Génesis 3-> Ver. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar [V.15-> Pondré enemistad. Aquí el Señor deja de dirigirse a la serpiente literal que habló a Eva, para pronunciar juicio sobre el diablo, la serpiente antigua. Este juicio, expresado en lenguaje profético, siempre ha sido entendido por la iglesia cristiana como una predicción de la venida del Libertador. Aunque esta interpretación es incuestionablemente correcta, puede señalarse que la profecía es también literalmente verdadera: hay una enemistad mortal entre la serpiente y el hombre doquiera se encuentran los dos. Entre tu simiente y la simiente suya. Se hace referencia a la lucha secular entre la simiente de Satanás -sus seguidores- (Jn 8:44; Hch 13:10; Jn 3:10) y la simiente de la mujer. El Señor Jesucristo es llamado la "simiente" por antonomasia (Ap 12:1-5; cf. Gal 3:16; Gal 3:19); fue él quien vino "para deshacer las obras del diablo" (Heb 2:14; Jn 3:8). Esta te herirá en la cabeza. "Herirá, shuf. Esta palabra significa "aplastar" o "estar al acecho de alguien". Es evidente que aplastar la cabeza es mucho más grave que aplastar el talón. Como represalia, la serpiente sólo ha podido herir el talón de la simiente de la mujer. La "simiente" se expresa en singular, indicando que no es una multitud de descendientes de la mujer los que, en conjunto, se ocuparán de aplastar la cabeza de la serpiente, sino más bien que un solo individuo zará eso. Estas observaciones muestran claramente que en este anuncio está condensada la relación del gran conflicto entre Cristo y Satanás, una batalla que comenzó en el cielo (Ap 12:7-9), continuó en la tierra, donde Cristo otra vez derrotó a Satanás (Heb 2:14), y terminará finalmente con la destrucción del maligno al fin del milenio (Ap 20:10). Cristo no salió ileso de esta batalla. Las señales de los clavos en sus manos y pies y la cicatriz en su costado serán recordativos eternos de la fiera lucha en la cual la serpiente hirió a la simiente de la mujer (Jn 20:25; Zac 13:6; PE 53). Este anuncio debe haber producido gran consuelo en los dos desfallecientes transgresores que estaban delante de Dios, de cuyos preceptos se habían apartado. Adán, virrey de Dios en la tierra mientras permaneciera leal, había cedido su autoridad a Satanás al transferir su lealtad de Dios a la serpiente. Que Satanás comprendía plenamente sus usurpados "derechos" sobre esta tierra, obtenidos al ganar la sumisión de Adán, es claro por su afirmación ante Cristo en el monte de la tentación (Luc 4:5; Luc 4:6). Adán empezó a comprender la magnitud de su pérdida: de gobernante de este mundo se había convertido en esclavo de Satanás. Sin embargo, antes de oír el pronunciamiento de su propia sentencia, fue aplicado a su alma quebrantada el bálsamo sanador de la esperanza. De ella, a quien había culpado por su caída, él debía esperar su liberación: la simiente prometida en quien habría poder para vencer al archienemigo de Dios y del hombre. ¡Cuán bondadoso fue Dios! La justicia divina requería castigo para el pecado, pero la misericordia divina ya había hallado una forma para redimir a la raza humana caída: por el sacrificio voluntario del Hijo de Dios (1Pe 1:20; Efe 3:11; 2Ti 1:9; Ap 13:8). Dios instituyó el ritual de los sacrificios para proporcionar al hombre una ayuda visual, a fin de que pudiera comprender algo del precio que se debía pagar para expiar su pecado. El cordero inocente tenía que dar su sangre en lugar de la del hombre y su piel para cubrir la desnudez del pecador, a fin de que el hombre pudiera así recordar siempre por medio de los símbolos al Hijo de Dios, que tendría que entregar su vida para expiar la transgresión del hombre y cuya justicia sería lo único suficiente para cubrirlo. No sabemos cuán clara fue la comprensión de Adán del plan de la redención, pero podemos estar seguros de que le fue revelado lo suficiente para asegurarle que el pecado no duraría para siempre, que de la simiente de la mujer nacería el Redentor, que sería recuperado el dominio perdido y que se restauraría la felicidad del Edén. De principio a fin, el Evangelio de salvación es el tema de las Escrituras.] LA IGLESIA DE CRISTO Y CRISTO NACE 12-> Ver. Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. 4 Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz. 5 La mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. [V.1-> Apareció. Con el cap. 12 comienza una nueva línea profético que continúa hasta el fin del libro. Esta sección presenta a la iglesia de Dios enfrentándose a los poderes del mal y su triunfo final sobre ellos. Cielo. Se refiere al firmamento, no al ciclo donde mora Dios. En cuanto a la naturaleza de las visiones simbólicas, ver com. Eze 1:10. Señal. Gr. s’méion, “señal”, “marca”, “prenda”, de s’máinō, “dar señal”, “significar”, “indicar” (ver com. Ap 1:1). s’méion se traduce frecuentemente como “milagro” (Hch 4:22; Hch 8:13); describe un milagro como señal de autoridad (ver t. V, p. 199). En Ap 12:1 s’méion significa una señal que anuncia acontecimientos venideros. Mujer. En el AT la verdadera iglesia se simboliza algunas veces por medio de una mujer (Isa 54:5-6; Jer 6:2). Cuando la iglesia apostató, fue comparada con una mujer corrompida (Jer 3:20; Eze 23:24). Los mismos símbolos aparecen en el NT (2Co 11:2; Efe 5:25-32; Ap 17:1-3). En Apoc. 12 la mujer representa a la verdadera iglesia los apóstoles 12. Esta mujer iglesia da el mjes de Cristo , que está por dar a luz a Cristo (Ap 12:2; Ap 12:4-5) y es perseguida por Satanás después de la ascensión de Cristo para destruirla en persecución y acesinato de sus apóstoles (Ap 12:5; Ap 12:13-17), representa a la iglesia tanto del AT como del NT. Cf. Hch 7:38. Vestida del sol. Esta luz puede considerarse como una representación de la gloria de Dios, especialmente como se revela en el Evangelio; pero la mujer que representa a la iglesia falsa es descrita, por contraste, como ataviada con ropas escandalosas y con una copa llena de abominaciones (papado Vaticano Ap 17:4). La luna. Este símbolo es interpretado por muchos comentadores como un símbolo del sistema de ritos y sombras de los tiempos del AT, los cuales fueron eclipsados por la revelación más plena que llegó por medio de Cristo. La ley ceremonial, que fue cumplida en la vida y la muerte de Cristo, bien podía ser representada por la luna, que brilla con luz que refleja del sol. Corona. Gr. stéfanos, una corona de vencedor (ver com. Mat 27:29; Ap 2:10), no diád’ma, una corona real (ver com. “diademas”, Ap 12:3). Doce estrellas. Los comentadores han aplicado en general este símbolo a los 12 patriarcas a los 12 apóstoles, o a ambos. Puesto que el énfasis principal del cap. 12 es sobre la iglesia del NT, sin duda debe referirse a los 12 apóstoles; pero el cuadro de las 12 tribus también continúa al mismo tiempo en la iglesia del NT (ver com. Ap 7:4). ] null 12-> Ver. 2 [V.2-> Encinta. Se presenta a la iglesia en el tiempo en que estaba por nacer el Mesías. Algunos ven una referencia a Isa 7:14. En cuanto a la figura de una mujer en estado de gravidez, ver Isa 26:17; Isa 66:7-8. ] 12-> Ver. [V.3-> Señal. Gr. s’méion (ver com. Ap 12:1). Dragón escarlata. Este símbolo o poder se identifica en el Ap 12:9 como “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás”. Este símbolo representa a Satanás actuando por medio de la Roma pagana, el poder que gobernaba el mundo cuando Jesús nació (ver com. Ap 12:4; cf. CS 491). El dragón Satanás se describe como de color “escarlata”, probablemente porque en toda su relación con la iglesia de Dios aparece como perseguidor y destructor de ella. Su propósito ha sido el de destruir a los hijos del Altísimo. Siete cabezas. También aparecen siete cabezas en la bestia que Juan vio surgir del mar Vaticano papado (Ap 13:1) y sobre la bestia bermeja Vaticano papado (Ap 17:3). Las cabezas del Ap 17:9-10 se identifican como “siete montes” y “siete reyes”vaticano . Es, pues, razonable concluir que las siete cabezas del dragón Satanás representan poderes políticos que han fomentado la causa del dragón Satanás , y por medio de los cuales este ha ejercido su poder perseguidor inquisición Vaticano . Algunos sostienen que el número “siete” se usa aquí como un número que indica plenitud, y que no es necesario identificar precisamente a siete naciones por medio de las cuales haya obrado Satanás. Cf. com. Ap 17:9-10. En cuanto a una descripción de la serpiente de siete cabezas en la mitología antigua, ver com. Isa 27:1. El Talmud también menciona un dragón con siete cabezas (Kiddushin 29b). Diez cuernos. La bestia de los cap. 13 y 17 también tenía cada una diez cuernos. Algunos sostienen que los diez cuernos del dragón son idénticos a los de las dos bestias, y que los de la segunda bestia (Vaticano Ap 17:7) son idénticos a los diez cuernos de la cuarta bestia de Dan.7. Para identificar los diez cuernos de la cuarta bestia, ver com. Dan 7:1. Otros ven en los diez cuernos del dragón una designación más general de los poderes políticos menos importantes, por medio de los cuales ha obrado Satanás, en contraste con las siete cabezas, que pueden considerarse como una representación de los principales poderes políticos (ver com. “siete cabezas”). Sugieren que el número “diez” puede ser un número redondo, como sucede a menudo en otras partes de las Escrituras (ver com. Luc 15:8). Cf. com. Ap 17:9-10. En sus cabezas. Las insignias de realeza sobre las cabezas pueden tomarse como una evidencia adicional de que representan reinos políticos (ver com. “siete cabezas”). Diademas. Gr. diád’ma, literalmente “algo ceñido”, de diadéō, “ceñir”. Esta palabra se usaba para describir la insignia de realeza de los reyes persas, una cinta azul bordeada de blanco, que se usaba sobre el turbante. Después llegó a ser usada como señal de realeza. Diád’ma sólo aparece aquí y en Ap 13:1 y Ap 19:12. Diád’ma, que contrasta con stéfanos, también se traduce “corona” en el NT (Mat 27:29; 1Co 9:25; 2Ti 4:8; etc,) Stéfanos era una guirnalda que con frecuencia significaba el premio o trofeo que se daba a los vencedores (ver com. 1Co 9:25). ] 12-> Ver. [V.4-> Su cola arrastraba. Literalmente “su cola está arrastrando”. En la visión profético Juan vio la acción mientras ésta ocurría La tercera parte. Algunos creen que este acontecimiento se describe con mayores detalles en los Ap 12:7-9, y que “la tercera parte de las estrellas del cielo” representa una tercera parte de los ángeles celestiales que se unieron con Satanás en su rebelión y fueron expulsados del cielo (ver 1JT 312; 2JT 103). Otros interpretan que estas “estrellas” representan dirigentes judíos, de los cuales había tres clases principales: reyes, sacerdotes y el sanedrín. Interpretan que la tercera parte que fue arrojada en tierra es la realeza, la cual Roma quitó a judá. Devorar. Una representación de los esfuerzos de Satanás para destruir al niño Jesús. Para apreciar cuán apropiado es este simbolismo, bastaría recordar el proceder de Herodes cuando oyó el mensaje de los magos (Mat 2:16). Años más tarde la Roma pagana nuevamente se levantó contra el “Príncipe de los príncipes” (ver com. Dan 8:25). ] 12-> Ver. [V.5-> Un hijo varón. Literalmente “un hijo, un varón”. Regira... a todas las naciones. Una alusión a Sal 2:8-9, claramente aplicable al Mesías. Los judíos reconocían esta aplicación (Talmud Sukkah 52ª). El ser que aquí se describe se identifica en Ap 19:13-16 como “EL VERBO DE DIOS... REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”. Ver com. Ap 2:27; Ap 19:15. Arrebatado. Una referencia a la ascensión de Jesucristo (Heb 1:3; Heb 10:12). Para cumplir mejor el propósito de esta profecía, el simbolismo pasa completamente por alto el relato de la vida, obra, sufrimiento, muerte y resurrección de Jesús. Sólo se menciona su ascensión. ] JUAN 8-> Ver. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. [V.44-> El diablo. Literalmente “el calumniador” (ver com. Mat 4:1). Deseos. Gr. epithumía, “deseo”, ya sea bueno (Luc 22:15; Fil 1:23), o, con más frecuencia, malo (Rom 1:24; Rom 6:12; Rom 7:7-8; etc.). Con epithumía se relaciona el verbo epithuméõ que corresponde con el “codiciarás” del décimo mandamiento, tal como lo cita Pablo en Rom 7:7; Rom 13:9. Los “deseos de vuestro padre” son los malos deseos que lo caracterizan, o los deseos que él instila en los que le obedecen. Queréis hacer. O “queréis cumplir” (BJ). Desde el principio. Con frecuencia, se ha considerado que es una alusión al primer asesinato registrado, el de Abel (Gen 4:1-8). Pero el espíritu de homicidio se remonta al origen del pecado. Con su rebelión, Lucifer atrajo la sentencia de muerte sobre sí mismo y sobre los ángeles que se le unieron en su rebelión (2Pe 2:4). Cuando indujo a nuestros primeros padres a que pecaran, atrajo la sentencia de muerte sobre ellos y sobre toda la familia humana (Rom 5:12). El deseo de los judíos de matar a Jesús demostraba su estrecha afinidad con el gran asesino. No ha permanecido. Referencia a la caída original de Lucifer (Jud 1:6; 2Pe 2:4; ver com. Isa 14:12-14; Eze 28:12-14). En la verdad. En cuanto a una definición de la verdad, ver com. Jn 8:32. No hay verdad. Es decir, veracidad. La verdad y Satanás no tienen nada en común. De suyo. Más literalmente, “dice lo que le sale de dentro” (BJ); es decir, de su naturaleza íntima. Miente por naturaleza. Por el otro lado, Jesús no hablaba de sí mismo sino de la verdad que había oído de su Padre (Jn 8:38). Es mentiroso. Su carrera de mentiras comenzó en el cielo, donde primero tergiversó el carácter y los propósitos de Dios ante los ángeles. Con sus insinuaciones y mentiras en el huerto del Edén provocó la caída de nuestros primeros padres (ver com. Gen 3:4). El Talmud (Sanhedrin 89b) registra la leyenda de que antes del sacrificio de Isaac, Satanás trató de instilar dudas en la mente de Abrahán en cuanto a Dios, y que Abrahán lo rechazó con las palabras: “Es el castigo de un mentiroso que aun cuando diga la verdad, no se le escucha”. Padre de mentira. Según el texto griego, esto podría significar padre del mentiroso o el padre de la mentira. En ambos casos se presenta correctamente al gran originador de las falsedades. Como mentiroso, Satanás fue expulsado del cielo y nunca podrá morar otra vez allí. Tampoco sus hijos, pues “los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Ap 22:15). ] Apocalipsis (de Juan) 17-> Ver. 6 EL VATICANO Y SUS ALIADOS SATANAS APOC 12:9CAP13:2,4, 7 VERS17,18 Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús. Y me asombré grandemente al verla; [V.6-> Ebria. Ver com. Ap 17:2. En sentido general puede decirse que Babilonia está “ebria” con la sangre de los mártires de todos los siglos (cf. Ap 18:24); pero en un sentido más inmediato, con la de los mártires futuros durante las escenas finales de la historia del mundo. Dios considera culpable a Babilonia de la sangre de aquellos cuya muerte decretará, pero que se le impedirá matar (ver CS 686). Babilonia está completamente embriagada por su éxito en lo pasado al perseguir a los santos (ver com. Dan 7:25; Mat 24:21; cf. Ap 6:9-11; Ap 18:24), y también por la perspectiva de que pronto tendrá la satisfacción de completar su sangrienta tarea (ver coro. Ap 16:6; Ap 17:14; cf. CS 686). Sangre. Ver com. Ap 16:6. Santos. Ver com. Hch 9:13; Rom 1:7. Mártires. Gr. mártur, literalmente “testigo” (ver com. Ap 2:13). Cf. Isa 47:6; Jer 51:49; ver com. Ap 18:24. De Jesús. Lo que quizá signifique “que dieron testimonio respecto a Jesús”, en primer lugar con sus palabras, y después con su martirio. Fueron muertos porque persistieron en testificar por Jesús y su verdad y fueron leales a su nombre aun al precio de sus vidas. Cuando la vi. No es claro si se refiere a todo lo que Juan había visto en los Ap 17:3-6, o sólo a la conducta de la mujer en el Ap 17:6, el clímax de su proceder criminal. La respuesta del ángel ante el asombro de Juan (Ap 17:7) puede insinuar lo primero. Quedé asombrado con gran asombro. El texto griego refleja una expresión idiomática típicamente hebrea. El ángel había llamado a Juan para que fuera testigo de la sentencia que se pronunciaría contra Babilonia, la prostituta religiosa (Ap 17:1), y el apóstol quizá esperaba ver un cuadro de completa ruina y degradación; pero en vez de esto vio a una mujer vestida con atavíos costosos y magníficos, en estado de embriaguez y sentada sobre una espantosa bestia. Un ángel ya le había dicho algo a Juan acerca de esta “mujer” corrompida (Ap 14:8; Ap 16:18-19); pero ahora se le presenta un relato más completo y asombroso de sus crímenes. Lo que Juan ve lo deja sumamente atónito. Su asombro supera a cualquier otro que exprese en el Apocalipsis. Los crímenes de la Babilonia simbólica, tal como se exponen en la acusación del ángel, pueden enumerarse como sigue (cf. com. Ap 18:4): 1. Seducción. Cuando seduce a los reyes de la tierra para que accedan a una unión ilícita con ella, con el propósito de promover sus propios designios siniestros (ver com. Ap 17:2; Ap 18:3). 2. Despotismo opresor. Al sentarse sobre “muchas aguas” para oprimir a los pueblos de la tierra (ver com. Ap 17:1). 3. Contribuye a la delincuencia humana. Cuando hace que los habitantes de la tierra -excepto los santos- se embriaguen con el 866 vino de su política, convirtiéndolos así en los cómplices de su trampa impía (ver com. Ap 17:2). Por su “fornicación” ha “corrompido a la tierra” (Ap 19:2). 4.Embriguez. Esta embriaguez “con la sangre de los santos” es porque la habían ofendido al negarse a beber de su vino maléfico de error o a someterse a su ambición de gobernar la tierra. 5.Asesinato y tentativa de asesinato. Cuando tramó el asesinato de la esposa de Cristo, la “mujer” del cap. 12 (ver com. Ap 17:6; Ap 17:14; Ap 18:24). ] La iglesia es propiedad de Dios La iglesia es propiedad de Dios, y el Señor la recuerda constantemente mientras está en el mundo, sujeta a las tentaciones de Satanás. Cristo nunca ha olvidado los días de su condescendencia. Al abandonar el escenario de su humillación, Jesús no perdió nada de su humanidad. Conserva el mismo amor tierno y piadoso, y siempre lo conmueve la angustia humana. Siempre tiene en cuenta que él fue un Varón de dolores, experimentado en quebrantos. No olvida a su pueblo que lo representa, que está luchando para exaltar su ley pisoteada. Sabe que el mundo que lo odió a él, odia también a su pueblo. Aun cuando Cristo Jesús ha pasado a los cielos, allí continúa siendo una cadena viviente que une a sus creyentes con su propio corazón de amor infinito. Los más humildes y débiles están unidos íntimamente a su corazón por una cadena de simpatía. Nunca olvida que él es nuestro representante, y que lleva nuestra naturaleza.Jesús ve a su verdadera iglesia en la tierra, cuya mayor ambición consiste en cooperar con él en la grandiosa obra de salvar almas. Oye sus oraciones presentadas con contrición y poder, y la Omnipotencia no puede resistir sus ruegos por la salvación de cualquier miembro probado y tentado del cuerpo de Cristo. “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades; sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Jesús vive siempre para interceder por nosotros. Por medio de nuestro Redentor, ¿qué bendiciones no recibirá el verdadero creyente? La iglesia, que está por entrar en su más severo conflicto, será, para Dios, el objeto más querido en la tierra. La confederación del mal será impulsada por un poder de abajo, y Satanás arrojará todo vituperio posible sobre los escogidos, a quienes no puede engañar y alucinar con sus invenciones y falsedades satánicas. Pero exaltado “por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”, Cristo, nuestro representante y nuestra cabeza, ¿cerrará su corazón, o retirará su mano, o dejará de cumplir su promesa? No; nunca, nunca.
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