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Sincero dolor por el pecado.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; pues que vendrán los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor. Hechos 3:19.
“Las condiciones para obtener la misericordia de Dios son sencillas, justas y razonables. El Señor no nos exige que hagamos alguna cosa penosa para obtener el perdón de los pecados. No necesitamos hacer largas y cansadoras peregrinaciones, ni ejecutar duras penitencias, para encomendar nuestras almas al Dios de los cielos o para expiar nuestra transgresión; mas el que confiese su pecado y se aparte de él alcanzará misericordia.”—
“El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del pecado. No renunciaremos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en la vida.”—
“Un rayo de luz de la gloria de Dios, un centelleo de la pureza de Cristo que penetre en el alma, hace dolorosamente visible toda mancha de pecado, y descubre la deformidad y los defectos del carácter humano. Hace patentes los deseos impuros, la infidelidad del corazón y la impureza de los labios. Los actos de deslealtad del pecador que anulan la ley de Dios, quedan expuestos a su vista, y su espíritu se aflige y se oprime bajo la influencia escudriñadora del Espíritu de Dios.”—
“Las lágrimas del penitente son tan sólo las gotas de lluvia que preceden al brillo del sol de la santidad. Esta tristeza es precursora de un gozo que será una fuente viva en el alma.”—
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La ley Éxodo 20:1,17Exodo 31:12,18la Santa Biblia como un espejo, revela el pecado.
El que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 1 Juan 2:5.
Dios tiene una norma de justicia por la cual mide el carácter. Esta norma es su santa ley, que se nos ha dado como una regla de vida. Hemos sido llamados a cumplir con sus requerimientos, y cuando hacemos esto honramos tanto a Dios como a Jesucristo; porque Dios dio la ley, y Cristo murió para magnificarla y engrandecerla. El declara: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”Juan 15:10. “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. 1 Juan 2:17.
Hay muchos oidores pero pocos hacedores de las palabras de Cristo. Sus palabras pueden ser aceptadas teóricamente, pero si no son estampadas en el alma, y entretejidas en la vida, no tendrán efecto santificador sobre el carácter. Una cosa es aceptar la verdad, y otra practicarla en la vida diaria. En aquellos que sólo oyen, la palabra de Dios no produce una respuesta agradecida. El mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza”, es reconocido como justo, pero sus requerimientos no son admitidos; sus principios no son llevados a cabo.
Todos somos pecadores, y por nosotros mismos somos incapaces de poner en práctica las palabras de Cristo. Pero Dios ha hecho provisión para que el pecador condenado pueda ser liberado de manchas y arrugas. “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 2:1; 1:9. Pero mientras que Cristo salva al pecador, no elimina la ley que condena al pecador... La ley nos muestra nuestros pecados, como un espejo muestra que nuestro rostro no está limpio. El espejo no tiene poder para limpiar el rostro; no es ésa su función.
Así es con la ley. Señala nuestros defectos y nos condena, pero no tiene poder para salvarnos. Hemos de ir a Cristo por el perdón. El tomará nuestra culpa sobre su propia alma, y nos justificará ante Dios. Y no sólo nos librará del pecado, sino que nos dará poder para rendir obediencia a la voluntad de Dios...
Hoy muchos se erigen una norma propia, pensando ganar el cielo, aun cuando descuidan de hacer la voluntad de Dios. Los tales están edificando sobre la arena. Son sólo oidores... Nuestra salvación costó la vida del Hijo de Dios, y Dios demanda de nosotros que edifiquemos nuestros caracteres sobre un fundamento que soportará la prueba del juicio.—
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Escrita la ley de Dios en el corazón.
Después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón... Perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. Jeremías 31:33-34.
La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su sangre expía nuestros pecados. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo.
Hay dos errores contra los cuales los hijos de Dios, particularmente los que apenas han comenzado a confiar en su gracia, deben especialmente guardarse. El primero... es el de fijarse en sus propias obras, confiando en alguna cosa que puedan hacer, para ponerse en armonía con Dios. El que está procurando llegar a ser santo mediante sus propios esfuerzos por guardar la ley, está procurando una imposibilidad...
El error opuesto y no menos peligroso es que la fe en Cristo exime a los hombres de guardar la ley de Dios; que puesto que solamente por la fe somos hechos participantes de la gracia de Cristo, nuestras obras no tienen nada que ver con nuestra redención... Si la ley está escrita en el corazón, ¿no modelará la vida?... En vez de que la fe exima al hombre de la obediencia, es la fe, y sólo ella, la que lo hace participante de la gracia de Cristo y lo capacita para obedecerlo...
Donde no sólo hay una creencia en la Palabra de Dios, sino una sumisión de la voluntad a él; donde se le da a él el corazón y los afectos se fijan en él, allí hay fe, fe que obra por el amor y purifica el alma. Mediante esta fe, el corazón se renueva conforme a la imagen de Dios. Y el corazón que en su estado carnal no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede, se deleita después en sus santos preceptos, diciendo con el salmista: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”. Salmos 119:97. Y la justicia de la ley se cumple en nosotros, los que no andamos “conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Romanos 8:1.
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Uniendo la ley Éxodo 20:1,17Exodo 31:12,18 y el evangelio la Santa Biblia .
¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley. Romanos 3:31.
Oímos decir a muchas personas que están engañadas por el enemigo: “Yo estoy salvado”; pero manifiestan tanto desprecio por la regla de justicia de Dios, que sabemos que ... ellos no conocen nada acerca de la gracia salvadora. El corazón no está en armonía con la ley de Dios, sino que está en enemistad con esa ley. Así sucedió con el gran rebelde en el cielo. ¿Llevará al cielo el Señor, a los hombres y a las mujeres que no tienen respeto por la ley del universo? ...
¿Qué cosa puede hacer que el pecador conozca sus pecados, a no ser que conozca qué es el pecado? La única definición de pecado que se encuentra en la Palabra de Dios, está en 1 Juan 3:4. “El pecado es la transgresión de la ley”. El pecador debe llegar a sentir que es un transgresor. Cristo agonizante en la cruz del Calvario debe atraer su atención. ¿Por qué murió Cristo? Porque era el único medio por el cual podía salvarse el hombre. ... El tomó sobre sí mismo nuestros pecados, para poder imputar su justicia a todo el que crea en él. ...
La bondad y el amor de Dios conducen al pecador al arrepentimiento hacia Dios y hacia la fe en nuestro Señor Jesucristo. Al pecador despertado ... le señala la ley que ha transgredido. Lo llama al arrepentimiento, y sin embargo, la ley carece de la capacidad para perdonar la transgresión de la ley, y su caso parece desesperado. Pero la ley lo conduce hacia Cristo. No importa cuán profundos sean sus pecados de transgresión, la sangre de Jesucristo puede limpiarlo de todo pecado. ...
La ley y el Evangelio van mano a mano. La una es el complemento del otro. La ley sin fe en el Evangelio de Cristo no puede salvar al transgresor. El Evangelio sin la ley es ineficaz e impotente. La ley y el Evangelio son un todo perfecto. El Señor Jesús puso el fundamento del edificio y colocó “la primera piedra con aclamaciones de gracia, gracia a ella”. Zacarías 4:7. El es el Autor y el Consumador de nuestra fe, el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Los dos unidos—el Evangelio de Cristo y la ley de Dios—producen el amor y la fe genuinos.—
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El comienzo del fin,ANTES DEL REGRESO DE CRISTO.
Esto dice el Señor Dios: Mirad que viene la desgracia, la desgracia final. El fin llega, llega el fin; se ha despertado contra ti, helo aquí que viene Ezequiel 7:5, 6
Terrible será la crisis a que llegará el mundo. Unidos los poderes de la tierra para hacer la guerra a los mandamientos de Dios, decretarán que todos los hombres, “pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos” (Apocalipsis 13:16), se conformen a las costumbres de la iglesia y observen el falso día de reposo. Todos los que se nieguen a someterse serán castigados por la autoridad civil, y finalmente se decretará que son dignos de muerte. Por otra parte, la ley de Dios que impone el día de reposo del Creador exige obediencia y amenaza con la ira de Dios a los que violen sus preceptos divinos .
Dilucidado así el asunto, cualquiera que pisotee la ley de Dios Éxodo 20:1,17 para obedecer una ordenanza humana catecismo 666, recibe la marca de la bestia marca del papado y aliados ; acepta el signo de sumisión al poder al cual prefiere obedecer en lugar de obedecer a Dios.
El sábado séptimo día será la gran piedra de toque de la lealtad; pues es el punto especialmente controvertido. Cuando esta piedra de toque les sea aplicada finalmente a los hombres, entonces se trazará la línea de demarcación entre los que sirven a Dios y los que no le sirven. Mientras la observancia del falso día de reposo (domingo), en obediencia a la ley del estado y en oposición al cuarto mandamiento, sea una declaración de obediencia a un poder que está en oposición a Dios, la observancia del verdadero día de reposo (sábado), en obediencia a la ley de Dios, será señal evidente de la lealtad al Creador. Mientras que una clase de personas, al aceptar el signo de la sumisión a los poderes del mundo, recibe la marca de la bestia, la otra, por haber escogido el signo de obediencia a la autoridad divina, recibirá el sello de Dios.
Hasta ahora se ha solido considerar a los predicadores de las verdades del mensaje del tercer ángel como meros alarmistas... Pero a medida que se va agitando más ampliamente la cuestión de la observancia obligatoria del domingo, se ve acercarse la realización del acontecimiento hasta ahora tenido por inverosímil, y el tercer mensaje producirá un efecto que no habría podido producir antes.
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Hablar de la fe, vivir la fe, actuar por fe en Cristo Jesús .STGO 2 : 14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Apocalipsis 14:2 12 Aquí se requiere la paciencia de los santos, de los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Ahora, hermanos, ustedes se han adiestrado de tal manera en dudas e interrogantes que tienen que educar sus almas en la línea de la fe. Tienen que hablar de la fe, vivir la fe, actuar por fe, para que puedan crecer en la fe. Ejercitando esa fe viviente, crecerán hasta ser hombres y mujeres fuertes en Cristo Jesús.
Ustedes pueden ser exactamente lo que Cristo dijo que sus discípulos deberían ser: “La luz del mundo”. Mateo 5:14. Ustedes deberían esparcir a otros esa luz, esperanza y fe. No deben marchar en su servicio quejándose, como si El fuera un capataz duro que pone sobre ustedes cargas que no pueden llevar. Este no es el caso. El quiere que ustedes estén llenos de gozo, llenos de la bendición de Dios, a fin de que conozcan la longitud y la anchura y la altura y la profundidad del amor de Dios, que excede todo conocimiento. Cuando se menciona su nombre, El quiere que haga vibrar la cuerda tónica y sus corazones responderán. Entonces podrán ofrecer acción de gracias y gloria y honor y alabanza a Aquel que se sienta en el trono y al Cordero.
Deberían aprender a cantar ese cántico aquí; y cuando sean transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, sabrán exactamente dónde entonar el cántico de triunfo con los ángeles celestiales y con los santos redimidos. Hemos de hacer que las bóvedas celestiales resuenen entonces con alabanza y gloria. Pero hagamos que las bóvedas resuenen aquí. Despierte este lugar alabanza en sus corazones. Mientras están en esta tierra contemplen los árboles majestuosos, la alfombra de terciopelo verde, y permitan que la alabanza surja en sus corazones. Alaben a Dios porque tenemos el privilegio de estar en este mundo, hermoso como es. Nos dirigimos a un lugar mejor. Esta tierra va a ser purificada, fundida, y hecha sin pecado.
¿No tenemos todo lo necesario para que nuestras mentes estén dirigidas al cielo? ¿No tenemos todo lo necesario para hacernos salir de esta mundanalidad y sensualidad, esta charla barata y sin sentido, estas bromas y chanzas, este falso testimonio, charlatanería y suposiciones malignas? ¡Pongan todo eso a un lado! ¡Es una desgracia para la iglesia! La enferma y debilita.
Sea nuestra conversación santa. Como Dios es santo en su esfera, seamos santos en la nuestra. Regocijémonos en el precioso Salvador, que murió para redimirnos, y reflejemos la gloria a Dios. Unámonos con el cielo en nuestras alabanzas aquí y unámonos a los cánticos de los ángeles celestiales en la ciudad de nuestro Dios.STGO 2:14,17
[V.14-> Hermanos. Cf. Stg 2:1; Stg 2:5; com. Stg 1:2. ¿De qué aprovechará? Literalmente “¿cuál [es] el provecho?”; es decir, en cuanto a la salvación eterna. El apóstol se ocupa aquí de otro aspecto de los deberes prácticos de la “religión pura” (ver com. Stg 1:27). Algunos feligreses (Stg 2:1-13) quizá excusaban la parcialidad que mostraban con los ricos argumentando con un uso pervertido de la ley del amor Éxodo 20:1,17 sábado séptimo día Éxodo 31:12:18 ley del Sinaí .. Otros miembros de la iglesia (Stg 2:14-26) parecían excusarse por no haber cumplido con su deber cristiano referente a las buenas obras, argumentando que tenían “fe”. Fe. Gr. pístis, “fe”, “lealtad”, “confianza” (ver com. Heb 11:1). Esos cristianos sin duda afirmaban que la fe puede existir sin obras; pero Santiago les argumenta que la “fe” que no se manifiesta por medio de las buenas “obras”, es inútil. La fe verdadera es evidente para los demás por las “obras” que produce. Su existencia no depende de un simple testimonio personal. La persona que dice que tiene “fe”, pero carece de “obras”, puede ser comparada con el que piensa que es religioso (cf. Stg 1:26), pero no manifiesta las acciones o frutos de la “religión pura”. Obras. En los cap. 1 y 2 el apóstol ha destacado la importancia de las acciones cristianas; ahora hace frente directamente a los que descuidan los deberes de la “religión pura” (cf. Stg 1:27) porque tienen fe. En consonancia con los escritos de Pablo (ver com. Rom 2:6-10), se destaca aquí la necesidad tanto de la fe como de las obras en una genuina experiencia cristiana. Las obras llegan a ser la expresión de una vida convertida: acciones que brotan espontáneamente debido a la motivación de la fe. ¿Podrá la fe? Es decir, la fe sin obras. La pregunta demuestra que Santiago espera una respuesta negativa: “No; por supuesto que no”. La fe que no se manifiesta en buenas acciones continuas, nunca salvará a nadie; tampoco lo harán las buenas obras sin una fe genuina (ver com. Rom 3:28). ]
[V.15-> Si. Santiago presenta una situación común que a menudo pone a prueba la autenticidad de la fe de un cristiano. Desnudos. Gr. gumnós (ver com. Jn 21:7). Este adjetivo con frecuencia se aplica a los que están escasos de ropas y se encuentran expuestos a la intemperie sin una protección adecuada. Tienen necesidad. Esas personas carecen no sólo de lo superfluo sino de lo esencial para poder vivir. ]
[V.16-> Alguno de vosotros. El apóstol, sin hacer ninguna referencia personal, discretamente pone de relieve la inhumanidad de semejante conducta, quizá teniendo en cuenta casos reales. Id en paz. Forma común de despedida entre los judíos, aunque no sólo limitada a ellos (ver Hch 16:36). Explica aquí el deseo de escapar a prisa de una responsabilidad, diciendo: “Vete, y que Dios o algún amigo atiendan tus necesidades”. Calentaos y saciaos. Se necesita algo más que la simple fe para cubrir un cuerpo aterido y eliminar las angustias del hambre. Sería una cruel burla presentar textos bíblicos y dar consejos llenos de piedad sin proporcionar la ayuda material necesaria. El texto griego implica que esos miembros de la iglesia sugerían que algún otro debía socorrer a los necesitados. Necesarias. Algunos miembros de iglesia, que se jactaban de su “fe”, se negaban a socorrer a otros hermanos en Cristo, no dándoles lo que era absolutamente necesario para la vida, aunque se entiende que ellos podrían haber satisfecho esas necesidades. ¿De qué aprovecha? Esta fe vacía no aprovecha a los que necesitan ayuda material, ni tampoco a los miembros de la iglesia que pierden una oportunidad más de ayudar a Cristo en la persona de uno de sus “hermanos más pequeños” (ver Jn 3:17; com. Mat 25:41-45). ]
[V.17-> La fe. O sea “la fe” sin “obras” del Stg 2:14. Esta fe es simplemente una convicción intelectual de que ciertas doctrinas son verdaderas. La mente se convence debido a la abrumadora evidencia de la Palabra de Dios, pero el corazón permanece frío e inconverso. Si no tiene obras. Así como sólo puede demostrarse por medio de las obras que son genuinos los buenos deseos de ayudar a los pobres y a los necesitados, así también sólo puede demostrarse por medio de las obras que la fe es genuina. La fe sin el fruto de las obras cristianas es tina fe sólo nominal; le falta el principio viviente que rige las acciones del corazón (cf. Rom 2:13; 1Co 13:1-13). Muerta. La fe sin obras puede, como un cadáver, tener apariencia de una persona, pero no tiene vida. Una vid muerta no puede dar frutos; la fe muerta tampoco produce un modelo adecuado de las acciones cristianas. Ambas son inútiles. En sí misma. Santiago no está comparando la fe con las obras, sino la fe genuina con la fe muerta,. El que tiene una fe muerta puede creer en Dios, pero su fe es inútil porque esa convicción mental no da los frutos necesarios del servicio cristiano en la vida. Además de ser inútil en esta vida, esta fe muerta no puede salvar al que la posee (ver com. Stg 2:14). ]
Jesús nuestro modelo perfecto en la Santa Biblia y en su ley del Sinaí .
El que dice que está en él, debe andar como él anduvo. 1 Juan 2:6.
“Tenemos ante nosotros al más santo y sublime ejemplo. Jesús fue sin tacha, tanto en pensamiento, como en palabra y acción. Todos sus actos fueron perfectos. Nos muestra el camino que él recorrió, y nos dice: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.’” Mateo 16:24.—
“Cristo reúne en su persona la perfección y santidad de la divinidad y la perfección y santidad de su humanidad sin pecado. Él tuvo que afrontar las mismas tentaciones por las cuales Adán fue reprobado, y las venció porque su humanidad se apoyaba en el poder divino. Los cristianos de hoy se fijan ideales demasiado bajos. Se contentan con una experiencia espiritual muy superficial, y por lo tanto sólo perciben la luz en forma difusa, cuando podrían discernir con tanta más exactitud la maravillosa perfección de la humanidad de Cristo. La vida de Cristo es una manifestación de lo que la humanidad caída podría llegar a ser mediante una comunión más estrecha con la naturaleza divina....
“Los hombres y mujeres inventan toda clase de excusas por su propensión al pecado. Hacen del pecado una necesidad, algo que no se puede vencer. Pero el pecado no es una necesidad. Cristo estuvo en este mundo desde su infancia hasta la madurez, y en ese tiempo afrontó y venció todas las tentaciones que asedian al hombre. Es un modelo perfecto para la niñez, juventud, y madurez
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