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General: SAN CARLOS DE BARILOCHE Y SU RELACION CON EL SANTO GRIAL
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Respuesta  Mensaje 1 de 256 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999  (Mensaje original) Enviado: 02/05/2016 17:48
 
 
 
SAN MARTIN =MARTE
 
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From: BARILOCHENSE6999 Sent: 02/05/2016 14:28
 
 
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From: BARILOCHENSE6999 Sent: 02/05/2016 14:30
 
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From: BARILOCHENSE6999 Sent: 02/05/2016 14:36
 


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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 27/10/2022 18:59


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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 13/11/2022 01:54

Los sueños atómicos de Juan Domingo Perón

Su proyecto para desarrollar la energía nuclear se enmarcó en un complejo escenario geopolítico, tras la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética

Juan Perón y Ronald RichterJuan Perón y Ronald Richter

El objetivo de Juan Domingo Perón de lograr el desarrollo atómico de la Argentina fue una tarea constante durante sus dos mandatos presidenciales, que tuvieron lugar entre el 4 de junio de 1946 y el 16 de septiembre de 1955, día en que se produjo el golpe de Estado en su contra llevado adelante por la llamada Revolución Libertadora. En este sentido, el titular del Poder Ejecutivo ordenó en 1950 la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) como institución dependiente de la Presidencia de la Nación, cuyas funciones primarias eran coordinar, promover y controlar todas las investigaciones nucleares realizadas en territorio argentino. La ambición del manejo de la energía nuclear por parte de Perón tenía lugar en un complejo escenario geopolítico. Finalizada el conflicto bélico en 1945, el líder del Justicialismo apostó a una política exterior independiente (Tercera Posición) en el marco de la naciente guerra fría que había comenzado a enfrentar a los Estados Unidos con la Unión Soviética.

Desde principios del siglo XX hasta el involucramiento total de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial a partir de los sucesos de Pearl Harbour en diciembre de 1941, sólo existían tres centros universitarios internacionales en los que se llevaban adelante investigaciones académicas y prácticas en torno al desarrollo atómico: Cambridge (Inglaterra), Gotinga (Alemania) y Copenhague (Dinamarca). No obstante, en octubre de 1941, el presidente demócrata Franklin Roosevelt ya había ordenado en secreto la puesta en marcha del Proyecto Manhattan compuesto por tres miembros de las fuerzas armadas y dos científicos, cuyo fin último era la fabricación de una bomba nuclear. Estados Unidos tuvo el monopolio del armamento nuclear hasta el año 1949, cuando el gobierno de Rusia logró llevar adelante su primera detonación atómica, en tanto que Gran Bretaña lo lograría en 1952 y Francia en 1960.

En el libro El secreto atómico de Huemul su autor, Mario Mariscotti, señala la estrecha relación que el físico de origen checo Guido Beck mantuvo en la ciudad de Leipzig con el creador del principio de incertidumbre y Premio Nobel de 1932, el alemán Werner Heisenberg. Beck, de origen judío, llegó a la Argentina en mayo de 1943 invitado por su par mendocino Enrique Gaviola.

Este conocía los problemas de Beck con el régimen nazi a través de James Frank y Max Born, dos profesores suyos cuando estudiaba en Alemania. El científico cuyano realizaría su doctorado a instancias de ambos, siendo evaluado por Albert Einstein, con quien mantuvo una estrecha vinculación profesional hasta la muerte del creador de la Teoría de la Relatividad en 1955. Treinta años antes el genio de la física había visitado la República Argentina junto a su esposa Elsa, oportunidad en la que pronunció doce conferencias en el Colegio Nacional Buenos Aires, en la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y en las universidades de Buenos Aires, La Plata y Córdoba.

Un mes después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en agosto de 1939, Einstein le remitió una carta al presidente norteamericano Franklin Roosevelt expresando que, “en el curso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable que podría ser posible el iniciar una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio, por medio de la cual se generarían enormes cantidades de potencia y grandes cantidades de nuevos elementos parecidos al uranio. Ahora parece casi seguro que esto podría ser logrado en el futuro inmediato”. En los años previos al ascenso de Juan Domingo Perón al poder, Enrique Gaviola era director del Observatorio Astronómico de Córdoba, y según cuenta su amigo y discípulo Alberto Maiztegui, su energía y visión estratégica lo llevaron a crear la Asociación Física Argentina en agosto de 1944 junto a Guido Beck.

La entidad nucleaba a las principales figuras nacionales en la materia, destacándose entre otros, José Balseiro, Mario Bunge, Héctor Isnardi que dirigía el Instituto de Física de la Universidad de La Plata y José Westerkamp. En esos momentos Argentina se mantenía neutral en la contienda mundial, hasta que finalmente el 27 de marzo de 1945, tras fuertes y continuadas presiones de los Estados Unidos y de Inglaterra, el presidente de facto Edelmiro Farrell le declaró la guerra a Alemania y Japón. El 6 y 9 de agosto de ese año, el presidente norteamericano Harry Truman ordenaría el lanzamiento de las bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y de Nagasaki.

En julio de 1948 Gaviola, que había conocido brevemente a Heisenberg durante su paso académico por la ciudad alemana de Gotinga, le comunicó a Beck su intención de invitar a la Argentina al renombrado científico alemán para hacerse cargo de la creación de un instituto radiotécnico que dependería de la Armada nacional. Heisenberg, por entonces de 45 años, aceptó la invitación, pero las alarmas se encendieron de inmediato en Washington y en Londres por la confusa actitud que éste desarrolló con su par danés, Niels Bohr, durante la reunión que mantuvo en octubre de 1941 en Copenhague.

En julio de 1945, y durante seis meses, el gobierno inglés había privado de la libertad a Heisenberg junto a otros diez científicos en una casa de campo cercana a la ciudad de Cambridge por la participación de los mismos durante el nazismo. Gran Bretaña tenía jurisdicción sobre el territorio alemán donde residía Heisenberg en 1948 y enterado de la invitación formulada por el gobierno argentino a través de Gaviola, le prohibió su traslado a Buenos Aires. Churchill y Roosevelt seguían de cerca los trabajos que los científicos alemanes realizaban con el objetivo de producir armas atómicas que pudieran ser utilizadas durante la guerra.

Por ello los altos mandos militares de ambos países, y los científicos que participaban en el Proyecto Manhattan, le dieron gran relevancia al contenido de la reunión celebrada entre Heisenberg y Bohr en octubre de 1941, dos meses antes del ingreso de Estados Unidos a la contienda mundial.

Niels Bohr y Werner HeisenbergNiels Bohr y Werner Heisenberg

Según la versión que el propio Heisenberg brindó tiempo después sobre el encuentro, la conversación con Bohr giró en torno a “la cuestión de si realmente era correcto que los físicos se ocuparan del problema del uranio en tiempo de guerra, ya que había que contar siempre con la posibilidad de que los progresos en este terreno pudieran causar consecuencias muy graves en la tecnología bélica”. El creador de la mecánica cuántica ya había afirmado públicamente que durante el régimen nazi temió por su vida por las investigaciones que realizaba sobre la cuestión nuclear. Siguiendo con los dichos de Heisenberg, Bohr le formuló la siguiente pregunta: “¿Realmente crees que se puede aprovechar la fisión del uranio para construir armas?”. Su respuesta, que conmovió al físico danés, fue: “Sé que en principio es posible, pero haría falta un inmenso coste técnico, que cabe esperar que ya no pueda realizarse en esta guerra”.

Enterado Bohr de los dichos de Heisenberg decidió escribirle varias cartas en las que intentaba relatar su versión sobre lo conversado en octubre de 1941. Finalmente decidió no enviárselas, y los motivos de tal negativa no han sido debidamente aclarados hasta hoy, a pesar de que la correspondencia se hizo pública en 2002 por decisión de su hijo Aage, que también recibió el Premio Nobel de Física en 1975. Niels Bohr mostró su temor ante los dichos temerarios de Heisenberg, y le escribió: “Tuvo que causarme una fuerte impresión que desde el principio usted afirmase su certeza de que, si la guerra se prolongaba lo suficiente, se decidiría mediante el uso de armas atómicas”.

Resulta por demás llamativo que la reunión entre ambos genios de la física nuclear tuvo lugar casi en simultáneo al nacimiento del Proyecto Manhattan lanzado por el presidente norteamericano, Franklin Roosevelt.

En este sentido, Bohr le escribió a Heisenberg afirmando que al momento del encuentro “yo no tenía ningún conocimiento de los preparativos en curso en Inglaterra y América. Usted añadió, al verme titubear, que tenía que entender que en los últimos años usted se había dedicado casi exclusivamente a este tema, y no le cabía duda de que se podía hacer. Por tanto, me resulta bastante incomprensible que pretenda haberme insinuado que los físicos alemanes harían todo lo que estuviera en sus manos para evitar semejante aplicación de la investigación atómica”.

Prohibido Werner Heisenberg, entra Ronald Richter en escena.

A principios de 1951 Perón afirmó públicamente que el científico austríaco (nacionalizado argentino) Ronald Richter le había expresado que el país ”podía iniciar los trabajos atómicos por el procedimiento que siguen los norteamericanos, pero que para eso necesitaríamos unos seis mil millones de dólares”. Richter había llegado a la Argentina en agosto de 1948 por recomendación del ingeniero aeronáutico alemán Kurt W. Tank, un militar y empresario de alto nivel durante el régimen de Adolf Hitler que dirigió el Departamento de Diseño de la empresa de aviación Focke-Wulf entre 1931 y 1945. El gobierno peronista había contratado a Tank con el objetivo de desarrollar en Córdoba el primer avión a reacción en América Latina, mundialmente conocido como Pulqui. Pocos días después de su arribo y en compañía de Tank, Richter se reunió con Perón y le comunicó la posibilidad de efectuar reacciones termonucleares controladas.

El 24 de marzo de 1951, casi en simultáneo a un exitoso vuelo del avión Pulqui dirigido por Tank, Perón anunció a través de un mensaje leído y transmitido por radio a todo el país que en la Planta Piloto de Energía Atómica en la Isla Huemul, ubicada a 8 kilómetros de San Carlos de Bariloche (y que perteneció a la CNEA desde 1949 hasta 1975), se llevaron a cabo reacciones termonucleares bajo condiciones de control en escala técnica.

Al otro día el propio Richter informó que la reacción termonuclear de fusión brindaría energía no contaminante e ilimitada y barata, con costos inferiores en relación al proceso seguido en países extranjeros. Los anuncios causaron gran preocupación (aunque no sorpresa) en los gobiernos de Estados Unidos y de Inglaterra, quienes gracias al accionar de sus servicios de inteligencia conocían con precisión la gran cantidad de técnicos alemanes que llegaron a la Argentina tras la caída del Tercer Reich en mayo de 1945. Además, en medio de los anuncios, Perón le otorgó a Richter un doctorado honoris causa de la Universidad de Buenos Aires.

Pero no todo eran buenas noticias en torno al trascendental anuncio. Richter no estaba dispuesto a que sus supuestos avances en la investigación fueran evaluados por técnicos reconocidos tal como era solicitado por el coronel Enrique González, máximo asesor científico de Perón, además de ser el responsable del financiamiento del Proyecto Huemul. Fue entonces en septiembre de 1952 que Perón designó al físico cordobés de 32 años, José Antonio Balseiro (que tuvo que viajar de urgencia desde Inglaterra donde realizaba sus investigaciones nucleares,) como encargado oficial para la redacción de un informe sobre la viabilidad de las actividades científicas desarrolladas en la Planta de Energía Atómica de la Isla Huemul. Su conclusión fue terminante: “Los conceptos teóricos sumados por el Doctor Richter carecen de los fundamentos necesarios para permitir que se abrigue alguna esperanza de una realización exitosa de sus propósitos tendientes a lograr una reacción termonuclear mantenida y controlada”.

El ansiado objetivo del desarrollo atómico nacional a través del Proyecto Huemul fue cancelado en noviembre de ese mismo año por orden del propio Perón y se desplegó una gran presión sobre los medios de prensa nacionales para evitar la amplificación política del fracaso del proyecto atómico que había resonado en todo el mundo.

Según Mario Mariscotti, ex director del Departamento de Física Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y Profesor Titular de Física Nuclear en la misma facultad, Richter ignoraba los parámetros físicos dentro de los que, teóricamente, podría producirse la reacción termonuclear en cadena, que requería para ello una temperatura del orden de algunas decenas de millones de grados centígrados. Mariscotti estimó que el experimento nuclear de Bariloche insumió unos 15 millones de dólares de entonces (unos 500 millones actuales), pero a pesar del millonario gasto, el científico se formuló la siguiente pregunta sobre las investigaciones en física nuclear: “¿Hubiera llegado la Argentina a su desarrollo actual si no hubiera sucumbido a las sirenas de Huemul”? En cambio, Enrique Gaviola, que durante el resto de su vida lamentó que el país no hubiera podido contar con el asesoramiento de Heisenberg, afirmó en 1955 que el caso Richter fue una estafa científica, una estafa moral y una estafa económica.

Posteriormente en julio de 1966, durante la llamada Noche de los Bastones Largos, el gobierno de facto encabezado por el General Juan Carlos Onganía, que el mes anterior había derrocado al presidente radical Arturo Illia, había promulgado el decreto ley 16.912 que determinaba la intervención de las universidades nacionales, prohibía la actividad política en las facultades y anulaba el gobierno tripartito, integrado por graduados, docentes y alumnos. El éxodo de renombrados científicos y académicos fue inmediato. Una vez más Argentina atentaba contra su propio desarrollo económico y social de mano de las ciencias y de la educación.

En marzo de 1974 Perón lograría su tercera presidencia, y cien días antes de su muerte, obtuvo un objetivo político importante con la inauguración de Atucha I, la primera central nuclear de América Latina. Cuatro años después, durante la dictadura militar y bajo la dirección del vicealmirante Carlos Castro Madero, por entonces al frente de la CONEA, comenzó a desarrollarse en secreto el proceso de enriquecimiento de uranio mediante el método de difusión gaseosa en el Complejo de Pilcaniyeu, cercano a Bariloche, y dependiente de la CNEA. El INVAP, complejo científico radicado en Río Negro, también aportó personal técnico de primera categoría para el emprendimiento. A principios del año 1979 el presidente Jorge Rafael Videla aprobó un nuevo plan nuclear con el propósito de autorizar el llamado a licitación internacional para la construcción de la central nuclear de Atucha II y de la Planta Industrial de Agua Pesada.

La guerra de Malvinas aceleró las especulaciones de científicos y analistas políticos internacionales sobre las intenciones del gobierno militar argentino en torno a la fabricación de armamento nuclear. La BBC emitió un documental por esos días donde se afirmaba que Argentina y Alemania trabajaban en conjunto en la investigación de tecnología nuclear con fines bélicos. En este marco, se inauguró en mayo de 1983 la Central Nuclear de Embalse en la localidad cordobesa de Río Tercero, cuya construcción se había iniciado durante el tercer gobierno peronista en mayo de 1974.

Finalmente, en noviembre de 1983, un mes antes de la asunción presidencial de Raúl Alfonsín, Castro Madero anunciaba que el país había adquirido el desarrollo tecnológico para el enriquecimiento de uranio. Días después el Washington Post titulaba: “Argentina es capaz de producir cuatro bombas por año”.

SEGUIR LEYENDO:

https://www.infobae.com/opinion/2021/05/26/los-suenos-atomicos-de-juan-domingo-peron/

Respuesta  Mensaje 86 de 256 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 13/11/2022 22:00


Respuesta  Mensaje 87 de 256 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 15/11/2022 00:43

El día en que Perón y Evita visitaron Bariloche

- HACE 64 AÑOS -  No hay muchos documentos ni registro de la visita. Tan sólo una imagen que grafica su visita a la Intendencia en el Centro Cívico. Fue en el marco del proyecto que buscaba realizarse en la isla Huemul y que Perón financió años después.

El día en que Perón y Evita visitaron Bariloche
Una de las pocas fotos que se conocen de la visita de Perón a Bariloche.

Días después, el diario La Nación informaba en treinta líneas de una columna: realizaron excursiones en Bariloche el primer magistrado y su esposa y se alojaron en la residencia Quincha Huala.

 

En la motonave “Modesta Victoria” navegaron el Nahuel Huapi, también estuvieron en el cerro Catedral, apreciando en él las instalaciones del Cable Carril que hace muy poco quedó inaugurado y que es de real importancia para el turismo de invierno y la práctica del esquí.

 

En la ciudad, “su paso por las calles centrales motivó el aplauso de los vecinos, visitaron el local del Partido Peronista y después saludaron al pueblo en el Palacio Municipal del Centro Cívico”, momento que quedó registrado en fotografías donde aparece Eva saludando, el presidente Perón, el gobernador Berenguer, el intendente Andrigo y el párroco Monteverde.

 

En realidad la breve estadía del presidente Perón en Bariloche, tenía por objeto principal visitar la Isla Huemul para inspeccionar las obras que la segunda Compañía de Construcciones y la Dirección General de Ingenieros realizaban para la Planta Piloto Huemul.


Respuesta  Mensaje 88 de 256 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 15/11/2022 00:46

Eva Perón y el viaje a Bariloche en 1950, la crónica real y un relato de ficción/Por Carlos Espinosa

Viedma.- (APP) En cercanías del 70ª  aniversario de la muerte  de Eva Perón quiero volver sobre la recordación del único viaje que ella y el general Juan Domingo Perón, presidente de la República, realizaron por la región norte de la Patagonia, atravesando la provincia de Río Negro hasta San Carlos de Bariloche.

Voy a reiterar datos de una nota de mi autoría, aparecida en mayo de 2019 en este mismo portal de la Agencia Periodística Patagónica; pero en esta oportunidad voy a agregar algunos párrafos de un relato de ficción, tomados de mi cuento “Un mozo chileno hacía equilibrio con la bandeja”.

El viaje del jefe de Estado y su esposa se realizó, desde Buenos Aires, a bordo de un tren especial de la línea ferroviaria General Roca. Según varios testimonios recibidos por este cronista, de parte de memoriosos agentes ferroviarios que estaban en actividad en esa época, la base de la formación era un coche motor Ganz, de los denominado “Trenes blancos” que hasta casi fines de la década del ’40 cumplieron servicios entre Viedma y Bariloche.

La visita de Perón y Evita a la ciudad andina tenía un doble propósito: tomarse unos pocos días de descanso y visitar un supuesto emprendimiento de investigación atómica en la isla Huemul que estaba a cargo del enigmático científico alemán Ronald Richter.

Detrás de la motivación institucional del viaje quizás estuvo el comienzo de uno de los dramas  más intensos que se han vivido en el país: la cruel enfermedad  que finalmente llevaría a Evita a la tumba.

Las crónicas de la época recuerdan que en enero de 1950, mientras estaba visitando un  hogar para niños dependiente de la Fundación Eva Perón, Evita sufrió un desmayo y al  recibir atención médica se le descubrió un cuadro de fuerte anemia. Pocos días más tarde se le extraían tejidos del útero para una biopsia y surgía el  diagnóstico del cáncer, aunque la paciente sería engañada y sólo tomaría conocimiento de la importancia del mal hacia fines de 1951.

El viaje al sur, con una pausa de diez días en el habitual ritmo intenso de su vida, habría sido sugerencia de  los médicos para procurar estabilizar su cansado físico, antes de someterla a un tratamiento con rayos, que Evita finalmente nunca quiso aceptar.

La estación de Carmen de Patagones fue una de las paradas del itinerario. El recuerdo de varios vecinos es vívido e intenso. El  tren pasó a la medianoche, pero eran  los primeros días del otoño y el clima estaba cálido. Evita salió a saludar a la  puerta del coche donde viajaba, ataviada con un traje de color amarillo. No hubo discursos y tan sólo la entrega al presidente y a su esposa de algunos presentes por parte del  intendente de Patagones,  doctor Carlos Tessari.

Después, cuando el convoy arrancaba, se repartieron paquetes con ropa. Cada uno de los bultos estaba muy apretado y contenía varias prendas de vestir, perfectamente dobladas y atadas.

El Tren Blanco, en su viaje especial con Perón y Evita rumbo a Bariloche, siguió la recorrida por toda la línea sur,con diversas paradas. Pero no hay registro de las estaciones en donde se detuvo.

Don Leandro Inda, ex  ferroviario a quien siempre consultábamos cuando se trataba de temas vinculados al  tren, también recordó el paso de aquella formación con pasajeros tan importantes.

“Yo me acuerdo muy bien, en ese tiempo estaba de jefe de la estación Clemente Onelliy recibimos precisas instrucciones de que todo el personal debía estar sobre el andén, de punta en blanco, para saludar el paso del convoy” recordó Inda en diálogo con este cronista.

El veterano ferroviario agregó que “ese día el tren venía con un poco de atraso, justificado por supuesto, porque en cada pueblo el general y Evita salían a saludar por una de las puertas del coche motor y sus asistentes repartían paquetes con ropa”.

Uno de esos paquetes cayó justo en manos de don Leandro y el apreciado vecino viedmense aseguró que el pantalón y las tres camisas que contenían los estuvo usando durante unos cuántos años.

En Bariloche los ilustres visitantes fueron recibidos en el Palacio Municipal del Centro Cívico. En la foto que ilustra esta crónica, gentileza del Archivo Visual Patagónico, se pueden ver a Perón y Evita en el balcón de ese edificio, acompañados por el gobernador del Territorio de Río Negro, Emilio Belenguer; el intendente local, Giordano Andrigo, y el cura párroco de Bariloche, padre Enrique Monteverde, el mismo religioso que fue muy conocido en Carmen de Patagones.

Perón y Evita navegaron por el Nahuel Huapi, en la nave “Modesta Victoria” y arribaron a la isla Huemul, donde inspeccionaron unas gigantescas obras en plena construcción, que estaban realizando el Ejército con la mano de obra de conscriptos. En la memoria colectiva de los barilochenses quedó el recuerdo de la actitud de Evita, que puso su mirada en que los soldados estaban calzados con alpargatas y dio la orden de que se los equipara con botas especiales para nieve. Una nota del diario “El Cordillerano” señaló, tiempo atrás, que Eva también dispuso que los soldados conscriptos recibieran una paga salarial similar a los obreros del gremio de los albañiles.

La misma fuente periodística alude a la preocupación de Evita por los  alumnos de una escuela barilochense, que concurrían a clase casi descalzos, y ls disposición de que se les enviaran botas para nieve de la mejor calidad.

El regreso de la comitiva presidencial tuvo una alternativa imprevista, tal como lo narró el recordado maestro Juan Carlos Tassara, tanto en las páginas de su libro autobiográfico de memorias como en diálogo con este cronista. Tassara y su esposa Teresita Guidi eran maestros en la modesta escuela rural de la localidad de Ministro Ramos Mexía (Pichi Malal) en pena línea sur rionegrina.

 “Perón y Evita habían pasado en tren a  Bariloche en viaje de descanso, así que no habían  bajado en ninguna estación. A su regreso pensaban hacer lo mismo, así que se nos ocurrió escribirles y mandarles una carta por correo a Bariloche , expresándoles el deseo de alumnos y población de poder saludarlos a su paso por Ramos Mexía, para pedirle la construcción de un nuevo edificio para la escuela”, recordaba el maestro.

Seguía relatando el maestro Tassara que “pasaron los días y no sabíamos que la carta había llegado a manos del presidente y de Evita; pero unas horas antes de que pasara el tren de regreso vino una máquina exploradora y un coronel se llegó hasta la escuela para decirnos que a las 17 llegaba el tren presidencial y que Perón y Evita querían saludarnos”.

“Es de imaginarse el alborozo, alumnos y vecindario todo se volcaron a la estación y efectivamente ambos bajaron del tren y saludaron a gran parte de alumnos y pobladores. Además dejaron gran cantidad de equipos de ropa para mayores y niños”, añadía Tassara, destacando que Evita se comprometió a la realización de un edificio escolar adecuado, en reemplazo de la escuela rancho que tenían en ese momento.  Esa escuela se inauguró en 1954.

El viaje de Perón y Evita en la ficción

Todo lo que se ha contado hasta aquí ocurrió verdaderamente. Pero me he permitido jugar con algunos elementos verídicos para montar un relato de ficción, que se titula “Un mozo chileno hacía equilibrio con la bandeja”.

Ese trabajador gastronómico, al que le puse por apellidos los de Ramírez Patrón, cumplió servicios en aquel tren especial que llevó a Evita y Perón en viaje hasta Bariloche. Era muy joven en 1950 y varias décadas después seguía trabajando en el coche comedor, donde acierta a viajar un periodista porteño, llamado Bermúdez. En la medianoche, después que el último pasajero se retiró de la mesa, el periodista y el mozo de cruzan en una charla, que podría haber sido intrascendente, pero inesperadamente tomó mucho relieve para el hombre de prensa.

Voy a transcribir algunos tramos de mi cuento. Todo es ficción, quede claro.

“Casi no quedaba ningún comensal de sobremesa y el tren se sacudía nuevamente en el trayecto hacia Valcheta, así que Ramírez Patrón se acercó con su plato de ravioles y un vaso de vino tinto. “Si me permite me gustaría tener su compañía durante mi cena”, anunció.

-¿Trabajo difícil, no?-, lo interrogó el pasajero, como para dar pie a una charla que adivinaba interesante. El mal humor se le había disipado con la digestión y adivinaba que podría dormir plácidamente.

-Son más de treinta años con la bandeja. Menos en avión he trabajado en todas partes, hasta en un barco un par de temporadas, en los cruceros al Brasil para gente rica, sí señor.-

-¿Hace mucho que está en el tren?, parece muy familiar con el recorrido.-

-Empecé en este tren hace 33 años. La primera vez fue en 1950 en un viaje especial, con pasajeros muy importantes, fue inolvidable compartir con aquel matrimonio todo el trayecto desde Plaza Constitución hasta Bariloche.-, contó el chileno mientras pinchaba los ravioles.

-¿Eran pasajeros muy importantes?.- se interesó Bermúdez

-Sí, caballero, los más importantes en este país de ustedes, en un viaje que tenía algo de misterio, porque se ocultaban cosas y se decía que el lugar que visitarían allá en Bariloche era un sitio secreto.-

Bermúdez sintió una puntada en la nuca, porque la fecha aproximada y otro par de datos que Ramírez Patrón ponía en  su relato estaban abriendo una ventana en su memoria; en el archivo de los datos que un par de años antes, quizás un poco más, había estado recopilando para ese artículo que después los editores de aquella revista porteña habían rechazado con entusiasmo.

“¿Cómo sabe, este mozo chileno que vengo a encontrarme de casualidad en este recorrido impensado, como cuernos puede saber que el viaje de Perón y Evita a Bariloche en 1950 es una de mis mejores notas nunca publicadas?¿Está inventando o realmente estuvo allí?”

-Era un honor y una enorme responsabilidad atender en el tren especial  que corría hacia Bariloche con el presidente Juan Domingo Perón y su señora esposa, doña Eva. Los mucamos, el  cocinero, todo el personal,  éramos chilenos, uruguayos o paraguayos. Los encargados de seguridad  tenían miedo de algún atentado y decían que los extranjeros éramos más confiables-, arrancó Ramírez Patrón.

El mozo le contó que el viaje fue perfecto, las paradas en Bahía Blanca y Patagones se cumplieron ordenadamente, “porque fue mucha gente a las estaciones pero los argentinos pobres (así dijo) eran muy pacíficos y después de los saludos del general y doña Evita cuando les arrojaban los paquetes con ropa se iban alejando, tranquilos y contentos”.

-En la primera parte tuvimos poco trabajo, el general comió una tortilla de papas y la señora apenas picoteó una pechuga a la plancha con una ensalada de zanahoria y naranja, pero en el reservado especial, sin pasar al comedor.

-¿Sabe caballero qué pasó después a la  madrugada?-. No, Bermúdez tuvo que contestarle que no sabía, porque el chileno prolongaba la pausa a la espera de una respuesta.

Ramírez Patrón terminó el vino y tomó aire, como para largar un rollo de hilo muy apretado.

-Pocas veces lo conté en todos estos años, pero hoy a esta hora y en este punto del viaje el  recuerdo se me vuelve patente.

La oruga disminuía la marcha, posiblemente cerca de un pueblito apagado, y el mozo afirmó: —Aquel tren especial no paró hasta Jacobacci. Por eso en la mitad de la travesía el general Perón decidió estirar las piernas y se apareció en el salón restaurante.

-El presidente venía con uno de sus guardaespaldas, pero cuando vio que estaba yo solo, terminando de acomodar las mesas donde había cenado la comitiva, le dijo: váyase a dormir m’hijo, yo me tomo un café con el señor y vuelvo enseguida al camarote.

-Se imagina la situación? El mismísimo general Perón sentado allí, para que yo le sirviese un café, los dos solos en el comedor de un tren que atravesaba la Patagonia.

-Aquel hombre, tan grande y tan importante, a solas conmigo y conversando muy suavemente. Me contó que estaba preocupado, ‘el país está en marcha pero tengo muchos enemigos’, me dijo. ‘Estamos haciendo cosas muy importantes, hermano chileno, pero tengo una enorme pena, sabe. Por eso este viaje sirve para sacarme algunas telarañas de la cabeza, como dicen los gauchos en el campo. También para que mi negrita se distraiga un poco, pobre’, así me dijo el general.”

Punto, hasta aquí una parte del cuento. ¿Qué más le dijo el general Perón a aquel gastronómico chileno, en la charla a solas mientras el Tren Blanco atravesaba la meseta patagónica? ¿Qué le contó el mozo Ramírez Patrón al periodista Bermúdez?

Mi cuento “Un mozo chileno hacía equilibrio con la bandeja” ´forma parte del libro “La sequía y otros folletines al sur”. (APP)

http://appnoticias.com.ar/app/%EF%BB%BFeva-peron-y-el-viaje-a-bariloche-en-1950-la-cronica-real-y-un-relato-de-ficcion-por-carlos-espinosa/

Respuesta  Mensaje 89 de 256 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 15/11/2022 01:15

A más de 65 años de la visita de Evita y Juan Perón a Bariloche

Fue el 27 de abril de 1950, cuando el entonces Presidente de la Nación y su señora esposa visitaron Bariloche por primera y única vez, en un fugaz viaje del que después La Nación informaba en treinta líneas de una columna: “realizaron excursiones en Bariloche el primer magistrado y su esposa”. Se alojaron en la Residencia Quinchahuala.

A más de 65 años de la visita de Evita y Juan Perón a Bariloche
Evita y Perón en el Centro Cívico.

En la motonave Modesta Victoria navegaron el Nahuel Huapi, también estuvieron en el cerro Catedral, “apreciaron en él las obras del Cablecarril que hace muy poco quedó inaugurado y que es de real importancia para el turismo de invierno y la práctica del esquí”.
En la ciudad, “su paso por las calles céntrales motivó el aplauso de los vecinos al primer magistrado y su esposa, también visitaron el local del Partido Peronista”.
Después saludaron al pueblo en el Palacio Municipal del Centro Cívico, momento que quedó registrado en fotografías donde aparecen Eva saludando, el Presidente Perón, el Gobernador Belenguer, el Intendente Andrigo y el Párroco Monteverde.
Del viaje que el Presidente Perón y Eva hicieron a Bariloche, es importante destacar dos hechos significativos: la especial visita a la Isla Huemul donde la segunda compañía de Ingenieros construía las instalaciones de la que fue la Planta Piloto Huemul, y lo que Eva hizo desde su particular sentido de ver la realidad.
Al visitar la Isla, y ver que los conscriptos eran operarios trabajadores de obras, pidió que les pagaran igual que a todos el personal especializado de la construcción, y en la ciudad al enterarse de las necesidades de los niños en edad escolar, dispuso que la Fundación enviara a Bariloche guardapolvos, cuadernos y también botas de esquiar (marca Mastrosanto) para que los niños escolares de pocos recursos practicaran ese deporte.
Pasaron dos meses de la visita y la Fundación fue enviando lo prometido por Eva Perón para los niños escolares. Llegaban cajones llenos de botines “Mastrosanto” que estaban en el Hotel Vuriloche de la Direccion de Obra Social del Ministerio de Educación para ser distribuidos.

https://www.elcordillerano.com.ar/noticias/2015/08/17/29153-a-mas-de-65-anos-de-la-visita-de-evita-y-juan-peron-a-bariloche

Respuesta  Mensaje 90 de 256 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 15/11/2022 01:57
Es posible un futuro con fusión nuclear? - Revista Intelligence Survival

Respuesta  Mensaje 91 de 256 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 18/11/2022 22:07



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