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CRISTO REGRESA PRESTO YA PREPARAOS ! Día de Jehová. Hebreos 4:13
Y no hay cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
(heb. y^m Yahweh; gr. h'méra tóu Kuríou).
En forma consecuente, tanto el AT como el NT usan esta y otrasexpresiones similares para indicar el tiempo cuando Dios interviene en los
asuntos humanos para ejecutar juicios o castigos sobre los que hacen
maldad y liberar a su pueblo de las manos de sus opresores. El día de la
visitación divina sobre el Egipto antiguo (Jer. 46:10) y sobre Babilonia papado aliados e hijas (ls.
13:6, 9) se identifica con "el día de Jehová" sobre las naciones, pero
también es el día cuando Dios promete restaurar a Israel (Is. 14:1, 2; Jer.
46:27, 28). "El día de Jehová" también sería un día de juicio sobre su
propio pueblo por causa de sus malos caminos (Jl. 1:15; 2:1), refiriéndose
en particular a la cautividad babilónica (Sof. 1:7, 14, 18; 2:2). La expresión
también llegó a usarse para el gran día final cuando Dios domine a las
naciones rebeldes de la tierra y establezca a su propio pueblo en su
dominio legítimo (ls. 2:2, 12; 34:8; Jl. 3:14; Abd. 15, 17; Zac. 14:1; Mal. 4:5).
Como día de juicio sobre los que hacen maldad se lo llama "día de
tinieblas las plagas sobre el papado y aliados " (Jl. 2:1, 2; Am. 5:18-20), oscuro por causa de la ira divina plagas castigo (Ez.
7:19).
Los escritores del NT también pintan el día de Jehová como un "día de ira"
(Ro. 2:5, 6) y el "día del juicio" (Mt. 10:15; 2 P. 3:7). Se refieren a él como "el
día del Señor Jesús" (2 Co. 1:14), "el día de Jesucristo" (Fil. 1:6) o
sencillamente como "el día de Cristo" (v 10). En vista de que la historia de
la tierra llegará a su fin en ese tiempo -sería el último de este mundo
actual-, se lo llama "el gran día" (Jud. 6), "aquel día" (Mt. 7:22; 1 Ts. 5:4) o
sencillamente "el día" (1 Co. 3:13). "El día de Jehová" es principalmente el
momento cuando aparecerá Jesucristo para llamar a los justos de sus
tumbas primera redirección justos (Jn. 6:39), para purificar la tierra con fuego Apoc 19:20 (2 P. 3:7-12) y para
establecer su reino eterno de justicia (Mt. 25:31, 34; cf 2 P. 3:13, 14). Véase
Día del Señor.
Día de reposo.
Véase Sábado séptimo día Apoc 7:2 14:7cap14:12Genesis 1:1,2Genesis2:1,4Exodo20:8,11Exodo 31:12,18 .
Día del juicio.
En la Biblia se presenta frecuentemente el concepto de que Dios entra en
juicio con los habitantes de la tierra. Enoc, "séptimo desde Adán", presentó
al Señor viniendo para ejecutar juicio sobre todos (Jud. 14, 15). Isaías
describió a Dios al venir con fuego para hacer juicio (Is. 66:15, 16), y el
profeta Jeremías describe el momento majestuoso en que "Jehová rugirá
desde lo alto" y "tiene juicio contra las naciones" (Jer, 25:30, 31). Daniel
previó el tiempo cuando "el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos" (Dn.
7:10), y en lenguaje místico Joel profetizó que Dios se sentará "para juzgar
a todas las naciones de alrededor" (Jl. 3:12; cf vs 13-16).
Con frecuencia Jesús se refirió al juicio final. Declaró que las antiguas
Sodoma y Gomorra serían tratadas con más lenidad en el juicio porrechazar la luz que tuvieron, que las ciudades de sus días que lo habían
despreciado (Mt. 10:11, 14, 15); y que las ciudades paganas de Tiro y Sidón
recibirían una condenación menor que Corazín, Betsaida y Capernaum,
que lo rechazaron (Lc. 10:13-15). Afirmó que los hombres darán cuenta de
"toda palabra ociosa" en el juicio (Mt. 12:36; cf 16:27; 24:30, 31; 25:31-46;
Mr. 8:38; Lc. 9:26; etc.).
Pablo declaró que Dios ha designado un día en que juzgará al mundo
(Hch. 17:31). Predicó del juicio venidero a Félix con tanta convicción que el
procurador romano tembló (24:25). Mostró que la convicción de un juicio
futuro se encuentra implantada en la conciencia humana (Ro. 1:32; 2:14-
16), y que para los malos la perspectiva de un juicio futuro es temible (He.
10: 26, 27). Pedro notó que tanto los ángeles malos como los impíos
están reservados para el juicio (2 P. 2:4, 9; 3:7; cf Jud. 6). Los santos han
de participar en el juicio de ellos (1 Co. 6:2, 3).
Ninguno puede escapar del juicio, porque todos deben comparecer ante "el
tribunal de Cristo"; y las decisiones del juicio estarán basadas en lo que
"cada uno... haya hecho mientras estaba en el cuerpo" (2 Co. 5:10; cf Mt.
7:16-20; Ap. 20:13). La norma del juicio es la "ley de la libertad" (Stg. 2:12;
cf vs 8-11). El juicio de Dios será justo (Ro. 2:5; 2 Te. 1:5; cf Gn. 18: 25; Sal.
19:9), decisivo y de consecuencias eternas (He. 6:2; 9:27). En el juicio la
vida entera estará abierta ante Dios (Ec. 12:13, 14; cf Lc. 12:2). Para un
estudio de los diversos aspectos del juicio véase CBA 4:854-857; 7:842,
862, 863, 876.
Día del Señor
(gr. kuriaké h'méra, "día señorial" o "día del Señor").
Con este nombre identifica Juan en Ap. 1:10 el día cuando estaba "en el
Espíritu", es decir, cuando vio la visión registrada en el cp 1. Esta
expresión, que aparece sólo en este lugar de las Escrituras, ha sido
interpretado de varias maneras:
1. El gran día del juicio final.
En el AT (véase Jl. 2:11, 31; Sof. 1:14; Mal. 4:5) y en el NT (1 Ts. 5:2, 2 P.
3:10) "el día de Jehová" se refiere al tiempo cuando Dios destruirá el
pecado y a los pecadores, y liberará a su pueblo. Los abogados de este
punto de vista señalan que el Apocalipsis centra su atención en el
gran
día final de Jehová, y en los eventos que lo anteceden. Traducen la frase
gr. en t'´ kuriak'´ h'méra, "en el día del Señor", por "con respecto al día de
Jehová". Sin embargo, la frase griega traducida como "el día de Jehova"
siempre es t' h'méra (tóu) Kuríou (1 Co. 5:5; 2 Co. 1:14; 1 Ts. 5:2; 2 P. 3:10).
Si hubiera sido la intención de Juan señalar que sus visiones tenían quever con acontecimientos relacionados con el gran "día de Jehová", se
podría esperar con cierto fundamento que usara la fraseología corriente de
los escritores bíblicos para ese suceso. Sin embargo, en Ap. 1:1 ya había
anunciado que el panorama de las visiones que había recibido abarcaba
las "cosas que deben suceder pronto". En el v 9 se identifica, da el lugar
donde recibió las visiones y explica por qué estaba allí. Por lógica, se
podría esperar que en el v 10 se dieran más informaciones relacionadas
con la recepción de la visión y no con su contenido. La evidencia textual,
junto con la analogía de la Escritura, parece así eliminar la posibilidad de
aplicar kuriak' h'méra al gran día de Jehová,* al fin de la era evangélica
2. Un aniversario imperial.
Inscripciones y restos de vasijas romanas con grabados de los tiempos
del NT muestran que el adjetivo kuriakós se aplicaba al "tesoro imperial" y
al "servicio imperial", que pertenecían al emperador como "señor" del
imperio. Generalmente se llamaba kúros, "señor", al emperador. En
consecuencia, su tesoro y su servicio eran el "tesoro del señor" y el
"servicio del señor". Por tanto, algunos sugieren que kuriak' h'méra indica
un día imperial, tal vez el del nacimiento del emperador o el aniversario de
su coronación. Sin embargo, no se ha encontrado hasta ahora ningún
ejemplo de su uso para tal expresión. Además, los judíos del s I d.C. y los
cristianos, por lo menos en el s II d.C., rehusaron llamar kúrios al César.
Por ello parecería poco probable que Juan se hubiera referido a un día
imperial como "el día del Señor", especialmente en una época cuando él y
sus hermanos cristianos estaban sufriendo amarga persecución por
rehusarse a adorar al emperador como "señor".
Bib.: FJ-GJ vii. 10. 1; El martirio de Policarpo 8.
3. El Domingo.
Según esta postura, kuriak' h'méra es una designación cristiana para el
1er día de la semana. Sin embargo, no hay evidencia alguna de que los
cristianos de tiempos del NT usaran una sola vez la frase griega para
identificar al domingo, aunque el término kuriak'´ sin h'méra se empleó
algunas veces para designar al domingo en la literatura cristiana posterior.
Los eruditos cristianos conservadores están de acuerdo en que Juan, autor
del Apocalipsis, también escribió el 4o Evangelio más o menos en la
misma época. Sin embargo, en Jn. 20:1 designa al domingo como "el
primer día de la semana", el título corriente que usan todos los otros
escritores del NT. La analogía de la Escritura también está en contra de la
interpretación de kuriak' h'méra como el 1er día de la semana. Un examen
del contexto, hecho sin prejuicios, de los pasajes del NT citados para
apoyar esta interpretación no bíblica nuestra que los textos nada dicen
sobre el tema de un cambio de día de reposo.4. El sábado.
En Mr, 2:27, 28 nuestro Señor declaró específicamente que él era el "Señor"
del sábado (7o día de la semana). En el 4o mandamiento (Ex. 20:8-11)
Dios especificó el 7o día de la semana como suyo en un sentido especial:
"El séptimo día es reposo [sábado] para Jehová tu Dios" (v 10), y en Is.
58:13 y 14 categóricamente lo llama "mi día santo". La conclusión más
lógica es que con la expresión "día del Señor" Juan estaba identificando al
sábado, 7o día de la semana, como el día en que se le dio la visión
descripta en Ap. 1.Diez Mandamientos.
La ley, registrada en Ex. 20:2-17 y también llamada Decálogo, que resume
lo que Dios demanda de los hombres y define su deber para con sus
semejantes (cf Mt. 22:34-40). Los principios enunciados por los Diez
Mandamientos son eternos, porque se basan en el carácter de Dios, pero
la forma de estos principios dados en el Sinaí estaba adaptada a la
comprensión e instrucción de los hombres en su estado de
pecaminosidad y natural inconformidad a la voluntad divina. Los 10
mandatos del Decálogo tienen la singular distinción de ser las únicas
palabras que en forma audible Dios dirigió a toda la congregación de Israel
(Ex. 20:1, 18, 19; Dt. 4:10-13; 5:22). Todas las demás leyes y reglas queDios ordenó fueron comunicadas mediante Moisés como intermediario (Ex.
20:19- 22; Dt. 4:14; 6:1). Después de la entrega oral de la ley, Dios escribió
estos 10 mandatos sobre 2 tablas de piedra que dio a Moisés para
conservarlas en el arca (Ex. 31:18; 32:19; 34:1-4; Dt. 5:22; 10:1-5). El
informe mosaico original de la ley, como fue proclamado por Dios y más
tarde grabado sobre tablas de piedra, presenta el Decálogo con las
palabras de Ex. 20:1-17. Más tarde, Moisés repitió la ley en forma oral con
ligeras variantes en las palabras (Dt. 5:6-21). La única diferencia
significativa en esta repetición de la ley es la razón específica para la
observancia del sábado: la liberación de la esclavitud egipcia, en lugar de
la creación del mundo en 6 días, como estaba en la forma original. Las
muchas reglas civiles puestas en vigencia en el monte Sinaí eran una
aplicación de los principios de la 2a tabla del Decálogo para la sociedad y
para las necesidades del pueblo judío. La ley ceremonial, que presenta un
sistema de adoración ordenado divinamente y apropiado para el período
de la historia de la tierra en que fue dada la ley, era una extensión y un
desarrollo de los principios enunciados en el Decálogo, en particular con
respecto a la relación del hombre para con Dios.
En tiempos de Cristo, los judíos habían ordenado y numerado los 10
mandatos del Decálogo como los tienen la mayoría de los protestantes en
la actualidad. La disposición y enumeración que sigue la Iglesia Católica
Romana, dividiendo el 10º (sobre la codicia), es la que adoptó San Agustín,
que prefirió, de los 2 métodos que había en su tiempo, el que combina el 1º
y el 2º mandamientos y divide el 10º. De este modo, él asignó 3
mandamientos a la 1a tabla del Decálogo, y 7 a la 2a. Una de sus razones
para adoptar esta disposición fue la de incluir los números simbólicos 3, 7
y 10 en el Decálogo.
El 1er mandamiento ordena el monoteísmo, o la adoración exclusiva al
único y verdadero Dios, Yahweh,* en contraste con el politeísmo, o la
adoración a muchos dioses. El 2º prohibe la idolatría de todo tipo; es decir,
el intento de adorar al Dios invisible mediante formas visibles (cf Os. 8:6;
Col. 1:15- 17). El 3º prohibe toda irreverencia, en especial la mención
innecesaria del nombre de Dios en la conversación ordinaria, el perjurio
acompañado por una invocación del nombre divino. El 4º ordena la
observancia del sábado e identifica al verdadero Dios como el Creador del
cielo y de la tierra. Si al guardar el sábado los hombres debían recordarlo
como tal, habrían quedado protegidos contra toda falsa adoración. El 5°
ordena el respeto y la sumisión a los padres, a quienes Dios ha designado
como agentes para la transmisión de su voluntad revelada a las
generaciones sucesivas (véase Dt. 4:9; 6:7). El 6º protege la vida como
algo sagrado. El 7º ordena la pureza y así salvaguarda la relación
matrimonial para que el hogar pueda cumplir sus objetivos divinamente
señalados. El 8º protege la propiedad. El 9° salvaguarda la verdad y
previene contra el perjurio. El 10º ataca la raíz de todas las relaciones
humanas al disponer que el hombre no codicie lo que pertenece aotro, y mucho menos, privarlo de ello por la fuerza.
Una hoja fragmentaria de papiro, el famoso Papiro Nash, contiene el
Decálogo en la forma presentada en Dt. 5 junto con la "Shemá", una cita de
Dt. 6:4 y 5. Este famoso documento hebreo, proveniente del s I a.C., está
ahora en Cambridge, Inglaterra. Hasta el descubrimiento de los Rollos del
Mar Muerto era el documento más antiguo en hebreo que contenía una
porción de la Biblia (fig 165).
Bib.: FJ-AJ iii.5.5.
165. Los Diez Mandamientos en el Papiro Nash (c 100 a.C.).
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La verdadera adoración tiene varias características importantes. Ante todo, va dirigida a Dios y solo a él (Deut. 6:13; Mat. 4:10). En segundo lugar, nunca es forzada. Es una respuesta espontánea al carácter de Dios y sus acciones redentoras en nuestro favor. Comienza en el corazón y no por las expectativas de los demás. En tercer lugar, la adoración no es simplemente una actividad del sábado de mañana o una parte de un culto de adoración. Es un estilo de vida. Debemos vivir nuestras respuestas a lo que Dios ha hecho por nosotros. Las criaturas vivientes en la sala del Trono, representadas en Apocalipsis 4, adoraban continuamente, de día y de noche. Si bien una actividad litúrgica tan intensa y focalizada no es posible en nuestra vida, esta imagen destaca la idea de que cada palabra y acción nuestra debe honrar el nombre de Dios.
La verdadera adoración tiene el potencial de unirnos de tal manera que no sería posible de otro modo. Cuando concentramos nuestra vida en adorar al Centro de nuestra fe, es menos probable que veamos las cosas que nos dividen. A solas o en un culto de adoración, adoramos con otros alrededor del mundo, alabando a Dios. Por lo tanto, la adoración nos da la oportunidad de reconocer que somos parte de algo que está más allá de nosotros mismos. Al mismo tiempo, la adoración nos recuerda nuestra dependencia de Dios. El orgullo y los celos, que causan discordia, se diluyen cuando reconocemos que todos somos criaturas que dependemos de Dios.
Considera : ¿En qué sentido la obediencia puede verse como adoración? ¿Cómo es una vida de adoración?
II. La adoración y el Gran Conflicto
(Repasa, con tu clase, Apoc. 14:6-12.)
La importancia de comprender la verdadera adoración se destaca por el papel central que desempeña la adoración en el mensaje de los tres ángeles y en el contexto más amplio del gran conflicto entre Dios y Satanás. La batalla comenzó con la rebelión de Satanás en el cielo y su orgullosa comparación con Dios (Isa. 14:14), y siguió al desafiar el carácter mismo de Dios. Mientras que Dios demuestra su carácter al derramar su amor y su gracia, lo cual suscita una respuesta de adoración, Satanás apela a la adoración a través del engaño. Satanás busca apartar nuestra vista de Dios al establecer un sistema alternativo de adoración. El mensaje del primer ángel es un recordatorio de que la única persona que merece adoración es Dios, el Creador del universo. Honrar el día de reposo que él santificó es un acto de adoración y lealtad a él. Sin embargo, limitar el significado solo al día de adoración es omitir las amplias implicaciones del mensaje. Adorar al Creador no es solo adorarlo directamente a él en el día señalado, sino también valorar su Creación. No puedes adorar verdaderamente al Creador mientras destruyes y abusas de lo que él ha creado. El mensaje del segundo ángel muestra el amor y la gracia de Dios, y presenta una advertencia para aquellos que han sido engañados por propuestas de salvación y adoración falsas. Finalmente, en el mensaje del tercer ángel, vemos que el hecho de elegir el enfoque de adoración equivocado finalmente conduce a la muerte, mientras que la decisión de adorar únicamente a Dios solo conduce a la vida. Como Dios es el Creador y el Sustentador de la vida, no esperaríamos nada menos. Cuando nos desconectamos de la Fuente de la vida, solo hay muerte.
Considera : ¿Por qué crees que la adoración es primordial en el mensaje de los tres ángeles? ¿Cómo puedes asegurarte de estar adorando al Creador y que no has caído en uno de los planes de Satanás para distraerte? ¿De qué manera nos une el mensaje de los tres ángeles?
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Adoración
(heb. generalmente shjh, "inclinación", "adoración"; {tsab [Jer. 44:19];
s
egid; gr. generalmente latréia, "servicio" [religioso], "culto"; latréuç, "servir",
especialmente en relación con las formas externas de adoración; proskunéin,
"postrarse", "besar" [como adoración]; proskunéç, "rendir obediencia
[reverencia]", "postrarse").
Actitud de humildad, reverencia, honor, devoción y adoración que señalan
adecuadamente las relaciones entre los seres creados y su Creador,
particularmente en su presencia. La Biblia enseña que tal adoración es
debida sólo al único Dios verdadero (Ex. 20:1-5; 34:14; Mt. 4:10; Hch. 10:25,
26). Los ángeles, aunque son seres celestiales, no deben ser objeto de
adoración (Ap. 19:10). Un estricto monoteísmo ha de caracterizar el culto
de quienes honran al verdadero Dios, el Creador del cielo y de la Tierra (Dt.
6:4, 5). Además, como Dios es "espíritu" (Jn. 4:23, 24), se prohíbe al
hombre adorarlo mediante representaciones materiales (Dt. 4:12, 15-19).
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El horno de fuego el remanente de Cristo al no adorar imágenes ni idolatría.
El sueño de la gran imagen, que presentaba a Nabucodonosor acontecimientos que llegaban hasta el fin del tiempo, le había sido dado para que comprendiese la parte que le tocaba desempeñar en la historia del mundo y la relación que su reino debía sostener con el reino del cielo. En la interpretación del sueño, se le había instruído claramente acerca del establecimiento del reino eterno de Dios. Daniel había explicado: “Y en los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás se corromperá: y no será dejado a otro pueblo este reino; el cual desmenuzará y consumirá todos estos reinos, y él permanecerá para siempre... El sueño es verdadero, y fiel su declaración.” Daniel 2:44, 45. PR 369.1
El rey había reconocido el poder de Dios al decir a Daniel: “Ciertamente que el Dios vuestro es Dios de dioses, ... y el descubridor de los misterios.” Vers. 47. Después de esto, Nabucodonosor sintió por un tiempo la influencia del temor de Dios; pero su corazón no había quedado limpio de ambición mundanal ni del deseo de ensalzarse a sí mismo. La prosperidad que acompañaba su reinado le llenaba de orgullo. Con el tiempo dejó de honrar a Dios, y resumió su adoración de los ídolos con mayor celo y fanatismo que antes. PR 369.2
Las palabras: “Tú eres aquella cabeza de oro” (Vers. 38), habían hecho una profunda impresión en la mente del gobernante. Los sabios de su reino, valiéndose de esto y de su regreso a la idolatría, le propusieron que hiciera una imagen similar a la que había visto en su sueño, y que la levantase donde todos pudiesen contemplar la cabeza de oro, que había sido interpretada como símbolo que representaba su reino. PR 369.3
Agradándole la halagadora sugestión, resolvió llevarla a ejecución, e ir aun más lejos. En vez de reproducir la imagen tal como la había visto, iba a superar el original. En su imagen no habría descenso de valores desde la cabeza hasta los pies, sino que se la haría por completo de oro, para que toda ella simbolizara a Babilonia como reino eterno, indestructible y todopoderoso que quebrantaría y desmenuzaría todos los demás reinos, y perduraría para siempre. PR 370.1
El pensamiento de afirmar el imperio y establecer una dinastía que perdurase para siempre, tenía mucha atracción para el poderoso gobernante ante cuyas armas no habían podido resistir las naciones de la tierra. Con entusiasmo nacido de la ambición ilimitada y del orgullo egoísta, consultó a sus sabios acerca de cómo ejecutar lo pensado. Olvidando las providencias notables relacionadas con el sueño de la gran imagen, y olvidando también que por medio de su siervo Daniel el Dios de Israel había aclarado el significado de la imagen, y que en relación con esta interpretación los grandes del reino habían sido salvados de una muerte ignominiosa; olvidándolo todo, menos su deseo de establecer su propio poder y supremacía, el rey y sus consejeros de estado resolvieron que por todos los medios disponibles se esforzarían por exaltar a Babilonia como suprema y digna de obediencia universal. PR 370.2
La representación simbólica por medio de la cual Dios había revelado al rey y al pueblo su propósito para con las naciones de la tierra, iba a emplearse para glorificar el poder humano. La interpretación de Daniel iba a ser rechazada y olvidada; la verdad iba a ser interpretada con falsedad y mal aplicada. El símbolo destinado por el Cielo para revelar a los intelectos humanos acontecimientos futuros importantes iba a emplearse para impedir la difusión del conocimiento que Dios deseaba ver recibido por el mundo. En esta forma, mediante las maquinaciones de hombres ambiciosos, Satanás estaba procurando estorbar el propósito divino en favor de la familia humana. El enemigo de la humanidad sabía que la verdad sin mezcla de error es un gran poder para salvar; pero que cuando se usa para exaltar al yo y favorecer los proyectos de los hombres, llega a ser un poder para el mal. PR 370.3
Con recursos de sus grandes tesoros, Nabucodonosor hizo hacer una gran imagen de oro, similar en sus rasgos generales a la que había visto en visión, menos en un detalle relativo al material de que se componía. Aunque acostumbrados a magníficas representaciones de sus divinidades paganas, los caldeos no habían producido antes cosa alguna tan imponente ni majestuosa como esta estatua resplandeciente, de sesenta codos de altura y seis codos de anchura. No es sorprendente que en una tierra donde la adoración de los ídolos era universal, la hermosa e inestimable imagen levantada en la llanura de Dura para representar la gloria, la magnificencia y el poder de Babilonia, fuese consagrada como objeto de culto. Así se dispuso, y se decretó que en el día de la dedicación todos manifestasen su suprema lealtad al poder babilónico postrándose ante la imagen. PR 371.1
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Llegó el día señalado, y un vasto concurso de todos los “pueblos, naciones, y lenguas,” se congregó en la llanura de Dura. De acuerdo con la orden del rey, cuando se oyó el sonido de la música, todos los pueblos “se postraron, y adoraron la estatua de oro.” En aquel día decisivo las potestades de las tinieblas parecían ganar un triunfo señalado; el culto de la imagen de oro parecía destinado a quedar relacionado de un modo permanente con las formas establecidas de la idolatría reconocida como religión del estado en aquella tierra. Satanás esperaba derrotar así el propósito que Dios tenía, de hacer de la presencia del cautivo Israel en Babilonia un medio de bendecir a todas las naciones paganas. PR 371.2
Pero Dios decretó otra cosa. No todos habían doblegado la rodilla ante el símbolo idólatra del poder humano. En medio de la multitud de adoradores había tres hombres que estaban firmemente resueltos a no deshonrar así al Dios del cielo. Su Dios era Rey de reyes y Señor de señores; ante ningún otro se postrarían. PR 371.3
A Nabucodonosor, entusiasmado por su triunfo, se le comunicó que entre sus súbditos había algunos que se atrevían a desobedecer su mandato. Ciertos sabios, celosos de los honores que se habían concedido a los fieles compañeros de Daniel, informaron al rey acerca de la flagrante violación de sus deseos. Exclamaron: “Rey, para siempre vive... Hay unos varones Judíos, los cuales pusiste tú sobre los negocios de la provincia de Babilonia; Sadrach, Mesach, y Abed-nego: estos varones, oh rey, no han hecho cuenta de ti; no adoran tus dioses, no adoran la estatua de oro que tú levantaste.” PR 372.1
El rey ordenó que esos hombres fuesen traídos delante de él. Preguntó: “¿Es verdad Sadrach, Mesach, y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?” Por medio de amenazas procuró inducirlos a unirse con la multitud. Señalando el horno de fuego, les recordó el castigo que los esperaba si persistían en su negativa a obedecer su voluntad. Pero con firmeza los hebreos atestiguaron su fidelidad al Dios del cielo, y su fe en su poder para librarlos. Todos comprendían que el acto de postrarse ante la imagen era un acto de culto. Y sólo a Dios podían ellos rendir un homenaje tal. PR 372.2
Mientras los tres hebreos estaban delante del rey, él se convenció de que poseían algo que no tenían los otros sabios de su reino. Habían sido fieles en el cumplimiento de todos sus deberes. Les daría otra oportunidad. Si tan sólo indicaban buena disposición a unirse con la multitud para adorar la imagen, les iría bien; pero “si no la adorareis—añadió,—en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo.” Y con la mano extendida hacia arriba en son de desafío, preguntó: “¿Qué dios será aquel que os libre de mis manos?” PR 372.3
Vanas fueron las amenazas del rey. No podía desviar a esos hombres de su fidelidad al Príncipe del universo. De la historia de sus padres habían aprendido que la desobediencia a Dios resulta en deshonor, desastre y muerte; y que el temor de Jehová es el principio de la sabiduría, el fundamento de toda prosperidad verdadera. Mirando con calma el horno, dijeron: “No cuidamos de responderte sobre este negocio. He aquí nuestro Dios a quien honramos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.” Su fe quedó fortalecida cuando declararon que Dios sería glorificado libertándolos, y con una seguridad triunfante basada en una fe implícita en Dios, añadieron: “Y si no, sepas, oh rey, que tu dios no adoraremos, ni tampoco honraremos la estatua que has levantado.” PR 372.4
La ira del rey no conoció límites. “Lleno de ira, ... demudóse la figura de su rostro sobre Sadrach, Mesach, y Abednego,” representantes de una raza despreciada y cautiva. Ordenando que se calentase el horno siete veces más que de costumbre, mandó a hombres fuertes de su ejército que atasen a los adoradores del Dios de Israel para ejecutarlos sumariamente.
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Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, y sus calzas, y sus turbantes, y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y porque la palabra del rey daba priesa, y había procurado que se encendiese mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrach, Mesach, y Abed-nego.” PR 373.2
Pero el Señor no olvidó a los suyos. Cuando sus testigos fueron arrojados al horno, el Salvador se les reveló en persona, y juntos anduvieron en medio del fuego. En la presencia del Señor del calor y del frío, las llamas perdieron su poder de consumirlos. PR 373.3
Desde su solio real, el rey miraba esperando ver completamente destruidos a los hombres que le habían desafiado. Pero sus sentimientos de triunfo cambiaron repentinamente. Los nobles que estaban cerca vieron que su rostro palidecía mientras se levantaba del trono y miraba intensamente hacia las llamas resplandecientes. Con alarma, el rey, volviéndose hacia sus señores, preguntó: “¿No echaron tres varones atados dentro del fuego? ... He aquí que yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego, y ningún daño hay en ellos: y el parecer del cuarto es semejante a hijo de los dioses.” PR 373.4
¿Cómo sabía el rey qué aspecto tendría el Hijo de Dios? En su vida y carácter, los cautivos hebreos que ocupaban puestos de confianza en Babilonia habían representado la verdad delante de él. Cuando se les pidió una razón de su fe, la habían dado sin vacilación. Con claridad y sencillez habían presentado los principios de la justicia, enseñando así a aquellos que los rodeaban acerca del Dios al cual adoraban. Les habían hablado de Cristo, el Redentor que iba a venir; y en la cuarta persona que andaba en medio del fuego, el rey reconoció al Hijo de Dios. PR 374.1
Y ahora, olvidándose de su propia grandeza y dignidad, Nabucodonosor descendió de su trono, y yendo a la boca del horno clamó: “Sadrach, Mesach, y Abed-nego, siervos del alto Dios, salid y venid.” PR 374.2
Entonces Sadrach, Mesach y Abed-nego salieron delante de la vasta muchedumbre, y se los vió ilesos. La presencia de su Salvador los había guardado de todo daño, y sólo se habían quemado sus ligaduras. “Y juntáronse los grandes, los gobernadores, los capitanes, y los del consejo del rey, para mirar estos varones, como el fuego no se enseñoreó de sus cuerpos, ni cabello de sus cabezas fué quemado, ni sus ropas se mudaron, ni olor de fuego había pasado por ellos.” PR 374.3
Olvidada quedó la gran imagen de oro, levantada con tanta pompa. En la presencia del Dios viviente, los hombres temieron y temblaron. El rey humillado se vió obligado a reconocer: “Bendito el Dios de ellos, de Sadrach, Mesach, y Abed-nego, que envió su ángel, y libró sus siervos que esperaron en él, y el mandamiento del rey mudaron, y entregaron sus cuerpos antes que sirviesen ni adorasen otro dios que su Dios.” PR 374.4
Lo experimentado aquel día indujo a Nabucodonosor a promulgar un decreto, “que todo pueblo, nación, o lengua, que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrach, Mesach, y Abednego, sea descuartizado, y su casa sea puesta por muladar.” Y expresó así la razón por la cual dictaba un decreto tal: “Por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.” PR 375.1
Con estas palabras y otras semejantes, el rey de Babilonia procuró difundir en todos los pueblos de la tierra su convicción de que el poder y la autoridad del Dios de los hebreos merecían adoración suprema. Y agradó a Dios el esfuerzo del rey por manifestarle reverencia y por hacer llegar la confesión real de fidelidad a todo el reino babilónico . PR 375.2
Era correcto que el rey hiciese una confesión pública, y procurase exaltar al Dios de los cielos sobre todos los demás dioses; pero al intentar obligar a sus súbditos a hacer una confesión de fe similar a la suya y a manifestar la misma reverencia que él, Nabucodonosor se excedía de su derecho como soberano temporal. No tenía más derecho, civil o moral, de amenazar de muerte a los hombres por no adorar a Dios, que lo había tenido para promulgar un decreto que consignaba a las llamas a cuantos se negasen a adorar la imagen de oro. Nunca compele Dios a los hombres a obedecer. Deja a todos libres para elegir a quien quieren servir. PR 375.3
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Mediante la liberación de sus fieles siervos, el Señor declaró que está de parte de los oprimidos, y reprende a todos los poderes terrenales que se rebelan contra la autoridad del Cielo. Los tres hebreos declararon a toda la nación de Babilonia su fe en Aquel a quien adoraban. Confiaron en Dios. En la hora de su prueba recordaron la promesa: “Cuando pasares por las aguas, yo seré contigo; y por los ríos, no te anegarán. Cuando pasares por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.” Isaías 43:2. Y de una manera maravillosa su fe en la Palabra viviente fué honrada a la vista de todos. Las nuevas de su liberación admirable fueron transmitidas a muchos países por los representantes de las diferentes naciones que Nabucodonosor había invitado a la dedicación. Mediante la fidelidad de sus hijos, Dios fué glorificado en toda la tierra. PR 375.4
Importantes son las lecciones que debemos aprender de lo experimentado por los jóvenes hebreos en la llanura de Dura. En esta época nuestra, muchos de los siervos de Dios, aunque inocentes de todo mal proceder, serán entregados para sufrir humillación y ultrajes a manos de aquellos que, inspirados por Satanás, están llenos de envidia y fanatismo religioso. La ira del hombre se despertará en forma especial contra aquellos que santifican el sábado del cuarto mandamiento; y al fin un decreto universal los denunciará como merecedores de muerte. PR 376.1
El tiempo de angustia que espera al pueblo de Dios requerirá una fe inquebrantable. Sus hijos deberán dejar manifiesto que él es el único objeto de su adoración, y que por ninguna consideración, ni siquiera de la vida misma, pueden ser inducidos a hacer la menor concesión a un culto falso. Para el corazón leal, los mandamientos de hombres pecaminosos y finitos son insignificantes frente a la Palabra del Dios eterno. Obedecerán a la verdad aunque el resultado haya de ser encarcelamiento, destierro o muerte. PR 376.2
Como en los días de Sadrach, Mesach y Abed-nego, en el período final de la historia de esta tierra, el Señor obrará poderosamente en favor de aquellos que se mantengan firmemente por lo recto. El que anduvo con los notables hebreos en el horno de fuego acompañará a sus seguidores dondequiera que estén. Su presencia constante los consolará y sostendrá. En medio del tiempo de angustia cual nunca hubo desde que fué nación, sus escogidos permanecerán inconmovibles. Satanás, con toda la hueste del mal, no puede destruir al más débil de los santos de Dios. Los protegerán ángeles excelsos en fortaleza, y Jehová se revelará en su favor como “Dios de dioses,” que puede salvar hasta lo sumo a los que ponen su confianza en él.
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El misterio de la iniquidad la falsa adoración mundial.
El apostol Pablo, en su segunda carta a los Tesalonicenses, predijo la gran apostasía que daría como resultado el establecimiento del poder papal. Declaró que el día de Cristo no vendría, “sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”. Y más adelante advirtió a sus hermanos acerca de que “ya está en acción el misterio de la iniquidad”. 2 Tesalonicenses 2:3, 4, 7. Ya en aquella época vio cómo se introducían subrepticiamente en la iglesia los errores que habrían de preparar el camino para el desarrollo del papado. HR 342.1
Poco a poco, al principio con cautela y en silencio, y más tarde en forma más abierta, el misterio de la iniquidad llevó a cabo su obra engañosa y blasfema, y aumentó su fortaleza para lograr el dominio de las mentes de los hombres. Casi imperceptiblemente las costumbres paganas se introdujeron en la iglesia cristiana. El espíritu de transigencia y conformidad fue restringido por un tiempo por causa de la fiera persecución que sufrió la iglesia bajo el paganismo. Pero cuando la persecución cesó, y el cristianismo entró en las cortes y los palacios de los reyes, la iglesia puso a un lado la humilde sencillez de Cristo y los apóstoles, para adoptar la pompa y el orgullo de los sacerdotes y gobernantes paganos; y en lugar de los mandamientos de Dios puso teorías y tradiciones humanas. La conversión nominal de Constantino a principios del siglo IV causó gran regocijo, y el mundo, recubierto con el manto de la justicia, se introdujo en la iglesia. De allí en adelante la obra corruptora progresó rápidamente. El paganismo, vencido en apariencias, fue realmente el vencedor. Su espíritu dominó a la iglesia. Sus doctrinas, ceremonias y supersticiones llegaron a formar parte de la fe y el culto de los profesos seguidores de Cristo. HR 342.2
Esta mezcla de paganismo y cristianismo dio como resultado el desarrollo del hombre de pecado predicho en la profecía, que habría de oponerse a Dios y exaltarse sobre él. Ese gigantesco sistema de religión falsa es la obra maestra del poder de Satanás; un monumento a sus esfuerzos por ocupar el trono y gobernar la tierra de acuerdo con su voluntad. HR 343.1
Con el fin de obtener ventajas y honores mundanos, la iglesia procuró el favor y el apoyo de los grandes hombres de la tierra, y al rechazar de ese modo a Cristo, fue inducida a rendir lealtad al representante de Satanás, es a saber, al obispo de Roma. HR 343.2
Una de las doctrinas cardinales del catolicismo es que el papa es la cabeza visible de la iglesia universal de Cristo, investido con autoridad suprema sobre los obispos y los pastores en todo el mundo. Más aún, el papa se ha arrogado los mismos títulos de la Divinidad. HR 343.3
Satanás sabía muy bien que las Sagradas Escrituras capacitarían a los hombres para descubrir sus engaños y resistir su poder. Incluso el Salvador del mundo resistió sus ataques por medio de la Palabra. En cada uno de sus asaltos Cristo empleó el escudo de la verdad eterna al decir: “Escrito está”. A cada sugerencia del adversario opuso la sabiduría y el poder de la Palabra. Para que Satanás pudiera conservar su dominio sobre los hombres y afirmar la autoridad del usurpador papal, debía mantenerlos ignorantes acerca de las Escrituras. La Biblia exalta a Dios y pone al hombre finito en su correcta ubicación; por lo tanto, sus sagradas verdades deben mantenerse ocultas y mejor suprimidas. Esa fue la lógica adoptada por la Iglesia de Roma. Por cientos de años impidió la circulación de la Biblia. Se prohibía a la gente que la leyera o que la tuviera en sus hogares, y sacerdotes y prelados carentes de principios interpretaban sus enseñanzas de manera que apoyaran sus pretensiones. De esa manera el papa llegó a ser casi universalmente reconocido como representante de Dios en la tierra, dotado de autoridad suprema sobre la iglesia y el estado.
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El espiritismo hechicería Aparición de la virgen María de los muertos por parte de Satanás . .
La doctrina de la inmortalidad del alma ha preparado el camino para el espiritismo moderno. Si se admite a los muertos ante la presencia de Dios y de los santos ángeles, y se les da el privilegio de disponer de un conocimiento muy superior al que antes poseían, ¿por qué no podrían regresar a la tierra para iluminar e instruir a los vivientes? ¿Cómo pueden rechazar los que creen que los muertos son conscientes lo que les llega como luz divina transmitida por medio de espíritus glorificados? Este es una canal que se considera sagrado, por cuyo medio Satanás obra para cumplir sus propósitos. Los ángeles caídos que ejecutan sus órdenes aparecen como mensajeros del mundo de los espíritus. Mientras pretende poner a los vivos en comunicación con los muertos, el enemigo ejerce sobre sus mentes su mágica influencia. HR 412.1
Tiene poder incluso para hacer surgir delante de los hombres la apariencia de sus amigos fallecidos. La falsificación es perfecta: la expresión familiar, las palabras, el tono de la voz, son reproducidos con maravillosa nitidez. Muchos se consuelan con la seguridad de que sus amados están disfrutando de las venturas celestiales, y sin sospechar del peligro prestan oídos a espíritus seductores y a doctrinas de demonios. HR 412.2
Cuando se los convence de que los muertos en realidad regresan para comunicarse con ellos, Satanás hace aparecer a los que descendieron a la tumba sin estar preparados. Dicen que están felices en el cielo, e incluso que ocupan puestos elevados allí; y así se enseña por todas partes el error de que no hay diferencia entre los justos y los impíos. Los pretendidos visitantes del mundo de los espíritus algunas veces formulan advertencias o amonestaciones que resultan correctas. Entonces, cuando han logrado infundir confianza, presentan doctrinas que minan directamente la fe en las Escrituras. Al aparentar profundo interés en el bienestar de sus amigos de la tierra, insinúan los más peligrosos errores. El hecho de que dicen algunas verdades, y a veces son capaces de predecir eventos futuros, da a sus declaraciones una apariencia de veracidad; y las multitudes aceptan tan rápidamente esas falsas enseñanzas, como si fueran las más sagradas verdades de la Biblia. Se pone a un lado la ley de Dios, se desprecia el Espíritu de gracia y se desconoce la santidad de la sangre del pacto. Los espíritus niegan la divinidad de Cristo e incluso ponen al Creador a su misma altura. De este modo, bajo un nuevo disfraz, el gran rebelde prosigue su lucha contra Dios, que comenzó en el cielo, y que por casi seis mil años ha continuado en la tierra. HR 412.3
Muchos tratan de explicar las manifestaciones espiritistas atribuyéndolas enteramente a fraudes y prestidigitación por parte del médium. Aunque es cierto que numerosas veces se han presentado trucos como si fueran manifestaciones genuinas, tambien ha habido señaladas demostraciones de poder sobrenatural. Los ruidos misteriosos con los cuales comenzó el espiritismo moderno no fueron el resultado de trucos o habilidades humanos, sino obra directa de ángeles malignos, que de ese modo introdujeron uno de los engaños más eficaces para la destrucción de las almas. Muchos serán entrampados gracias a su opinión de que el espiritismo es sólo impostura humana; cuando se enfrenten con manifestaciones evidentemente sobrenaturales serán engañados e inducidos a aceptarlas como el gran poder de Dios. HR 413.1
Esas personas pasan por alto el testimonio de las Escrituras con respecto a las maravillas realizadas por Satanás y sus instrumentos. Con la ayuda del enemigo los magos de Egipto pudieron falsificar la obra de Dios. El apóstol Juan, al describir el poder milagroso que se manifestará en los últimos días, dice: “También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer”. Apocalipsis 13:13, 14. No se trata aquí de meras imposturas. Se engaña a los hombres mediante los milagros que los intrumentos de Satanás pueden realizar, y no por los que pretenden hacer.
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LA SANTA LEY DEL CIELO SINAI NOS MUESTRA NUESTROS PECADOS NO PARA COMETER PECADO .
1Timoteo1:8
Sí, ya sabemos que la Ley es buena, con tal que se la tome como ley,
9 teniendo bien presente que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreligiosos y profanadores, para los parricidas y matricidas, para los asesinos,
10 adúlteros, homosexuales, traficantes de seres humanos, mentirosos, perjuros y para todo lo que se opone a la sana doctrina,
1 Timoteo 1-> Ver.
[V.8-> Ley. Como esos supuestos maestros (1Ti 1:7) elaboraban sus mitos inútiles sacándolos supuestamente de la ley judaica y pervirtiendo las solemnes verdades del Evangelio, Pablo presenta la “ley” en su debida perspectiva. No quiere que su crítica contra los “doctores de la ley” (1Ti 1:7) se interprete como que estuviera desestimando la “ley”. Que Pablo incluye aquí preceptos morales es evidente por los 1Ti 1:9 y 1Ti 1:10, que resumen varios principios del Decálogo (cf. Exo 20:1-17). Buena. Gr. kalós, “excelente”. La ley es “buena” porque cumple bien el propósito para el cual fue hecha. Legítimamente. Es decir, con el propósito para el cual se dio. Considerarla como una simple colección de reglamentos para argumentar en cuanto a ellos, o como tema para una inútil discusión filosófica (1Ti 1:3-7), o como un medio de salvación (ver com. Rom 3:20; cf. Rom 4:14; Gal 3:17; Gal 3:19-25; Gal 5:4), es pervertir la ley y abusar de ella. En cuanto a la naturaleza eterna y el propósito de la ley moral, ver com. Rom 3:31. ]
1 Timoteo 1-> Ver. 9
[V.9-> Para el justo. El apóstol no enseña que el cristiano ya no está obligado a obedecer los Diez Mandamientos (ver com. Rom 3:31). Jesús no vino para liberar a los hombres de la observancia de los mandamientos, sino para mostrarles la posibilidad de la obediencia y proporcionar el poder necesario para una victoria completa sobre el pecado (ver. com. Rom 8:4); sin embargo, la ley no continúa condenando al que ha sido justificado, aunque permanece como su norma de conducta (ver com. Rom 6:14). Transgresores. Es decir, los que se oponen a la ley, o no la cumplen. Desobedientes. O “rebeldes”. El pecado es rebelión contra la autoridad de Dios. Cuando un ser creado se resiste a vivir en armonía con las leyes del universo, presume que su opinión es más sabia que la de Dios. La rebelión contra la autoridad produce la dramática lista que sigue. Impíos. Es decir, irreligiosos. Profanos. Los que no hacen distinción entre lo santo y lo secular, los que no tienen en cuenta al Dios viviente y sólo viven en un plano secular como sucedió con Esaú (Heb 12:16). Este término y los cinco anteriores se refieren específicamente a la violación de los primeros cuatro mandamientos del Decálogo. En 1Ti 1:10 se describen las transgresiones de un ser humano contra otro. ]
1 Timoteo 1-> Ver.
[V.10-> Fornicarios. Ver com. Exo 20:14. Sodomitas. U homosexuales. Secuestradores. O “traficantes de esclavos”. La esclavitud ha pesado como una maldición sobre la humanidad desde la antigüedad. Dios se esforzó por medio de Israel para restablecer la dignidad individual (ver com. Exo 21:16; Deu 24:7). Pablo también amplía aquí el verdadero valor del individuo. Mentirosos. Ver com. Exo 20:16. Perjuros. Los que mienten después de haber jurado decir la verdad. Sana. Gr. hugiáinō, “estar sano”. Aquí y en el 1Ti 1:9 Pablo presenta un severo cuadro de los que desafían la ley de Dios. El oponerse a la voluntad de Dios produce un deterioro del cuerpo, la mente y el alma (ver com. Rom 1:21-32). La verdad practicada en la vida es lo único que puede traer paz a la mente y vitalidad al cuerpo. La palabra “higiene” deriva de hugiáinō. ]
1 Timoteo 1-> Ver.
[V.11-> Evangelio. Continúa Pablo con su condenación de los impíos que aspiraban a ser “maestros” en la iglesia. Esos pretendidos maestros estaban aplicando la ley en una forma contraria a su legítimo propósito. La ley, en vez de revelarles sus pecados (1Ti 1:9), se convirtió en una fuente de especulaciones intelectuales y de minuciosos argumentos (ver com. 1Ti 1:4). Para usar la ley “legítimamente” (1Ti 1:8) debe vérsela dentro del contexto del “glorioso evangelio del Dios bendito” y usársela debidamente. La ley y el “evangelio” no pueden estar separados porque se necesitan mutuamente dentro del plan de Dios 299 (PVGM 99). La ley usada “legítimamente” (ver com. Rom 3:20; Rom 3:31; Gal 3:24) amplía la gloria “del Dios bendito” y revela cuán oportuno y adecuado es realmente el “evangelio”. Pablo les da su debido lugar a ambos: a la ley y al Evangelio. El Evangelio revela la gloria de Dios. El hombre puede ahora contemplar en Jesucristo el solícito interés de su Padre celestial, que no ha dejado nada sin hacer en el programa de revelar su amor y misericordia para los seres humanos (2Co 4:6; Efe 1:6). A mí me ha sido encomendado. O “se me ha confiado” (BJ). Este solemne sentido de responsabilidad era la fuerza que impulsaba el ministerio de Pablo y le daba autoridad para escribir cartas como 1 Timoteo (ver com. 1Ti 1:1). Cada ministro debe experimentar la convicción básica de que a él le ha sido confiada la solemne obra de revelar la gloria de Dios. ]
1 Timoteo 1-> Ver.
[V.12-> Doy gracias. Por el honor de habérsele confiado el Evangelio (1Ti 1:11). Los 1Ti 1:12-16 revelan cuán humilde era Pablo al evaluar sus propias insuficiencias; sin embargo, al usar “legítimamente” la ley (1Ti 1:8) llegó a ser un hombre nuevo y un testigo viviente del poder salvador de Dios. Por lo tanto, lo que Dios pudo hacer con él, el “primero” de los pecadores (1Ti 1:15), podía también hacerlo con cualquier otro hombre. Fortaleció. Gr. endunamóō, “dar poder”. Pablo no dependía de sus propios méritos para llevar a cabo la misión divina. Cada pastor puede valerse de los recursos del poder divino al enfrentarse a los problemas del ministerio. Fiel. Es decir, digno de confianza. El cálido corazón de Pablo se llenaba de gratitud al considerar que Dios lo honraba con su confianza. La respuesta de una persona sincera es hacer todo lo posible para defender la confianza que Dios le dispensa. Ministerio. O “servicio”. ]
1 Timoteo 1-> Ver.
[V.13-> Blasfemo. Pablo había sido un “blasfemo” (ver com. Hch 9:4-5; Hch 26:9-11); pero ahora repasa su vida para hacer resaltar el poder de la gracia de Dios (ver com. 1Ti 1:14) y el resultado de usar “legítimamente” de la ley (ver com. 1Ti 1:8). Perseguidor. Ver com. Hch 9:1; Hch 9:4-5; Hch 22:4; Hch 26:9-14; Gal 1:13; Gal 1:23; Fil 3:6. Injuriador. O “insolente” (BJ, BC). Ver com. Rom 1:30. Por ignorancia. Pablo sinceramente creía que estaba sirviendo a Dios (ver com. Jn 16:2; Hch 23:1; Hch 24:16; Hch 26:9). Su conducta equivocada no había llegado al punto de hacer que pecara voluntariamente contra su conciencia y el Espíritu Santo (ver com. Mat 12:31-32; Heb 10:26-27; ver 2JT 141). Pero cuando vio claramente la majestad de Jesús, su incredulidad fue vencida, fue obediente a “la visión celestial” (ver com. Hch 26:19). ]
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Adorad al creador, exaltad a Jesús como el creador.
Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Apocalipsis 14:7.
El deber de adorar a Dios estriba en el hecho de que él es el Creador, y que a él todos los demás seres deben su existencia. Y cada vez que la Biblia presenta el derecho de Jehová a nuestra reverencia y adoración con preferencia a los dioses de los paganos, menciona las pruebas de su poder creador. “Todos los dioses de los pueblos son ídolos; mas Jehová hizo los cielos”. Salmos 96:5. “¿A quién pues me compararéis, para que yo sea como él? dice el Santo. ¡Levantad hacia arriba vuestros ojos, y ved! ¿Quién creó aquellos cuerpos celestes?” “Así dice Jehová, Creador de los cielos (él solo es Dios), el que formó la tierra y la hizo;... ¡Yo soy Jehová, y no hay otro Dios!” Isaías 40:25-26; 45:18 (VM).
Dice el salmista: “Reconoced que Jehová él es Dios: él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos”. “¡Venid, postrémonos, y encorvémonos; arrodillémonos ante Jehová nuestro Hacedor!” Salmos 100:3; 95:6 (VM). Y los santos que adoran a Dios en el cielo dan como razón del homenaje que le deben: “¡Digno eres tú, Señor nuestro y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas!” Apocalipsis 4:11 (VM).
En el capítulo 14 del Apocalipsis se exhorta a los hombres a que adoren al Creador, y la profecía expone a la vista una clase de personas que, como resultado del triple mensaje, guardan los mandamientos de Dios. Uno de estos mandamientos señala directamente a Dios como Creador. El cuarto precepto declara: “El séptimo día será Sábado a Jehová tu Dios: ...porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay; y en el día séptimo reposó; por tanto Jehová bendijo el día del Sábado, y lo santificó”. Éxodo 20:10-11 (V. Valera). “Respecto al sábado, el Señor dice además, que será una señal... para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios”. Ezequiel 20:20; Ibid. Y la razón aducida es: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó, y reposó”. Éxodo 31:17...
Mientras el ser él nuestro Creador siga siendo motivo para que le adoremos, el sábado seguirá siendo señal conmemorativa de ello. Si el sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos e inclinaciones de los hombres se habrían dirigido hacia el Creador como objeto de reverencia y adoración, y nunca habría habido un idólatra, un ateo, o un incrédulo. La observancia del sábado es señal de lealtad al verdadero Dios, “que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua”. Resulta pues que el mensaje que manda a los hombres adorar a Dios y guardar sus mandamientos, los ha de invitar especialmente a observar el cuarto mandamiento sábado séptimo día .
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La energía creadora de Dios sostiene el universo, exaltad a Jesús como el creador.
El es quien cubre de nubes los cielos, el que prepara la lluvia para la tierra, el que hace a los montes producir hierba. El da a la bestia su mantenimiento, y a los hijos de los cuervos que claman. Salmos 147:8-9. EJ 61.1
Aunque la Biblia debe ocupar el primer lugar en la educación de los niños y jóvenes, el libro de la naturaleza le sigue en importancia. Las obras creadas por Dios testifican de su amor y poder. El ha llamado al mundo a la existencia, con todo lo que contiene. Dios ama lo bello; y en el mundo que ha preparado para nosotros, no sólo nos ha dado todo lo necesario para nuestra comodidad, sino que ha llenado los cielos y la tierra de belleza. Vemos su amor y cuidado en los ricos campos del otoño, y su sonrisa en la alegre luz del sol. Su mano ha hecho las rocas como castillos y las sublimes montañas. Los altos árboles crecen a su orden; él ha extendido la verde y aterciopelada alfombra de la tierra, y la ha tachonado de arbustos y flores. EJ 61.2
¿Por qué revistió él la tierra y los árboles de verde vivo, en vez de un marrón oscuro y sombrío? ¿No es acaso para que fuesen más agradables a la vista? ¿Y no se llenará nuestro corazón de gratitud al ver las evidencias de su sabiduría y amor en las maravillas de su creación? EJ 61.3
La misma energía creadora que sacó el mundo a la existencia, sigue manifestándose en el sostenimiento del universo y en la continuación de las operaciones de la naturaleza. La mano de Dios guía los planetas en su marcha ordenada a través de los cielos. No se debe a un poder inherente el que la tierra continúe su movimiento en derredor del sol año tras año, y produzca sus bendiciones. La palabra de Dios controla los elementos. El cubre los cielos de nubes y prepara la lluvia para la tierra. Hace fructíferos los valles, y “hace a los montes producir hierba”. Salmos 147:8. Por su poder florece la vegetación, aparecen las hojas y se abren las flores. EJ 61.4
Todo el mundo natural está destinado a ser intérprete de las cosas de Dios. Para Adán y Eva en su hogar del Edén, la naturaleza estaba llena del conocimiento de Dios, rebosante de instrucción divina. Para sus oídos atentos, hacía repercutir la voz de la sabiduría. La sabiduría hablaba al ojo y era recibida en el corazón; porque ellos comulgaban con Dios en sus obras creadas. Tan pronto como la santa pareja transgredió la ley del Altísimo, el esplendor del rostro de Dios se apartó de la faz de la naturaleza. Esta ahora está arruinada y mancillada por el pecado. Pero las lecciones objetivas de Dios no se han obliterado; aún ahora, cuando se las estudia e interpreta correctamente, hablan de su Creador.
Será especialmente valioso para los niños y los jóvenes nerviosos que hallan agotadoras y difíciles de recordar las lecciones de los libros. Hay salud y felicidad para ellos en el estudio de la naturaleza; y las impresiones hechas no se desvanecerán de su mente, porque quedarán asociadas con objetos que están continuamente delante de sus ojos.
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La primera semana de la tierra, exaltad a Jesús como el creador.Apoc 14:7 Decía con fuerte voz: «Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su Juicio; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.»
Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. Éxodo 20:11.
El ciclo semanal de siete días literales, seis para trabajar y el séptimo para descansar, preservado y trasmitido mediante la historia bíblica, tuvo su origen en los grandes acontecimientos de los primeros siete días. EJ 46.2
Cuando Dios promulgó su ley en forma audible desde el Sinaí, introdujo el mandamiento del sábado: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”. Luego declaró inequívocamente lo que se debe hacer durante los primeros seis días, y qué se debe hacer en el séptimo. Luego, como razón para observar la semana de ese modo, les recuerda su propio ejemplo en los primeros siete días de tiempo. “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”. Éxodo 28:8, 11. EJ 46.3
Esta razón resulta hermosa y convincente únicamente cuando comprendemos que el registro de la creación habla de días literales. Los primeros seis días de cada semana le fueron dados al hombre para trabajar, porque Dios empleó el mismo período de la primera semana en la obra de la creación. Apartó el séptimo día para que fuera un día de reposo, en conmemoración de su propio descanso durante el mismo período, después de terminar la obra de la creación en seis días. EJ 46.4
Pero la suposición infiel que pretende que los acontecimientos de la primera semana requirieron siete períodos largos y de duración indefinida, atenta directamente contra el fundamento del sábado del cuarto mandamiento. Hace oscuro e indefinido aquello que Dios hizo sumamente claro... EJ 46.5
Los geólogos infieles aseguran que el mundo es mucho más antiguo de lo que el registro bíblico indica. Rechazan el testimonio de la Biblia, debido a que contiene elementos que, para ellos, no son evidencias tomadas de la misma tierra, de que el mundo ha existido durante decenas de miles de años. Y muchos que profesan creer la historia bíblica se desconciertan porque no pueden dar razón acerca de cosas maravillosas que encuentran en la tierra, observadas desde el punto de vista de que la semana de la creación tuvo solamente siete días literales, y que el mundo actualmente no tiene sino alrededor de seis mil años de edad... EJ 46.6
Sin la historia de la Biblia, la geología no puede probar nada. Las reliquias que se encuentran en la tierra dan evidencia de un estado pasado de cosas, que difiere en muchos respectos del presente. Pero la época de su existencia y la extensión del período durante el cual estas cosas han estado en la tierra, se pueden comprender únicamente mediante la historia bíblica... Cuando los seres humanos no toman en cuenta la Palabra de Dios con respecto a la historia de la creación, y tratan de explicar la obra creadora del Señor mediante la aplicación de principios naturales, se aventuran en un océano ilimitado de incertidumbre. De qué manera realizó Dios la obra de la creación en seis días literales, es algo que nunca ha revelado a los mortales. Su obra creadora es tan incomprensible como su existencia.—
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Cristo vivió una vida de humilde obediencia.
Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen. Hebreos 5:8-9.
Cristo vino a nuestro mundo y vivió en un hogar de aldeanos. Vistió las mejores ropas que sus padres pudieron proveerle, pero fueron ropas de campesino. Anduvo por ásperos senderos y escaló las pronunciadas laderas de las colinas y montañas. Cuando caminaba por las calles estaba aparentemente solo, porque los ojos humanos no podían contemplar a sus asistentes celestiales. Aprendió el oficio de carpintero, para poder señalar como honorable y ennoblecedora toda labor honesta realizada por los que trabajan con la mira puesta en la gloria de Dios... DNC 287.2
Cristo, el Señor de toda la tierra, fue un humilde artesano. No fue comprendido, y se lo trató con desdén y desprecio. Pero había recibido su comisión y autoridad del poder más elevado, del Soberano del cielo. Los ángeles fueron sus servidores, porque Cristo estaba ocupado en los negocios de su Padre tanto cuando trabajaba junto al banco de carpintero como cuando realizaba milagros para las multitudes. Pero ocultó el secreto de la vista del mundo. No antepuso títulos elevados a su nombre a fin de que su posición fuera comprendida, sino que vivió la ley real de Dios. Su obra comenzó al ennoblecer el humilde oficio del artesano que debía esforzarse por lograr su pan cotidiano... Si la vida de Cristo hubiera transcurrido entre los grandes y los ricos, el mundo de los que debían trabajar duramente se habría visto privado de la inspiración que el Señor quería que tuviera. DNC 287.3
La vida de Cristo fue mansa y humilde. Eligió esa vida a fin de poder ayudar a la familia humana. No se colocó sobre un trono como el Comandante de toda la tierra. Dejó a un lado su manto real, se quitó la corona regia para ser uno de los componentes de la familia humana. No tomó sobre sí la naturaleza de los ángeles. Su obra no fue el oficio sacerdotal de acuerdo con las designaciones de los hombres. Era imposible para éstos comprender su exaltada posición a menos que el Espíritu Santo la hiciera conocer. En nuestro favor revistió su divinidad con humanidad y descendió del trono real. Renunció a su posición de Comandante de las cortes celestiales... De esta manera, ocultó su gloria bajo la apariencia de la humanidad para poder tocar a la humanidad con su poder divino y transformador
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DIOS CRISTO PADRE CELESTIAL ESPIRITU SANTO CREADOR .
Génesis 1-> Ver. 1En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
[V.1-> En el principio. Estas palabras nos recuerdan que todo lo humano tiene un principio. Sólo Aquel que está entronizado como el soberano Señor del tiempo no tiene principio ni fin. De modo que las palabras con que comienzan las Escrituras trazan un decidido contraste entre todo lo que es humano, temporal y finito, y lo que es divino, eterno e infinito. Al hacernos recordar nuestras limitaciones humanas, esas palabras nos señalan a Aquel que es siempre el mismo, y cuyos años no tienen fin (Heb 1:10-12; Sal 90:2; Sal 90:10). Nuestra mente finita no puede pensar en "el principio" sin pensar en Dios, pues él "es el principio" (Col 1:18; cf. Jn 1:1-3). La sabiduría y todos los otros bienes tienen su principio con él (Sal 111:10; Stg 1:17). Y si alguna vez hemos de asemejarnos de nuevo a nuestro Hacedor, nuestra vida y todos nuestros planes deben tener un nuevo principio en él (Gen 1:26; Gen 1:27; cf. Jn 3:5; Jn 3:1-3). Tenemos el privilegio de disfrutar de la confiada certeza de que "el que comenzó" en nosotros "la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Fil 1:6). El es "el autor y consumador de la fe" (Heb 12:2). Nunca olvidemos el hecho sublime implícito en estas palabras: "En el principio... Dios". Este primer versículo de las Sagradas Escrituras hace resaltar decididamente una de las seculares controversias entre los cristianos que creen en la Biblia, por un lado, y los escépticos ateos y materialistas de diversos matices por el otro. Estos últimos, que procuran en diferentes formas y en diversos grados explicar el universo sin Dios, sostienen que la energía es eterna. Si esto fuera verdad y si la materia tuviera el poder de evolucionar, primero de las formas más simples de la vida, yendo después a las más complejas hasta llegar al hombre, ciertamente Dios sería innecesario. Gen 1:1 afirma que Dios es antes de todo lo que existe y que es, en forma excluyente, la única causa de todo lo demás. Este versículo es el fundamento de todo pensar correcto en cuanto al mundo material. Aquí resalta la impresionante verdad de que, "al formar el mundo, Dios no se valió de materia preexistente" (3JT 258). El panteísmo, la antigua herejía que despoja a Dios de personalidad al diluirlo por todo el universo, haciéndolo así sinónimo de la totalidad de la creación, también queda expuesto y refutado en Gen 1:1. No hay base para la doctrina del panteísmo cuando uno cree que Dios vivió sereno y supremo antes de que hubiera una creación y, por lo tanto, está por encima y aparte de lo que ha creado. Ninguna declaración podría ser más apropiada como introducción de las Sagradas Escrituras. Al principio el lector conoce a un Ser omnipotente, que posee personalidad, voluntad y propósito, existiendo antes que todo lo demás y que, por lo tanto sin depender de nadie más, ejerció su voluntad divina y "creó los cielos y la tierra". No debiera permitirse que ningún análisis de cuestiones secundarias concernientes al misterio de una creación divina, ya sea en cuanto al tiempo o al método, oscureciera el hecho de que la verdadera línea divisoria entre una creencia verdadera y una falsa acerca del tema de Dios y el origen de nuestra tierra consiste en la aceptación o el rechazo de la verdad que hace resaltar este versículo. Aquí mismo debiera expresarse una palabra de precaución. Durante largos siglos los teólogos han especulado con la palabra "principio", esperando descubrir más de los caminos misteriosos de Dios de lo que la sabiduría infinita ha visto conveniente revelar. Por ejemplo, véase en la nota adicional al final de este capítulo lo expuesto en cuanto a la teoría de la creación basada en un falso cataclismo y restauración. Pero es ociosa toda especulación. No sabemos nada del método de la creación más allá de la sucinta declaración mosaica: "Dijo Dios", "y fue así", que es la misteriosa y majestuosa nota dominante en el himno de la creación. Establecer como la base de nuestro razonamiento que Dios tiene que haber hecho así y asá al crear el mundo, pues de lo contrario las leyes de la naturaleza hubieran sido violadas, es oscurecer el consejo con palabras y dar ayuda y sostén a los escépticos que siempre han insistido en que todo el registro mosaico es increíble porque, según se pretende, viola las leyes de la naturaleza. ¿Por qué deberíamos ser más sabios que lo que está escrito? Muy en especial, nada se gana con especular acerca de cuándo fue creada la materia que constituye nuestro planeta. Respecto al factor temporal de la creación de nuestra tierra y todo lo que depende de esto, el Génesis hace dos declaraciones: (1) "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Gen 1:1). (2) "Acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo" (Gen 2:2). Los pasajes afines no añaden nada a lo que se presenta en estos dos textos en cuanto al tiempo implicado en la creación. A la pregunta: ¿Cuándo creó Dios "los cielos y la tierra"? y a la pregunta: ¿Cuándo completó Dios su obra?, tan sólo podemos contestar: "Acabó Dios en el día séptimo la obra" (Gen 2:2), "porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día" (Exo 20:11). Estas observaciones acerca del relato de la creación no se hacen con el propósito de cerrar el debate, sino como una confesión de que no estamos preparados para hablar con certeza si vamos más allá de lo que está claramente revelado. El mismo hecho de que tanto dependa del relato de la creación, aun el edificio completo de las Escrituras, impulsa al piadoso y prudente estudiante de la Biblia a restringir sus declaraciones a las palabras explícitas de las Sagradas Escrituras. Ciertamente, cuando el amplio campo de la especulación lo tienta a perderse en divagaciones en áreas no diagramadas de tiempo y espacio, no puede hacer nada mejor que enfrentar la tentación con la sencilla réplica: "Escrito está". Siempre hay seguridad dentro de los límites protectores de las comillas bíblicas. Creó Dios. El verbo "crear" viene del hebreo bara', que en la forma en que se usa aquí describe una actividad de Dios, nunca de los hombres, Dios crea "el viento" (Amo 4:13), "un corazón limpio" (Sal 51:10) y "nuevos cielos y nueva tierra" (Isa 65:17). Las palabras hebreas que traducimos "hacer", 'asah, "formar", yatsar y otras, frecuentemente (pero no en forma exclusiva) se usan en relación con la actividad humana, porque presuponen materia preexistente. Estas tres palabras se usan para describir la creación del hombre. Las mismísimas primeras palabras de la Biblia establecen que la creación lleva la marca de la actividad propia de Dios. El pasaje inicial de las Sagradas Escrituras familiariza al lector con un Dios a quien deben su misma existencia todas las cosas animadas e inanimadas (Heb 11:3). La "tierra" aquí mencionada evidentemente no es el terreno seco que no fue separado de las aguas hasta el tercer día, sino todo nuestro planeta.]
Génesis 1-> Ver. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.
[V.2-> Desordenada y vacía. Más exactamente "desolada y vacía", tóhu wabóhu. Esto implica un estado de desolación y vacuidad, pero sin implicar que la tierra una vez fue perfecta y después quedó arruinada o desolada. 221 Cuando aparecen juntas las palabras tóhu wabóhu en otros pasajes, tales como Isa 34:11; Jer 4:23, parecen ser prestadas de este texto, pero la palabra tóhu se emplea con frecuencia sola como sinónimo de inexistencia o la nada (Isa 40:17; Isa 40:23; Isa 49:4). Jnb 26:7 muestra el significado correcto de esta palabra. La segunda parte de este versículo declara que Dios "cuelga la tierra sobre nada" y la primera mitad presenta el paralelo "él extiende el norte sobre tóhu [vacío]". Este texto de Job muestra claramente el significado de tóhu en Gen 1:2, en el cual este vocablo y su sinónimo bóhu indican que la tierra estaba informe y sin vida. Sus elementos estaban todos mezclados, sin ninguna organización e inanimados. Tinieblas estaban sobre la faz del abismo. El "abismo", de una raíz que significa "rugir", "bramar", se aplica con frecuencia a las aguas bramadoras, a las olas rugientes, o a una inundación y de ahí las profundidades del mar (Sal 42:7; Exo 15:5; Deu 8:7; Jnb 28:14; Jnb 38:16). "Abismo" es una palabra antigua y se usa aquí como sustantivo propio. Los babilonios, quienes retuvieron algunas vagas reminiscencias del relato de la verdadera creación durante muchos siglos, en realidad personificaron esta palabra tehom y la aplicaron a su deidad mitológico, Tiamat, de cuyo cadáver creían que se creó la tierra. El registro bíblico muestra que originalmente no había luz sobre la tierra y que la materia de la superficie estaba en un estado fluido porque "la faz del abismo" es paralela con "la faz de las aguas" en este versículo. El Espíritu de Dios se movía. "Espíritu", rúaj. En armonía con la forma en que se usa en las Escrituras, el Espíritu de Dios es el Espíritu Santo, la tercera persona de la Deidad. Partiendo de aquí y a través de todas las Escrituras, el Espíritu de Dios ejerce el papel del agente divino de Dios en todos los actos creadores; ya sea de la tierra, de la naturaleza, de la iglesia, de la nueva vida o del hombre nuevo. Véase el comentario del Gen 1:26 para una explicación de la relación de Cristo con la creación. La palabra aquí traducida "movía" es merajéfeth, que no puede traducirse correctamente "empollaba", aunque tiene este significado en siriaco, un dialecto arameo postbíblico. La palabra aparece sólo dos veces en otras partes del AT. En Jer 23:9, donde tiene el significado de "temblar" o "sacudir", al paso que en Deu 32:11 se usa para describir el revolotear del águila sobre sus crías. El águila no está empollando sobre sus hijuelos vivientes, sino que se cierne vigilante para protegerlos. La obra del Espíritu de Dios debía tener alguna relación con la actividad que estaba por iniciarse luego, y una actividad que hiciera salir orden del caos. El Espíritu de Dios ya estaba presente, listo para actuar tan pronto como se diera la orden. El Espíritu Santo siempre ha estado haciendo precisamente esa obra. Este Agente divino siempre ha estado presente para ayudar en la obra de la creación y de la redención, para reprochar y fortalecer a las almas descarriadas, para consolar a los dolientes y para presentar a Dios las oraciones de los creyentes en una forma aceptable.]
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La Tierra huye de su hacedor a su segunda venida los impíos. Apoc 19: .11 Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo monta se llama «Fiel» y «Veraz»; y juzga y combate con justicia.
12 Sus ojos, llama de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce;
13 viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios.
14 Y los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre caballos blancos.
15 De su boca sale una espada afilada para herir con ella a los paganos; él los regirá con cetro de hierro; él pisa el lagar del vino de la furiosa cólera de Dios, el Todopoderoso.
16 Lleva escrito un nombre en su manto y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de Señores.
Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira. Y como gacela perseguida, y como oveja sin pastor, cada cual mirará hacia su pueblo, y cada uno huirá a su tierra. Isaías 13:13, 14.
Densas nubes cubren aún el firmamento; sin embargo el sol se abre paso de vez en cuando, como si fuera el ojo vengador de Jehová. Fieros relámpagos rasgan el cielo con fragor, envolviendo a la tierra en claridad de llamaradas. Por encima del ruido aterrador de los truenos, se oyen voces misteriosas y terribles que anuncian la condenación de los impíos. No todos entienden las palabras pronunciadas; pero los falsos maestros las comprenden perfectamente. Los que poco antes eran tan temerarios, jactanciosos y provocativos, y que tanto se regocijaban al ensañarse con el pueblo de Dios observador de sus mandamientos, se sienten presa de consternación y tiemblan de terror. Sus llantos dominan el ruido de los elementos. Los demonios confiesan la divinidad de Cristo y tiemblan ante su poder, mientras que los hombres claman por misericordia...
Por un desgarrón de las nubes una estrella arroja rayos de luz cuyo brillo queda cuadruplicado por el contraste con la obscuridad. Significa esperanza y júbilo para los fieles, pero severidad para los transgresores de la ley de Dios. Los que todo lo sacrificaron por Cristo están entonces seguros, como escondidos en los pliegues del pabellón de Dios. Fueron probados, y ante el mundo y los despreciadores de la verdad demostraron su fidelidad a Aquel que murió por ellos. Un cambio maravilloso se ha realizado en aquellos que conservaron su integridad ante la misma muerte. Han sido librados como por ensalmo de la sombría y terrible tiranía de los hombres vueltos demonios. Sus semblantes, poco antes tan pálidos, tan llenos de ansiedad y tan macilentos, brillan ahora de admiración, fe y amor. Sus voces se elevan en canto triunfal: “Dios es nuestro refugio y fortaleza; socorro muy bien experimentado en las angustias. Por lo tanto no temeremos aunque la tierra sea conmovida, y aunque las montañas se trasladen al centro de los mares; aunque bramen y se turben sus aguas, aunque tiemblen las montañas a causa de su bravura”. Salmos 46:1-3 La sacudida” del terremoto “fue seguida instantáneamente del hundimiento de todas las iglesias y conventos, de casi todos los grandes edificios públicos y más de la cuarta parte de las casas. Unas horas después estallaron en diferentes barrios incendios que se propagaron con tal violencia durante casi tres días que la ciudad quedó completamente destruida. El terremoto sobrevino en un día de fiesta en que las iglesias y conventos estaban llenos de gente, y escaparon muy pocas personas” . “El terror del pueblo era indescriptible. Nadie lloraba; el siniestro superaba la capacidad de derramar lágrimas. Todos corrían de un lado a otro, delirantes de horror y espanto, golpeándose la cara y el pecho, gritando: ‘¡Misericordia! ¡Llegó el fin del mundo!’ Las madres se olvidaban de sus hijos y corrían de un lado a otro llevando crucifijos. Desgraciadamente, muchos corrieron a refugiarse en las iglesias; pero en vano se expuso el sacramento; en vano aquella pobre gente abrazaba los altares; imágenes, sacerdotes y feligreses fueron envueltos en la misma ruina.
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