CIENTÍFICOS NAZI ALEMANES EN ARGENTINA
PERÓN Y LA CIENCIA ALEMANA
CIENTÍFICOS ALEMANES MAS POPULARES:
1-FRIEDRICH BERGIUS
2-KURT TANK
3-JOSEPH MENGELE
4-RONALD RICHTER
5-KARL P. VAERNET
El éxito del poder alemán en la Segunda Guerra Mundial fue debido al aporte de destacados científicos alemanes, grandes científicos, reconocidos con distinciones y premios Nobel, que a través de sus ideas y sus logros pudieron seducir a Hitler para conseguir la autarquía nacional y ese “espacio vital” tan ansiado por el líder para sacar a Alemania del estancamiento económico. (La célebre I.G. Farben, un gran conglomerados de 2000 empresas alemanas, era el centro de trabajo de estas eminencias científicas.)
Alemania no consiguió el triunfo buscado, pues perdió la guerra y quedó totalmente desbastada, pero todos estos científicos pudieron investigar durante el conflicto usando la “materia prima” que los campos de concentración, les proveía, pues millones de judíos fueron utilizados para todo tipo de inhumanos y crueles experimentos en “pos de la ciencia y del progreso alemán”. Crearon armas espantosas y perfeccionaron la limpieza étnica, consiguiendo por ejemplo el “mejor” gas para la eliminación sistemática de todos los deportados.
Mas tarde en los juicios de Nuremberg, muchos de ellos se sentaron en el banco de los acusados y fueron procesados, pero los castigos fueron mínimos y a corto plazo liberados. Aún así muchos quedaron libres y otros lograron huir antes de la finalización de la guerra, y una gran mayoría consiguió importantes empleos, pues las potencias aliadas a través de planes secretos (como el Proyecto Paperclip, de EE.UU.) los acogió y protegieron en sus países como los mejores hombres de ciencia.
Un grupo de ellos consiguió un lugar en Argentina, al amparo de Juan D. Perón, y los mas destacados de ellos fueron Friedrich Bergius, Premio Nobel de Química, uno de los responsables de l.G. Farben, que colaboró activamente en la redacción del Primer Plan Quinquenal del peronismo; a Ronald Richter, que prometió llevar al país a la vanguardia de la energía atómica y sólo logró ridiculizarlo y gastar preciosos recursos; a Kurt Tank, que apuntó a lo mismo en el plano de la aviación, con similares resultados; a Joseph Mengele, el médico de la muerte, que simplemente vivió en paz durante más de una década, con la anuencia local pero también del gobierno de Alemania, que lo persiguió tarde y mal, y que pidió su captura justo después de que hubiera escapado.
Dice al respecto Carlos De Nápolis en su libro «Los Cientificos Nazis en Argentina«, lo siguiente:
Las rutas de escape
Son muchos los autores que adjudican a Perón haber traído al país a todo tipo de criminales nazis. Sin embargo, durante el período donde escaparon los nazis más importantes, es decir en 1945, no era Perón el presidente de la República Argentina, sino Edelmiro Julián Farrell. Egresado del Colegio Militar en 1907, con el título de Subteniente de Infantería, Farrell permaneció en un regimiento alpino italiano entre 1924 y 1926.
De regreso a Argentina, y tras ejercer como Ministro de Guerra y Vicepresidente cíe la nación bajo el gobierno del General Pedro Pablo Ramírez, que había derrocado a Arturo Rawson, lo depuso a su vez para ejercer de facto como Presidente de la Nación desde el 25 de febrero de 1944 hasta el 4 de junio de 1946. En julio de 1945 Farrell convocó a elecciones presidenciales para 1946 en las que resultó electo como nuevo jefe de Estado Juan D. Perón. Es decir, en el período más intenso de fugas de jerarcas nazis, Juan Domingo Perón no tenía ni siquiera suficiente ascendencia sobre las Fuerzas Armadas. Estas cuestiones no pueden soslayarse cuando se habla del supuesto «dominio en las sombras» que ejercía Perón sobre sus camaradas.
Llegada de submarinos nazis a la República Argentina
La llegada de submarinos nazis a la Argentina meses después de la rendición de Alemania constituye aún hoy uno de los episodios más controvertidos en la historia del país.
El 10 de julio de 1945, se entregó en la base de submarinos de Mar del Plata el sumergible nazi U-530 al mando de Otto Wermuth, mientras que el 17 de agosto hizo lo propio el U-977 al mando de Heinz Scháffer. La noticia recorrió el mundo dando pie a numerosas versiones oficiales y extraoficiales sobre la fuga de los más altos jerarcas del Reich.
Que la fuga en submarinos se estaba llevando a cabo era un hecho conocido oficialmente tanto por los Estados Unidos como por la Unión Soviética. En ambas naves faltaba tripulación. De tal forma, pudo calcularse que al menos 50 jerarcas arribaron a las costas patagónicas.
En publicación del 18 de agosto de 1945, The New York Times informa que el cónsul nazi en España, Willy Koehn, había descendido del U-530 en la Patagonia argentina.
De todas formas, resulta extraordinario que en el azaroso viaje, cuando la guerra en Europa había finalizado, estos submarinos atacaran a una serie de barcos y aviones Aliados causando centenares de muertes ante el silencio cómplice de los mismos. Cuando el U-977 torpedeó arteramente al crucero brasileño Bahía, causó más de 300 muertes. Derribaron luego un avión estadounidense cerca de las Azores y otro en las cercanías de las islas de San Pedro y San Pablo.
CIENTÍFICOS NAZI EN ARGENTINA (ver su historia en el cuadro de arriba)
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Friedrich Bergius Premio Nobel de Química en 1930. Obtenía petróleo a partir de la hidrogenación del carbón |
Kurt Tank Constructor de aviones a reacción. Experimentó con el PULQUI II. Un fracaso nacional. |
Joseph Mengele Médico famoso por sus crueles experiencias con los prisiones de los campos de concentración. |
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Ronald Richter Aseguró controlar el método de la fusión nuclear y todos sus experiencias fracasaron. |
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Karl P. Vaernet Famoso por sus castraciones masivas de homosexuales a los efectos de cambiar su naturaleza. Fracaso total |
Una vez terminada la contienda mundial , los servicios secretos de los países vencedores se disputaron palmo a palmo las fábricas del III Reich y a los hombres que habían trabajado en ellas. Estos eran trasladados a Inglaterra y sometidos a extensos interrogatorios para posteriormente ofrecerles trabajo en sus respectivos países.
Los soviéticos fueron muy activos en la búsqueda; a bordo del inconcluso portaaviones GrafZeppelin trasladaron fábricas enteras y modelos terminados hacia la URSS. En realidad ella era la nación más retrasada entre los vencedores y no tenía mucho tiempo que perder. Los resultados pronto estuvieron a la vista: al comenzar la guerra en 1941 sólo fabricaban aviones mediocres, en 1948 ya eran vanguardia en materia aeronáutica, además pusieron un hombre en el espacio antes que los mismos americanos. El profesor Gunter Bock y el doctor Goettrup fueron, tal vez, los mejores científicos alemanes con los que pudo contar la URSS.
Los EE.UU. eran un país más atractivo que la URSS y con mayores disponibilidades económicas. De esta manera pudo contar con la colaboración de importantísimos científicos, entre los que se destaca el famoso Werner von Braun y su equipo de la isla Peenemunde, quien se convirtió sin dudas en el padre del proyecto espacial americano.
Werner von Braun
Gran Bretaña y Francia también pudieron contar con los servicios de los técnicos alemanes; esta última nación se vio favorecida asimismo por haberle quedado algunas fábricas en su territorio.
Durante su primer gobierno Perón reserva un capítulo muy especial para el desarrollo aeronáutico en el Primer Plan Quinquenal de Gobierno.
Con parte de la inconvertible deuda británica, el gobierno justicialista dota a la nueva Fuerza Aérea Argentina con un poderoso parque aéreo compuesto por 100 cazas a reacción dosier Meteor, 36 bombarderos estratégicos Avro ¡Incoln y una gran cantidad de aeronaves de entrenamiento, transporte y turismo. También promueve la creación, a través de la Secretaría de Aeronáutica, de líneas aéreas comerciales de capital mixto para establecer nuevas rutas de cabotaje a distintos puntos del país.
Si bien desde hacía muchos años existía en la provincia de Córdoba la Fábrica Militar de Aviones (FMA), ésta no contaba con muchos especialistas y durante la guerra había tenido que suspender la construcción bajo licencia del primer modelo totalmente metálico, el caza americano Curtiss Hawk 750 por falta de insumos.
En esos momentos en la FMA se estaba construyendo un entrenador de madera, el IAe-22 DL, con motor de fabricación nacional IAe-16 «El Gaucho» de 9 cilindros radiales y 450 CV de potencia. En otra etapa de desarrollo se encontraba el bimotor de ataque, también de madera, IAe-24 «Calquín».
Con este panorama, la Secretaría de Aeronáutica promueve la creación del Instituto Aerotécnico, con la finalidad de «diseñarlos aviones que el País necesite» y que «con la menor cantidad de aviones, se logre un máximo de propósitos». En sus estatutos fundacionales, el IA reglamenta claramente la contratación de técnicos extranjeros y la especialización de los argentinos fuera del país.
El primer ingeniero aeronáutico llegado a la Argentina fue el francés Emile Dewoitine, Nacido en Crépy en 1897, llegó a poseer una fábrica propia (Avions Dewoitine) en la que llegó a producir aviones de combate y transporte. En la Argentina era conocido, ya que en la década de los treinta nuestra Fábrica Militar de Aviones le había adquirido una licencia para fabricar el caza Dewoitine D-21.
Luego de la invasión alemana a Francia, Emile Dewoitine trabajó para el gobierno de Vichy. Esta determinación trajo como consecuencia que el general De Gaulle, cuando pisó su patria lugo de Normandía, prometiera fusilarlo.
Dewoitine emigró a España, y allí tomó contacto con un viejo amigo argentino, el ingeniero Taravella, a quien conocía desde los tiempos de la adquisición de la licencia. Fue a través del mismo Taravella que el gobierno argentino le ofreció la posibilidad de construir un caza a reacción.
Dewoitine aceptó el ofrecimiento y concretó junto a técnicos argentinos el avión IAe-27 Pulqui en 1947, que equipado con una turbina Rolls Royce «Derwent», convirtió al país en el octavo del mundo en tener un jet propio y el sexto en ese momento (Alemania y Japón tenían prohibición de fabricar aviones). El ingeniero francés trabajó para un ambicioso proyecto hasta la llegada de los técnicos alemanes, quienes traían consigo un proyecto muy superior.
Kurt Tank abre el camino al contingente alemán
A fines de 1946, el gobierno argentino es informado de que existe interés por parte de algunos científicos alemanes de viajar a la Argentina, país que poseía una interesante fábrica de aviones. De inmediato, las autoridades de aeronáutica crean una red de agentes secretos en Europa con la finalidad de sacar a técnicos y científicos que quisieran trabajar en nuestro país.
El primero en recibir y aceptar el ofrecimiento argentino fue el profesor Kurt Tank, quien cansado de soportar a los agentes aliados y rechazar propuestas, logra huir a Dinamarca, no sin antes superar peligrosos contratiempos. En el país nórdico, Tank y otros dos colegas son entregados al cónsul Muret, quien les otorga pasaportes argentinos con nombres supuestos.
Kurt Tank era un excelente director de equipo y piloto de pruebas. Había dirigido durante la guerra la famosa fábrica de aviones Focke Wulf de Breraen, siendo sus productos más destacados el famoso caza FW-190, uno de los pilares del arma de caza alemana, el cuatrimotor Fw-200 Cóndor, teniendo al concluir la guerra el desarrollo del caza jet con alas en flecha, el Focke Wulf TA 183.
A pocos días de haber llegado a Buenos Aires Tank se reúne con Perón, a quien le entrega un memorándum con los requerimientos que a su juicio necesitábala Argentina en materia de aeronáutica y en particular la FMA. El ingeniero alemán propuso a Perón la construcción de cuatro tipos de aeronaves, un caza a reacción, un entrenador primario, un avión de reconocimiento y un bombardero para la Fuerza Aérea. Además, ante la observación de la geografía argentina y el auge de la aviación comercial, recomendó la construcción de un aviónjet de pasajeros.
La concreción más espectacular de este equipo, que incorporaba a los técnicos y obreros argentinos, fue sin duda el caza a reacción con alas en flecha IAe-33 Pulqui II, que colocó a la Argentina en una vanguardia tecnológica que entonces sólo poseían los EE.UU., la URSS y Suecia, aventajando a países como Inglaterra y Francia.
En forma independiente al grupo Tank, llegó al país en 1948 el doctor Reimar Horten, quien, escapando por Suiza, pasó a Italia y allí tomó contacto con autoridades argentinas y viajó a nuestro país con un pasaporte del Vaticano en una aerolínea estatal. Al terminar la guerra, Horten desarrollaba en su fábrica de Gottingen un caza birreactor, el Gotha Ho-222, de revolucionario diseño, ala volante sin cola.
Argentina atómica
Otra figura relevante fue sin dudas el físico nuclear austríaco Ronald Ritcher —famoso por la planta nuclear de la isla Huemul— que trabajó en campos de la ciencia donde el país estaba rezagado. Ritcher fue recomendado a Perón por el mismo Kurt Tank.
Ellos se habían conocido en 1946 en Londres, en las épocas en que los responsables del desarrollo tecnológico alemán eran sometidos a intensos interrogatorios. En aquella oportunidad habían conversado de la factibilidad de realizar un avión a propulsión nuclear. Fue en la Argentina que ambos comprobaron la inviabilidad técnica del proyecto por tener que aislar al reactor con gruesas y pesadas paredes de plomo.
Ritcher comenzó sus tareas en un hangar de la FMA, pero debido a lo riesgoso de sus experimentos solicitó a las autoridades mudar su lugar de trabajo. Luego de recorrer por aire todo el país, eligió para montar su laboratorio la pequeña isla Huemul, frente a la ciudad de Bariloche. En ese lugar, y con un abultado presupuesto, comienza a investigar en campos vírgenes en materia nuclear con la finalidad de obtener energía eléctrica a bajo costo y un motor nuclear para ser utilizado en submarinos.
El 24 de marzo de 1951, el presidente Perón llama a conferencia de prensa en la Casa Rosada y anuncia; «El 16 de marzo de 1951, en la Planta Piloto de Energía Atómica en la isla Huemul, de San Carlos de Bariloche, se llevaron a cabo reacciones termonucleares bajo condiciones de control en escala técnica».
Robald Rirchet
La noticia corrió como un reguero de pólvora por el mundo entero. ¡Un país sudamericano había llegado a la fusión nuclear! Pero tiempo después, se descubrió que Ronald Ritcher había realizado sus conclusiones erróneamente a partir de una lectura defectuosa de un aparato de medición. De cualquier manera, la famosa isla Huemul se convirtió en un símbolo lleno de misterios, millones invertidos y sin dudas un importante envión del desarrollo nuclear argentino futuro.
Perón jamás perdonaría a Ritcher el papelón mundial que pasó con aquella declaración. Ritcher ocupó el lugar que debería haber correspondido al premio Nobel de Física Werner Heisemberg, quien luego de haber aceptado la invitación de las autoridades argentinas finalmente nunca llegó al país.
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Fuente Consultada:
Los Científicos NAZI en la Argentina Carlos De Nápoli
Revista Mensual Todo Es Historia N°334 Año 1995 Nota de Ricardo Burzaco
https://historiaybiografias.com/nazi_argentina/