El jueves 13 de abril del presente año 2.000 el Papa Juan Pablo II recibió al rey Mohamed VI de Marruecos como descendiente de Mohamed, el fundador y profeta del Islam. Mientras los dos líderes se saludaban, el Papa le preguntó al rey:La ciudad más sagrada del Islam es la Meca. Allí se encuentra la Kaaba (Casa de Dios) que era un templo dedicado a la diosa-luna. Antiguamente, los visitantes llevaban regalos a dicho lugar. Algunos llevaban sus ídolos al lugar, los cuales eran depositados en ese santuario. Hubo árabes católicos que introdujeron imágenes de la virgen María y el niño Jesús en dicho lugar. Mahoma nació en esta misma ciudad. Cuando nació, su abuelo Abd Al-Muttalib lo llevó a la Kaaba y elevó una oración de gratitud a Alá. A los seis años quedó huérfano. A los veinticinco se casó con una mujer llamada Khadijah. Esta mujer, de familia pudiente, había sido convertida al catolicismo, lo que le llevó a donar mucha de su riqueza a la iglesia católica. La mujer de Mahoma tenía un primo llamado Waraquah, quien también era un fiel católico. Este hombre llegó a ser consejero de Mahoma y tuvo una influencia muy importante sobre él. A través de este hombre, Mahoma conoció y estudió las obras de “San” Agustín. Se le enseñó que los católicos eran los únicos cristianos verdaderos, y que los demás cristianos y los judíos eran enemigos que había que eliminar. Esta enseñanza continúa hasta el día de hoy, y por ello la gran dificultad que se encuentra a la hora de predicar el verdadero evangelio a los árabes.
– “Tú debes ser el descendiente de Mohamed, ¿no?
y el rey de Marruecos respondió:
– “Si, santo Padre.”
No se hicieron declaraciones oficiales tras la reunión, aunque se trataron temas como la paz en Oriente Medio, el estatus de la ciudad de Jerusalén y la cooperación entre cristianos y musulmanes. El monarca ofreció al Papa como presente una daga árabe, y el Papa regaló al monarca una estatua de la virgen María.
Esta ha sido la segunda visita de un monarca marroquí al Vaticano. La primera fue la visita realizada por el rey Hassan en 1991. (France Press, 13 Abril, 2000)
¿Qué sentido tiene que el Papa le regale una estatua de María a un monarca musulmán?
¿Por qué recibió con agrado Mohamed VI esta estatua?, ¿Puede un musulmán adorar a la virgen María? El catolicismo y el islamismo mantienen un vínculo muy estrecho, y ese vínculo ha sido el mejor secreto de la iglesia católica.
Durante muchos años, he oído y leído acerca de la dificultad que existía en la formación de un movimiento ecuménico mundial ya que los musulmanes mantienen una postura radical y separada de las demás organizaciones religiosas del mundo. Esto nos ha hecho ver el movimiento religioso universal, descrito en el Apocalipsis, como algo lejano. En el presente artículo vamos a descubrir como ese concepto no es del todo correcto.
Por la historia, sabemos que muchos cristianos de la iglesia primitiva emigraron a África con el fin de evitar la persecución del imperio romano. Muchos de esos cristianos se convirtieron al catolicismo igual que ocurrió en otros lugares. Un descendiente de estos conversos fue Agustín. Nacido en Argelia en el año 356 DC., llegó a ser obispo de África y más tarde considerado padre de la iglesia católica. Los católicos pronto comenzaron a evangelizar a los nómadas. Se cuenta que Agustín ganó a tribus árabes enteras al catolicismo, pero a pesar de ello tuvo que enfrentar mucha oposición. Por ello, la iglesia católica comenzó a promover y divulgar la idea de que un gran líder árabe debía unir a todos los árabes. La iglesia de Roma quería crear un mesías árabe, un gran líder a quien se pudiera adoctrinar, y que con el tiempo llegara a unir a este pueblo. (“El Profeta”, Alberto Riviera Romero, Chick Publications, 1996).