|
TRES MARIAS CRUCIFICCION EQUIVALE A LA CONSTELACION DE ORION
|
|
|
|
—El misterio de la iniquidad el hijo de perdición EL ANTICRISTO .Apocalipsis 13:17,18.13:17 ,12:9 ,17:8,13 .
El apostol Pablo, en su segunda carta a los Tesalonicenses, predijo la gran apostasía que daría como resultado el establecimiento del poder papal. Declaró que el día de Cristo no vendría, “sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”. Y más adelante advirtió a sus hermanos acerca de que “ya está en acción el misterio de la iniquidad”. 2 Tesalonicenses 2:3, 4, 7. Ya en aquella época vio cómo se introducían subrepticiamente en la iglesia los errores que habrían de preparar el camino para el desarrollo del papado.
Poco a poco, al principio con cautela y en silencio, y más tarde en forma más abierta, el misterio de la iniquidad llevó a cabo su obra engañosa y blasfema, y aumentó su fortaleza para lograr el dominio de las mentes de los hombres. Casi imperceptiblemente las costumbres paganas se introdujeron en la iglesia cristiana. El espíritu de transigencia y conformidad fue restringido por un tiempo por causa de la fiera persecución que sufrió la iglesia bajo el paganismo. Pero cuando la persecución cesó, y el cristianismo entró en las cortes y los palacios de los reyes, la iglesia puso a un lado la humilde sencillez de Cristo y los apóstoles, para adoptar la pompa y el orgullo de los sacerdotes y gobernantes paganos; y en lugar de los mandamientos de Dios puso teorías y tradiciones humanas. La conversión nominal de Constantino a principios del siglo IV causó gran regocijo, y el mundo, recubierto con el manto de la justicia, se introdujo en la iglesia. De allí en adelante la obra corruptora progresó rápidamente. El paganismo, vencido en apariencias, fue realmente el vencedor. Su espíritu dominó a la iglesia. Sus doctrinas catecismo , ceremonias y supersticiones llegaron a formar parte de la fe y el culto de los profesos seguidores de Cristo.
Esta mezcla de paganismo y cristianismo dio como resultado el desarrollo del hombre de pecado predicho en la profecía, que habría de oponerse a Dios y exaltarse sobre él. Ese gigantesco sistema de religión falsa es la obra maestra del poder de Satanás; un monumento a sus esfuerzos por ocupar el trono y gobernar la tierra de acuerdo con su voluntad
Con el fin de obtener ventajas y honores mundanos, la iglesia procuró el favor y el apoyo de los grandes hombres de la tierra, y al rechazar de ese modo a Cristo, fue inducida a rendir lealtad al representante de Satanás, es a saber, al obispo de Roma.
Una de las doctrinas cardinales del catolicismo es que el papa es la cabeza visible de la iglesia universal de Cristo, investido con autoridad suprema sobre los obispos y los pastores en todo el mundo. Más aún, el papa se ha arrogado los mismos títulos de la Divinidad.
Satanás sabía muy bien que las Sagradas Escrituras capacitarían a los hombres para descubrir sus engaños y resistir su poder. Incluso el Salvador del mundo resistió sus ataques por medio de la Palabra. En cada uno de sus asaltos Cristo empleó el escudo de la verdad eterna al decir: “Escrito está”. A cada sugerencia del adversario opuso la sabiduría y el poder de la Palabra. Para que Satanás pudiera conservar su dominio sobre los hombres y afirmar la autoridad del usurpador papal, debía mantenerlos ignorantes acerca de las Escrituras. La Biblia exalta a Dios y pone al hombre finito en su correcta ubicación; por lo tanto, sus sagradas verdades deben mantenerse ocultas y mejor suprimidas. Esa fue la lógica adoptada por la Iglesia de Roma. Por cientos de años impidió la circulación de la Biblia. Se prohibía a la gente que la leyera o que la tuviera en sus hogares, y sacerdotes y prelados carentes de principios interpretaban sus enseñanzas de manera que apoyaran sus pretensiones. De esa manera el papa llegó a ser casi universalmente reconocido como representante de Dios en la tierra, dotado de autoridad suprema sobre la iglesia y el estado. ESFUERZOS PARA SUPRIMIR Y DESTRUIR LA BIBLIA—En cuanto a los esfuerzos de larga duración hechos en Francia para acabar con la Biblia, especialmente con las versiones en lengua vulgar, dice Gaussen: “Ya el decreto de Tolosa (de Francia), de 1229, [...] instituía el espantoso tribunal de la Inquisición contra todos los lectores de la Biblia en lengua vulgar. Era un decreto de fuego, de sangre y de asolamiento. En sus capítulos III, IV, V y VI disponía que se destruyeran por completo hasta las casas y los más humildes escondrijos y aun los retiros subterráneos de los que fueran convictos de poseer las Escrituras, y que ellos mismos fueran perseguidos hasta en sus montes y en los antros de la tierra, y que se castigara con severidad aun a sus encubridores”. Como resultado la Biblia “fue pues prohibida en todas partes; desapareció en cierto modo de sobre la tierra, bajó al sepulcro”. Estos decretos fueron “seguidos durante quinientos años de suplicios sin cuento en que la sangre de los santos corrió como agua”. (L. Gaussen, Le canon des Saintes Écritures, parte 2, lib. 2, cap. 7; y cap. 13 ed. de Lausana, 1860). Respecto a los esfuerzos especiales hechos para destruir la Biblia durante el Reinado del Terror a fines de 1793, el Dr. Lorimer dice “Dondequiera que se encontrase una Biblia puede decirse que había persecución a muerte; a tal punto que varios comentadores respetables interpretan la muerte de los dos testigos, en el capítulo once del Apocalipsis, como refiriéndose a la supresión general, más aun, a la destrucción del Antiguo y Nuevo Testamentos en Francia durante aquella época” (J. G. Lorimer, An Historical Sketch of the Protestant Church in France, cap. 8, párrs. 4, 5).
|
|
|
|
mudanza de los tiempos y la ley DANIEN 7:25,Apocalipsis 13:17,18 .
Al eliminar el papado la santa ley del cielo Sinaí y la santa Biblia el detector de errores, Satanás obró de acuerdo con su voluntad. La profecía declaraba que el papado pensaría en “cambiar los tiempos y la ley”. Daniel 7:25. No se demoró en intentar esa obra. Para permitir que los paganos se convirtieran y encontraran un sustituto de los ídolos que adoraban, y para promover de ese modo la aceptación nominal del cristianismo, se introdujo gradualmente en el culto cristiano la adoración de imágenes y reliquias. El decreto de un concilio general finalmente confirmó ese sistema de idolatría papal. Para completar su obra impía, Roma pretendió eliminar el segundo mandamiento de la ley de Dios, que prohíbe la adoración de imágenes, y dividió el décimo mandamiento en dos para conservar el número exacto.
Esa actitud de retroceso ante el paganismo abrió el camino para apartarse aún más de la autoridad del cielo. Satanás atacó al cuarto mandamiento sábado séptimo día también, y trató de poner a un lado el antiguo sábado, que Dios había bendecido y santificado en la creación Génesis 1:1,Génesis 2:1,4 , para exaltar en su lugar la fiesta que guardaban los paganos con el nombre de “venerable día del sol domingo primer día de la semana SANTIFICAR las fiestas ”. Al principio ese cambio no se llevó a cabo abiertamente. En los primeros siglos todos los cristianos guardaban el sábado. Cuidaban celosamente el honor de Dios, y como creían que su ley era inmutable, conservaban religiosamente el carácter sagrado de sus preceptos. Pero con gran sutileza Satanás obró por medio de sus instrumentos para lograr sus propósitos. Para que la atención de la gente se dirigiera al domingo, lo convirtió en una festividad en honor de la resurrección de Cristo. Se celebraban servicios religiosos ese día; no obstante, se lo consideraba aún como un día de recreación, y el sábado seguía siendo guardado religiosamente.
Constantino, pagano aún, promulgó un decreto para apoyar la observancia general del domingo como una festividad pública en todo el Imperio Romano. Después de su conversión siguió siendo un ferviente abogado del domingo, y su edicto pagano fue puesto en vigencia en provecho de su nueva fe. Pero el honor manifestado hacia ese día no era suficiente para impedir que los cristianos consideraran que el sábado era el día santo del Señor. Había que dar otro paso más; el falso día de reposo debía ser exaltado para lograr su igualdad con el verdadero. Pocos años después de la promulgación del decreto de Constantino, los obispos de Roma le confirieron al domingo el título de día del Señor. De ese modo se indujo a la gente gradualmente a que considerara que poseía un cierto grado de santidad. No obstante, se seguía guardando el sábado original.
El archiengañador no había terminado su obra. Estaba resuelto a reunir al mundo cristiano bajo su estandarte, y a ejercer su poder por medio de su representante, el orgulloso pontífice que pretendía ser el representante de Cristo. Logró cumplir sus propósitos por medio de paganos semiconvertidos, prelados ambiciosos y miembros de iglesia mundanos. Se celebraron grandes concilios, de vez en cuando, a los que concurrían dignatarios de la iglesia procedentes de todas partes del mundo. En casi cada uno de ellos se degradaba un poco más el sábado que Dios había instituido, mientras en forma proporcional se exaltaba el domingo. De ese modo la festividad pagana finalmente llegó a ser honrada como una institución divina, mientras al sábado de la Biblia se lo declaró reliquia del judaísmo, y se insistió en que su observancia era maldita.
El gran apóstata logró éxito al exaltarse a sí mismo “contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto”. 2 Tesalonicenses 2:4. Se había atrevido a cambiar el único precepto de la ley divina que en forma inconfundible señala a todas la humanidad al Dios verdadero y viviente. En el cuarto mandamiento el Señor se presenta como Creador de los cielos y la tierra, y por lo tanto como distinto de todos los dioses falsos. El séptimo día fue santificado para que fuera un día de reposo para el hombre, como un monumento de la obra de la creación. Se lo instituyó para que mantuviera al Dios viviente siempre delante de las mentes como la fuente de todo ser y objeto de reverencia y culto. Satanás trató de desviar a los hombres para que no manifestaran lealtad a Dios ni rindieran obediencia a su ley; por lo tanto dirigió sus esfuerzos especialmente contra ese mandamiento que señala a Dios como Creador.
Los protestantes insisten ahora en que la resurrección de Cristo en domingo es el origen del día de reposo cristiano. Pero no hay evidencias bíblicas para esto. Ni Cristo ni los apóstoles le dieron tal honor a ese día. La observancia del domingo como institución cristiana tiene sus orígenes en el “misterio de la iniquidad” que, ya en los días de Pablo, había comenzado a obrar. ¿Dónde y cuándo adoptó el Señor a este hijo del papado? ¿Qué razones valederas se pueden presentar para justificar un cambio acerca del cual las Escrituras guardan silencio? En el siglo VI el papado ya estaba firmemente establecido. La sede de su poder se hallaba en la ciudad imperial, y se declaró que el obispo de Roma era la cabeza de toda la iglesia. El paganismo había cedido su lugar al papado. El dragón había dado a la bestia “su poder y su trono, y grande autoridad”. Apocalipsis 13:2. Y entonces comenzaron los 1.260 años de opresión papal predichos en las profecías de Daniel y Juan. Daniel 7:25; Apocalipsis 13:5-7. Los cristianos se vieron obligados a elegir entre renunciar a su integridad y aceptar las ceremonias y el culto católico, o pasarse la vida en las mazmorras, o morir en el potro, entre rejas o víctimas del hacha del verdugo. Entonces se cumplieron las palabras de Jesús: “Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre”. Lucas 21:16, 17. La persecución se desató sobre los fieles con mayor furia que antes, y el mundo se convirtió en un vasto campo de batalla. Por cientos de años la iglesia de Cristo encontró refugio escondiéndose y en la oscuridad. Así dice el profeta: “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días”. Apocalipsis 12:6.
|
|
|
Primer
Anterior
148 a 162 de 207
Siguiente
Último
|