounidenses. Las empresas privadas Boeing y Space X están desarrollando, bajo la supervisión de la agencia espacial, sus propias naves tripuladas en las que viajarán los astronautas de EEUU a la Estación Espacial Internacional, previsiblemente, a partir de 2017.
Estas dos compañías ganaron el pasado septiembre dos multimillonarios contratos para desarrollarlas (de 4.200 millones y 2.600 millones de dólares respectivamente), un trabajo para el que han competido casi una decena de empresas.
Sin embargo, la explosión en octubre de un carguero de la empresa privada Orbital Sciences que llevaba suministros a la Estación Espacial Internacional supuso un varapalo a la nueva estrategia de la NASA y volvió recordar que enviar misiones al espacio sigue siendo una tarea muy complicada.