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1LA MADRE DE LAS RAMERAS Y SU CASA EN VATICANO Y vi surgir del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas títulos blasfemos Apocalipsis 13:1.
Apocalipsis (de Juan) 13-> Ver. 1
[V.1-> Me paré. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por la variante “y él se paró”. Si se adopta esta variante, sería mejor unir “y él se paró sobre la arena del mar” con el Ap 12:17, como se hace en ciertas ediciones griegas y versiones castellanas (BJ, BC, NC). “El” se referiría entonces al dragón satanás que está en la playa del mar esperando el surgimiento de la bestia papado , con el propósito de investirla con su poder y autoridad (Ap 13:2). Pero si se acepta la variante “me paré”, entonces Juan describe simplemente el promontorio desde donde vio cómo ascendería la bestia. La arena del mar. El mar sin duda representa pueblos, naciones y lenguas dónde está el papado (ver com. Ap 17:1-2; Ap 17:8; cf. com. Dan 7:2). Del mar. Esta bestia sube “del mar”, pero la bestia del Ap 13:11 sube “de la tierra”. La una sube o surge de entre multitudes de pueblos (ver com. “arena del mar”); la otra, en donde la población es escasa (ver com. Ap 13:11). Una bestia. En cuanto al significado de bestia en la profecía simbólica, ver com. Dan 7:3; y en cuanto a la identificación de la bestia, ver com. Ap 13:2. Siete cabezas. Algunos identifican estas cabezas con las que tiene el dragón satanás y también con las de la bestia papado del cap. 17 (ver com. Ap 12:3). Otros ven en estas cabezas las diversas organizaciones políticas por medio de las cuales actúa la nueva bestia después que el dragón de siete cabezas le cede “su poder y su trono, y grande autoridad” (Ap 13:2). Para un comentario sobre el número siete, ver com. Ap 1:11. Diez cuernos. Algunos identifican estos cuernos con los del dragón satanás (ver com. Ap 12:3). Otros limitan la aplicación de estos cuernos a naciones por medio de las cuales el poder representado por la bestia papado ejerció su voluntad y autoridad (ver com. Ap 12:3). Diademas. Gr. diád’ma, “corona real” (ver com. Ap 12:3). Estas coronas en los cuernos confirman la identificación de los cuernos como poderes políticos. Nombre. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto “nombres” (BA, NC). Blasfemo. Gr. blasf’mía, que significa “injuria”, “calumnia”, cuando se dirige contra los hombres, y palabras impías, cuando se dirigen contra Dios. Sin duda aquí predomina el último sentido. El nombre o los nombres aparecen como si estuvieran escritos sobre las cabezas. Representan indudablemente los títulos blasfemos usurpados por la bestia sumo pontífice vicario de Cristo santo padre representante de Dios en la tierra (ver com. Dan 7:25). ]
[V.2-> Leopardo... oso... león. Una evidente alusión al simbolismo de Dan. 7. Daniel vio tres bestias: la primera era semejante a un león; la segunda, a un oso; la tercera, a un leopardo. La bestia que vio Juan tenía características físicas tomadas de las tres, lo que indica, sin duda alguna, que el poder representado por la bestia de Apocalipsis posee características evidentes en los imperios de Babilonia, Persia y Grecia. Algunos han notado que Juan alude a estos poderes en el orden inverso de su aparición en la historia, o mirando retrospectivamente desde sus días. Dragón. Ver com. Ap 12:3. Le dio su poder. El dragón representa en primer lugar a Satanás, y en un sentido secundario recibió del dragón “su poder, y su trono, y grande autoridad” fue, claramente, la Roma papal. “De las ruinas de la Roma política se levantó el gran imperio moral en la “forma gigantesca” de la Iglesia Romana” (A. C. Flick, The Rise of the Mediaeval Church [ 1900], p. 150). Esta identificación es confirmada por las especificaciones enumeradas en los versículos siguientes. Detrás de todo estaba Satanás, que procuraba exterminar a la iglesia. Cuando se dio cuenta que sus esfuerzos para aniquilar a los seguidores de Cristo por medio de la persecución resultaban ineficaces, cambió sus tácticas y se propuso separar de Cristo a la iglesia por medio del establecimiento de un sistema religioso falso y complejo. El dragón no actúa directamente por medio del paganismo, sino que empieza a trabajar tras la fachada de una organización profesamente cristiana, esperando de este modo disfrazar su identidad. Trono. Gr. thrónos. Los papas ascendieron al trono de los césares. La capital del sistema papal era la misma que la que había ocupado el Imperio Romano durante su apogeo. Grande autoridad. El papado predominó en los asuntos políticos y religiosos, y sobre la conciencia de los hombres. ]
Apocalipsis (de Juan) 13-> Ver. 4
[V.4-> Adoraron al dragón satanás . Adorar a la bestia papado es en verdad adorar al dragón, porque la bestia papado es el instrumento o agente visible del dragón satanás , que lleva a cabo los propósitos del dragón satanás . El período del restablecimiento del papado también se caracterizará por la actividad sin paralelo del espiritismo. Detrás del espiritismo hechicería está Satanás que obra “con todo engaño de iniquidad” (2Ts 2:10). Por medio del catolicismo romano, el espiritismo y el protestantismo apóstata, Satanás se propone lograr que todo el mundo le adore; y lo conseguirá, excepto de un noble remanente que se negará a acceder a sus pretensiones (Ap 12:17; Ap 13:8). Adoraron a la bestia papado . Ver com. “adoraron al dragón”. ¿Quién como? Tal vez sea una parodia de expresiones similares dirigidas a Dios (Exo 15:11; Sal 35:10; Sal 113:4). ¿Podrá luchar contra ella? La resistencia a las demandas de la bestia evidentemente significaba guerra. Se sugiere que regiría por la fuerza de las armas y que la resistencia sería inútil; pero finalmente Cristo y los ejércitos del cielo tendrán éxito en su lucha contra ella, y la arrojarán viva “dentro de un lago de fuego que arde con azufre” (Ap 19:20). ]
Apocalipsis (de Juan) 17-> Ver. 3
[V.3-> Me llevó. La sensación de movimiento tenía sin duda el propósito de ayudar a Juan a hacer la transición mental desde su tiempo y lugar hasta el tiempo y lugar del cumplimiento de la visión (cf. Eze 3:12-14; Eze 8:3; Eze 40:2-3; Ap 21:10). En el Espíritu. Literalmente “en espíritu” (ver com. Rev_1 10; cf. Ap 4:2; Ap 21:10). La ausencia del artículo definido destaca la cualidad o naturaleza de esta experiencia. Al desierto. Gr. ér’mos, “lugar desolado” (ver com. Ap 12:6). El verbo afín que se usa en Ap 17:16, significa “desolar”, “desnudar”, “abandonar”. Un “desierto” era una región deshabitado donde un ser humano podía sostenerse con dificultad y peligro, un lugar donde el alimento y aun el agua eran difíciles de obtener y se corría el peligro de fieras y quizá de asaltantes. Por esta razón algunos consideran. que cuando “desierto” se usa simbólicamente como aquí, se refería a una situación llena de dificultades y peligros, evidentemente para el pueblo de Dios (cf Ap 17:6; Ap 17:14). La ausencia del artículo definido antes del sustantivo “desierto”, hace que el término sea claramente cualitativo y descriptivo; en otras palabras, especifica una condición antes que una ubicación particular. En vista de que el cap. 17 parece tratar más particularmente con el tiempo de las siete plagas postreras (ver com. Ap 17:1), algunos sostienen que este “desierto” simboliza la situación del pueblo de Dios durante ese tiempo. La situación que aquí se describe es semejante, aunque no idéntica, a la del “desierto” del Ap 12:6; Ap 12:13-16. Mujer. Los profetas del AT repetidas veces comparan al pueblo de Dios que ha apostatado con una ramera (cf. Eze 16:15-58; Eze 23:2-21; Ose 2:5; Ose 3:1; etc.). Esta “mujer” la “gran ramera” (Ap 17:1), la simbólica “Babilonia la grande” (Ap 17:5) -, es culpable de “la sangre... de todos los que han sido muertos en la tierra” (Ap 18:24) sin duda a través de la historia. La Babilonia simbólica constituye la oposición religiosa organizada contra el pueblo de Dios, probablemente a través de toda la historia pero aquí específicamente en el tiempo del fin (ver com. Ap 17:5). Sentada. La flexión del verbo denota una acción continuada. En el Ap 17:1 se presenta a la “gran ramera” ejerciendo dominio religioso directo sobre los seres humanos; aquí, dirigiendo la política del gobierno civil (ver com. Ap 17:18). Una característica continua del cristianismo apóstata ha sido la de unir la iglesia con el Estado para consolidar el dominio religioso sobre la política (cf. t. IV, p. 863). Compárese con la declaración de nuestro Señor de que su “reino” no es “de este mundo” (Jn 18:36). Bestia. En la profecía bíblica las bestias generalmente representan poderes políticos (Dan 7:3-7; Dan 7:17; Dan 8:3; Dan 8:5; Dan 8:20-21 ; cf. Ap 12:3; Ap 13:1). El color de esta bestia puede insinuar que es el compendio del mal, así como los nombres de blasfemia que la cubren indican que se opone a Dios. Por lo tanto, esta bestia puede ser identificada como Satanás que obra por medio de esos instrumentos políticos religioso mundial , que se han sometido a su dominio a través de la historia. Esta bestia se parece en ciertos aspectos al gran dragón satanás bermejo del Ap 12:3, y en otros, a la bestia semejante a un leopardo del Ap 13:1-2 El contexto hace parecer más estrecha esta última relación. La diferencia principal entre la bestia del cap. 13 y la del cap. 17 es que en la primera, que se identifica con el papado, no se hace distinción entre los aspectos religioso y político del poder papal, mientras que en la segunda los dos son distintos: la bestia y la mujer representan al poder político y religioso respectivamente. Escarlata. O “carmesí”, un color brillante que llama la atención. En Isa 1:18 el carmesí es el color del pecado. Compárese con el “gran dragón escarlata” de Ap 12:3. Llena. La apostasía y la oposición a Dios serán totales. Nombre de blasfemia. O “nombres blasfemos” (ver com. Mar 2:7; Mar 7:22). En Ap 13:1 (ver el comentario respectivo) los nombres están sobre las siete cabezas; aquí se hallan esparcidos por toda la bestia. Estos nombres indican el carácter de la bestia, intenta usurpar las prerrogativas de la Deidad de santo padre sumo pontífice vicario de Cristo señor el papá . El hecho de que esté “llena” de nombres blasfemos, indica que está completamente dedicada a lograr sus propósitos. Cf. Isa 14:13-14; Jer 50:29; Jer 50:31; Dan 7:8; Dan 7:11; Dan 7:20; Dan 7:25; Dan 11:36-37. Siete cabezas. Ver com. Ap 17:9-11. En cuanto a la bestia de siete cabezas en la mitología antigua, ver com. Isa 27:1. Diez cuernos. Ver com. Ap 17:12-14; Ap 17:17. ]
Apocalipsis (de Juan) 17-> Ver. 4
[V.4-> La mujer. Ver com. Ap 17:3. Púrpura y escarlata. Cf. Eze 27:7; Ap 18:7; Ap 18:12; Ap 18:16-17; Ap 18:19. Estos eran los colores de la realeza (ver com. Mat 27:28) que esta “mujer” pretenderá tener (cf. Ap 18:7). El color escarlata también puede considerarse como el distintivo del pecado y también el de una prostituta (ver com. Ap 17:3). Esta prostituta u organización religiosa apóstata, descrita en todo su carácter seductor, está vestida con ostentación y adorno excesivo. Contrasta agudamente con la “novia” del Cordero, que Juan vio ataviada con lino fino, limpio y blanco (Ap 19:7-8; cf. 1T 136; Ed 242). Ver com. Luc 16:19. Abominaciones y de la inmundicia de su fornicación. O “actos inmundos, es decir la suciedad que es su fornicación”. El oro del cáliz engañará a los seres humanos en cuanto a la naturaleza de su contenido. Ver com. Ap 17:2. ]
Apocalipsis (de Juan) 17-> Ver. 9
[V.9-> Mente que tenga sabiduría. Cf. Ap 13:18. El ángel comienza su explicación de “la bestia que era, y no es, y será” del Ap 17:8. Lo que se le había mostrado a Juan era un “misterio” (cf. Ap 17:7; ver com. Ap 17:5) porque la realidad había sido ocultada en lenguaje simbólico, y era necesario obtener “sabiduría” para entender y aplicar los símbolos a las realidades simbolizadas. Aunque esta declaración del ángel quizá se refiera más específicamente al enigma del Ap 17:8, y por lo mismo especialmente a la explicación de los Ap 17:9-10, también es cierto en cuanto a toda la visión, y por lo tanto a la explicación de los Ap 17:10-18. Siete cabezas. Sin duda representan siete poderes políticos importantes por medio de quienes Satanás ha intentado destruir al pueblo y la obra de Dios en la tierra (ver com. Ap 17:2-3; Ap 17:6; Ap 17:10). No es claro si la Inspiración tenía o no el propósito de que estas cabezas fuesen identificadas con siete naciones específicas, pues en el Apocalipsis el número “siete” a menudo tiene un valor más simbólico que literal (ver com. Ap 1:11). Por eso algunos nos han entendido que las siete cabezas representan toda la oposición política al pueblo y a la causa de Dios a través de la historia, sin especificar siete naciones particulares. Otros creen que los poderes representados por las siete cabezas deben ser siete naciones específicas ya mencionadas en diversas profecías de Daniel y Apocalipsis. Identifican las primeras cuatro cabezas con los cuatro grandes imperios mundiales de Dan. 2 y 7, la quinta con el cuerno pequeño de los cap. 7 y 8 y la bestia semejante a un leopardo de Apoc. 13, la sexta con el poder representado en el Ap 11:7, y la séptima con la bestia de dos cuernos del Ap 13:11. Según esta interpretación, los poderes representados por las primeras cinco cabezas serían Babilonia, Persia, Grecia, el Imperio Romano y el papado. La sexta y la séptima cabezas podrían ser, respectivamente, la Francia revolucionaria y Estados Unidos, o Estados Unidos y una organización mundial, o los Estados Unidos y un papado restaurado. Otros consideran que las siete cabezas representan los poderes perseguidores principales que Dios escogió para sí un pueblo 868 y una obra organizada en la tierra, y por lo tanto especifican que esos poderes son Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, el Imperio Romano y el papado. Los que sostienen interpretación llaman la atención al importante papel de Egipto y Asiria respecto a Israel en la historia y profecía del AT. También destacan las siguientes circunstancias cuando cada uno de estos siete poderes procuró sucesivamente aniquilar al pueblo de Dios, subyugarlo o hacer desaparecer su carácter religioso distintivo: (1) Egipto, junto al mar Rojo, Exo 14:9-30; Asiria, en tiempo de Senaquerib, Isa 8:4-8; Isa 36:1-15; Isa 37:3-37; (3) Babilonia, durante el cautiverio, Jer 39:9-10; Jer 52:13-15; (4) Persia, en tiempo de Amán, Est 3:8-9; Est 7:4; Est 9:1-6; (5) Grecia, con Antíoco Epífanes, 1Ma 1:20-64; 1Ma 3:42; 1Ma 4:14 y 1Ma 4:36-54; (6) Roma, cuando persiguió tanto a los judíos como a los cristianos, Dan 8:9-12; Dan 8:24-25; Mat. 24-15, 21; Luc 21:20-24; Ap 2:10; Ap 2:13; y (7) el papado, a través de su historia perseguidora, Dan 7:21; Dan 7:25; Dan 8:24; Dan 11:33; Dan 11:35. En vista de que la Inspiración no ha indicado si debe entenderse que las siete cabezas representan siete naciones particulares y no ha especificado ningún momento desde el cual deben calcularse, este Comentario considera que la evidencia es insuficiente para garantizar una identificación dogmática de ellas. Apoc. 17 trata de la bestia durante su período “será”, cuando es “el octavo” (ver com. Ap 17:8; Ap 17:11), y la interpretación del mensaje básico del capítulo afortunadamente no depende de la identificación de las siete cabezas. Montes. Un símbolo profético común para designar poderes políticos o político-religiosos (Isa 2:2-3; Jer 17:3; Jer 31:23; Jer 51:24-25; Eze 17:22-23; etc.). Este símbolo también puede ser una alusión a la ciudad de Roma con sus siete colinas. Los escritores clásicos a menudo se refieren a Roma como la ciudad de las siete colinas (Horacio, Carmen Saeculare [Odas seculares] 7; Virgilio, Eneida vi, 782-784; Geórgicas ii. 534-535; Marcial, Epigramas iv. 64. 11, 13; Cicerón, Cartas a Ático vi. 5; Propercio, Elegías iii. 11; etc.). En los primeros siglos los cristianos se referían comúnmente a Roma como a “Babilonia” (ver com. 1Pe 5:13; Ap 14:8), quizá para evitar que se los considerara como personas subversivas cuando hablaban y escribían del proceder anticristiano de Roma y los castigos inminentes de Dios que caerían sobre ella. En vista de la relación histórica de la antigua Babilonia con el pueblo de Dios en los tiempos del AT, la denominación “Babilonia” era muy apropiada para aplicarla a Roma en sus relaciones con el cristianismo. Se sienta la mujer. El ángel presenta a la “mujer” sentada sobre las siete “cabezas”, mientras que en el Ap 17:3 se halla sentada sobre la “bestia” por lo tanto, evidentemente es lo mismo estar sentada sobre siete cabezas que estar sentada sobre la bestia. Se deduce, pues, que no hay una distinción básica entre la bestia y sus cabezas, y probablemente no se intenta señalar ninguna diferencia ]
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Arrepentimiento
¿CÓMO SE JUSTIFICARÁ el hombre ante Dios? ¿Cómo se hará justo al pecador? Sólo por medio de Cristo podemos ponemos en armonía con Dios y la santidad; pero, ¿cómo iremos a Cristo? Muchos formulan la misma pregunta que hicieron las multitudes el Día de Pentecostés, cuando, convencidas de su pecado, exclamaron: “¿Qué ha-remos?” La primera palabra de respuesta de Pedro fue: “Arrepentíos”. Poco después, en otra ocasión, dijo: “Arrepentíos y convertios, para que sean bo-rrados vuestros pecados”. 1 CC 21.1
El arrepentimiento incluye tristeza por el pecado y abandono del mismo. No renunciaremos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en la vida. CC 21.2
Hay muchos que no entienden la verdadera natu-raleza del arrepentimiento. Gran número de personas se entristecen por haber pecado e incluso se reforman exteriormente porque temen que su mala vida les acarree sufrimientos. Pero esto no es arrepentimiento en el sentido bíblico. Lamentan el sufrimiento antes que el pecado. Tal fue el dolor de Esaú cuando vio que había perdido su primogenitura para siempre. Balaam, aterrorizado por el ángel que estaba en su camino con la espada desnuda, reconoció su culpa por temor a perder la vida; pero no experimentó un arrepentimiento genuino por el pecado, ni cambio de propósito, ni aborrecimiento del mal. Judas Iscariote, después de traicionar a su Señor, exclamó: “He peca-do entregando sangre inocente”. 2 CC 21.3
Esta confesión fue arrancada a la fuerza de su alma culpable por un tremendo sentido de conde-nación y una pavorosa expectación de juicio. Las consecuencias que le sobrevendrían lo llenaban de terror, pero no experimentó profundo quebranta-miento de corazón, ni dolor en su alma, por haber traicionado al inmaculado Hijo de Dios y negado al Santo de Israel. Cuando Faraón sufría bajo los juicios de Dios, reconocía su pecado para escapar del castigo, pero volvía a desafiar al Cielo tan pronto como cesaban las plagas. Todos éstos lamentaban los resultados del pecado, pero no sentían tristeza por el pecado mismo. CC 22.1
Pero cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la conciencia se vivifica y el peca-dor discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los cielos y en la Tierra. “La luz verdadera que ilumi-na a todo hombre que viene a este mundo” 3 ilumina las cámaras secretas del ser y se manifiestan las ocul-tas cosas de las tinieblas. La convicción se posesiona de la mente y el corazón. Entonces el pecador tiene conciencia de la justicia de Jehová y siente terror de aparecer en su iniquidad e impureza delante del Escudriñador de los corazones. Ve el amor de Dios, la belleza de la santidad y el gozo de la pureza; ansia ser limpiado y restituido a la comunión con el Cielo. CC 22.2
La oración de David después de su caída ilustra la naturaleza del verdadero dolor por el pecado. Su arrepentimiento fue sincero y profundo. No hizo ningún esfuerzo por mitigar su culpabilidad; ningún deseo para escapar del juicio que lo amenazaba inspiró su oración. David vio la enormidad de su transgresión; vio las manchas de su alma; aborreció su pecado. No imploró solamente por perdón, sino también por pureza de corazón. Deseó tener el gozo de la santidad: ser restituido a la armonía y comunión con Dios. Este fue el lenguaje de su alma: CC 23.1
“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño”. 4 “Ten piedad de mí, Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones... Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí... Purifícame con hisopo y seré limpio, lávame y seré más blanco que la nieve... ¡Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí! No me eches de delante de ti y quites de mí tu santo Espíritu. Devuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente... Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, cantará mi lengua tu justicia”. 5 CC 23.2
Efectuar un arrepentimiento como éste está más allá del alcance de nuestro propio poder; sólo se lo obtiene de Cristo, quien ascendió a lo alto y ha dado dones a los hombres. CC 23.3
Precisamente éste es un punto en el cual muchos yerran, y por esto dejan de recibir la ayuda que Cristo desea darles. Piensan que no pueden ir a Cristo a menos que primero se arrepientan, y que el arrepentimiento los prepara para el perdón de sus pecados. Es verdad que el arrepentimiento precede al perdón de los pecados, porque solamente el corazón quebrantado y contrito es el que siente la necesidad de un Salvador. Pero ¿debe el pecador esperar hasta haberse arrepentido antes de poder ir a Jesús? ¿Ha de ser el arrepentimiento un obstáculo entre el pecador y el Salvador? CC 24.1
La Biblia no enseña que el pecador deba arrepen-tirse antes de poder aceptar la invitación de Cristo: “¡Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso!” 6 La virtud que sale de Cristo es la que guía a un arrepentimiento genuino. Pedro habla del asunto de una manera muy clara en su exposición a los israelitas cuando dice: “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”. 7 Así como no podemos ser perdonados sin Cristo, tampoco podemos arrepentimos sin el Espíritu de Cristo, que es quien despierta la conciencia. CC 24.2
Cristo es la fuente de todo impulso correcto. Él es el único que puede implantar enemistad contra el pecado en el corazón. Todo deseo por verdad y pureza, toda convicción de nuestra propia pecaminosidad, es una evidencia de que su Espíritu está obrando en nuestro corazón. CC 24.3
Jesús dijo: “Yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”. 8 Cristo debe ser revelado al pecador como el Salvador que muere por los pecados del mundo; y cuando contemplemos al Cordero de Dios sobre la cruz del Calvario, el misterio de la redención comenzará a descifrarse en nuestra mente y la bondad de Dios nos guiará al arrepentimiento. Al morir por los pecadores, Cristo manifestó un amor incomprensible; y este amor, a medida que el pecador lo contempla, enternece el corazón, impresiona la mente e inspira contrición en el alma. CC 25.1
Es verdad que algunas veces los hombres se avergüenzan de sus caminos pecaminosos y aban-donan algunos de sus malos hábitos antes de darse cuenta de que son atraídos a Cristo. Pero cuando hacen un esfuerzo por reformarse, nacido de un sincero deseo de hacer lo correcto, es el poder de Cristo el que los está atrayendo. Una influencia de la cual no son conscientes obra sobre el alma, la conciencia se vivifica y la vida externa se enmienda. Y a medida que Cristo los induce a mirar su cruz y contemplar a quien han traspasado sus pecados, el mandamiento halla cabida en la conciencia. Se les revela la maldad de su vida, el pecado profundamente arraigado en su alma. Comienzan a comprender algo de la justicia de Cristo, y exclaman: “¿Qué es el pecado, para que exigiera un sacrificio tal por la redención de su víctima? ¿Fueron necesarios todo este amor, todo este sufrimiento, toda esta humillación, para que no pereciéramos sino que tuviésemos vida eterna?” CC 25.2
El pecador puede resistir este amor, puede rehusar ser atraído a Cristo; pero si no se resiste será atraído a Jesús; un conocimiento del plan de la salvación lo guiará al pie de la cruz arrepentido de sus pecados, los cuales han causado los sufrimientos del amado Hijo de Dios. CC 26.1
La misma mente divina que obra en las cosas de la naturaleza habla al corazón de los hombres y crea un deseo indecible de algo que no tienen. Las cosas del mundo no pueden satisfacer su ansiedad. El Espíritu de Dios está suplicándoles que busquen las cosas que sólo pueden dar paz y descanso: la gracia de Cristo y el gozo de la santidad. Por medio de influencias visibles e invisibles, nuestro Salvador está constan-temente obrando para atraer la mente de los hombres de los vanos placeres del pecado a las bendiciones infinitas que pueden disfrutar en él. A todas estas per-sonas, que están procurando vanamente beber en las cisternas rotas de este mundo, se dirige el mensaje di-vino: “El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. 9 CC 26.2
El que en su corazón anhela algo mejor que lo que este mundo puede dar, reconozca este deseo como la voz de Dios que habla a su alma. Pídale que le dé arrepentimiento, que le revele a Cristo en su amor infinito y en su pureza perfecta. En la vida del Salvador quedaron perfectamente ejemplificados los principios de la ley de Dios: amor a Dios y al hombre. La benevolencia y el amor desinteresado fueron la vida de su alma. Mientras lo contemplemos, a medida que nos inunde la luz de nuestro Salvador, será cuando veremos la pecaminosidad de nuestro corazón. CC 26.3
Podemos lisonjeamos, como lo hizo Nicodemo, de que nuestra vida ha sido muy buena, de que nuestro carácter moral es el correcto y pensar que no ne-cesitamos humillar nuestro corazón delante de Dios como el pecador común; pero cuando la luz prove-niente de Cristo resplandezca en nuestro interior, ve-remos cuán impuros somos; discerniremos el egoísmo de nuestros motivos y la enemistad contra Dios, los cuales han manchado todos los actos de nuestra vida. Entonces sabremos que nuestra propia justicia es en verdad como trapos inmundos, y que sólo la sangre de Cristo puede limpiamos de la contaminación del pecado y renovar nuestro corazón a su semejanza. CC 27.1
Un rayo de luz de la gloria de Dios, un destello de la pureza de Cristo que penetre en el alma, hace dolorosamente visible toda mancha de contaminación y descubre la deformidad y los defectos del carácter humano. Hace patente los deseos impuros, la infidelidad del corazón y la impureza de los labios. Los actos de deslealtad del pecador al querer anular la ley de Dios quedan expuestos a su vista, y su espíritu se aflige y se oprime bajo la influencia escudriñadora del Espíritu de Dios. Se aborrece a sí mismo mientras contempla el carácter puro y sin mancha de Cristo. CC 27.2
Cuando el profeta Daniel contempló la gloria que rodeaba al mensajero celestial que le había sido enviado, se sintió abrumado con un sentido de su propia debilidad e imperfección. Al describir el efecto de la maravillosa escena dice: “Estaba sin fuerzas; se demudó mi rostro, desfigurado, y quedé totalmente sin fuerzas”. 10 Cuando la persona se conmueva de esta manera odiará su egoísmo, aborrecerá su narcisismo y buscará, mediante la justicia de Cristo, la pureza de corazón que esté en armonía con la ley de Dios y el carácter de Cristo. CC 27.3
Pablo dice que “en cuanto a la justicia que se basa en la Ley” -es decir, en lo que se refiere a las obras externasera “irreprochable”; 11 pero cuando discernió el carácter espiritual de la ley se vio a sí mismo un pecador. Juzgado por la letra de la ley, así como los hombres la aplican a la vida externa, se había abstenido de pecado; pero cuando miró en las profundidades de sus santos preceptos y se vio como Dios lo veía, se humilló profundamente y confesó su pecado. Dice: “Yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”. 12 Cuando vio la naturaleza espiritual de la ley, el pecado apareció en su verdadera fealdad y su vanidad se desvaneció. CC 28.1
Dios no considera todos los pecados como de igual magnitud; a su juicio, hay grados de culpabilidad, como los hay a juicio de los hombres; sin embargo, aunque éste o aquel acto malo pueda parecer frívolo a los ojos de los hombres, ningún pecado es pequeño a la vista de Dios. El juicio de los hombres es parcial e imperfecto; pero Dios considera todas las cosas como realmente son. El borracho es detestado y se le dice que su pecado lo excluirá del cielo, mientras que muchísimas veces el orgullo, el egoísmo y la codicia pasan sin condenarse. Pero estos pecados son especialmente ofensivos para Dios; porque son contrarios a la benevolencia de su carácter, a ese amor desinteresado que es la atmósfera misma del universo que no ha caído. El que cae en alguno de los pecados más groseros puede avergonzarse y sentir su pobreza y necesidad de la gracia de Cristo; pero el orgullo no siente ninguna necesidad, y así cierra el corazón contra Cristo y las infinitas bendiciones que él vino a derraMarcos CC 28.2
El pobre publicano que oraba: “¡Dios, ten mise-ricordia de mí, pecador!”, 13 se consideraba un hom-bre muy malvado, y así lo consideraban los demás; pero él sentía su necesidad, y con su carga de pecado y vergüenza vino delante de Dios implorando su misericordia. Su corazón estaba abierto para que el Espíritu de Dios hiciera en él su obra de gracia y lo libertase del poder del pecado. La oración jactanciosa y santurrona del fariseo mostró que su corazón estaba cerrado a la influencia del Espíritu Santo. Por estar lejos de Dios, no tenía idea de su propia corrupción, la que contrastaba con la perfección de la santidad divina. No sentía necesidad alguna, y nada recibió. CC 29.1
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DIOS CRISTO EN LA SANTA BIBLIA LE LLAMA LA MADRE DE LAS RAMERAS .APOCALIPSIS 17:2 con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución.»
4 La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas; llevaba en su mano una copa de oro llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución,
5 y en su frente un nombre escrito - un misterio -: «La Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.»
Apocalipsis (de Juan) 17->
[V.2-> Han fornicado. Gr. pornéuō, verbo afín de pórn’ (ver com. Ap 17:1). Esta expresión equivale a “fornicar” en el AT (cf. Eze 23:30; Ose 4:12). Usada en sentido figurado, como aquí, se refiere a una alianza ilícita de los falsos cristianos con otro señor que no es Cristo. En este caso una unión político- religiosa entre una iglesia apóstata católica romana y sus hijas aliadas (ver com. Ap 17:5) y las naciones de la tierra. Cf. Isa 23:15; Isa 23:17. Reyes de la tierra. Es decir, poderes políticos (ver com. Ap 17:12) que pondrán su autoridad y sus recursos a disposición de la “gran ramera” (Ap 17:1; ver com. Ap 17:13), y por medio de los cuales ella intentará cumplir su propósito de matar a todo el pueblo de Dios del sábado séptimo día del Sinaí Cristo con la inquisición mundial (ver com. Ap 17:6; Ap 17:14) y gobernar a los “moradores de la tierra como la edad media nuevo orden mundial ” (cf. Ap 17:8). Los “reyes de la tierra” serán sus cómplices en ese crimen. Los moradores con el LAUDATO SI DOMINGO CAMBIO CLIMATICO . Los habitantes de la tierra serán engañados CON EL CATECISMO LAUDATO SI DOMINGO LA MARCA DE LA BESTIA 666Apoc 13:17,18 (cf. com. Ap 17:8) para que cooperen con la política de la gran ramera católica (cf. Ap 13:8). Este engaño se deberá al proceder de los dirigentes religiosos. Embriagado con el catecismo . Una embriaguez completa. Las facultades normales de la razón y el juicio quedarán embotadas y la percepción espiritual entorpecida. Cf. Jer 51:7; 2Ts 2:9-10; Ap 13:3-4; Ap 13:7; Ap 13:18; Ap 14:8; Ap 18:3; Ap 18:23; Ap 19:20. Nótese que esta embriaguez de los moradores de la tierra se menciona después de referirse a la alianza ilícita entre Babilonia y los reyes de la tierra. Sin duda Babilonia obrará por intermedio de los reyes de la tierra para poder dominar a quienes no se han sometido a ella voluntariamente. Son engañados los gobernantes y los gobernados (CS 682). Con el vino. O sea al beber el vino. Este “vino” es la política engañosa de Satanás para someter a todo el mundo bajo su dominio, además de las mentiras y las “señales” con las cuales promueve su política (cf. Ap 13:13-14; Ap 18:23; Ap 19:20). De su fornicación. O, es decir, “su prostitución”. La alianza entre el cristianismo apóstata y los poderes políticos de la tierra, es el medio por el cual Satanás se propone unir al mundo bajo su liderazgo. ]
Apocalipsis (de Juan) 17-> Ver. 4
[V.4-> La mujer. Ver com. Ap 17:3. Púrpura y escarlata. Cf. Eze 27:7; Ap 18:7; Ap 18:12; Ap 18:16-17; Ap 18:19. Estos eran los colores de la realeza (ver com. Mat 27:28) que esta “mujer” pretenderá tener (cf. Ap 18:7). El color escarlata también puede considerarse como el distintivo del pecado y también el de una prostituta (ver com. Ap 17:3). Esta prostituta u organización religiosa apóstata, descrita en todo su carácter seductor, está vestida con ostentación y adorno excesivo. Contrasta agudamente con la “novia” del Cordero, que Juan vio ataviada con lino fino, limpio y blanco (Ap 19:7-8; cf. 1T 136; Ed 242). Ver com. Luc 16:19. Abominaciones y de la inmundicia de su fornicación. O “actos inmundos, es decir la suciedad que es su fornicación”. El oro del cáliz engañará a los seres humanos en cuanto a la naturaleza de su contenido. Ver com. Ap 17:2. ]
Apocalipsis (de Juan) 17-> Ver. 5
[V.5-> Frente. El carácter que refleja el nombre 865 “Babilonia” ha sido escogido deliberadamente por la mujer. Esto puede deducirse porque el nombre aparece en su frente. Cf. com. Ap 13:16. Un nombre escrito. O “un nombre que queda escrito”; había sido escrito allí en el pasado, y allí permanece. El nombre refleja su carácter. Misterio. Esta palabra describe el título, no es el título; de allí lo apropiado del término “Babilonia simbólica” (ver com. Ap 1:20). BABILONIA LA GRANDE. La Babilonia simbólica puede considerarse en cierto sentido como una representación de los sistemas religiosos apóstatas a través de la historia; pero “Babilonia la grande” simboliza en un sentido especial a las religiones apóstatas que se unirán en el tiempo del fin (ver com. Ap 14:8; Ap 16:13-14; Ap 18:24). En el Ap 17:18 se llama a la Babilonia simbólica “la gran ciudad” (cf. Ap 16:19; Ap 18:18); pero ahora es llamada “la grande” porque este capítulo trata más particularmente con el gran esfuerzo final de Satanás para lograr la lealtad de la raza humana por medio de la religión. “Babilonia la grande” es el nombre con el que la Inspiración se refiere a la gran triple unión religiosa del papado, el protestantismo apóstata y el espiritismo (ver com. Ap 16:13; Ap 16:18-19; cf. com. Ap 14:8; Ap 18:2; cf. CS 645;Dan 4:30; Zac 10:2-3; Zac 11:3-9). El nombre “Babilonia” se refiere a las organizaciones y a sus dirigentes, y no tanto a sus miembros, los cuales son llamados “muchas aguas” (Ap 17:1; Ap 17:15) y los “moradores de la tierra” (Ap 17:2; cf. Ap 17:8). MADRE DE LAS RAMERAS LA IGLESIA CATOLICA ROMANA . Como ya se hizo notar, “Babilonia la grande” incluye al protestantismo apóstata en el tiempo que aquí se considera; por lo tanto, las hijas de esta “madre” son las diversas organizaciones religiosas que componen el protestantismo apóstata. ABOMINACIONES. Ver com. Ap 17:4.
]
Apocalipsis (de Juan) 16-> Ver. 13
[V.13-> Vi. Ver com. Ap 1:1. De la boca. La boca es el instrumento del habla. Estos “tres espíritus inmundos” que salen de las bocas del “dragón”, de la “bestia” y del “falso profeta”, representan la política que esta triple unión religiosa proclamará al mundo, la cual se menciona en el Ap 17:2 como el “vino” de Babilonia CATECISMO DOMINGO MISA LAUDATO SI (ver com. Ap 16:14; Ap 17:2; Ap 17:6). Dragón. Ver com. Ap 12:3; Ap 13:1. El primer miembro de esta triple unión religiosa se identifica generalmente con el espiritismo o con el paganismo. Este último consiste principalmente en la adoración de espíritus maléficos, y por eso se parece esencialmente al espiritismo moderno tal como se practica en los países cristianos. La bestia. Ver com. Ap 13:1; Ap 17:3; Ap 17:8. Falso profeta. Evidentemente debe identificarse con la segunda bestia del Ap 13:11-17 (ver com. Ap 16:11), que apoya a la primera bestia de los Ap 16:1-10, y que por medio de los milagros que tiene el poder de hacer en presencia de la bestia (Ap 16:12-14), engaña a los hombres para que le hagan a ésta una “imagen”. Cf. Ap 19:20; Ap 20:10. Tres espíritus inmundos. Los defensores de ambas opiniones concuerdan en identificar al “dragón”, la “bestia” y el “falso profeta”, con el espiritismo moderno (CS 645) o paganismo, el papado, y el protestantismo apóstata (cf. Ap 13:4; Ap 13:14-15; Ap 19:20; Ap 20:10), respectivamente. Los “tres espíritus inmundos” evidentemente simbolizan o representan a este trío maléfico de poderes religiosos, que juntos constituyen la “gran Babilonia” de los últimos días (Ap 16:13-14; Ap 16:18-19; ver com. Ap 16:19; Ap 17:5). A manera de ranas. Tal vez no deba atribuirse ningún significado a esta comparación, que quizá sólo tiene el propósito de destacar lo repulsivo que son los “tres espíritus inmundos” delante de Dios. ]
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