Entrevista con Uki Goñi, autor del libro “La auténtica ODESSA- La fuga nazi a la Argentina de Perón”, sobre un tema hasta hoy tabú en la Argentina. El traslado organizado de criminales nazis de Europa a la Argentina después de la II Guerra Mundial es uno de los capítulos más oscuros y tabúes de la historia argentina. DW-WORLD conversó sobre el tema con Uki Goñi, periodista e historiador argentino, autor del libro “La auténtica ODESSA: la fuga nazi a la Argentina de Perón”, actualmente de gira de charlas por Alemania.
– DW WORLD: ¿De qué forma facilitó el Gobierno argentino de la época la llegada de nazis a la Argentina?
– Uki Goñi: La facilitó de varias maneras, pero sobre todo enviando agentes a Europa, que a su vez eran ex miembros de la SS o nazis que ya habían llegado a Argentina, para organizar el traslado de Alemania a la Argentina. El principal encargado fue un ex capitán de la SS llamado Carlos Fuldner. Fuldner era un alemán nacido en la Argentina, cuya familia había vuelto a Alemania en la década del 30. Carlos Fuldner se enrola en la SS y asciende hasta capitán. Después de la guerra escapa a Madrid y organiza la primera red de escape a la Argentina, se reúne con Perón, hay reuniones en la Casa Rosada y luego Fuldner viaja a Europa y allí comienza el escape en serio de sus camaradas de la SS.
– ¿Cuál fue el interés del Gobierno de Perón y de éste personalmente para llevar a los criminales de guerra a la Argentina? – Perón tenía varias razones para hacerlo. La primera fue una simpatía natural que el sentía por el nazismo, el fascismo y los oficiales del Ejército alemán. Perón dijo que consideraba que los juicios de Núremberg eran una infamia y que él había decidido rescatar todos los oficiales alemanes que pudiera. Perón también quería llevar a la Argentina a científicos y técnicos alemanes, por ejemplo diseñadores de aviones jets y científicos nucleares. Pero con ellos y además de ellos se fueron a la Argentina una gran cantidad de criminales de guerra tipo Adolf Eichmann y Josef Mengele, que también entraron al país disfrazados de técnicos.
– ¿A sabiendas de Perón? – Yo creo que sí, porque Perón dijo que los juicios de Núremberg eran una infamia y eso es una frase muy llamativa y deja muy claro cuál era el pensamiento de Perón sobre ello.
– ¿Había también coincidencias ideológicas entre el nacionalsocialismo y el peronismo de la época, como una forma de socialismo nacional? – Perón había estado en la Italia de Mussolini como agregado militar y cuando volvió a la Argentina habló de Mussolini –y también de Hitler– con gran entusiasmo y admiración. Durante la guerra, Perón tuvo muchos contactos con el servicio secreto de la SS, que operaba en Sudamérica, o sea que no es algo que haya comenzado después de la guerra, sino que ya durante la guerra Perón tuvo contactos con oficiales de la SS.
– ¿Qué organizaciones y/o personas cooperaron en Europa con el Gobierno argentino de la época para sacar a los nazis de Europa? – Una de ellas fue el Gobierno de Suiza. La Argentina concluyó un acuerdo secreto con el Gobierno suizo por el cual se podía sacar a alemanes desde Alemania y hacerlos cruzar ilegalmente la frontera suiza. Se trataba de nazis que las Fuerzas Armadas estadounidenses y británicas no querían que salieran de Alemania. La organización argentina de Fuldner los sacaba de contrabando de Alemania, haciéndolos pasar a Suiza con el conocimiento y el apoyo del Gobierno suizo, para desde allí enviarlos a la Argentina. Además de la ayuda del Gobierno suizo también hubo un gran apoyo de sacerdotes del Vaticano, para otorgar pasaportes, papeles y cartas identificatorias.
– ¿Eran personas a título individual o también el Papa tenía conocimiento de ello? – Había varios involucrados. Uno de ellos era el cardinal Tisseront, un cardinal francés muy importante en el Vaticano; otro era el obispo Hudal, que era un obispo alemán; el padre Draganovic, un sacerdote croata, y varios otros. O sea que eran sacerdotes de varias nacionalidades que estaban allí en el Vaticano. En un momento, el Gobierno británico se queja ante el Papa de que hay muchos criminales que están siendo protegidos en el Vaticano. El Vaticano contesta que el Papa dio órdenes de que no permanezca ningún criminal en ninguna institución del Vaticano sin conocimiento del Papa. Lo que sabemos es que permanecieron varios, por lo que se deduce que el Papa tiene que haber tenido conocimiento. Además en archivos británicos encontré documentos en los que el Papa interviene personalmente a favor de criminales croatas, lo que habla de un vínculo entre el Papa Pío XII y el sacerdote Draganovic, que era uno de los que ayudaba a los criminales nazis a escapar. Hasta donde yo puedo aventurar una opinión, creo que sí, que el Papa personalmente sabía de ello.
– ¿Cuántos nazis llegaron, de acuerdo con sus investigaciones y estimaciones, a la Argentina? – La cantidad de nazis que llegaron depende de la definición que se haga de nazi. Si se realiza una definición muy estricta de nazi, en el sentido de personas acusadas de crímenes en cortes europeas, estamos hablando de alrededor de 250 criminales, entre alemanes, austriacos, franceses, belgas, croatas, etc. Ahora, tomando una definición más amplia, que abarque a todos los miembros de la SS y del Partido Nazi que llegaron a la Argentina, probablemente estemos hablando de miles de personas.
– ¿Cuáles eran las rutas de salida de Europa y cómo funcionaban? – Lo primero que había que hacer era sacar a los nazis de Alemania. Ello no era posible sin un permiso de salida de las fuerzas estadounidenses o británicas. Lo que se hacía entonces era contrabandearlos a Suiza, con el conocimiento del Gobierno suizo. En Suiza los subían a un avión de KLM y los enviaban a la Argentina o sino los enviaban a Italia, partiendo después desde el puerto de Génova en barco hacia la Argentina. La Argentina también tenía una aerolínea que mantenía vuelos desde Roma a la Argentina y muchos nazis utilizaron también esos aviones.
– ¿Tuvieron los nazis una influencia política en la Argentina y si así es, de qué tipo? – Más que haber tenido una influencia en la Argentina, los nazis se fueron a la Argentina porque sintieron que allí había un régimen que era similar ideológicamente al régimen nacionalsocialista. Es decir que ya había una ideología preexistente en la Argentina. Creo que la influencia fue de otro tipo: a un país que se acostumbró a tener a Eichmann o a Mengele de vecinos le fue más fácil después aceptar que militares del propio país cometieran los crímenes que cometieron. Si un país tuvo a Eichmann, ¿por qué no va a tener a Videla?
– En los años 70, las FF. AA. argentinas hicieron “desaparecer” unas 30.000 personas, asesinándolas de diferentes maneras, entre otras, arrojándolas vivas al mar desde aviones. ¿Qué relación existe entre esas acciones y la presencia de nazis en el país? – Creo que no fue una influencia directa de los nazis. Creo que el germen de ese crimen ya existía en la Argentina y que lo que creó la presencia de esas personas fue un clima de impunidad en el que es posible cualquier cosa. Si es posible que Eichmann sea nuestro vecino, ¿por qué nuestros propios militares no pueden quedar impunes y permanecer entre nosotros?
– ¿Cuál fue la posición de la colectividad alemana en la Argentina de la época con respecto al nacionalsocialismo? – En la Argentina había un muy fuerte apoyo al nazismo, había instituciones y organizaciones nazis dentro de la colectividad alemana. Además la embajada nazi en Buenos Aires mantenía un muy estricto control sobre la colectividad alemana. La colectividad estaba muy influenciada e incluso donaba dinero para la causa. Ahora bien, también había alemanes democráticos antinazis.
– ¿Cuál fue la posición de las elites argentinas –económica, política e intelectual– con respecto al nacionalsocialismo? – La población en general era más bien antinazi. Pero los grupos de poder eran simpatizantes del nazismo, el fascismo y el nacionalismo, porque ellos mismos eran nacionalistas y ultrarreligiosos católicos. El único disenso era que estaban en desacuerdo con la política antirreligiosa y anticatólica del nazismo. Incluso hubo enviados de las elites argentinas que se reunieron con Ribentropp, Himmler, etc. para decirles que había mucho apoyo para el nazismo en Sudamérica, pero que el nazismo tenía que cambiar su posición anticlerical.
– ¿Cuál fue la actitud del Gobierno argentino con respecto a los judíos que querían emigrar a la Argentina durante la persecución y el Holocausto en Europa y también después de la guerra? – La Argentina hizo todo lo posible para evitar que judíos emigraran a la Argentina. Hubo una orden secreta de la Cancillería argentina prohibiendo a los diplomáticos otorgar visas a judíos. Después de la guerra hubo órdenes secretas de Perón de dejar entrar sólo a judíos ancianos, porque así se daba la apariencia de que la Argentina aceptaba a judíos, pero éstos no podían tener descendencia. A pesar de ello, la Argentina se transformó en el país que más judíos recibió en las Américas, porque los diplomáticos argentinos eran muy proclives al soborno, una gran cantidad de judíos entraron mintiendo que eran católicos y otros, como no obtenían visas para la Argentina, conseguían visas para países vecinos, como Uruguay, Bolivia, Paraguay, y luego ingresaban desde allí ilegalmente a la Argentina. Se da entonces la contradicción de que el Gobierno argentino hizo todo lo que pudo para que no entraran, pero igualmente entraron miles y miles de judíos.
– ¿Cómo asume Argentina hoy su pasado en relación con la posición del Gobierno y la sociedad de la época respecto al nacionalsocialismo? – En la Argentina este tema es aún muy difícil, porque no se puede hablar de nazismo sin que roce o afecte a la figura de Perón o la figura de Evita, personas casi sagradas en la mitología política argentina hoy. Es entonces muy difícil en el mundo académico, en el mundo de los historiadores, en la enseñanza, en los colegios hablar de este tema. Por ejemplo el interés académico por este libro en la Argentina ha sido escasísimo. Nunca he dado ninguna charla en ninguna universidad, nunca he realizado una gira como la que estoy haciendo por Alemania. Hay interés del público, el libro se ha vendido muy bien, pero de ver esto como un dato real de la historia argentina, todavía estamos muy lejos.
En junio de 1987, 13 años después de su muerte, el Partido Justicialista recibió una carta anónima, que afirmaba que las manos de Perón habían sido robadas de su tumba, junto con su gorra militar y su espada. La misiva exigía también que el partido pagase 8 millones de dólares en rescate por su restitución.23
Cuando las autoridades verificaron la tumba de Perón, descubrieron que efectivamente había sido profanada, y se habían quitado las manos y otros objetos. Los expertos forenses que examinaron el cuerpo dijeron que la mutilación había ocurrido pocos días antes del descubrimiento. Una fuente afirmó que la tumba había sido asaltada el 29 de junio, y que un poema que el general le había escrito a su última esposa, Isabel, también había sido robado del sepulcro. En ese momento, algunas noticias informaron que las manos se habían retirado con «un instrumento quirúrgico», pero más tarde los informes del Estado indicaron que el desmembramiento se había hecho con una sierra eléctrica.
El entonces jefe del Partido Justicialista, Vicente Saadi, se negó a pagar el rescate. Se inició una investigación criminal bajo la dirección del juez Jaime Far Suau. Aunque seis hombres fueron arrestados y cinco procesados, ninguno fue acusado formalmente en relación con el incidente.
Muchos de los que participaron de la investigación de la desaparición de las manos de Perón han muerto desde entonces, en muchos casos asesinados. Jaime Far Suau falleció el 22 de noviembre de 1988 en un accidente automovilístico mientras viajaba para visitar a su hijo en Bariloche, inexplicablemente el peritaje que debía realizarse para conocer las causas del accidente no se hizo. En esos días el jefe de la Policía Federal Juan Ángel Pirker, que realizaba averiguaciones del caso a pedido del juez Far Suau, fue encontrado muerto en su despacho aparentemente por un ataque de asma. El comisario Carlos Zunino, uno de los detectives, salió ileso de un asalto a su casa en el cual recibió un balazo en la cabeza y Luis Paulino Lavagna, uno de los serenos del Cementerio de la Chacarita, fue encontrado muerto en las cercanías de la necrópolis en la que descansa el cuerpo de Perón, aparentemente a causa de un paro cardiorrespiratorio no traumático, aunque una autopsia posterior ordenada por la justicia argentina determinó que había sido asesinado a palazos.4 Al día de la fecha no se han reiniciado las investigaciones para esclarecer las muertes del Juez Far Suau y su pareja, Susana Guaita, para determinar si se trató de un atentado.5
Hay pruebas que señalan que el robo pudo haber tenido algún tipo de apoyo de los servicios secretos argentinos, ya que los ladrones utilizaron una llave para entrar al mausoleo.
En 1994 se reabre la investigación al encontrarse un juego de llaves del cementerio en la comisaría 29 y en 2008 se roban el expediente con la investigación de la casa del juez que lo tenía a su cargo.7 La teoría que se encuentra vigente es el móvil político8 al agotarse en 1996 la investigación del móvil económico que aseguraba que el robo fue por un anillo que tendría la clave para abrir una supuesta caja fuerte en Suiza.9 Algunos afirman que la CIA tiene información clasificada de la profanación del cadáver de Perón y no hay respuesta al pedido de desclasificación en la actualidad.10
En su libro Perón, la otra muerte (1997), los escritores Damian Nabot y David Cox afirmaron que la logia masónica P2 (Propaganda Due) ―de la cual Perón habría sido miembro― habría estado involucrada en el robo, y que habría tenido lugar algún tipo de ritual.11
El incidente es brevemente mencionado en la novela Logia (2014), del chileno Francisco Ortega, basándose en la supuesta conexión entre Perón y la logia P2.12
La antropóloga argentina Rosana Guber ha escrito que las manos de Perón eran vistas por los argentinos como un símbolo de su poder, y que su robo no era solo una simple cuestión criminal, sino que también tenía un significado cultural muy profundo. Con la endeble democracia que se había recuperado en diciembre de 1983, después de la dictadura que había ocupado el poder desde 1976, la más sangrienta que hubiera experimentado el país, Guber analizó el robo de las manos como un símbolo del intento de volver a golpear la democracia. El móvil político de desestabilización de la democracia es el que aún se encuentra vigente. En la actualidad los restos de Perón descansan en el mausoleo de la Quinta de San Vicente con cuidados de preservación.13
Lyman Johnson vio el desmembramiento como «un catalizador para destruir el culto simbólico de Perón». Con las manos de Perón desaparecidas, según Lyman, su cuerpo se volvió menos importante y su importancia como figura religiosa también se redujo en comparación con la de su segunda esposa, Eva Perón.
La novela Las manos de Perón (2016), de Julio Carreras, es una obra de ficción que toma como punto de partida la profanación de la tumba de Perón.14
Las manos de Perón: agencias de inteligencia, móvil político y tres nombres en la causa, que sigue abierta a 35 años de la profanación
La única hipótesis que sobrevive en el expediente apunta a que el ataque fue perpetrado por “mano de obra desocupada” de la dictadura, y que estuvo vinculado con la interna peronista de la época; ninguna de las administraciones justicialistas colaboró con el juez Alberto Baños; testigos muertos, pistas falsas y una miniserie en camino
Apesar de que en el expediente figuran los nombres de los sospechosos de integrar el grupo operativo que, hace 35 años profanó la tumba del general Juan Domingo Perón, no hay pruebas fácticas que permitan demostrar su responsabilidad en el ataque. Solo la confesión de un arrepentido podría develar el misterio sobre el destino que tuvieron las manos mutiladas del expresidente.
De los tres sospechosos que actuaron como ejecutores del operativo, se sabe que formaban parte de un organismo de inteligencia del Estado, que uno de ellos murió hace diez años y que se llevó a la tumba el secreto sobre qué ocurrió con las manos del fundador del Partido Justicialista. La investigación llegó hasta la posibilidad de identificar a los integrantes del grupo operativo. Se desconocen los nombres de los responsables de haber ordenado el ataque, que habría tenido un móvil político.
En los 35 años que pasaron desde la profanación ocurrida entre el 25 y 26 de junio de 1987, en la bóveda de la familia Perón, en el cementerio de Chacarita, ninguna de las cinco administraciones peronistas que estuvieron a cargo del Poder Ejecutivo Nacional desde entonces aportó personal o información que permitiera obtener las pruebas para procesar a los tres sospechosos que robaron las manos del expresidente.
Sólo la decisión del juez de Instrucción Alberto Baños, que resolvió no clausurar el sumario, mantiene abierta la investigación para tratar de apresar y condenar a los responsables de la profanación. Hace siete años, presentó un pedido ante la embajada de los Estados Unidos en la Argentina y se envió una solicitud a la CIA para que se responda si la central de inteligencia americana poseía información sobre la profanación, como indicaba un correo electrónico que recibió el magistrado en el que se le indicaba que la CIA poseía información sobre el ataque a la tumba de Perón. Baños también envió una serie de oficios a organismos del Poder Ejecutivo Nacional que cuentan con dependencias dedicadas a realizar tareas de inteligencia.
En los oficios, el magistrado solicitaba que se informe si cada una de las 30 personas que figuraban en el expediente se había desempeñado en alguno de los servicios de inteligencia del Estado. Se cree que tres o cuatro de ellos podrían haber formado parte del grupo que concretó el ataque. En 2015, el juez recibió una respuesta de la ex-SIDE: un oficio de dos páginas con datos superficiales de uno de los treinta nombres.
La investigación por la profanación de la tumba de Perón comenzó el 29 de junio de 1987. Faltaban dos días para que se cumplieran 13 años del fallecimiento del expresidente y Roberto García, esposo de Lía Perón, sobrina nieta del líder Justicialista, concurrió a la bóveda familiar para acondicionar el recinto ante la posibilidad de que los militantes visitaran la tumba.
Cuando García abrió la puerta de la bóveda de Tomás Perón, abuelo del expresidente, advirtió que faltaban dos vidrios de forma triangular que coronaban el techo. Al asomarse por la escalera al subsuelo donde estaba el féretro modelo Imperio, con los restos del expresidente, el administrador de la bóveda observó que faltaban el sable, la bandera argentina, un crucifijo y un portarretrato que contenía una carta manuscrita que María Estela Martínez escribió en las horas posteriores al 1° de julio de 1974, cuando su esposo falleció.
Juan Domingo Perón murió el 1 de julio de 1974.
Ante la falta de esos elementos, García alertó a un sargento que estaba a cargo del destacamento de la comisaría 29ª., que funcionaba a un costado de la puerta principal del cementerio de Chacarita. Debido a que en el destacamento no se tomaban denuncias, el sargento acompañó al administrador de la bóveda hasta la seccional, situada en Loyola, entre Bonpland y Fitz Roy.
Allí fueron recibidos por un joven inspector que escuchó el relato de García quien, a pesar de la gravedad del caso manifestó que prefería no hacer la denuncia hasta que lo consultara con la autoridades del Consejo Nacional Justicialista. Debido a que el joven policía había tomado conocimiento de la supuesta comisión de dos delitos: daños y robo, decidió consignar en un acta el relato realizado por García e iniciar un sumario para que se investigue el hecho.
Con la firma del inspector y el sargento como testigo dicha acta constituyó la página N°1 del voluminoso expediente que se instruyó para tratar de esclarecer el ataque a la tumba de Perón. Se trata de un sumario que todavía hoy sigue abierto y que, en estos 35 años, tuvo muertes rodeadas de misterio, pistas falsas e hipótesis descartadas.
El juzgado de Instrucción N°27 que, en esa época estaba a cargo del juez Jaime Far Suau, tenía el turno con la comisaría 29ª. El secretario del juzgado asignado a los sumarios que se instruían en dicha seccional recibió la primera notificación del caso y se la comunicó al magistrado, quien ordenó para el mismo día una inspección en el lugar del hecho: la bóveda de la familia Perón en el cementerio de Chacarita.
Al mismo tiempo, el comisario Carlos Zunino, titular de la seccional 29ª, avisaba al jefe de la Policía Federal, el comisario general Juan Ángel Pirker, sobre el hecho ocurrido en la tumba de Perón. Aunque, en algunos sectores del poder Justicialista, ya sabían del ataque. Un día antes, Vicente Leónides Saadi, exgobernador y exsenador peronista catamarqueño, presidente del Consejo Nacional Justicialista, recibió una carta firmada por “Hermes IAI y los 13″, en la que se exigía el pago de 8 millones de dólares por el rescate de las manos del general.
A Saúl Ubaldini, entonces secretario general de la CGT y al titular del PJ porteño, Carlos Grosso, les llegó una misiva similar. El matasellos del Correo Central de los sobres que contenían dos de las cartas tenía fecha del 26 de junio de 1987, dos días antes de la denuncia. Esas misivas fueron confeccionadas con la misma máquina de escribir. La carta que recibió Ubaldini se envió de forma certificada el 29 de junio de 1987 y se hizo con otra máquina.
Según explicó uno de los detectives que investigó el caso, “Hermes IAI y los 13″ era una frase críptica que hacía referencia al capitán de la Inteligencia cubana, Hermes Peña Torres, que había muerto durante un enfrentamiento con una patrulla de la Gendarmería ocurrido en 1964, en el monte, cerca de Orán, Salta. Además de Hermes, los efectivos de la Gendarmería argentina abatieron a 13 integrantes del campo de entrenamiento de Montoneros.
El cuerpo del capitán cubano que comandaba el campamento guerrillero en Salta fue hallado en 2005 en un cementerio de esa provincia y un año después fue trasladado a Cuba, donde lo sepultaron en el mausoleo de la ciudad de Santa Clara, junto a los restos de Ernesto “Che” Guevara. De esto se deduce que los responsables de plantar la pista falsa apuntaban a que se sospechara que sectores de la izquierda a los que Perón había expulsado de la Plaza de Mayo en mayo de 1974 estaban detrás del ataque; en realidad, los autores materiales de la profanación respondían a un grupo opuesto a los Montoneros. Todo mentira.
Las tres cartas con los pedidos de rescate formaron parte de una maniobra pergeñada por los autores intelectuales de la profanación para desviar la investigación. Pero, en ese momento, los responsables de la pesquisa ignoraban esos detalles escabrosos. Darse cuenta les llevó a los responsables de la pesquisa, más de un año de trabajo.
Ante la sospecha de una nueva profanación, en 1995 se reabrió el féretro de Perón
Un boquete con forma de estrella
Cuando los peritos y los funcionarios judiciales descendieron al subsuelo de la bóveda de la familia Perón, hallaron en el vidrio blindado colocado para proteger el féretro, un boquete en forma de estrella irregular que en su parte más ancha tenía 28 centímetros. Los peritajes determinaron que, después de hacer un boquete en el vidrio anti FAL -construido con diez capas de vítrea de 8 milímetros cada una unidas entre sí con polivinil butiral, un pegamento sintético utilizado para la fabricación de esos elementos de protección-, los profanadores recurrieron a una cizalla para hacer un corte con forma de cruz en la chapa que cubría el féretro.
Para violentar la cerradura de la pesada tapa, los profanadores hicieron palanca con un destornillador y un cortafierros. Las marcas en la madera astillada y los restos encontrados por los peritos al costado del féretro indicaban que los autores materiales de la profanación usaron esas herramientas. Para mantener abierta la pesada tapa, los profanadores recurrieron al crucifijo que cubría el féretro junto a la bandera, el sable, un portarretrato que contenía la carta Isabel y la gorra de teniente general.
Todos estos detalles figuran el acta realizada entre el 29 y 30 de junio de 1987 por los peritos convocados por el juez Far Suau. Al costado del marco de hierro que rodeaba al vidrio blindado, los peritos en rastros hallaron restos velas y un protector de goma para un dedo. Dicho marco se fijaba a la pared con cuatro cerraduras, que requerían de tres llaves cada una para poder abrir los cerrojos. En definitiva: para poder retirar el pesado marco y el vidrio anti-FAL era necesario tener doce llaves.
Al comienzo de la investigación, los detectives de la Policía Federal abonaron la presunción de que los autores de la profanación habrían utilizado las velas para alumbrar su trabajo y el protector de goma se uso para no dejar huellas. Sin embargo los peritajes demostraron otra realidad. A partir del dato aportado por un veterano ladrón, de apellido Chirico. Cuando le mostraron al asaltante las fotos del boquete en el vidrio blindado, comenzó a gritar: “Ninguna lanza térmica. Acá usaron una maza, una punta y una vela”.
Con este dato, los detectives decidieron realizar un peritaje en la empresa que fabricó el vidrio blindado para probar la hipótesis aportada por el boquetero Chirico. Con la utilización de una maza de medio kilo rompieron la capa de vítrea. Después, aplicaron una llama sobre la película de adhesivo. Así, la maniobra se repitió hasta romper cada una de las diez placas. Demoraron ochenta minutos en hacer un boquete parecido.
Aunque no hay cifras, se supone que, junto con la de Eva Perón, es la tumba más visitadaFernando Massobrio - LA NACION
“Se trató de un hecho reciente, debido a que en el faldón del uniforme de teniente general había restos de aserrín cadavérico, apenas impresos. El cuerpo estaba conservado en un 80% y perfectamente reconocible. No se encontraron ninguna de las formas de hongos o musgos que nacen cuando el cuerpo entra en contacto con el aire”, se indicó en informe forense.
A partir del análisis de estos elementos, forenses concluyeron que los cortes se concretaron cinco días antes de la inspección, aproximadamente entre el 24 y 25 de junio de 1987. Una vez que rompieron el vidrio blindado, hicieron el corte en forma de cruz en la chapa que cubría el féretro y abrieron la tapa, los profanadores procedieron a cortar las manos del expresidente.
La sierra de Gigli, un instrumento quirúrgico extremadamente fino, liviano y maleable, fue el elemento utilizado por los profanadores para mutilar las manos de Perón. Debido al poco espacio para accionar ese elemento, los cortes fueron desparejos, aunque certeros. La mano derecha fue cortada “en el límite superior de la muñeca, sobre el cúbito y el radio”; la otra, “por debajo del límite inferior de la muñeca, en la primera línea de los huesos del carpo”, según consta en el expediente.
El protector de goma, en forma de dedo, habría sido utilizado por los profanadores para manipular la sierra de Gigli y evitar cortarse con ese instrumento quirúrgico. Debido a que en esa época no existían reactivos y tecnología, no se pudieron levantar huellas de los elementos revisados y secuestrados en la bóveda.
“Si bien no hay nadie imputado, después de tantos años la principal hipótesis es que los autores de la profanación formaban parte de un grupo inorgánico de inteligencia de una fuerza de seguridad que estuvo a cargo de la parte operativa del ataque. Se trata de resabios de la ‘mano de obra desocupada’ de la dictadura. Mucho más difícil resultaría establecer quiénes fueron los instigadores”, indicó uno de los letrados que representa a María Estela Martínez, viuda de Perón.
Además de las tres cartas, la aparición de un personaje identificado como Juan Alberto Imbessi, cuyo cuñado era un veterano reducidor de automóviles robados, le puso un matiz vidrioso a la investigación y desvió la atención de los responsables de la pesquisa hacia pistas falsas. Imbessi sembró pistas falsas con datos de piratas del asfalto como los autores de la profanación, cuando, en realidad, se trató de un hecho concretado por una patota de una agencia de inteligencia.
Juez Alberto Baños
Durante casi dos décadas el expediente N° 54.248 por el ataque a la tumba del expresidente estuvo caratulado como “Juan Alberto Imbessi y otros/sobre la profanación de Perón”. Además de descartar todas las pistas falsas, el juez Baños recaratuló el sumario como “Perón, Juan Domingo, sobre la profanación de su tumba”.
Una de las hipótesis que fueron agotadas, por ejemplo, fue la que apuntaba a que el posible móvil de la profanación fue cortar las manos para poder acceder a cuentas codificadas en Suiza. A través de un oficio, la Confederación Helvética indicó que no existía ninguna cuenta bancaria a nombre de Perón y que, en la época que murió el expresidente no existía la tecnología que permitiera la apertura de algún cofre de seguridad mediante la lectura de las huellas digitales.
También quedó descartada la pista que apuntaba a una posible venganza contra Perón de la logia masónica italiana Propaganda Due, la mítica P2, presidida por el Gran Maestre Licio Gelli.
Testigos en peligro
El misterio sobre el destino de las manos de Perón se agiganta si se tienen en cuenta las extrañas circunstancias que rodearon las muertes de dos testigos claves y del juez Far Suau.
Uno de esos testigos, Paulino Lavagna, cuidador del cementerio, falleció poco después de haber denunciado que lo querían matar. En el certificado de defunción se indicó que su muerte había sido causada por un paro cardiorrespiratorio no traumático.
La autopsia ordenada por Far Suau determinó que Lavagna había sido asesinado a golpes. Otra testigo, María del Carmen Melo, una mujer que llevaba flores a la tumba de Perón, murió de una hemorragia cerebral causada por una paliza días después de intentar hablar con uno de los investigadores para tratar de aportar la descripción de un sospechoso que había visto cerca de la bóveda.
El juez Far Suau falleció en 1988. Volcó cuando regresaba a Buenos Aires desde Bariloche. Chocó con su Ford Sierra contra el único peñasco que había en esa zona de la ruta 3, a la altura de Coronel Dorrego. Según el periodista Claudio Negrete, coautor con el abogado Juan Carlos Iglesias del libro La profanación, sobre el que se desarrollará uno de los dos documentales que están en etapa de producción, “a 35 años de la profanación es inexplicable que las distintas administraciones peronistas que estuvieron a cargo del poder no hayan tenido la decisión política de averiguar quiénes profanaron el cuerpo de Perón y dónde están sus manos”.
Baños fue víctima de un extraño ataque a su casa. En julio de 2008, irrumpieron en la vivienda del juez y le robaron su portafolios con dos cuerpos del expediente, su notebook, agenda personal y celular. El magistrado denunció que se trató de un ataque perpetrado por un grupo comando formado por agentes de inteligencia.
La tumba de Juan Domingo Perón, en el cementerio porteño de Chacarita, el día en que se cumplían 25 años de su muerte, el año último
Actualmente, los restos de Perón no están más en la bóveda familiar del cementerio de la Chacarita: fueron trasladados el 17 de octubre de 2006 a la quinta de San Vicente. Esa peregrinación, que prometía ser una fiesta de la liturgia peronista, terminó en una batalla campal entre seguidores de Hugo Moyano, máximo referente del gremio de los camioneros, y partidarios de Juan Pablo “Pata” Medina, delegado de la Uocra de La Plata.
El desinterés de los responsables políticos de las distintas áreas de seguridad del Gobierno argentino por aportar datos a la Justicia que permitan esclarecer el caso contrasta notablemente con la repercusión que despertó en el exterior el misterio de la profanación de la tumba de Perón.
Dos productoras de contenidos audiovisuales, una con sede en Miami y México DF, y la otra, alemana, comenzaron a entrevistar a los distintos protagonistas del caso para realizar una miniserie.
La repercusión internacional que tuvo el caso quedó en evidencia en septiembre de 1994, cuando LA NACION publicó la noticia del hallazgo de un juego de doce llaves que abrían las cuatro cerraduras del marco de hierro que rodeaba el vidrio blindado y que fijaba el elemento de protección a la pared para evitar un eventual robo del cuerpo de Perón. Esa noticia fue reproducida por los medios internacionales más importantes.
A 35 años de la profanación la única hipótesis que sobrevivió apunta a que el ataque tuvo un móvil político, relacionado íntimamente a la situación del peronismo que, en esa época era oposición y que carecía de un interlocutor válido. Después de la derrota en las elecciones de presidenciales de 1983, el Justicialismo se había atomizado y la figura de Perón aparecía cómo el único símbolo de unidad.
Sin embargo, nadie se encolumnó detrás del reclamo por la necesidad de esclarecer el ataque contra la tumba del fundador de partido Justicialista y la profanación que habría tenido una matriz política quedó como un episodio abstracto en su objetivo inicial, pero que se convirtió en uno de los mayores misterios de la historia argentina.
Masiva movilización: el 17 de octubre de 2006, una multitudinaria procesión acompañó el remolque que llevaba el féretro con los restos de Perón a su última morada: San Vicente
Subastan Vacheron Constantin que Eva Perón le dedicó a Fernando Rein Loring
La dirigente argentina, Evita Perón regaló una pieza de alta relojería al piloto Fernando Rein Loring en 1947 y se encuentra en subasta.
Por
25 de junio de 2020
Getty / Antiquorum / GQ México
Una de las características más significativas de los relojes es su historia, de eso no hay duda, así es la de este Vacheron Constantin. Imaginemos ahora una pieza que Eva Perón escogió dentro de las miles de opciones de altarelojería. Pues la argentina optó, a mitad de los 40, por un Vacheron Constantin Ref. 4195 en oro para obsequiar al aviador militar, Fernando Rein Loring y este 2020 estará en subasta para el mejor postor.
A ella, reconocida por su interminable lucha por la igualdad de los derechos sociales, no le era ajeno ser generosa con personas que lo merecían, era especialmente agradecida con todo esos que aportaban algo a momentos particulares de su vida. En 1947, realizó una gira europea y Fernando Rein Loring fue quien hizo el viaje trasatlántico para llevar a Eva Perón hasta España, para reunirse con el General Francisco Franco, razón suficiente para mostrar su agradecimiento con una pieza de alta relojería. Y así como Ali, Obama y Steve McQueen tenían al Tank de Cartier como su reloj favorito, la historia cuenta que Eva Perón tenía a Vacheron Constantin situado como uno de lo suyos.
Fernando Rein Loring se convirtió en el primer piloto en completar el viaje individual de 16,000 km de Madrid a Malina a 150 km/h. Fue creador de má de 37 mil fotografías aéreas de España y fue enviado por el gobierno español para recoger a Perón en un avión más que equipado: dos cuartos con sillón, mesa, espejo, tocador y cama.. no cabe duda que después de un trato espectacular como éste, por parte del piloto y el copiloto Cecilio Imaz Bastida la llevaran de Buenos Aires a Madrid. Y el mejor recuerdo de esa hazaña, fue esta gran pieza de Vacheron Constantin en oro, y de eso no hay duda hasta el día de hoy.
El adverso y reverso del Vacheron Constantin que Eva Perón regaló al piloto ibérico.Antiquorum
El valor estimado
Este mes de junio, Ginebra será el lugar para subastar el reloj por Antiquorum. La casa suiza tiene una predicción de que la pieza de Vacheron Constantin supere los 15,000 francos suizos (un poco más de 350,000 pesos), porque además de su valor como pieza de alta relojería, su estimación aumenta por el peso histórico que representa.
La fecha de subasta
La cita tan esperada para la subasta de esta pieza con extra valor histórico es el próximo 28 de junio, en la página web del subastador más importante de relojes históricos y clásicos, Antiquorum.
Valor agregado: esfera con dedicatoria, “María E.D. de Perón a Fernando Rein Loring”, siglas completas de María Eva Duarte de Perón.
Comprobante de autenticidad
Junto a la pieza de reloj de Vacheron Constantin, viene una medalla de oro conmemorativa de 18 quilates, además de que ambas piezas con valor histórico están acompañadas de una carta de la aviación civil que confirma la entrega de la esposa de Franco a Eva Perón, un reloj clásico en el que vale la pena invertir, un trío lleno completamente de historia y que pasará directo a manos de un buen coleccionista.
Izquierda: Eva Perón en 1946. Derecha: la carta, medalla y reloj que comprueban la autenticidad de las piezas.Bettmann / Antiquorum
Esoterismo, crímenes y poder: la vida secreta de López Rega, el “brujo” que bendijo Perón y creó la Triple A
Se inventó un pasado y hasta su acercamiento a Perón no es claro. Pero se convirtió en secretario personal primero y luego, en la sangrienta década del ‘70, fue Ministro de Bienestar Social y hombre fuerte del gobierno de Isabel. Su vida prófugo. La última mujer. Su caída. Y el informe de la embajada norteamericana que lo vinculó al terrorismo de ultraderecha
José López Rega junto a Juan Domingo Perón en Puerta de Hierro, Madrid
Hace medio siglo, fue el hombre más poderoso de la Argentina: Juan Perón lo impuso como ministro de Bienestar Social del gobierno que, el 25 de mayo de 1973, le devolvió la democracia al país. Perón había designado, a dedo -no existía entonces Twitter-, a su secretario personal, Héctor J. Cámpora como candidato a triunfar con toda seguridad en las elecciones del 11 de marzo. También había impuesto al vicepresidente, Vicente Solano Lima. Y, entre otras designaciones, entronizó a José López Rega al frente del ministerio que iba a manejar el bienestar del país.
Todo duró nada: cuarenta y nueve días. Un golpe palaciego impulsado por Perón barrió con Cámpora y con Solano Lima del gobierno, que renunciaron para que Perón fuese elegido presidente; quitó del medio al sucesor constitucional de ambos, el presidente del Senado, Alejandro Díaz Bialet, a quien le inventaron un viaje al exterior sin sentido, y así asumió la presidencia provisional Raúl Lastiri, presidente de la cámara de Diputados y yerno de López Rega: estaba casado con su hija Norma.
En España, José López Rega se convirtió en una compañía inseparable del matrimonio Perón. Para muchos, los espiaba
A partir del gobierno de Perón, que se convirtió en el hombre más poderoso de la Argentina, López Rega fue segundo en orden de importancia. Manejaba la caja de aquel gobierno, tenía contacto directo con Perón y su mujer, María Estela Martínez, “Isabel”, que era vicepresidente. A la muerte de Perón, el 1 de julio de 1974, su viuda fue presidente y López Rega volvió a su sitial de todopoderoso ministro, sindicado y acusado de ejercer una fuerte influencia sobre la viuda del General.
En aquel país convulsionado, López Rega, o “Lopecito”, como lo llamaba Perón con cariñoso desprecio, gobernó a la par de Isabel, dirigió una banda terrorista de ultraderecha, la Triple A, que nació como Alianza Antimperialista Argentina y enseguida pasó a ser Alianza Anticomunista Argentina, a la que se le contabilizaron cerca de dos mil asesinatos de opositores políticos, figuras de izquierda, sindicalistas, legisladores, intelectuales y artistas en aquél país violento de los años 70 en los que actuaban varios grupos guerrilleros, entre ellos el peronista Montonero y el trotskista ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).
Tapa de la Astro-Agenda, escrita por José López Rega y publicada en 1965
Ex cabo de la Policía Federal, amante del esoterismo, las ciencias ocultas, la astrología, los zodíacos multicolores, vegetales y musicales y de la búsqueda de la Luz Divina a través de las radiaciones de los planetas, se hizo nombrar comisario general, llevó al país al desastre en menos de un año, cayó en desgracia, huyó de la Argentina con un nombramiento de “embajador plenipotenciario” en ninguna parte, estuvo prófugo durante once años, fue capturado en Estados Unidos en 1986, extraditado ese mismo año y encarcelado en las dependencias del Servicio Penitenciario que funcionaban entonces en Viamonte entre Cerrito y Libertad, frente al Teatro Colón. Murió el 9 de junio de 1989, hace treinta y tres años.
¿Quién fue éste personaje que quiso ser tenor y terminó por dirigir una banda criminal, que era miembro de una logia umbanda con raíces en Brasil y llegó a cogobernar con la viuda de Perón en uno de los instantes más peligrosos de la historia contemporánea argentina?
López Rega detrás de Perón e Isabel en la gala del teatro Colón cuando fueron electos presidente y vice
Rastrearle la historia es difícil. López Rega plantó decenas de pistas falsas, inventó cargos que no tuvo, historias que no vivió y actividades que jamás cumplió. Nació, eso sí es verdad, el 17 de octubre de 1916, una fecha que veintinueve años después sería mojón del peronismo, en una casa de la calle Tamborini al 3700, en el barrio de Saavedra. Cursó hasta cuarto grado en la escuela José Félix de Azara: no hay más registros de sus estudios posteriores. En sus breves años como ministro, cuando reinventó su pasado, dijo haber estudiado en el colegio inglés English Higher Grade School, aunque no hay registros de su dominio de ese idioma. También dijo que cantaba muy bien y que su ambición era ser tenor para representar en el teatro Colón al Duque de Mantua en “Rigoletto”, la ópera de Giuseppe Verdi. Dijo también que había intentado enseñarle a cantar a Aurelia Tizón, “Potota, la primera mujer de Perón, pero tampoco hay registros de que López Rega haya conocido al entonces capitán en 1937.
En 1942 López Rega se casó en la Santísima Trinidad, de Saavedra, con Flora Josefa Maceda, con quien tuvo a su hija Norma. Fue peón en la fábrica textil Sedalán, se asoció a la Escuela Científica Basilio y fue cantor, sí, pero no en el Colón, sino en el club “El Tábano”, de Saavedra, donde animó algún baile de barrio, un tanto lejos del drama de la pobre Gilda y su padre bufón de la corte en Mantua.
López Rega con Norma, su hija, que estaba casada con Raúl Lastiri, presidente interino luego del "golpe blando" a Héctor Cámpora y antes de la tercera presidencia de Perón (Maximiliano Luna)
Fue agente de la Federal, consigna en Tribunales, adscripto a la seccional 23 luego, con destino en la residencia presidencial de la calle Austria, donde hoy funciona el Instituto Nacional Juan Perón de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas. Allí murió Eva Perón el 26 de julio de 1952. López Rega dijo haber sido secretario de la segunda esposa de Perón, pero su nombre no figura en ningún documento oficial de la época ni fue recogido por los historiadores que escribieron biografías de Eva Perón. Una foto lo muestra en el estribo del auto de la custodia que lleva al entonces presidente Perón: sobre esa foto, López Rega edificó el imperio de su vida. Dejó la Policía en abril de 1962, días después del derrocamiento de Arturo Frondizi, y se fue a Brasil interesado en la macumba, la umbanda y el candomblé.
Ese fue el año en el que escribió uno de sus libros: “Astrología Esotérica – (Secretos develados)”. No es una obra modesta: son setecientas treinta y cinco páginas en las que el autor plantea la búsqueda de la luz divina, entre muchas otras cosas. Lo que sigue es un fragmento textual que respeta incluso las mayúsculas con las que López Rega suponía que daba énfasis a su texto: “¡No he jurado CALLAR ante nadie y por el contrario mi misión es la de servir a la HUMANIDAD a plena cara descubierta! ¡Ya he manifestado claramente que nada de lo escrito es mío, dado que MI ALMA LIBRE Y MI CONCIENCIA CRISTICA me dictan que, el patrimonio que de DIOS he recibido es como una donación que el PADRE desea que se reparta entre todos sus HIJOS componentes de toda la CREACIÓN! ¡Guardar secretos y esconderlos del conocimiento mundial, lleva siempre a brindar un exagerado poder a determinadas personas o grupos, que como simples seres humanos son pasibles de caer en falta y apropiarse de los mismos en provecho propio, olvidando a sus HERMANOS! ¡Mis ojos tienen la facultad triste y dolorosa de perderse en los PLANOS y en las dimensiones de los TIEMPOS!; pasado, presente y futuro; pero mi boca sólo puede mencionarlo en parábolas incomprensibles para el idioma humano, y he podido comprobar cuanta mentira se desliza por nuestros propios labios cuando la ocasión se presenta (…)”
Así transcurre el libro.
La tapa de Astrología Esotérica, uno de sus libros sobre ciencias ocultas, en el que daba las claves para buscar "la luz divina"
¿Cómo llegó López Rega a la residencia de Perón en su exilio español? Es difícil de dilucidar. Una versión afirma que el mayor Pablo Vicente lo envió a España por ser miembro de la Logia Anael. Otra versión, tal vez al más probable, es que el mayor Bernardo Alberte, que había sido edecán de Perón, lo presentó a Isabel Perón durante su viaje a la Argentina en 1965: Perón había enviado a su mujer para limitar el proyecto del sindicalista metalúrgico Augusto Vandor y su idea de llevar adelante “un peronismo sin Perón”. Vandor sería asesinado en 1969. Una tercera versión pone al gran maestro de la Logia Anael, José Cresto, como la persona que puso en contacto a Isabel Perón con López Rega.
La logia, o el llamado “peronismo de la resistencia” acaso hayan visto en López Rega a un hombre capaz de informar a Buenos Aires las actividades, el pensamiento, la intimidad del general exiliado. Si fue así, el error fue tremendo. Instalado en el chalet “17 de Octubre”, en el 6 de Navalmanzanos, en el barrio madrileño de Puerta de Hierro, López Rega o bien calló, o bien informó a quién quiso. Hay sospechas, pero no pruebas, de que mantuvo informado al entonces embajador de Estados Unidos en Madrid, Robert Hill, un espía de la OSS, la organización que precedió a la CIA como central de inteligencia de su país. Hill sí conoció a Perón y a López Rega en Madrid y, a los pocos meses del primer regreso de Perón al país, el 17 de noviembre de 1972, el presidente Richard Nixon nombró a Hill embajador en Buenos aires, donde se mantuvo hasta después del golpe militar del 24 de marzo de1976.
Luego de la muerte de Perón, José López Rega se convirtió en el hombre fuerte del gobierno de Isabel. En un año fue eyectado por sus desaciertos. En las sombras, manejaba a la temible Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina
Que “Lopecito” vigilaba, no era un secreto. Jorge Antonio, el hombre de negocios de contacto muy cercano con Perón, prefería ver al general a solas o en la tradicional cafetería “Nebraska” de la Gran Vía, lejos de los oídos de López Rega, que funcionaba entonces como secretario, valet, mayordomo, ujier, bedel y asistente del general y de su tercera esposa. El propio Perón debía sospechar de su untuoso secretario porque, cuando quería intercambiar con un visitante sobre algún asunto delicado, lo invitaba a pasear por el jardín de la residencia y no en la casona, sospechada de albergar micrófonos indiscretos.
En el gobierno de Perón y, luego en el de su viuda, López Rega viajó dos veces a la Libia que gobernaba el dictador Muhammar Khadafi para firmar un acuerdo de intercambio de granos argentinos por petróleo libio. El ministro celebró esa firma como un triunfo personal. Pero legisladores de la entonces Juventud Peronista denunciaron que el acuerdo no había existido, que el país había pagado el petróleo a casi el doble del precio de mercado y que el ministro había recibido enormes comisiones que oscilaban entre los diez y treinta millones de dólares.
María Elena Cisneros, la última pareja de López Rega. Era una discreta pianista, y él la hizo grabar varios discos
Fue un allegado a López Rega, también fascinado por la astrología y el esoterismo, quien desató el primero de los grandes ajustes económicos de la historia contemporánea. Celestino Rodrigo, en lo que se conoció luego como “El Rodrigazo”, devaluó el peso el cien por ciento, aumentó las tarifas entre el ciento setenta y el doscientos por ciento, aumentó la nafta el ciento setenta y dos por ciento y el dólar, que costaba diez pesos, pasó a valer veintiséis. Todas las medidas fueron tomadas el 4 de junio, fecha de la revolución que en 1943 había facilitado el acceso de Perón a la vida política.
Enfrentado a los gremios, abandonado por el poder militar, que ya había decidido dar un golpe, López Rega tuvo que huir del país. Antes, su poderosa custodia, que viajaba armada con ametralladoras israelíes Sten y con panes de trotyl en los baúles de los Ford Falcon verdes, los primeros que aparecieron ligados a la represión, fue desarmada en la quinta presidencial de Olivos. Amparado por la presidente, con un nombramiento inexistente, López Rega viajó con dos de los jefes de la triple A, los comisarios Rodolfo Almirón y Juan Ramón Morales, llegó a Brasil, siguió viaje a Madrid y se perdió en las sombras.
El informe de la Embajada de los Estados Unidos sobre López Rega y su vinculación con la Triple A y el terrorismo de ultraderecha
En diciembre de 1975, la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires envió un informe al Departamento de Estado titulado: “Terrorismo de extrema derecha desde López Rega”. En ese informe, el vicejefe de la misión en Buenos Aires, Joseph Montllor afirma: “El ex ministro de Bienestar Social, José López Rega fue ampliamente sospechado de controlar y proteger al terrorismo de ultraderecha nucleado en la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) hasta su expulsión del país. Esa campaña de terror declinó el lapso que siguió a su expulsión, lo que da credibilidad a esos cargos. Sin embargo, independientemente de su participación directa, el surgimiento de López Rega en el escenario político argentino no generó este terrorismo, ni su partida le puso fin. De nuevo a aparecido desenfrenado, y la AAA ha vuelto, aunque no en el nivel anterior de actividad. Como informé antes, el tipo de actos terroristas fueron, y son, ejecutados por varias entidades: la policía, escuadrones de matones sindicales fuerzas policiales y militares retiradas y algunos “free lancers” oficialmente inspirados y dirigidos. De hecho, si hubo una organización AAA como tal, con una estructura importante y una estrecha cadena de mandos, es una pregunta que sigue abierta. Sea como fuere, los resultados no son menos mortales. Si bien el grado de participación oficial en sus actividades es actualmente difícil de evaluar, está fuera de toda duda que todavía existe una participación oficial”.
Luego de desaparecer en España y profugarse, en 1982 fue visto en Suiza
Años después de su huida, López Rega fue localizado en Suiza y, más tarde en un piso de la Torre Lucayan, en Freeport, isla Gran Bahama. Tenía también residencia en Miami donde vivía con María Elena Cisneros, una pianista simple y anodina, a la que el ex ministro le había facilitado grabar algunos discos. Para entonces, la estructura de la Triple A que era para la Embajada de Estados Unidos una pregunta sin respuesta, había sido denunciada por ex miembros del propio grupo terrorista: todas ligaban a López Rega y al ministerio de Bienestar Social con los atentados criminales ocurridos entre 1973 y 1976.
De hecho, una denuncia militar elevada en 1975 por el jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo, coronel Felipe Sosa Molina, al jefe del Estado Mayor del Ejército, general Jorge Videla, revelaba que uno de sus oficiales había sufrido un desperfecto en su auto sobre la Avenida del Libertador, y había sido socorrido por gente que le confesó pertenecer a la Triple A: era el editor de la revista El Caudillo, que dirigía López Rega y era el órgano de prensa oficial del Partido Justicialista.
El fin de López Rega: detenido en Miami, Estados Unidos
El FBI no le había perdido pisada a López Rega durante su estada en Miami y en Bahamas. Un intento de renovar los pasaportes de la pareja alertó al consulado en Miami y, en 1986, el gobierno de Raúl Alfonsín decidió pedir su detención y extradición. A cargo de todo estuvo un agente del FBI, George Kiszynski, un hijo de polacos que había crecido en Argentina. Fui uno de los periodistas que cubrió la detención de López Rega y, según me reveló el agente del FBI Paul Miller, fue Kiszynski quien habló primero con la Cisneros en Miami y, luego, por teléfono con López Rega en Bahamas. El agente del FBI le dijo que su pedido de captura era inminente, algo que no era tan cierto, y le recomendó viajar de inmediato a Miami: “No le recomiendo las cárceles de Bahamas”. López Rega dijo entonces: “Bueno está bien, mándeme un avión”.
La llegada al país. Murió en la cárcel el
Entre los numerosos asesinatos cometidos por la Triple A figuran el del abogado, y diputado nacional en el momento de su asesinato Rodolfo Ortega Peña, el de Julio Troxler, ex subjefe de la Policía de Buenos Aires, que en 1956 había sobrevivido a los fusilamientos de José León Suárez durante la sublevación peronista contra la Revolución Libertadora. La Triple A atentó contra el senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, en la que fue la “presentación en sociedad” del grupo terrorista, también atentó contra el entonces rector de la UBA Raúl Laguzzi,un hecho en el que murió el hijo del rector, Pablo, de cuatro meses. La Triple A también asesinó, entre otros, al abogado Alfredo Curutchet, al pensador marxista Silvio Frondizi y a su yerno, Luis Mendiburu.
Cercado por la diabetes, casi ciego e hipertenso, López Rega murió en la cárcel, mientras estaba procesado. Nunca fue condenado.
David Graiver Gitnacht (La Plata, enero de 19411 - México, 6 de agosto de 1976) fue un empresario y banquero argentino que formó un poderoso grupo empresario y financiero en la década de 1970. En 1973 adquirió Papel Prensa.
David Graiver, Dudi para su familia y amigos, era hijo de inmigrantes polacos que arribaron a Argentina en la década de 1930. Su padre, Juan Graiver, casado con Eva Gitnacht, emigró a Argentina presintiendo un clima por demás hostil hacia los judíos en Europa, se instaló en la ciudad de La Plata y se dedicó con éxito al negocio inmobiliario. David Graiver nació en la "ciudad de las diagonales" y fue el mayor de los hijos de Juan y Eva, estudió derecho pero no concluyó sus estudios e inició su carrera de banquero comprando el Banco Comercial de La Plata en el año 1967, con fondos aportados por su familia.234
Se casó con Susana Rutenberg en 1969, pero la relación no duró mucho, y en 1974 se separaron mediante un acuerdo de división de bienes (no había posibilidad de divorcio en esa época). Graiver se puso en pareja con su novia y amante Lidia Papaleo, se casaron en México y tuvieron una hija: María Sol Graiver.56
Durante la dictadura de Alejandro Lanusse, fue Subsecretario General del Ministerio de Bienestar Social cuando Francisco Manrique era ministro de esa cartera. Años después, se desempeñó como asesor de confianza del ministro de Economía de Héctor José Cámpora, José Ber Gelbard, y en algunos medios se sostiene que eran socios en varios emprendimientos.
A los 35 años de edad, Graiver era propietario de dos bancos en Argentina (Comercial de La Plata y Hurlingham), dos bancos en Nueva York, el ABT y el CNB (American Bank and Trust y Century National Bank), la BAS en Bruselas (Banque pour l’Amérique du Sud), un banco en Tel Aviv (Swiss-Israel Bank) y decenas de compañías desparramadas por el mundo. Sus propiedades sumaban unos 200 millones de dólares. Una investigación del Banco Central llevó a Graiver a tener algunas causas judiciales en contra en Argentina, por infracciones y defraudaciones financieras, aunque luego todas esas causas fueron archivadas, gracias a sus contacto con Gelbard.7
En diciembre de 1973, con la ayuda del ministro Gelbard, el Grupo Civita de Editorial abril vendió el 26% de las acciones de Papel Prensa — primera empresaargentina dedicada a la producción de papel de diario— a David Graiver, quedando el resto de las acciones en poder del Estado argentino.5
Fue socio del periodista Jacobo Timerman como inversor en el diario La Opinión que dirigía Jacobo, así como también aportó dinero para la creación del diario La Tarde, dirigido por el hijo de Jacobo, Héctor Timerman, cuyo fin era el de fogonear y propiciar el golpe de Estado de 1976.38 La sociedad de Graiver con los Timerman y de Graiver con la organización Montoneros traería funestas consecuencias para Jacobo Timerman, que lo llevó a ser secuestrado y torturado por la dictadura militar para ser investigado por su relación con Montoneros.
A Graiver se lo relaciona con la agrupación Montoneros; a los que según integrantes del proceso militar, servía como administrador de los fondos que la organización obtuvo por el secuestro de Jorge Born. De los 60 millones de dólares que Montoneros obtuvo por el secuestro de los Born, él se encargó de blanquear 17 millones en el circuito bancario de Suiza.3
David Graiver muere en México el 6 de agosto de 1976 en un accidente de avión.