MADALENA Y LAJES, DOS LOCALIDADES CON ENCANTO
Después de recorrer cinco de las nueve islas de las Azores, no cabe duda de que Angra do Heroísmo, la capital de Terceira, es la ciudad más bella que se puede encontrar en este archipiélago. Pero eso no impide que haya otras localidades con encanto. En Pico tenemos Madalena, su capital. Destaca su iglesia, consagrada, como no podía ser de otra forma, a santa María Magdalena. Posee un retablo barroco dorado de gran belleza. Cuando la visitamos se celebraba una misa con música de la filarmónica de la localidad. En Pico la música se vive de una forma muy especial y cada pueblo, por muy pequeño que sea, cuenta con una orquesta donde grandes y pequeños aprenden a tocar los instrumentos y desarrollan esa sensibilidad por este arte. Estamos seguros de que si eso se hiciera en más sitios formaríamos a mejores personas. En Pico se demostró. El entorno de la calle Ouvidor Medeiros junto al puerto y la vista de los dos islotes al atardecer con la isla de Faial al fondo, son otras de las paradas en Madalena. También el café Cella, con una terraza donde ver también la puesta de sol, con Faial por un lado y la montaña de Pico, por el otro. Ideal para tomar una cerveza, no para comer. Organiza además conciertos de música en directo.
Iglesia de Madalena
Una de las cales de Lajes do Pico
Lajes es otra localidad pintoresca con calles estrechas y empedradas y casas coloridas desde las que surgen como setas hortensias y frutales. Su iglesia, levantada con el esfuerzo del pueblo con la omnipresente roca volcánica merece una parada. Nosotros caminamos tranquilamente y vimos a un pueblo acogedor y hospitalario. Donde uno de sus lugareños tenía las calabazas que había recogido de su huerto a la puerta porque no le cabían en casa, y su vecino de enfrente guardaba las llaves en el buzón sin miedo a que nadie las pudiera robar. Y ambos con una sonrisa y con cara de felicidad. Este tipo de cosas te reconcilian con el ser humano.
Iglesia de Lajes do Pico
MUSEO DOS BALEEIROS DE LAJES DO PICO
La importancia de la caza de la ballena en Pico se demuestra en que una isla tan pequeña tiene dos museos dedicados a esta labor. Uno, el de los balleneros en el sur, en Lajes do Pico. Y otro, el de la industria ballenera localizado en el norte, en Sao Roque. Nosotros visitamos el primero, ya que a priori es el más atractivo (entrada 2 euros). Se localiza delante del puerto que hasta los años ochenta del siglo anterior presenció la llegada de estos gigantes marinos. Es un modesto museo que aporta una visión muy interesante de una actividad que por suerte ha pasado a la historia, al menos por estos lares. Hoy es una aberración, pero en su día fue la fuente de supervivencia de los habitantes de una isla que estaban completamente aislados.
Una de las embarcaciones que se exponen en el museo dos Baleeiros de Lajes
El Atlántico es el que les daba ese sustento no sin antes jugarse la vida entre sus furibundas olas. Y en esas aguas habitaban unos animales que, si eran capaces de cazarlos, les garantizaban víveres y materias primas durante una buena temporada. En unas barcas alargadas de madera que se construirían en Lajes do Pico, los balleneros se echaban a la mar en busca de su preciado trofeo. Con arpones caseros fabricados por el herrero, que tenía el taller donde hoy se levanta el museo, intentaban durante horas dar muerte a semejantes cachalotes. No se lanzaban al mar sin más. Necesitaban la señal de que efectivamente una ballena pasaba cerca de la costa. Para ello existían y existen en la isla una red de torres vigías de ballenas. En ellas se apostaban con unos prismáticos rudimentarios los encargados de localizar a los cetáceos. Cuando lo hacían, se comunicaban con los balleneros que estaban a pie de costa por señales de humo, en un primer momento, y décadas después con emisoras de radiofrecuencia. Rápidamente se lanzaban al océano, daban caza al cetáceo y eran arrastrados a puerto con la pieza. De ella se aprovechaba todo. La carne para comer, las grasas para lubricantes, pinturas, aceite… y los huesos para hacer piezas de todo tipo, desde martillos, pasando por belenes, colgantes y los elementos más insospechados.
Foto de una ballena en el puerto de Lajes do Pico
Arte en el colmillo de una ballena en el museo dos Baleeiros