LA INDEPENDENCIA DE COLOMBIA FUE EL MISMO DIA QUE EL HOMBRE PISO LA LUNA (20 DE JULIO)
Sin embargo, hoy en día es claro que lo que sucedió este día no fue un hecho espontáneo como aquellos que habían caracterizado la vida política colonial. Fue la consecuencia de varias circunstancias que sucedieron en cascada y desembocaron en una gran rebelión del pueblo.
Los criollos tenían razones de fondo, que el 20 de julio se convirtieron en la gota que rebosó la copa. En las juntas realizadas entre 1808 y 1810, a pesar de que los criollos fueron invitados, la representación era mínima: entre 36 peninsulares, había 9 americanos. Esto hizo que los criollos por primera vez pensaran en la posibilidad de acatar un Estado- Nación.
Otro suceso fue el arresto, el 10 de agosto de 1809, del presidente de la audiencia de Quito, el Conde Ruiz de Castilla y sus ministros fueron sustituidos por la junta suprema de gobierno integrada por la elite criolla quiteña. Otra de las causas fueron los motines de Cartagena, del 22 de mayo de 1810 y los del Socorro en el 9 de julio del mismo año.
En consecuencia se creó la junta de notables integrada por autoridades civiles e intelectuales criollos. Los principales personeros de la oligarquía criolla que conformaban la junta eran: José Miguel Pey, Camilo Torres, Acevedo Gómez, Joaquín Camacho, Jorge Tadeo Lozano, Antonio Morales, entre otros.
Comenzaron a realizar reuniones sucesivas en las casas de los integrantes y luego en el observatorio astronómico, cuyo director era Francisco José de Caldas. En estas reuniones empezaron a pensar en la táctica política que consistía en provocar una limitada y transitoria perturbación del orden público y así aprovechar para tomar el poder español.
La junta de notables propuso promover un incidente con los españoles, a fin de crear una situación conflictiva que diera salida al descontento potencial que existía en Santa fe contra la audiencia española. Lo importante era conseguir que el Virrey, presionado por la perturbación del orden, constituyera ese mismo día la Junta Suprema de Gobierno, presidida por el señor Amar e integrada por los Regidores del Cabildo de Santa fe.
Don Antonio Morales manifestó que el incidente podía provocarse con el comerciante peninsular don José González Llorente y se ofreció "gustoso" a intervenir en el altercado. Los notables criollos aceptaron la propuesta y decidieron ejecutar el proyecto el viernes, 20 de julio, fecha en que la Plaza Mayor estaría colmada de gente de todas las clases sociales, por ser el día habitual de mercado.
Para evitar la sospecha de provocación se convino que Don Luis Rubio fuera el día indicado a la tienda de Llorente a pedirle prestado un florero o cualquier clase de adorno que les sirviera para decorar la mesa del anunciado banquete a Villavicencio. En el caso de una negativa, los hermanos Morales procederían a agredir al español.
A fin de garantizar el éxito del plan, si Llorente entregaba el florero o se negaba de manera cortés, se acordó que don Francisco José de Caldas pasara a la misma hora por frente del almacén de Llorente y le saludara, lo cuál daría oportunidad a Morales para reprenderlo por dirigir la palabra a un "chapetón" enemigo de los americanos y dar así comienzo al incidente.
Llegó el día indicado - 20 de julio 1810
Eran las 11 de la mañana y la plaza mayor estaba colmada por una heterogénea concurrencia, compuesta de tratantes y vivanderos, indios de los resguardos de la sabana y gente de todas las clases sociales de la capital.
Poco antes de las doce del día, como estaba previsto, se presentó don Luis de Rubio en el almacén de Llorente y después de hablarle del anunciado banquete a Villavicencio, le pidió prestado el florero para adornar la mesa. Llorente se negó a facilitar el florero, pero su negativa no fue dada en términos despectivos o groseros. Se limitó a explicar diciendo que había prestado la pieza varias veces y ésta se estaba maltratando y por lo tanto, perdiendo su valor.
Entonces intervino Caldas, quien pasó por frente del almacén y saludó a Llorente, lo que permitió a don Antonio Morales, como estaba acordado, tomar la iniciativa y formular duras críticas hacia Llorente. Morales y sus compañeros comenzaron entonces a gritar que el comerciante español había dicho a Rubio malas palabras contra Villavicencio y los americanos, afirmación que Llorente negó categóricamente.
Mientras tanto los principales conjurados se dispersaron por la plaza gritando: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas!. La ira se tomó el sentir del pueblo.
Indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas. El virrey don Antonio Amar y Borbón desde su palacio, observaba con alarma la situación que se escapaba de sus manos; la guardia que era por cierto muy escasa, estaba al mando de Baraya, quien rápidamente puso las tropas al servicio de la revolución, a tal punto que los cañones se enfilaron hacia el palacio del virrey.
El virrey muy asustado, aceptó reunir un cabildo extraordinario presidido por él, los oidores y los miembros del Cabildo de Santa Fe; al final de la tarde se impuso dicha reunión, se procedió a la elección de los vocales, de los voceros, que se fue haciendo por admiración; desde el balcón de la casa se iban proponiendo nombres de todos los próceres, y el pueblo los iba aclamando: Camilo Torres, Luis Caicedo y Flórez, Joaquín Gutiérrez, José Miguel Pey, Frutus Joaquín Gutiérrez, Sinforoso Mutis, Miguel Pombo, Luis Fernando Azuola Pedro Groot, Andrés Rosillo, Antonio y Francisco Morales, Antonio Baraya. Hacía las seis de la tarde, José Acevedo y Gómez lanza una arenga que le mereció el título de Tribuno del pueblo, invitando a la gente a que se mantuviera en pie, defendiendo lo que se estaba buscando.
La arenga, termina con unas palabras conocidas:
“Si perdéis estos momentos de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de 12 horas, seréis tratados como los insurgentes, ved los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan.”
Reunido el Cabildo, se procedió a elegir una Junta Suprema de Gobierno; la cual se encargaría del gobierno y se desconocía la autoridad del virrey.
Al día siguiente, el virrey fue puesto preso junto con la virreina, el pueblo se llevó al virrey a la gendarmería y a la virreina la llevaron en medio de insultos a la cárcel del divorcio, que era la cárcel de mujeres; eso no fue bien visto por los miembros de la Junta Suprema de Gobierno, consideraron que era una medida drástica, y por orden de Camilo Torres y de otros miembros de la Junta, fueron liberados y vueltos a palacio, pero ya estaban destituidos. El 15 de agosto son deportados primero a Cartagena y más tarde a España. Acabando así con el virreinato.
Una vez instalada la Junta Suprema, durante las horas finales de la tarde, la noche del 20 de julio y el amanecer del 21 de julio, se redactó el acta que se conoce con el nombre de Acta de Independencia .
En dicha acta, se hace mención entre otras cosas:
Se depositaba en la Junta Suprema el gobierno del reino, interinamente; mientras la misma Junta formaría la Constitución, que lograría afianzar la felicidad pública, contando con las nobles provincias a las que se les pedirán sus diputados, este cuerpo formará el reglamento para elegirlas; y tanto este reglamento, como la Constitución de Gobierno, deberá formarse sobre las bases de la libertad, e independencia, ligadas únicamente por un sistema federativo, cuya representación deberá residir en esta capital para que vele por la seguridad de la Nueva Granada.
Se le empieza a quitar la autoridad al virrey, y se le da a la Junta Suprema, que esta compuesta por criollos, mientras se establece una constitución. Se habla por primera vez de una constitución.
Se alcanza la felicidad pública. Se involucra a todo el pueblo, con diputados representándolos. Se considera por primera vez las elecciones. Se dan las bases de la libertad y de federalismo.
En el acta se dice: “Que protesta no abdicar los derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo en otra persona que la de su augusto y desgraciado monarca don Fernando VII.” Pedían que el rey viniera a gobernar entre ellos, algo que de antemano se sabía no podía ser, puesto que estaba preso, y porque ni siquiera reinaba en España. Quedaba entonces, el gobierno sujeto a la Suprema Junta de Regencia existente en la península y sobre la Constitución que de al pueblo .
El nexo con la Junta de Regencia fue discutido, ahí se podía decir que no había un ánimo de independencia; se dieron cuenta que de un momento a otro, no podían romper los vínculos del pueblo con el monarca, considerado una víctima ante los ojos de la gente, por lo que había hecho el déspota Napoleón. El pobre Fernando VII vivía como un holgazán en su castillo, su padre y su madre en otro; Carlos IV padre designaba a su hijo Fernando VII, quien a su vez designaba a Napoleón, éste a un virrey, y por ello no se daba el gobierno; esta situación no era entendida por el pueblo.
El reconocimiento de la Junta de Regencia origina en el seno mismo de la Junta Suprema una división, denominada regentista y anteregentista; una corriente liberal que era partidaria de desconocer la Regencia, y el otro sector conservador de la Junta, que era partidario de mantener el título de la Regencia.
El acta del 20 de julio es realmente un Acta de Independencia, se reconoce a Fernando VII pero de manera teórica, porque en la práctica se da un gobierno, la voluntad de convocar un congreso, de hacer una constitución, de sentar una patria, y de una vez adoptar una forma federal.
Los acontecimientos continuaron en una forma precipitada, se sigue la propia dinámica de una revolución; don José María Carbonell y otros próceres muy exaltados, se mantenían durante esos días recorriendo las calles agitando las masas, para mantener viva esa llama. El 29 de julio la Junta Suprema convoca “El Congreso General del Reino”, que tendría la misión de darle al territorio emancipado su primera Constitución.
El Congreso General del Reino se reunió el 22 de diciembre, prestó el juramento de “sostener los derechos del rey Fernando VII contra el usurpador de su corona Napoleón Bonaparte y su hermano José; defender la independencia y soberanía de este reino contra toda opresión exterior” . No se daba una ruptura total con el soberano español.
German Village is a historic neighborhood in Columbus, Ohio, just south of the city's downtown. It was settled in the early-to-mid-19th century by a large number of German immigrants, who at one time comprised as much as a third of the city's entire population. It became a city historic district in 1960[2] and was added to the National Register of Historic Places in 1974, becoming the list's largest privately funded preservation district,[3] and in 2007, was made a Preserve America Community by the federal government. In 1980, its boundaries increased, and today it is one of the world's premier historic restorations.
In 1796, Congress appropriated the Refugee Lands for Canadian province individuals who had supported the Colonial cause in the American Revolution. By 1802, an American Revolution veteran named John McGowan claimed 328 acres (1.33 km2), most of what would become the German Village. As German immigrants arrived, McGowan sold tracts of land to them. By 1814, a settlement had grown up, originally called "Das Alte Südende" (the Old South End), and German immigrants contributed to building the first statehouse.
By 1830, massive German immigration to the city had occurred. The most influential German newspaper in 1843 was Der Westbote. Many would serve in the American Civil War, thus gaining the universal respect of the local citizens. By 1865, one-third of Columbus's population was German and the community was flourishing. They built up the local neighborhood, including many businesses, such as Hessenauer Jewelers and Lazarus Department Stores, schools, and churches, such as the Ohio-historic St. Mary's Catholic Church, built in 1865 and adorned with a 197-foot (60 m) steeple in 1893.[4] German-American George J. Karb became mayor of the city, twice, at the end of the 19th century and again in the early 20th century.[5]
During the early 20th century, the south end saw newcomers from eastern Europe aside from German immigrants, resulting in brother neighborhoods such as the Hungarian Village.[6]
The local schools the German immigrants constructed and managed were so superior that English-speaking residents of Columbus chose to attend them, such as one that once stood at Fulton Street east of S. Fourth Street.[5][7]
Capt. Eddie Rickenbacker, a World War I hero from the Columbus German-American community
The area was in serious decline throughout the first half of the 20th century, partly due to anti-German sentiment during World War I. During that time, the teaching of German in public schools was banned and German textbooks were burned. German street names were changed, such as Germania Street becoming the present-day Stewart Avenue,[8] and Schiller Park was temporarily renamed Washington Park. The anti-German sentiment fueled by the media was so bad that in 1918, German books were burned on Broad Street and at the foot of the Schiller statue. German canine breeds were taken from their owners and slaughtered, including German Shepherds and Dachshunds. Despite the hatred, the Columbus German American community would produce one of America's finest heroes from the war, Captain Eddie Rickenbacker, for whom Rickenbacker International Airport in southern Columbus is named.
Further decline occurred later due to the closing of the local breweries during Prohibition. After the war, the south end was zoned for manufacturing, leading to the erosion of the area's residential feel. In World War II, the streetcar tracks and wrought-iron fences were confiscated for the war effort. By the 1950s, the area had become a slum and the city decided to demolish one-third of the neighborhood.[9][10]
With the Village nearing complete destruction, Frank Fetch defied the common wisdom and purchased a house on S. Wall Street, determined to rebuild the neighborhood. Fetch would create the German Village Society. In June 1960, the society hosted the first Haus und Garten Tour, which attracted visitors and the local media to eight restored homes and two gardens. Today, the tour is one of the city's most popular events.[11] Frank Fetch Park was named after him.
Concerned citizens managed to save its historic architecture from demolition in the 1960s by lobbying for a local commission, the German Village Commission, to have power over external changes made to buildings and by getting the area listed on the National Register of Historic Places in 1975.[11] As of 2009, the German Village Society has over 1,000 preservationists who maintain the historic quality of the buildings and neighborhood, and German Village is considered one of the most desirable areas to live in the city.[12] More than 1,600 buildings have been restored since 1960 and it is credited as one of the world's premiere restoration districts.[13] By the 1980s, the restoration was nearly complete. Today, it is the largest privately funded historic district on the National Register of Historic Places.[3]
German tradition has long reigned in the community in the form of an annual Oktoberfest festival. It originally took place in Schiller Park and has been held at various locations within the German Village neighborhood. Due to new development in the area, it now takes place at the Ohio State Fairgrounds / Ohio Expo Center. The festival was voted to be canceled in 2009, but the Schmidt (owners and operators of Schmidt's Sausage Haus) and Cox families stepped in to keep it running.[17] A smaller Oktoberfest still goes on in the German Village itself, at the Germania Gesang und Sport Verein (Singing and Sports Club) at 543 South Front Street in the old Schlee Brewmaster's House and outdoor garden.[18]
Although German Village is an eclectic community, the area is known as a residential gay village. While there are no gay establishments within German Village, the neighboring Brewery District and Merion Village have several.
Much of the area in present-day south downtown along I-70 was at one point considered part of German Village, including the Market Exchange District, which has experienced a revival alongside German Village.[19]
German Village is bound by Pearl Street on the west; East Livingston Avenue on the north; Lathrop Street, Brust Street, Grant Avenue, Jaeger Street, and Blackberry Alley on the east; and Nursery Lane on the south. [20]
Schiller Park, named after Johann Christoph Friedrich von Schiller (1759-1805), was once a community meeting ground for German immigrants. It is now the site of recreational facilities, gardens, and an amphitheater that hosts free live performances of Shakespearean plays during the summer months courtesy of Actors' Theatre of Columbus.[21] It is bounded by Jaeger Street and City Park, Reinhard, and Deshler Avenues. It has been the area's center for festivals and neighborhood activities since the 1800s.
The 23-acre park's main entrance, along City Park Avenue, greets visitors with the Huntington Gardens, sponsored by Huntington National Bank and maintained by volunteers, and the Schiller statue. The statue was presented to the park by local residents in 1891. It is a second casting of the statue in Munich, Germany, designed and executed by Max von Widnmann and unveiled on May 9, 1863. The Columbus statue was transported free of charge across the Atlantic. The park is also home to Umbrella Girl, dedicated to the citizens of German Village in October 1996 to replace the missing original sculpture.
The neighborhood's Stewart Alternative Elementary School, was built in 1874. It is one of the oldest remaining school buildings in Columbus, built at the same time as the First and Second Avenue Schools, also still extant.[22]
El relicario, que fue realizado aproximadamente entre 1190 y 1225 por el orfebre Nicolás de Verdún, es considerado el relicario más grande y artísticamente exigente que se ha conservado de la Edad Media. Está construido en dos niveles en forma de basílica y decorado con figuras doradas, joyas de piedras preciosas, gemas, camafeos y esmaltes, que ilustran la historia de la salvación cristiana desde los comienzos del Antiguo Testamento hasta el Juicio Final. Se le considera el punto culminante del arte mosano y el relicario más grande en el mundo occidental.
Moneda de plata de Colonia de 1516 que representa a los Reyes Magos.
Durante la Segunda cruzada, el obispo de Milán San Eustorgio, religioso noble de origen helénico, visitó Constantinopla para que el Emperador le permitiera aceptar su reciente nombramiento; este no sólo le dio su consentimiento, sino que además le hizo un regalo inolvidable: las veneradas reliquias rescatadas en el año 300 d. C. por la emperatriz Elena, madre del emperador romano Constantino I, en Saba.
En los días de Felipe de Heinsberg fue construido el relicario de los tres magos. Esto me fue confirmado por algunos testigos oculares que estaban presentes cuando los tres magos fueron puestos en el relicario.
Partes del relicario fueron diseñadas por el famoso orfebre medieval, Nicolás de Verdún, que empezó el trabajo en el año 1180 o 1181. Tiene esculturas de oro elaboradas de los profetas y apóstoles, y de las escenas de la vida de Cristo. El relicario se completó hacia 1225.
Alrededor de 1199, el emperador Otón IV entregó tres coronas áureas para los reyes magos como un donación a la iglesia de Colonia: «Otto rex coloniensis curiam celebrans tres coronas de auro capitibus trium magorum imposuit»; MGSS 17, 292. A causa de la importancia del relicario y la catedral para el posterior desarrollo de la ciudad, el escudo de armas de Colonia muestra todavía las tres coronas que simbolizan a los Tres Reyes.
La construcción de la actual catedral de Colonia se empezó en 1248 para albergar estas importantes reliquias. La construcción de la catedral tomó 632 años, para llegar a ser actualmente la iglesiagótica más grande de Europa septentrional.
El 20 de julio de 1864, el relicario se abrió, y fueron descubiertos restos de los Tres Reyes y monedas de Philipp von Heinsberg. El informe de un testigo ocular cuenta:
En un compartimiento especial del relicario que ahora se ve —junto con lo que queda de antiguas, viejas y podridas vendas, probablemente de biso, y con restos de resinas aromáticas y sustancias semejantes— numerosos huesos de tres personas, que bajo la guía de varios expertos presentes se podrían reunir en cuerpos casi completos: uno en su juventud temprana, el segundo en su virilidad temprana, el tercero más bien envejecido. Dos monedas, bracteates argentinos acuñados sólo por una cara, acompañaban lo anterior; uno, probablemente de los días de Philipp von Heinsberg, mostraba una iglesia, el otro mostraba una cruz, acompañado de la espada de mando a un lado, y del báculo obispal al otro.2
Nota: «Así como la moneda de Philipp en Hartzheim, coloniensis de nummariae de rei de historia, tabla 3 n.os 14, 16 (1754),3 pero sin inscripción; la otra (moneda) en forma cuadrada, con en el centro una cruz, acompañada de la espada de mando a un lado, y del báculo obispal al otro, también sin inscripción, ciertamente no es más reciente y podría ser quizá una moneda de Reinaldo [de Dassel]».4
Los huesos se envolvieron en seda blanca y fueron devueltos al relicario.
El relicario de los Reyes Magos tiene unas dimensiones aproximadas de 110 cm de ancho, 153 cm de alto, y 220 cm de largo. Los tres sarcófagos están superpuestos, tomando la forma de una especie de basílica: dos sarcófagos descansan pegados el uno al otro, y el tercer sarcófago descansa sobre las aristas superiores de los otros dos. Los laterales están completamente cubiertos, así que no hay espacio visible entre los sarcófagos. La estructura básica está hecha de madera, recubierta de oro y plata y decorada con filigranas, esmalte, y unas mil piedras preciosas. Estas últimas incluyen muchos camafeos y piezas grabadas, alguna aún precristiana.
Todo el relicario está envuelto con una elaborada cubierta decorativa. Hay 74 figuras en bajorrelieve de plata dorada en total, sin contar las figuras adicionales, más pequeñas, en la decoración del fondo. En los lados, las imágenes de profetas decoran la parte más baja, mientras que las imágenes de los apóstoles y evangelistas decoran la parte superior. Un extremo muestra (a través del fondo, de izquierda a derecha) imágenes de la Adoración de los Magos, María entronizada con el niño Jesús, y el Bautismo de Cristo, y arriba, Cristo entronizado en el Juicio Final. El otro extremo muestra las escenas de la Pasión: El Martirio de Cristo (abajo izquierda) y la Crucifixión (abajo izquierda), con Cristo resucitado arriba. Este extremo tiene asimismo un busto de Reinaldo de Dassel en el centro.
En la novela Baudolino (2000), Umberto Eco describe el descubrimiento y el donativo subsiguiente de las reliquias de Magos como un bulo del siglo xii perpetrado por el protagonista de la novela.
En la novela Mapa de huesos (2005), de James Rollins, el relicario contiene oro en estado monoatómico, producido por los Reyes Magos, en lugar de las santas reliquias.
En la novela Mercado de espejismos (2007) de Felipe Benítez Reyes, se describe irónicamente las aventuras de un grupo de traficantes de reliquias a las que se les dio como encargo el robo del relicario. La novel