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CRISTO AL REGRESAR A ESTE MUNDO A BUSCAR A SUS HIJOS DESDE ADAN HASTA EL ULTIMO HIJO SUYO SELLADO .
1_ CRISTO REGRESA EN UNA NUBE DE ANGELES MILLARES ,2_TODO OJO LO VERA DESDE NORTE SUR ESTE OESTE DE ESTE MUNDO 3_NO TOCARA LA TIERRA SUS HIJOS RESUCITADOS Y VIVOS LO RECIBIRAN EN EL AIRE4_ CRISTO A SU REGRESO APARECE SU SANTA LEY DEL SINAI EN LA TABLAS DE PIEDRA SUJETAS CON LA MANO DIOS PADRE CELESTIAL 5_ CRISTO A SU REGRESO APARECE EN SU CABEZA EL ARCOIRIS DEL PACTO 6_ ZCRISTO A SU REGRESA RESUCITA A SUS HIJOS QUE ESTAN EN LAS TUMBAS DESDE ADAN HASTA EL ULTIMO DE LA TIERRA 7_CRISTO A SU REGRESO LOS QUE LE CRUCIFICARON EN LA CRUZ RESUCITAN PARA VERLE A EL A QUIEN CRUCIFICARON 8_AL REGRESO DE CRISTO LOS QUE TIENEN LA MARCA DE LA BESTIA MUEREN TODOS HASTA LA TERCERA VENIDA DE CRISTO RESURECCCION FINAL DE LOS IMPIOS PARA LA MUERTE ETERNA DESPUES DE MIL AÑOS DE LOS JUSTOS ESTAR EN EL CIELO PARA JUZGAR A LOS PERDIDOS ETERNAMENTE 9_AL REGRESO DE CRISTO LOS IMPIOS TODOS MUERTOS SATANAS Y SUS ANGELES QUEDAN SOLO O ATADO POR MIL AÑOS SIN PODER TENTAR O ENGAÑAR A NADIE POR QUE LOS IMPIOS ESTAN MUERTOS HASTA LA ULTIMA RESURECCCION DE LOS IMPIOS PARA MUERTE ETERNA
El gozo de ver a nuestras familias en el cielo
Vemos un séquito de ángeles a cada lado de la puerta, y al entrar, Jesús dice: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. Aquí os dice que seáis participantes de su gozo, ¿y qué es eso? Es el gozo de ver el trabajo de vuestra alma, padres. Madres, es el gozo de ver que vuestros esfuerzos son recompensados. Aquí están vuestros hijos, la corona de vida está sobre su cabeza.—
El mayor don de Dios es Cristo, cuya vida es nuestra, pues fue dada por nosotros. El murió por nosotros y fue resucitado por nosotros, para que nosotros nos levantemos de la tumba para estar en la gloriosa compañía de los ángeles del cielo, para encontrarnos con nuestros amados y para reconocer sus rostros, porque la semejanza a Cristo no destruye la propia imagen de los redimidos, sino que la transforma a la gloriosa imagen del Salvador. Cada santo que tenga aquí relaciones de familia reconocerá a cada uno allá.
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CRISTO NUESTRO SALVADOR VEN PRONTO Apocalipsis
22:20 Dice el que da testimonio de todo esto
: «Sí, vengo pronto.» ¡Amén! ¡Ven, Señor
Jesús!
21 Que la gracia del Señor Jesús sea con
todos. ¡Amén!
Jesús regresa en gloria rodeado por una nube de ángeles—Con cantos celestiales los santos ángeles, en inmensa e innumerable muchedumbre, le acompañan en el descenso. El firmamento parece lleno de formas radiantes—“millones de millones, y millares de millares”—. Ninguna pluma humana puede describir la escena, ni mente mortal alguna es capaz de concebir su esplendor... A medida que va acercándose la nube viviente, todos los ojos ven al Príncipe de la vida. Ninguna corona de espinas hiere ya sus sagradas sienes, ceñidas ahora por gloriosa diadema. Su rostro brilla más que la luz deslumbradora del sol de mediodía... SVC 32.2
El Rey de reyes desciende en la nube, envuelto en llamas de fuego. El cielo se recoge como un libro que se enrolla, la tierra tiembla ante su presencia, y todo monte y toda isla se mueven de sus lugares. “Vendrá nuestro Dios, y no callará: fuego consumirá delante de él, y en derredor suyo habrá tempestad grande. Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo”.
El día se acerca
Vamos hacia la patria—La resurrección y la ascensión de nuestro Señor constituyen una evidencia segura del triunfo de los santos de Dios sobre la muerte y el sepulcro, y una garantía de que el cielo está abierto para quienes lavan las vestiduras de su carácter y las emblanquecen en la sangre del Cordero. Jesús ascendió al Padre como representante de la familia humana, y allí llevará Dios a los que reflejan su imagen para que contemplen su gloria y participen de ella con él. SVC 151.1
Hay mansiones para los peregrinos de la tierra. Hay vestiduras, coronas de gloria y palmas de victoria para los justos. Todo lo que nos dejó perplejos en las providencias de Dios quedará aclarado en el mundo venidero. Las cosas difíciles de entender hallarán entonces su explicación. Los misterios de la gracia nos serán revelados. Donde nuestras mentes finitas discernían solamente confusión y promesas quebrantadas, veremos la más perfecta y hermosa armonía. Sabremos que el amor infinito ordenó los incidentes que nos parecieron más penosos. A medida que comprendamos el tierno cuidado de Aquel que hace que todas las cosas obren conjuntamente para nuestro bien, nos regocijaremos con gozo inefable y rebosante de gloria. SVC 151.2
No puede haber dolor en la atmósfera del cielo. En el hogar de los redimidos no habrá lágrimas, ni cortejos fúnebres, ni indicios de luto. “No dirá el morador: Estoy enfermo; el pueblo que morare en ella será absuelto de pecado”. Isaías 33:24. Nos invadirá una grandiosa ola de felicidad que irá ahondándose a medida que transcurra la eternidad. SVC 152.1
Nos hallamos todavía en medio de las sombras y el torbellino de las actividades terrenales. Consideremos con sumo fervor el bienaventurado más allá. Que nuestra fe penetre a través de toda nube de tinieblas, y contemplemos a Aquel que murió por los pecados del mundo. Abrió las puertas del paraíso para todos los que le reciban y crean en él. Les da la potestad de llegar a ser hijos e hijas de Dios. Permitamos que las aflicciones que tanto nos apenan y agravian sean lecciones instructivas, que nos enseñen a avanzar hacia el blanco del premio de nuestra alta vocación en Cristo. Sintámonos alentados por el pensamiento de que el Señor vendrá pronto. Alegre nuestro corazón esta esperanza. “Aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”. Hebreos 10:37. Bienaventurados son aquellos siervos que, cuando venga su Señor, sean hallados velando. SVC 152.2
Vamos hacia la patria. El que nos amó al punto de morir por nosotros, nos ha edificado una ciudad. La nueva Jerusalén es nuestro lugar de descanso. No habrá tristeza en la ciudad de Dios. Nunca más se oirá el llanto ni la endecha de las esperanzas destrozadas y de los afectos tronchados. Pronto las vestiduras de pesar se trocarán por el manto de bodas. Pronto presenciaremos la coronación de nuestro Rey. Aquellos cuya vida quedó escondida con Cristo, aquellos que en esta tierra pelearon la buena batalla de la fe, resplandecerán con la gloria del Redentor en el reino de Dios. SVC 152.3
No transcurrirá mucho tiempo antes que veamos a Aquel en quien ciframos nuestras esperanzas de vida eterna. Y en su presencia todas las pruebas y los sufrimientos de esta vida serán como nada. “No perdáis pues vuestra confianza que tiene grande remuneración de galardón: porque la paciencia os es necesaria; para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”. Hebreos 10:35-37. Alzad los ojos, sí, alzad los ojos, y permitid que vuestra fe aumente de continuo. Dejad que esta fe os guíe a lo largo de la senda estrecha que, pasando por las puertas de la ciudad de Dios, nos lleva al gran más allá, al amplio e ilimitado futuro de gloria destinado a los redimidos. “Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Tened también vosotros paciencia; confirmad vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca”.
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La Tierra huye de su hacedor a su segunda venida los impíos. Apoc 19: .11 Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo monta se llama «Fiel» y «Veraz»; y juzga y combate con justicia.
12 Sus ojos, llama de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce;
13 viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios.
14 Y los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre caballos blancos.
15 De su boca sale una espada afilada para herir con ella a los paganos; él los regirá con cetro de hierro; él pisa el lagar del vino de la furiosa cólera de Dios, el Todopoderoso.
16 Lleva escrito un nombre en su manto y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de Señores.
Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira. Y como gacela perseguida, y como oveja sin pastor, cada cual mirará hacia su pueblo, y cada uno huirá a su tierra. Isaías 13:13, 14.
Densas nubes cubren aún el firmamento; sin embargo el sol se abre paso de vez en cuando, como si fuera el ojo vengador de Jehová. Fieros relámpagos rasgan el cielo con fragor, envolviendo a la tierra en claridad de llamaradas. Por encima del ruido aterrador de los truenos, se oyen voces misteriosas y terribles que anuncian la condenación de los impíos. No todos entienden las palabras pronunciadas; pero los falsos maestros las comprenden perfectamente. Los que poco antes eran tan temerarios, jactanciosos y provocativos, y que tanto se regocijaban al ensañarse con el pueblo de Dios observador de sus mandamientos, se sienten presa de consternación y tiemblan de terror. Sus llantos dominan el ruido de los elementos. Los demonios confiesan la divinidad de Cristo y tiemblan ante su poder, mientras que los hombres claman por misericordia...
Por un desgarrón de las nubes una estrella arroja rayos de luz cuyo brillo queda cuadruplicado por el contraste con la obscuridad. Significa esperanza y júbilo para los fieles, pero severidad para los transgresores de la ley de Dios. Los que todo lo sacrificaron por Cristo están entonces seguros, como escondidos en los pliegues del pabellón de Dios. Fueron probados, y ante el mundo y los despreciadores de la verdad demostraron su fidelidad a Aquel que murió por ellos. Un cambio maravilloso se ha realizado en aquellos que conservaron su integridad ante la misma muerte. Han sido librados como por ensalmo de la sombría y terrible tiranía de los hombres vueltos demonios. Sus semblantes, poco antes tan pálidos, tan llenos de ansiedad y tan macilentos, brillan ahora de admiración, fe y amor. Sus voces se elevan en canto triunfal: “Dios es nuestro refugio y fortaleza; socorro muy bien experimentado en las angustias. Por lo tanto no temeremos aunque la tierra sea conmovida, y aunque las montañas se trasladen al centro de los mares; aunque bramen y se turben sus aguas, aunque tiemblen las montañas a causa de su bravura”. Salmos 46:1-3 La sacudida” del terremoto “fue seguida instantáneamente del hundimiento de todas las iglesias y conventos, de casi todos los grandes edificios públicos y más de la cuarta parte de las casas. Unas horas después estallaron en diferentes barrios incendios que se propagaron con tal violencia durante casi tres días que la ciudad quedó completamente destruida. El terremoto sobrevino en un día de fiesta en que las iglesias y conventos estaban llenos de gente, y escaparon muy pocas personas” . “El terror del pueblo era indescriptible. Nadie lloraba; el siniestro superaba la capacidad de derramar lágrimas. Todos corrían de un lado a otro, delirantes de horror y espanto, golpeándose la cara y el pecho, gritando: ‘¡Misericordia! ¡Llegó el fin del mundo!’ Las madres se olvidaban de sus hijos y corrían de un lado a otro llevando crucifijos. Desgraciadamente, muchos corrieron a refugiarse en las iglesias; pero en vano se expuso el sacramento; en vano aquella pobre gente abrazaba los altares; imágenes, sacerdotes y feligreses fueron envueltos en la misma ruina.
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