Los Doce Trabajos (Δωδέκαθλος) de Heracles (Hércules según la mitología griega) son una serie de arcaicos episodios relacionados por una narración continua posterior, sobre la penitencia llevada a cabo por Heracles, el mayor de los héroes griegos. El establecimiento de un ciclo fijo de doce trabajos era atribuido por los griegos a un poema épico (hoy perdido) escrito por un tal Peisandros de Rodas, quizás sobre el 600 a. C.
Zeus, tras dejar embarazada a Alcmena, que sería así madre de Heracles, proclamó que el próximo hijo nacido en la casa de Perseo se convertiría en rey. Al oír esto Hera, la esposa de Zeus, hizo que Euristeo naciera dos meses antes, pues pertenecía a la casa de Perseo, al igual que Heracles, a quien hizo nacer con tres meses de retraso. Cuando Zeus advirtió lo que había sucedido montó en cólera, pero, no obstante, su imprudente proclama siguió en pie.
En un ataque de locura provocado por Hera, Heracles mató a su mujer, a sus hijos y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. Cuando recuperó la cordura y advirtió lo que había hecho se aisló del mundo, y se fue a vivir solo a las tierras salvajes. Fue hallado por su hermano Ificles y convencido de que visitase el Oráculo de Delfos. En penitencia por esta execrable acción, la Sibila Délfica le dijo que tenía que llevar a cabo una serie de doce trabajos que dispusiera Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien más odiaba.
Los Doce Trabajos de Heracles.
1. Matar al León de Nemea y arrancar su piel: El León de Nemea es un monstruo hijo de Ortro y Equidna, y nieto de Tifón. Es hermano de otro monstruo, la Esfinge de Tebas. Hera lo educó y lo situó en la región de Nemea, donde asolaba el país, devorando sus habitantes y ganados. Este león tenía por guarida una caverna con dos accesos, y era invulnerable. Heracles empezó por dispararle flechas, pero sin resultado; entonces amenazándolo con la maza, le obligó a entra en la cueva y obturó una de las entradas. Cogiéndolo luego entre sus brazos, lo ahogó. Muerta ya la fiera, Heracles la despellejó y se revistió con su piel; la cabeza le sirvió de casco. Zeus puso al león entre las constelaciones, para perpetuar la hazaña de Heracles.
2. Matar a la Hidra de Lerna: La Hidra de Lerna, es un monstruo, hijo de Tifón y Equidna. Fue criada por Hera para que sirviese de prueba a Heracles. Hera la crió debajo de un plátano, cerca de la fuente de Amimone. Se representa esta hidra como una serpiente de varias cabezas, cuyo número varía desde cinco o seis hasta cien. El hálito que salía de sus fauces era sumamente mortal, capaz de devastar las cosechas y los ganados del país. Heracles para combatirla recurrió a flechas encendidas; pero también se dice que le cortó las cabezas con una harpe (especie de cimitarra). Le ayudó en esta hazaña su sobrino Yolao. Heracles pidió a Yolao que incendiase el bosque vecino y con los tizones quemaba las heridas de las cabezas cortadas para que no se regenerasen. Así cortó la cabeza del centro, la enterró colocando encina una enorme piedra. Heracles empapó sus flechas con el veneno de la sangre de la Hidra y las convirtió en venenosas.
3. Capturar a la Cierva de Cerinea: Euristeo impuso a Heracles la captura de una cierva que habitaba en Énoe. Era un animal de gigantesca talla que asolaba las cosechas. Esta cierva era una de las cinco que Ártemis (Artemisa) había encontrado en otros tiempos paciendo en el monte Liceo. Todas tenían cornamentas doradas y eran más grandes que toros. La diosa se quedó con cuatro, que enganchó a su cuadriga; pero la quinta, por orden de Hera, se refugió en el monte Cirenia. El animal estaba consagrado a Ártemis y se dice que llevaba un collar con la inscripción “Taigeto me ha dedicado a Ártemis”. Esta cierva era muy veloz. Heracles la persiguió un año entero sin alcanzarla; sin embargo, acabó fatigándose y buscó refugio en el monte Artemisia. Como Heracles porfiaba en su persecución, quiso atravesar el río Ladón, en Arcadia. En este momento, Heracles la hirió levemente con una flecha, después de lo cual le fue muy fácil apresarla y cargársela sobre sus hombros. Pero cuando atravesaba Arcadia, encontrase con Ártemis y Apolo; ambas divinidades quisieron quitarle el animal, que les pertenecía; lo acusaron, además de haber tratado de darle muerte, lo cual constituía un sacrilegio. Heracles se salió del apuro cargando la responsabilidad a Euristeo, hasta el extremo que los dioses terminaron devolviéndole la cierva y autorizándolo a proseguir su camino.
4. Capturar al Jabalí de Erimanto: A continuación, Euristeo envidioso de que Heracles consiguiera realizar los trabajos, le mando traer vivo un monstruoso jabalí que vivía en el Erimanto, ciudad de Grecia. Heracles, con sus gritos, forzó al animal a salir de la zona donde se estaba bañanado, lo empujó hasta una extensión de espesa nieve que cubría el país, consiguió fatigarlo y de este modo lo capturó; finalmente, cargándoselo sobre sus espaldas, regresó a Micenas. Al verlo Euristeo, aterrorizado, se ocultó en una jarra que tenía preparada como refugio en caso de peligro.
5. Limpiar los establos de Augías en un solo día: En el siguiente trabajo, Augías era un rey de Élide, en el Peloponeso. Era hijo del Sol. Había heredado de su padre numerosos rebaños, pero no cuidaba de hacer quitar el estiércol, el cual iba depositándose en los establos, quedando así el suelo privado de abonos y viéndose el país condenado a la esterilidad. Por orden de Euristeo, que quería humillar a Heracles imponiéndole un trabajo servil, hubo de encargarse de limpiar los establos. Antes de hacerlo, estipuló con Augías un salario: Según unos, a entregarle parte de su reino; según otros, la décima parte de sus rebaños. Heracles consiguió realizar la proeza concentran en el patio del establo, tras desviar el curso de los ríos Alfeo y Peneo, haciendo un surco con el azadón y la corriente pudo arrastrar toda la basura del establo. Augías se negó a pagarle, llegando incluso a desterrarlo de su reino. Más tarde éste hubo de emprender una guerra contra él.
6. Matar a los Pájaros del Estínfalo: Las aves que vivían en una espesa selva a orillas del lago Estinfalo, en Arcadia, habían huido en otro tiempo ante una invasión de lobos. Se habían multiplicado en proporciones extraordinarias, hasta el punto de convertirse en una plaga para los países vecinos. Devoraban los frutos de los campos y destruían las cosechas; por esto Euristeo ordenó a Heracles que acabase con ellas. La dificultad estaba en obligarlas a salir de su tupido bosque. Para conseguirlo, Heracles recurrió a unas castañuelas de bronce, que él mismo se fabricó o acaso le dio Atenea, elaboradas por Hefesto. El ruido de este instrumento las asustó, por lo cual abandonaron la espesura, y Heracles pudo derribarlas fácilmente a flechazos.
7. Capturar al Toro de Creta: El toro de Creta era un toro milagros salido del mar un día en que Minos había prometido sacrificar a Poseidón lo que apareciese en la superficie de las aguas. Pero Minos, al ver la belleza del toro, lo envió a sus rebaños, y sacrificó al dios otro menos precioso, de lo cual se vengó Poseidón volviendo furioso al animal. Este animal era el que por orden de Euristeo, Heracles había de traer vivo. El héroe pasó, a Creta y pidió la ayuda de Minos; éste se la negó, pero lo autorizó a apresarlo a condición de hacerlo solo. Heracles capturó al toro y regresó con él a Grecia, presentándolo a Euristeo, el cual quiso dedicarlo a Hera, pero la diosa se negó a acertar a un presente ofrecido en nombre de Heracles y soltó a la bestia, que recorrió la Argólida, cruzó el istmo de Corinto y llega al Ática.
8. Robar las Yeguas de Diomedes: Diomedes era un rey de Tracia propietario de unas yeguas que se nutrían de carne humana. Eran cuatro, llamadas Podarlo, Lampón, Janto y Deino. En esta prueba a la que Heracles debería someterse, consistía en dirigirse hacia la región de Tracia solo por vía terrestre y Heracles para conseguirlo tuvo que matar al rey, y darles de comer la carne de su amo, después de lo cual, las yeguas, saciadas, se dejaron conducir sin dificultad, y al llevarlas al mar, mataron a un compañero de Heracles pisoteándolo.
9. Robar el Cinturón de Hipólita: A petición de Admite, hija de Euristeo, Heracles se dirigió al reino de las Amazonas a la conquista del cinturón de su Reina, Hipólita. Este cinturón era del propio Atres, que se lo había dado a Hipólita para simbolizar el poder que ella poseía sobre su pueblo. Heracles se embarcó con varios compañeros voluntarios en una sola nave, y tras numerosas aventuras llego al puerto de Temiscira, que es el país de las Amazona. Allí Hipólita consiente de buen grado en cederle su cinturón, pero Hera, disfrazada de amazona, suscita una disputa entre Heracles y las amazonas. Se entabla una batalla campal, y Heracles, creyéndose traicionado, da muerte a Hipólita. En el camino de retorno, Heracles se enfrentó aún con nuevas aventuras, especialmente en la costa troyana. Así se vio realizado el sueño de la hija de Euristeo que había soñado durante mucho tiempo