Ensayo en el discernimiento del Evangelio según san Mateo.
Cap. 21: del v1 al v11
Sabemos que Jesús, siendo quien es, siempre será ejemplo de humildad y sencillez, pero también deberemos entender que el saber y el querer humano deberá de ser colocado como asiento del saber y el querer espiritual, así, que recibamos a Jesús en nuestros corazones colocando nuestros mantos tradicionales y materiales que nos cubren, así como las ramas y el follaje de nuestras obras a los pies de Nuestro Señor Jesucristo reconociéndolo como Nuestro Señor y Salvador personal y suficiente para estar en obediencia a Dios.
Cap. 21: del v12 al v13
Pongamos mucha atención en este pasaje en el que Jesús nos está recordando que no debemos confundir lo material con lo espiritual, para que nosotros, como él, seamos celosos de las cosas espirituales de Dios, ya que nosotros como Templo y Morada de él, no deberemos tratar de sacar provecho material de la fe espiritual de nuestros semejantes para cubrir nuestras necesidades o ambiciones mundanas, por lo qué, si algún lugar se destina como casa de oración, no lo convirtamos en un centro de comercio en ninguna de sus formas porque eso nos distraería enormemente de las verdaderas cosas espirituales de Dios.
Cap. 21: del v14 al v17
Debemos de guardar y enseñar a cumplir con fidelidad la Palabra de Jesús en todos los que nos escuchen , pero, con especial interés a los niños, pues bien es cierto que los niños aun no tienen ocupada su mente en ambiciones mundanas, sino en cosas propias de su edad, simples, sencillas, en las que todas tienen una solución por el sólo hecho de creer que así es, y, en los que aun maman porque todo lo que ellos necesitan es proporcionado por sus padres con tan sólo sugerirlo con un gesto, un llanto o una actitud y saben que serán atendidos para suplir sus necesidades de inmediato. Por eso necesitamos nacer de nuevo, de arriba, para convertirnos en niños, y mas aún, regresar a la condición de bebés, de los que aun maman y ser totalmente dependientes del Padre que está en los Cielos.
Cap. 21: del v18 al v22
Lo que acabamos de leer, es para que sepamos que lo que estamos recibiendo deberá florecer abundantemente, aún en los lugares más difíciles y producir fruto en todo tiempo, con el cual, el Espíritu de Dios será engrandecido, pero, si en lugar de florecer y dar frutos para los que fuimos sembrados, nos llenamos de follaje ufanándonos por nuestros logros y obras materiales, seguramente nos pasará lo que a la higuera. Así que también deberemos de quitar del lugar que ahora ocupa en nosotros ese cerro formado en nuestras mentes con la sabiduría humana que nos ha llevado a seguir enseñanzas y mandatos de hombre en las cosas de Dios.
Cap. 21: del v23 al v27
Sabemos que la autoridad que hay en Jesús es la autoridad que el Padre delegó en él para anunciar y establecer el año de la gracia del perdón de Dios y recuperar las llaves del Reino para compartirlo con todos aquellos que soliciten, arrepintiéndose, el perdón a sus faltas y pecados cometidos al amparo de su libre albedrío tradicional; Autoridad que será delegada en todos aquellos que perseveren en el conocimiento espiritual de la enseñanza de Jesús y la guarden y enseñen a cumplir fielmente como la voluntad de Dios, por lo tanto, si alguna autoridad religiosa impuesta por el hombre en las cosas de Dios nos preguntara: ¿con qué autoridad predican, podremos responderle y decirles: y ustedes, ¿con qué autoridad predican, en la voluntad de Dios o en la voluntad de hombre?. Si contestan que con la voluntad de Dios, entonces les diremos: si es así, ¿por qué no han querido separar lo material de lo espiritual para estar en el orden y propósito de Dios?
Cap. 21: del v28 al v32
Si nos preguntáramos: ¿Quién creemos que hace la voluntad del Padre, el que creyendo que está haciendo la voluntad de Dios, hace la voluntad de hombre? o es aquel, que estando haciendo la voluntad de hombre, prefiere dejar atrás todo eso para hacer la voluntad de Dios?
Cap. 21: del v33 al v41
Meditemos en lo que se nos comunica a través de estos versículos de acuerdo a lo que hemos estado discerniendo.
Veamos, hay muchas personas que han querido hacerse dueños de la doctrina de Jesús para enseñarla bajo normas ideadas de acuerdo a pensamientos de hombre o a intereses materiales o de identidad en el que comprometen y prácticamente obligan a otras personas a seguirlas y obedecerlas como si esa fuera la voluntad de Dios, y toman como ejemplo la enseñanza de Jesús pero sin llegar a separar convenientemente lo material de lo espiritual, para que con esta enseñanza adulterada con mandatos de hombre, se pretenda suplir o invalidar, aunque esto sea negado, la enseñanza de Jesús como la voluntad de Dios.
Ahora bien, cuando se lleguen los tiempos de Dios para que la luz de Jesús brille en todo su esplendor, ¿qué pasará con todos los que así han manipulado la doctrina de Jesús?. Serán apartados de él y les dará a los escogidos el cuidado de su enseñanza para ser guardada y enseñada a cumplir en el orden y propósito de Dios, y nunca más, en el orden y propósito del hombre para Dios.
Cap. 21: del v42 al v46
Quién no ha aceptado a Jesús como el Mesías anunciado porque no guarda y enseña a cumplir su enseñanza como la voluntad de Dios, estará desechando lo que llegó a ser la piedra principal de la Iglesia, y será apartado del Reino de los Cielos por no producir el Fruto del Espíritu, y le será dado al que sí lo produce y no lo confunde con los frutos materiales, porque quien así lo está haciendo, se podría estrellar contra la piedra de sus tradiciones y ambiciones materiales y quedar atrapado en aplicaciones diferentes al orden y propósito de Dios que lo colocaría a un paso de ser aplastado por ella y ya no poder entrar a la vida eterna y gloriosa con Dios.
Muchos se sentirán aludidos y ofendidos porque no han querido darse cuenta, de que la forma en que han sido involucrados a creer en Jesús y en su Palabra, no es del todo congruente con lo que Jesús nos transmite en ella, y quisieran desaparecer a aquellos que les están haciendo ver que no están tan bien en las cosas espirituales de Dios como creen estar, pero eso no lo podrán hacer porque cada vez son más los que están despertando del sutil letargo que produce la ignorancia de la verdadera voluntad de Dios.