Ensayo en el discernimiento del Evangelio según san Mateo.
Cap. 17: del v1 al v13
Ahora estamos viendo lo que muchos por más que quieran no verán, y entender lo que muchos por más que quieran, no entenderán.
Está muy claro, que a quien le ha sido dada la autoridad para restablecer el Reino de Dios es a Jesús, ya que Moisés cumplió en su momento con su ministerio, el cual fue el de proporcionar la Ley a la que el pueblo judío quedaría sometido.
Elías también cumplió su ministerio de anunciar y preparar el camino para le venida del Cristo anunciado.
Ellos vinieron a encontrarse con Jesús para confirmar: que él, del que el Padre dice: "Este es mi Hijo, el Amado, éste es mi elegido y a él han de escuchar", le ha sido dada la autoridad para implantar el Reino de Dios en este mundo a través de la gracia de Dios para el perdón de pecados, alcanzando esa gracia a través del arrepentimiento de los mismos, para ser llevados de la mano de Jesús a disfrutar del Reino de Dios en abundancia en este mundo, el cual disfrutaremos a plenitud cuando se haya dado la resurrección del hombre espiritual en nosotros al mostrarnos fieles a Jesús y a su enseñanza que es Palabra de Dios, y después, la vida eterna en el mundo venidero.
Cap. 17: del v14 al v21
Así como este niño epiléptico, hay muchos niños espiritualmente hablando, que son llevados de un lado a otro, porque quienes deberían dar a conocer a Dios a través de la fidelidad de su Palabra otorgada a Jesús en su enseñanza, no lo hacen porque ni ellos mismos entienden de las cosas espirituales de Dios porque tampoco han entendido de que el cerro al que Jesús se refiere, es ese cerro enorme formado en nuestra mente a través de nuestra ignorancia de Dios que nos hace obedecer enseñanzas y mandatos de hombre. Y si quisiéramos actuar como verdaderos discípulos de Jesús, deberíamos abrir nuestra mente y corazón a la verdadera fe de Dios a través de la oración y el ayuno para que Jesús esté entre nosotros y en nosotros, y podamos recibir revelación espiritual para echar fuera ese demonio que nos mueve de aquí para allá sin encontrar la paz que buscamos.
Cap. 17: del v22 al v23
Jesús ha sido entregado al hombre por amor al hombre, pero muchos no le han dejado resucitar plenamente en sus vidas y no lo han bajado de la cruz para que así sea, y todo, por su incredulidad para ser fieles a su enseñanza. Pero de cualquier manera, él resucitará en todos los que decidan guardar su Palabra como la voluntad de Dios.
Cap. 17: del v24 al v27
Si queremos ser hijos obedientes de Dios, no tendremos el compromiso o la obligación de pagar impuestos o contribuciones al hombre en el Nombre de Dios como una carga impositiva, ya que sólo hasta Jesús se tenía que cumplir con esa imposición y con toda la Ley que los convirtió en esclavos, y Jesús, al cumplir fielmente con y por amor con toda ella, liberó al hombre de todas las cadenas que le habían sido impuestas. Por eso, al creer en Jesús y en su enseñanza, nos cobijamos en la gracia del amor y la misericordia de Dios mismas que nos darán la potestad de ser llamados hijos obedientes de Dios y por lo tanto herederos de todo lo suyo, porque si lo del Padre es de Jesús, y lo de Jesús es nuestro, ¿a quién deberemos pagar impuestos y contribuciones como una obligación espiritual?