La escalera de Jacob en su doble dimensión: esotérica y simbólica dentro de la masonería.
La idea masónica de ascender por una escalera de caracol, una ascensión gradual y ardua, graduación que provoca al Masón obtener la Maestría en el arte de la Masonería, pero esto es común en cualquier instrucción académica o empírica. Está de crecimiento gradual esta siempre presente, también, en las grandes tradiciones iniciáticas de Oriente u Occidente como esfuerzo individual para la búsqueda de una más alta espiritualidad o de un diálogo más íntimo con Dios. También se llevó a cabo en los misterios egipcios, griegos, escandinavos o de los náhuatl y cabalistas judíos. En todos estos misterios y escuelas filosóficas, la escalera tiene el sentido figurativo de una realización espiritual que se alcanza subiendo peldaño por peldaño, escalón por escalón, venciendo las varias dificultades ya a través del aprendizaje de las varias virtudes.
Si la realización es espiritual y no meramente material, ella exige una entrega psicológica total, una creencia en la capacidad de alcanzar la meta deseada. Este esfuerzo es retribuido por la consciencia de alcanzar un grado de mayor perfección, luz reflejada en el objetivo ideal glorificado: Dios, el Gran Geómetra, Buda, Cristo, Alá, Jehová.
La percepción de la progresión espiritual como proceso gradual asocia a veces dos ideas erróneas: la de que llegados a la etapa anhelada, el estado de iluminación será total y sin mancha; y que alcanzado ese estado no hay retorno o regreso, si es que no se mantiene la pureza de corazón, para usar una imagen frívola, se puede caer escalera abajo. Una representación de lo que aquí digo es la actitud de algunos Maestros Masones que se pavonan en las asambleas masónicas con una profusión de medallas y condecoraciones, caros mandiles, arreos brillantes y pomposos puestos en Logia y rimbombantes nomenclaturas para designar sus grados de oropel, sin que sepan exactamente lo que significan, como decía el Maestro Jesús el Cristo, simples sepulcros blanqueados exteriormente, pero por dentro son putrefacción.
La escalera para cumplir efectivamente su simbolismo esotérico tendrá que tener un curso ascendente de virtudes y un curso descendente de humildad y este sentido más profundo y enigmático es dado sólo a los masones dignos. Es incorrecto, sin embargo, concluir que la escalera surge en el ritual asociado a los altos grados de la Masonería. La escalera de Jacob aparece, antes, de forma velada, ya que el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, al iniciarse masón la cortina apenas y muestra el primer escalón de la famosa escalera, no conserva una figuración visible en los cuadros de la logia en el grado de aprendiz. En el 1 ° Grado, se insinúa debajo de las columnas del pórtico exterior del Templo siendo una serie de escalones de acceso; en el 2 ° Grado, estos escalones pasan más allá de las columnas del Templo; en el 3 ° Grado, la escalera deberá ser mostrada en su totalidad.
Los tres primeros pasos bien representan, por regla general, Fe, Esperanza y Caridad, bien Fuerza, Belleza y Candor, y la escalera conduce al cielo y se llega a las siete estrellas- La escalera de Jacob se basa, de acuerdo a una tradición masónica que data del siglo XVIII, en el Libro de la Ley Sagrada y se eleva hacia el cielo simboliza el sueño bíblico de Jacob, hijo de Isaac.
La escalera de Jacob se menciona en el Antiguo Testamento en el Libro de Génesis, Cap. 28, vs. 10-22, uno de los cinco libros que los historiadores masónicos creen haber sido escrita durante el cautiverio de los judíos en Babilonia. La historia es la siguiente: Jacob, hijo menor de Isaac, usó un estratagema para recibir la bendición del padre y ser designado como jefe de la familia en lugar del primogénito Esaú como era tradición judía. Este juró matarlo. Jacob recibió la orden del padre para dirigirse a Pada-Aramm la casa de Betuel, su abuelo y allí elegir esposa. En el camino, Isaac decidió pasar la noche en un lugar dado y se sirvió de una de las piedras del lugar como almohada. En el sueño que vio una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo tocaba el Cielo ya lo largo de la escalera subían y bajaban mensajeros de Dios. Por encima de la escalera estaba Dios que le dijo: Soy el Señor, Dios de Abraham y de Isaac. Esta tierra en la que te has acostado será tuya si me adoras. Al día siguiente, Jacob usó la piedra que le sirvió de almohada y la levantó como monumento, llamándole Betel y afirmando ser para él, a partir de ahí, la casa de Dios.
El ejemplo bíblico de Jacob revela el uso de una estratagema para alcanzar una ventaja ilegítima. Revela también el sentido de la Providencia Divina siempre presente, indicando el camino hacia Dios, el cual sólo se hace viable a través de la práctica de la caridad, la más sublime de las virtudes. La escalera se vuelve etérea porque los pasos son los niveles de consciencia. Sólo con la iluminación de la divinidad el velo que cubre la parte superior de la escalera se disipa y podemos llegar a las siete estrellas o los siete cielos.
Es trivial la idea que al alcanzarse el Sublime Grado de Maestro el Masón posee la iniciación integral, al ser maestro masón deberá con los años concretarse esa sublime condición, habrá viaje de ascender hacia un nivel de consciencia y ahí la idea de escalera no es el adecuado, sino más bien es un viaje hacia el interior de uno mismo. Al decir que con la maestría Mason se experimenta una transformación completa y profunda que tiende al conocimiento absoluto, que desaparecen las relatividades de la existencia material y del pensamiento.
Se trata de una idea desprovista de todo fundamento materialista. El Masón por la maestría inicia una nueva etapa de su perfeccionamiento espiritual, de la percepción de lo sagrado, camino que como todo lo que es humano puede tener retrocesos. Hasta sentir la necesidad de consolidar el ideal Masónico. Por ahí vemos a masones pretender escalar grados en una alocada y meteórica escalada de grados masónicos, que jamás concretan, todo con la evidente pérdida de calidad, recordemos los grados obtenidos no hacen al masón, lo que hace al masón es profundizar en los grados masónico, concretarlos dentro de ellos mismos .
El proceso masónico de ascensión espiritual ideado por las escaleras es gradual, acercando al hombre terrestre al cielo, dándole una condición de purificación. Pero el simbolismo no quedaría completo si no se añadía a la condición ascendente una condición descendente que es la humildad: después de concluir su recorrido iniciático, debe ser capaz de transmitir las enseñanzas que aprendió a los que apenas y comienzan el recorrido masónico. Este es el verdadero sentido de la vía descendente y donde la sinceridad -la virtud que está en el escalón de la primera lance de la escalera- lo libera de la arrogancia, del fanatismo, de la condescendencia consigo mismo. El objetivo ritualista es la búsqueda de la Luz, la Luz de la Libertad y el combate de la opresión, sea cual sea la forma que ésta asuma.
Esta búsqueda del supremo ideal Masónico sólo será posible si el masón se libera de las limitaciones del egoísmo y de los equívocos de la vanidad, que dan una maestría insuficiente, del oscurantismo que aún limita su libertad de conciencia y de las convenciones. La razón es intuitiva: en el juicio de nuestra alma, después de nuestra muerte física, el Gran Creador del Universo nos juzgará por la sinceridad que prestamos a nuestras acciones en vida, por lo que hicimos desinteresadamente por los demás, siendo despreciable la proclamación laudatoria de nuestras, nuestro merecimiento será siempre por alcanzar virtudes propias. Sin embargo, la libertad aquí representada no debe ser identificada como ser licencioso, ya que ésta implica exceso y el buen masón debe vivir en equilibrio utilizando sabiamente los instrumentos que se ha acostumbrado a usar.
Alcoseri