La reproducción humana es un proceso verdaderamente complejo. Para que se produzca un embarazo, los sistemas reproductores masculino y femenino deben funcionar perfectamente y óvulo y espermatozoide deben encontrarse en el momento y lugar adecuados. Si estás pensando en quedar embarazada o lo estás buscando, te ayudará conocer cómo se produce la fecundación que da inicio al embarazo.

Cada mes alrededor de 14 días antes del período menstrual, los ovarios liberan un óvulo hacia las trompas de Falopio, en este lugar y si se ha tenido relaciones sexuales el óvulo será fecundado por un solo espermatozoide. La liberación del óvulo se denomina ovulación.

La unión del espermatozoide con el óvulo

Durante el coito, millones de espermatozoides son depositados en la vagina de la mujer; atraídos por las sustancias que emite el óvulo, los espermatozoides emigran rápidamente hacia el útero y continúan el trayecto hasta llegar a las trompas de Falopio donde pueden vivir de 48 a 72 horas. Es decir la fecundación puede producirse dos o tres días después del encuentro sexual. De los millones de espermatozoides que contiene el semen, sólo alrededor de 300 logran llegar al óvulo (el resto muere) y de ellos sólo uno logrará entrar en su interior y fecundarlo. Cuando esto ocurre la membrana del óvulo, hasta entonces permeable, altera su estructura química y cierra el paso al resto de espermatozoides. El espermatozoide fusiona entonces su núcleo con el del óvulo formando la primera célula del bebé: el huevo fecundado o cigoto, que contiene una información genética única, desde el color de los ojos hasta la estatura aproximada que tendrá el nuevo ser humano.

Si no es fecundado, el óvulo degenera y se elimina a través del útero en el siguiente período menstrual.

Excepcionalmente puede darse el caso que se liberen dos óvulos en lugar de uno y que sean fecundados ambos óvulos por dos espermatozoides diferentes. Si esto ocurre se produce un embarazo múltiple del que nacerán mellizos. Un embarazo de gemelos se produce cuando un espermatozoide fecunda un óvulo, el cigoto se divide posteriormente en dos dando lugar a dos embriones que dependiendo del día en que se produzca la división compartirán la placenta o tendrá cada uno su placenta.

Del óvulo al embrión

Una vez que el óvulo es fecundado (cigoto) se desplaza hacia el útero, dividiéndose en repetidas ocasiones. Primero se convierte en una sólida bola de células (mórula), luego en una esfera hueca formada por células llamada blastocisto, éste tiene el espesor de una célula excepto en un área en la que tiene de tres a cuatro células. Las células internas de la parte más gruesa del blastocisto se convierten en el embrión, mientras que las externas penetran en la pared uterina para formar la placenta. La placenta produce hormonas que ayudan a mantener la gestación y permite el intercambio de oxígeno, nutrientes y productos de deshecho entre la madre y el feto. La implantación comienza entre 5 y 8 días después de la fecundación y se completa en 9 o 10 días.

La pared del blastocisto se convierte en la capa externa de las membranas que rodean al embrión y la capa interna de membranas (amnios) se desarrolla entre los días 10 y 12 y forman el saco amniótico. Éste se llena de un líquido color claro (líquido amniótico) y se extiende para envolver al embrión en desarrollo, que flota en su interior.

Por otro lado, las diminutas prolongaciones (vellosidades) de la placenta en desarrollo se extienden hasta la pared del útero y se ramifican hasta formar un complicado patrón arborescente. Esta ramificación aumenta en gran medida el área de contacto entre la madre y la placenta y permite el tránsito de más nutrientes de la madre al feto y de los productos de desecho del feto a la madre. La placenta está completamente formada entre las semanas 18ª y 20ª, pero sigue creciendo durante todo el embarazo; en el momento del parto, alcanza el medio kilogramo de peso.