11.2.3 PLACERES MUNDANOS
Debido a su falta de una verdadera relación con Dios y de una esperanza realista para el futuro, el mundo ha desarrollado formas incontables de satisfacer su placer. Aquellos que buscan complacer a la carne deberán ser evitados por quienes tratan de desarrollar una mente espiritual. "El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne" (Gá. 5:17). A causa de esta oposición fundamental, es imposible razonar que podemos legitimamente dar paso a la carne y proclamar que estamos siguiendo al Espíritu. El mundo está estructurado alrededor de "los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida" (1 Jn. 2:16). "Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios" (Stg. 4:4). Teniendo amigos mundanos, viendo películas mundanas, etc. se está siendo "amigo del mundo". Los deseos del mundo pronto pasarán, y aquellos quienes han sido aliados del mundo en esta vida pasarán con él (1 Jn. 2:15-17). "El mundo [es decir, la sociedad] de los impíos" será destruido en la segunda venida (2 P. 2:5), viendo que "el mundo entero está bajo el maligno" (1 Jn. 5:19). Si vamos a evitar esa destrucción, no debemos ser "del mundo" (Jn. 17:16, compárese con Ap. 18:4).
Muchas de las formas mundanas de gratificación de la carne incluyen el costo de la salud corporal: cigarrillos, drogas fuertes y bebida en exceso son ejemplos de esto. Nuestra salud física, nuestro dinero, en realidad todo lo que tenemos pertenece a Dios. Por consiguiente no somos libres de usar estas cosas sólo porque lo deseamos, pero debemos actuar como mayordomos de lo que Dios nos ha dado. Se nos pedirá cuentas de nuestra administración en el tribunal del juicio (Lc. 19:12-26). Hábitos tales como fumar en exceso y consumo de bebidas alcohólicas constituyen un abuso tanto de nuestras finanzas como de nuestra salud. "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él... ¿ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros... y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo" (1 Co. 3:16,17; 6:19,20). Abusar del cuerpo por medio de hábitos como fumar, es por consiguiente un asunto serio.
Sin embargo, es reconocido que si hábitos como estos fueron formados antes de la conversión, pudiera no ser posible superarlos en un momento. Lo que se espera es un reconocimiento de lo malo del hábito y un esfuerso real para detenerlo. Las tensiones de la vida deberán ser enfrentadas cada vez más por medio de la palabra de Dios y de la oración, en vez de cualquier forma humana de mitigación.
Bajo todos estos ejemplos está la pregunta fundamental sobre si vamos a permitir a nuestras mentes cambiar por medio de la influencia de la obra de Cristo a través de la palabra de Dios. Si es así, veremos que todas estas cosas junto a cualquier clase de deshonestidad, son incompatibles con una vida de imitación a Cristo.
"Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad" (Ef. 4:20-28).