Suena demasiado optimista. Y atrevido. Tener lista una planta piloto capaz de producir energía eléctrica mediante fusión nuclear entre 2035 y 2040 parece excesivamente aventurado si tenemos presentes los desafíos que es necesario resolver, especialmente en el ámbito de la ingeniería de materiales. Precisamente IFMIF-DONES es el proyecto internacional que aspira a resolver buena parte de estos retos.
El itinerario que propone el consorcio de países liderado por la Unión Europea para demostrar la viabilidad comercial de la fusión nuclear establece que el experimento DEMO estará listo a principios de la década de los 50 y finalizará en 2060. A partir de ese momento, si todo sale como está previsto, comenzaría la explotación comercial de esta tecnología.
La construcción del reactor de fusión nuclear experimental ITER en la localidad francesa de Cadarache está siendo liderada por la Unión Europea, pero en este ambicioso proyecto también intervienen otras seis potencias científicas: Rusia, Japón, China, India, Corea del Sur y Estados Unidos. Cada uno de estos socios contribuye al sostenimiento económico y tecnológico del proyecto. Lo interesante es que algunos de ellos están compatibilizando su participación en ITER con sus propios proyectos de desarrollo de la fusión nuclear.
El Departamento de Energía (DoE) de Estados Unidos es la institución de este país que está promoviendo el desarrollo propio de esta tecnología, y, sorprendentemente, hace solo unos días la mayor institución científica de esta nación, la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM), ha publicado un detallado informe en el que insta al DoE a obtener los recursos necesarios para poner a punto una planta piloto de fusión nuclear en muy pocos años.