11.3.5 EL PARTIMIENTO DEL PAN
Al mismo tiempo que la oración y la lectura bíblica, la obediencia continua al mandato de Cristo sobre partir el pan y beber el vino en memoria de su sacrificio es vital. "Haced esto en memoria de mí", fue el mandato de Jesús (Lc. 22:19). Fue su deseo que sus seguidores hicieran esto continuamente hasta su segunda venida, cuando Jesús compartirá de nuevo el pan y el vino con ellos (1 Co. 11:26; Lc. 22:16-18). El Señor Jesús le dio a Pablo una revelación específica concerniente al partimiento del pan exactamente como él lo hizo referente a la resurrección (1 Co. 11:23, compárese 15:3); el partimiento del pan es eso importante.
El pan representa el cuerpo de Cristo, el cual fue ofrecido en la cruz, y el vino representa su sangre (1 Co. 11:23-27). El pan y el vino no se convierten físicamente en el cuerpo y la sangre de Jesús. Cuando Jesús dijo "esto es mi cuerpo" (Mt. 26:26) debemos entender que ‘esto representa, esto es (un símbolo de) mi cuerpo’. "Esto es", claramente significa ‘esto representa’ en Zacarías 5:3,8; Mateo 13:19-23,38; 1 Corintios 11:25; 12:27. En algunas versiones de la Biblia, cuando leemos la palabra ‘significa’, es símplemente una traducción del verbo ‘ser’ (Mt. 9:13; 12:7; Lc. 15:26; Hch. 2:12). "Esto es" debe leerse como ‘esto significa / esto representa’. Los primeros creyentes al parecer participaron frecuentemente en el servicio del partimiento del pan (Hch. 2:42,46) probablemente una vez a la semana (Hch. 20:7). Si verdaderamente amamos a Cristo, obedeceremos sus mandamientos (Jn. 15:11-14). Si tenemos una verdadera relación personal con él, desearemos recordar su sacrificio, como él lo ha pedido, y por consiguiente, esforzarnos en el recordatorio de la gran salvación que él logró. Un período de silenciosa reflexión sobre sus sufrimientos en la cruz hará que nuestra propias pruebas palidezcan en significado en comparación con las de nuestro Señor.
El partimiento del pan es fundamentalmente un servicio de recordación; nada mágico sucede como resultado de su realización. En este sentido es el equivalente de la fiesta de la Pascua bajo la ley de Moisés (Lc. 22:15; 1 Co. 5:7,8). Este fue un medio para recordar la gran liberación de Egipto la cual Dios realizó por medio de Moisés en el Mar Rojo. El servicio del partimiento del pan nos transporta al pasado, a nuestra salvación del pecado por medio de Cristo, lo cual fue hecho posible en la cruz y con lo cual estamos relacionados por medio del bautismo. Cumplir este mandamiento debería por tanto ser algo que espontáneamente querríamos hacer.
Tomando físicamente el pan y el vino hace que el amor de Cristo por nosotros, y verdaderamente todas las cosas concernientes a nuestra salvación se vuelvan tan reales una vez más. Partir el pan una vez por semana es por consiguiente señal de un estado de salud espiritual. Si alguien no puede hacerlo con otros compañeros creyentes de la Verdad, entonces tendrá que hacerlo solo. Ninguna excusa debe evitarnos cumplir este mandamiento. Debemos hacer cualquier esfuerzo para mantener una reserva de pan y vino con nosotros para el servicio, aunque en circunstancias extremas aun una falta de estos no puede impedirnos recordar a Cristo en la forma señalada como mejor podamos. Jesús usó "el fruto de la vid" (Lc. 22:18) y nosotros debemos por consiguiente usar vino de uvas rojas.
Tomar los emblemas de los sufrimientos y sacrificio de Cristo, es el más alto honor que un hombre o mujer puede tener. Participar de ellos con atención inadecuada a lo que representan se acerca a la blasfemia, considerando que "todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa la muerte del Señor anunciáis... De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor" (1 Co. 11:26,27). El servicio del partimiento del pan debería ser realizado, por consiguiente, en una hora y lugar donde no habrán distracciones ni interrupciones al flujo de pensamientos. Esto puede obligar a hacerlo temprano en la mañana o tarde en la noche, en un dormitorio u otro lugar apropiado. Somos exhortados, además: "Pruébese cada uno a sí mismo, y [en ese espíritu humilde de autoexamen] coma así del pan, y beba de la copa" (1 Co. 11:28). Por tanto, debemos fijar nuestra mente en el sacrificio de Cristo, quizá con una mirada al registro de su crucifixión en los evangelios, antes de tomar los emblemas. Haciendo esto apropiadamente examinaremos inevitablemente nuestra propia conciencia hacia Cristo también.
Un orden conveniente para el servicio del partimiento del pan es como sigue:
1. Oración, pidiendo la bendición de Dios sobre la reunión; que abra nuestros ojos a Su palabra; recordando las necesidades de otros creyentes; alabándolo por su amor, especialente mostrado en Cristo, y orando por otros asuntos específicos.
2. Hacer las lecturas bíblicas para el día, tal como se muestran en el Compañero de la Biblia.
3. Meditar sobre las lecciones que se aprenden de ellas o leer una exhortación, un estudio bíblico sobre esos capítulos que nos conduzca hacia el propósito de nuestro servicio, el recordatorio de Cristo.
4. Lectura de 1 Corintios 11:23-29.
5. Período de silencioso autoexamen.
6. Oración por el pan.
7. Partir el pan y comer una pequeña porción.
8. Oración por el vino.
9. Tomar un sorbo de vino.
10. Coclusión con una oración.
El servicio completo deberá tomar alrededor de una hora.
http://www.biblebasicsonline.com/spanish/11/110305.html