Las manos de Perón: agencias de inteligencia, móvil político y tres nombres en la causa, que sigue abierta a 35 años de la profanación
La única hipótesis que sobrevive en el expediente apunta a que el ataque fue perpetrado por “mano de obra desocupada” de la dictadura, y que estuvo vinculado con la interna peronista de la época; ninguna de las administraciones justicialistas colaboró con el juez Alberto Baños; testigos muertos, pistas falsas y una miniserie en camino
Apesar de que en el expediente figuran los nombres de los sospechosos de integrar el grupo operativo que, hace 35 años profanó la tumba del general Juan Domingo Perón, no hay pruebas fácticas que permitan demostrar su responsabilidad en el ataque. Solo la confesión de un arrepentido podría develar el misterio sobre el destino que tuvieron las manos mutiladas del expresidente.
De los tres sospechosos que actuaron como ejecutores del operativo, se sabe que formaban parte de un organismo de inteligencia del Estado, que uno de ellos murió hace diez años y que se llevó a la tumba el secreto sobre qué ocurrió con las manos del fundador del Partido Justicialista. La investigación llegó hasta la posibilidad de identificar a los integrantes del grupo operativo. Se desconocen los nombres de los responsables de haber ordenado el ataque, que habría tenido un móvil político.
En los 35 años que pasaron desde la profanación ocurrida entre el 25 y 26 de junio de 1987, en la bóveda de la familia Perón, en el cementerio de Chacarita, ninguna de las cinco administraciones peronistas que estuvieron a cargo del Poder Ejecutivo Nacional desde entonces aportó personal o información que permitiera obtener las pruebas para procesar a los tres sospechosos que robaron las manos del expresidente.
Sólo la decisión del juez de Instrucción Alberto Baños, que resolvió no clausurar el sumario, mantiene abierta la investigación para tratar de apresar y condenar a los responsables de la profanación. Hace siete años, presentó un pedido ante la embajada de los Estados Unidos en la Argentina y se envió una solicitud a la CIA para que se responda si la central de inteligencia americana poseía información sobre la profanación, como indicaba un correo electrónico que recibió el magistrado en el que se le indicaba que la CIA poseía información sobre el ataque a la tumba de Perón. Baños también envió una serie de oficios a organismos del Poder Ejecutivo Nacional que cuentan con dependencias dedicadas a realizar tareas de inteligencia.
En los oficios, el magistrado solicitaba que se informe si cada una de las 30 personas que figuraban en el expediente se había desempeñado en alguno de los servicios de inteligencia del Estado. Se cree que tres o cuatro de ellos podrían haber formado parte del grupo que concretó el ataque. En 2015, el juez recibió una respuesta de la ex-SIDE: un oficio de dos páginas con datos superficiales de uno de los treinta nombres.
La investigación por la profanación de la tumba de Perón comenzó el 29 de junio de 1987. Faltaban dos días para que se cumplieran 13 años del fallecimiento del expresidente y Roberto García, esposo de Lía Perón, sobrina nieta del líder Justicialista, concurrió a la bóveda familiar para acondicionar el recinto ante la posibilidad de que los militantes visitaran la tumba.
Cuando García abrió la puerta de la bóveda de Tomás Perón, abuelo del expresidente, advirtió que faltaban dos vidrios de forma triangular que coronaban el techo. Al asomarse por la escalera al subsuelo donde estaba el féretro modelo Imperio, con los restos del expresidente, el administrador de la bóveda observó que faltaban el sable, la bandera argentina, un crucifijo y un portarretrato que contenía una carta manuscrita que María Estela Martínez escribió en las horas posteriores al 1° de julio de 1974, cuando su esposo falleció.
Juan Domingo Perón murió el 1 de julio de 1974.
Ante la falta de esos elementos, García alertó a un sargento que estaba a cargo del destacamento de la comisaría 29ª., que funcionaba a un costado de la puerta principal del cementerio de Chacarita. Debido a que en el destacamento no se tomaban denuncias, el sargento acompañó al administrador de la bóveda hasta la seccional, situada en Loyola, entre Bonpland y Fitz Roy.
Allí fueron recibidos por un joven inspector que escuchó el relato de García quien, a pesar de la gravedad del caso manifestó que prefería no hacer la denuncia hasta que lo consultara con la autoridades del Consejo Nacional Justicialista. Debido a que el joven policía había tomado conocimiento de la supuesta comisión de dos delitos: daños y robo, decidió consignar en un acta el relato realizado por García e iniciar un sumario para que se investigue el hecho.
Con la firma del inspector y el sargento como testigo dicha acta constituyó la página N°1 del voluminoso expediente que se instruyó para tratar de esclarecer el ataque a la tumba de Perón. Se trata de un sumario que todavía hoy sigue abierto y que, en estos 35 años, tuvo muertes rodeadas de misterio, pistas falsas e hipótesis descartadas.
El juzgado de Instrucción N°27 que, en esa época estaba a cargo del juez Jaime Far Suau, tenía el turno con la comisaría 29ª. El secretario del juzgado asignado a los sumarios que se instruían en dicha seccional recibió la primera notificación del caso y se la comunicó al magistrado, quien ordenó para el mismo día una inspección en el lugar del hecho: la bóveda de la familia Perón en el cementerio de Chacarita.
Al mismo tiempo, el comisario Carlos Zunino, titular de la seccional 29ª, avisaba al jefe de la Policía Federal, el comisario general Juan Ángel Pirker, sobre el hecho ocurrido en la tumba de Perón. Aunque, en algunos sectores del poder Justicialista, ya sabían del ataque. Un día antes, Vicente Leónides Saadi, exgobernador y exsenador peronista catamarqueño, presidente del Consejo Nacional Justicialista, recibió una carta firmada por “Hermes IAI y los 13″, en la que se exigía el pago de 8 millones de dólares por el rescate de las manos del general.
A Saúl Ubaldini, entonces secretario general de la CGT y al titular del PJ porteño, Carlos Grosso, les llegó una misiva similar. El matasellos del Correo Central de los sobres que contenían dos de las cartas tenía fecha del 26 de junio de 1987, dos días antes de la denuncia. Esas misivas fueron confeccionadas con la misma máquina de escribir. La carta que recibió Ubaldini se envió de forma certificada el 29 de junio de 1987 y se hizo con otra máquina.
Según explicó uno de los detectives que investigó el caso, “Hermes IAI y los 13″ era una frase críptica que hacía referencia al capitán de la Inteligencia cubana, Hermes Peña Torres, que había muerto durante un enfrentamiento con una patrulla de la Gendarmería ocurrido en 1964, en el monte, cerca de Orán, Salta. Además de Hermes, los efectivos de la Gendarmería argentina abatieron a 13 integrantes del campo de entrenamiento de Montoneros.
El cuerpo del capitán cubano que comandaba el campamento guerrillero en Salta fue hallado en 2005 en un cementerio de esa provincia y un año después fue trasladado a Cuba, donde lo sepultaron en el mausoleo de la ciudad de Santa Clara, junto a los restos de Ernesto “Che” Guevara. De esto se deduce que los responsables de plantar la pista falsa apuntaban a que se sospechara que sectores de la izquierda a los que Perón había expulsado de la Plaza de Mayo en mayo de 1974 estaban detrás del ataque; en realidad, los autores materiales de la profanación respondían a un grupo opuesto a los Montoneros. Todo mentira.
Las tres cartas con los pedidos de rescate formaron parte de una maniobra pergeñada por los autores intelectuales de la profanación para desviar la investigación. Pero, en ese momento, los responsables de la pesquisa ignoraban esos detalles escabrosos. Darse cuenta les llevó a los responsables de la pesquisa, más de un año de trabajo.
Ante la sospecha de una nueva profanación, en 1995 se reabrió el féretro de Perón
Un boquete con forma de estrella
Cuando los peritos y los funcionarios judiciales descendieron al subsuelo de la bóveda de la familia Perón, hallaron en el vidrio blindado colocado para proteger el féretro, un boquete en forma de estrella irregular que en su parte más ancha tenía 28 centímetros. Los peritajes determinaron que, después de hacer un boquete en el vidrio anti FAL -construido con diez capas de vítrea de 8 milímetros cada una unidas entre sí con polivinil butiral, un pegamento sintético utilizado para la fabricación de esos elementos de protección-, los profanadores recurrieron a una cizalla para hacer un corte con forma de cruz en la chapa que cubría el féretro.
Para violentar la cerradura de la pesada tapa, los profanadores hicieron palanca con un destornillador y un cortafierros. Las marcas en la madera astillada y los restos encontrados por los peritos al costado del féretro indicaban que los autores materiales de la profanación usaron esas herramientas. Para mantener abierta la pesada tapa, los profanadores recurrieron al crucifijo que cubría el féretro junto a la bandera, el sable, un portarretrato que contenía la carta Isabel y la gorra de teniente general.
Todos estos detalles figuran el acta realizada entre el 29 y 30 de junio de 1987 por los peritos convocados por el juez Far Suau. Al costado del marco de hierro que rodeaba al vidrio blindado, los peritos en rastros hallaron restos velas y un protector de goma para un dedo. Dicho marco se fijaba a la pared con cuatro cerraduras, que requerían de tres llaves cada una para poder abrir los cerrojos. En definitiva: para poder retirar el pesado marco y el vidrio anti-FAL era necesario tener doce llaves.
Al comienzo de la investigación, los detectives de la Policía Federal abonaron la presunción de que los autores de la profanación habrían utilizado las velas para alumbrar su trabajo y el protector de goma se uso para no dejar huellas. Sin embargo los peritajes demostraron otra realidad. A partir del dato aportado por un veterano ladrón, de apellido Chirico. Cuando le mostraron al asaltante las fotos del boquete en el vidrio blindado, comenzó a gritar: “Ninguna lanza térmica. Acá usaron una maza, una punta y una vela”.
Con este dato, los detectives decidieron realizar un peritaje en la empresa que fabricó el vidrio blindado para probar la hipótesis aportada por el boquetero Chirico. Con la utilización de una maza de medio kilo rompieron la capa de vítrea. Después, aplicaron una llama sobre la película de adhesivo. Así, la maniobra se repitió hasta romper cada una de las diez placas. Demoraron ochenta minutos en hacer un boquete parecido.
Aunque no hay cifras, se supone que, junto con la de Eva Perón, es la tumba más visitadaFernando Massobrio - LA NACION
“Se trató de un hecho reciente, debido a que en el faldón del uniforme de teniente general había restos de aserrín cadavérico, apenas impresos. El cuerpo estaba conservado en un 80% y perfectamente reconocible. No se encontraron ninguna de las formas de hongos o musgos que nacen cuando el cuerpo entra en contacto con el aire”, se indicó en informe forense.
A partir del análisis de estos elementos, forenses concluyeron que los cortes se concretaron cinco días antes de la inspección, aproximadamente entre el 24 y 25 de junio de 1987. Una vez que rompieron el vidrio blindado, hicieron el corte en forma de cruz en la chapa que cubría el féretro y abrieron la tapa, los profanadores procedieron a cortar las manos del expresidente.
La sierra de Gigli, un instrumento quirúrgico extremadamente fino, liviano y maleable, fue el elemento utilizado por los profanadores para mutilar las manos de Perón. Debido al poco espacio para accionar ese elemento, los cortes fueron desparejos, aunque certeros. La mano derecha fue cortada “en el límite superior de la muñeca, sobre el cúbito y el radio”; la otra, “por debajo del límite inferior de la muñeca, en la primera línea de los huesos del carpo”, según consta en el expediente.
El protector de goma, en forma de dedo, habría sido utilizado por los profanadores para manipular la sierra de Gigli y evitar cortarse con ese instrumento quirúrgico. Debido a que en esa época no existían reactivos y tecnología, no se pudieron levantar huellas de los elementos revisados y secuestrados en la bóveda.
“Si bien no hay nadie imputado, después de tantos años la principal hipótesis es que los autores de la profanación formaban parte de un grupo inorgánico de inteligencia de una fuerza de seguridad que estuvo a cargo de la parte operativa del ataque. Se trata de resabios de la ‘mano de obra desocupada’ de la dictadura. Mucho más difícil resultaría establecer quiénes fueron los instigadores”, indicó uno de los letrados que representa a María Estela Martínez, viuda de Perón.
Además de las tres cartas, la aparición de un personaje identificado como Juan Alberto Imbessi, cuyo cuñado era un veterano reducidor de automóviles robados, le puso un matiz vidrioso a la investigación y desvió la atención de los responsables de la pesquisa hacia pistas falsas. Imbessi sembró pistas falsas con datos de piratas del asfalto como los autores de la profanación, cuando, en realidad, se trató de un hecho concretado por una patota de una agencia de inteligencia.
Juez Alberto Baños
Durante casi dos décadas el expediente N° 54.248 por el ataque a la tumba del expresidente estuvo caratulado como “Juan Alberto Imbessi y otros/sobre la profanación de Perón”. Además de descartar todas las pistas falsas, el juez Baños recaratuló el sumario como “Perón, Juan Domingo, sobre la profanación de su tumba”.
Una de las hipótesis que fueron agotadas, por ejemplo, fue la que apuntaba a que el posible móvil de la profanación fue cortar las manos para poder acceder a cuentas codificadas en Suiza. A través de un oficio, la Confederación Helvética indicó que no existía ninguna cuenta bancaria a nombre de Perón y que, en la época que murió el expresidente no existía la tecnología que permitiera la apertura de algún cofre de seguridad mediante la lectura de las huellas digitales.
También quedó descartada la pista que apuntaba a una posible venganza contra Perón de la logia masónica italiana Propaganda Due, la mítica P2, presidida por el Gran Maestre Licio Gelli.
Testigos en peligro
El misterio sobre el destino de las manos de Perón se agiganta si se tienen en cuenta las extrañas circunstancias que rodearon las muertes de dos testigos claves y del juez Far Suau.
Uno de esos testigos, Paulino Lavagna, cuidador del cementerio, falleció poco después de haber denunciado que lo querían matar. En el certificado de defunción se indicó que su muerte había sido causada por un paro cardiorrespiratorio no traumático.
La autopsia ordenada por Far Suau determinó que Lavagna había sido asesinado a golpes. Otra testigo, María del Carmen Melo, una mujer que llevaba flores a la tumba de Perón, murió de una hemorragia cerebral causada por una paliza días después de intentar hablar con uno de los investigadores para tratar de aportar la descripción de un sospechoso que había visto cerca de la bóveda.
El juez Far Suau falleció en 1988. Volcó cuando regresaba a Buenos Aires desde Bariloche. Chocó con su Ford Sierra contra el único peñasco que había en esa zona de la ruta 3, a la altura de Coronel Dorrego. Según el periodista Claudio Negrete, coautor con el abogado Juan Carlos Iglesias del libro La profanación, sobre el que se desarrollará uno de los dos documentales que están en etapa de producción, “a 35 años de la profanación es inexplicable que las distintas administraciones peronistas que estuvieron a cargo del poder no hayan tenido la decisión política de averiguar quiénes profanaron el cuerpo de Perón y dónde están sus manos”.
Baños fue víctima de un extraño ataque a su casa. En julio de 2008, irrumpieron en la vivienda del juez y le robaron su portafolios con dos cuerpos del expediente, su notebook, agenda personal y celular. El magistrado denunció que se trató de un ataque perpetrado por un grupo comando formado por agentes de inteligencia.
La tumba de Juan Domingo Perón, en el cementerio porteño de Chacarita, el día en que se cumplían 25 años de su muerte, el año último
Actualmente, los restos de Perón no están más en la bóveda familiar del cementerio de la Chacarita: fueron trasladados el 17 de octubre de 2006 a la quinta de San Vicente. Esa peregrinación, que prometía ser una fiesta de la liturgia peronista, terminó en una batalla campal entre seguidores de Hugo Moyano, máximo referente del gremio de los camioneros, y partidarios de Juan Pablo “Pata” Medina, delegado de la Uocra de La Plata.
El desinterés de los responsables políticos de las distintas áreas de seguridad del Gobierno argentino por aportar datos a la Justicia que permitan esclarecer el caso contrasta notablemente con la repercusión que despertó en el exterior el misterio de la profanación de la tumba de Perón.
Dos productoras de contenidos audiovisuales, una con sede en Miami y México DF, y la otra, alemana, comenzaron a entrevistar a los distintos protagonistas del caso para realizar una miniserie.
La repercusión internacional que tuvo el caso quedó en evidencia en septiembre de 1994, cuando LA NACION publicó la noticia del hallazgo de un juego de doce llaves que abrían las cuatro cerraduras del marco de hierro que rodeaba el vidrio blindado y que fijaba el elemento de protección a la pared para evitar un eventual robo del cuerpo de Perón. Esa noticia fue reproducida por los medios internacionales más importantes.
A 35 años de la profanación la única hipótesis que sobrevivió apunta a que el ataque tuvo un móvil político, relacionado íntimamente a la situación del peronismo que, en esa época era oposición y que carecía de un interlocutor válido. Después de la derrota en las elecciones de presidenciales de 1983, el Justicialismo se había atomizado y la figura de Perón aparecía cómo el único símbolo de unidad.
Sin embargo, nadie se encolumnó detrás del reclamo por la necesidad de esclarecer el ataque contra la tumba del fundador de partido Justicialista y la profanación que habría tenido una matriz política quedó como un episodio abstracto en su objetivo inicial, pero que se convirtió en uno de los mayores misterios de la historia argentina.
Masiva movilización: el 17 de octubre de 2006, una multitudinaria procesión acompañó el remolque que llevaba el féretro con los restos de Perón a su última morada: San Vicente
Subastan Vacheron Constantin que Eva Perón le dedicó a Fernando Rein Loring
La dirigente argentina, Evita Perón regaló una pieza de alta relojería al piloto Fernando Rein Loring en 1947 y se encuentra en subasta.
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25 de junio de 2020
Getty / Antiquorum / GQ México
Una de las características más significativas de los relojes es su historia, de eso no hay duda, así es la de este Vacheron Constantin. Imaginemos ahora una pieza que Eva Perón escogió dentro de las miles de opciones de altarelojería. Pues la argentina optó, a mitad de los 40, por un Vacheron Constantin Ref. 4195 en oro para obsequiar al aviador militar, Fernando Rein Loring y este 2020 estará en subasta para el mejor postor.
A ella, reconocida por su interminable lucha por la igualdad de los derechos sociales, no le era ajeno ser generosa con personas que lo merecían, era especialmente agradecida con todo esos que aportaban algo a momentos particulares de su vida. En 1947, realizó una gira europea y Fernando Rein Loring fue quien hizo el viaje trasatlántico para llevar a Eva Perón hasta España, para reunirse con el General Francisco Franco, razón suficiente para mostrar su agradecimiento con una pieza de alta relojería. Y así como Ali, Obama y Steve McQueen tenían al Tank de Cartier como su reloj favorito, la historia cuenta que Eva Perón tenía a Vacheron Constantin situado como uno de lo suyos.
Fernando Rein Loring se convirtió en el primer piloto en completar el viaje individual de 16,000 km de Madrid a Malina a 150 km/h. Fue creador de má de 37 mil fotografías aéreas de España y fue enviado por el gobierno español para recoger a Perón en un avión más que equipado: dos cuartos con sillón, mesa, espejo, tocador y cama.. no cabe duda que después de un trato espectacular como éste, por parte del piloto y el copiloto Cecilio Imaz Bastida la llevaran de Buenos Aires a Madrid. Y el mejor recuerdo de esa hazaña, fue esta gran pieza de Vacheron Constantin en oro, y de eso no hay duda hasta el día de hoy.
El adverso y reverso del Vacheron Constantin que Eva Perón regaló al piloto ibérico.Antiquorum
El valor estimado
Este mes de junio, Ginebra será el lugar para subastar el reloj por Antiquorum. La casa suiza tiene una predicción de que la pieza de Vacheron Constantin supere los 15,000 francos suizos (un poco más de 350,000 pesos), porque además de su valor como pieza de alta relojería, su estimación aumenta por el peso histórico que representa.
La fecha de subasta
La cita tan esperada para la subasta de esta pieza con extra valor histórico es el próximo 28 de junio, en la página web del subastador más importante de relojes históricos y clásicos, Antiquorum.
Valor agregado: esfera con dedicatoria, “María E.D. de Perón a Fernando Rein Loring”, siglas completas de María Eva Duarte de Perón.
Comprobante de autenticidad
Junto a la pieza de reloj de Vacheron Constantin, viene una medalla de oro conmemorativa de 18 quilates, además de que ambas piezas con valor histórico están acompañadas de una carta de la aviación civil que confirma la entrega de la esposa de Franco a Eva Perón, un reloj clásico en el que vale la pena invertir, un trío lleno completamente de historia y que pasará directo a manos de un buen coleccionista.
Izquierda: Eva Perón en 1946. Derecha: la carta, medalla y reloj que comprueban la autenticidad de las piezas.Bettmann / Antiquorum
Esoterismo, crímenes y poder: la vida secreta de López Rega, el “brujo” que bendijo Perón y creó la Triple A
Se inventó un pasado y hasta su acercamiento a Perón no es claro. Pero se convirtió en secretario personal primero y luego, en la sangrienta década del ‘70, fue Ministro de Bienestar Social y hombre fuerte del gobierno de Isabel. Su vida prófugo. La última mujer. Su caída. Y el informe de la embajada norteamericana que lo vinculó al terrorismo de ultraderecha
José López Rega junto a Juan Domingo Perón en Puerta de Hierro, Madrid
Hace medio siglo, fue el hombre más poderoso de la Argentina: Juan Perón lo impuso como ministro de Bienestar Social del gobierno que, el 25 de mayo de 1973, le devolvió la democracia al país. Perón había designado, a dedo -no existía entonces Twitter-, a su secretario personal, Héctor J. Cámpora como candidato a triunfar con toda seguridad en las elecciones del 11 de marzo. También había impuesto al vicepresidente, Vicente Solano Lima. Y, entre otras designaciones, entronizó a José López Rega al frente del ministerio que iba a manejar el bienestar del país.
Todo duró nada: cuarenta y nueve días. Un golpe palaciego impulsado por Perón barrió con Cámpora y con Solano Lima del gobierno, que renunciaron para que Perón fuese elegido presidente; quitó del medio al sucesor constitucional de ambos, el presidente del Senado, Alejandro Díaz Bialet, a quien le inventaron un viaje al exterior sin sentido, y así asumió la presidencia provisional Raúl Lastiri, presidente de la cámara de Diputados y yerno de López Rega: estaba casado con su hija Norma.
En España, José López Rega se convirtió en una compañía inseparable del matrimonio Perón. Para muchos, los espiaba
A partir del gobierno de Perón, que se convirtió en el hombre más poderoso de la Argentina, López Rega fue segundo en orden de importancia. Manejaba la caja de aquel gobierno, tenía contacto directo con Perón y su mujer, María Estela Martínez, “Isabel”, que era vicepresidente. A la muerte de Perón, el 1 de julio de 1974, su viuda fue presidente y López Rega volvió a su sitial de todopoderoso ministro, sindicado y acusado de ejercer una fuerte influencia sobre la viuda del General.
En aquel país convulsionado, López Rega, o “Lopecito”, como lo llamaba Perón con cariñoso desprecio, gobernó a la par de Isabel, dirigió una banda terrorista de ultraderecha, la Triple A, que nació como Alianza Antimperialista Argentina y enseguida pasó a ser Alianza Anticomunista Argentina, a la que se le contabilizaron cerca de dos mil asesinatos de opositores políticos, figuras de izquierda, sindicalistas, legisladores, intelectuales y artistas en aquél país violento de los años 70 en los que actuaban varios grupos guerrilleros, entre ellos el peronista Montonero y el trotskista ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).
Tapa de la Astro-Agenda, escrita por José López Rega y publicada en 1965
Ex cabo de la Policía Federal, amante del esoterismo, las ciencias ocultas, la astrología, los zodíacos multicolores, vegetales y musicales y de la búsqueda de la Luz Divina a través de las radiaciones de los planetas, se hizo nombrar comisario general, llevó al país al desastre en menos de un año, cayó en desgracia, huyó de la Argentina con un nombramiento de “embajador plenipotenciario” en ninguna parte, estuvo prófugo durante once años, fue capturado en Estados Unidos en 1986, extraditado ese mismo año y encarcelado en las dependencias del Servicio Penitenciario que funcionaban entonces en Viamonte entre Cerrito y Libertad, frente al Teatro Colón. Murió el 9 de junio de 1989, hace treinta y tres años.
¿Quién fue éste personaje que quiso ser tenor y terminó por dirigir una banda criminal, que era miembro de una logia umbanda con raíces en Brasil y llegó a cogobernar con la viuda de Perón en uno de los instantes más peligrosos de la historia contemporánea argentina?
López Rega detrás de Perón e Isabel en la gala del teatro Colón cuando fueron electos presidente y vice
Rastrearle la historia es difícil. López Rega plantó decenas de pistas falsas, inventó cargos que no tuvo, historias que no vivió y actividades que jamás cumplió. Nació, eso sí es verdad, el 17 de octubre de 1916, una fecha que veintinueve años después sería mojón del peronismo, en una casa de la calle Tamborini al 3700, en el barrio de Saavedra. Cursó hasta cuarto grado en la escuela José Félix de Azara: no hay más registros de sus estudios posteriores. En sus breves años como ministro, cuando reinventó su pasado, dijo haber estudiado en el colegio inglés English Higher Grade School, aunque no hay registros de su dominio de ese idioma. También dijo que cantaba muy bien y que su ambición era ser tenor para representar en el teatro Colón al Duque de Mantua en “Rigoletto”, la ópera de Giuseppe Verdi. Dijo también que había intentado enseñarle a cantar a Aurelia Tizón, “Potota, la primera mujer de Perón, pero tampoco hay registros de que López Rega haya conocido al entonces capitán en 1937.
En 1942 López Rega se casó en la Santísima Trinidad, de Saavedra, con Flora Josefa Maceda, con quien tuvo a su hija Norma. Fue peón en la fábrica textil Sedalán, se asoció a la Escuela Científica Basilio y fue cantor, sí, pero no en el Colón, sino en el club “El Tábano”, de Saavedra, donde animó algún baile de barrio, un tanto lejos del drama de la pobre Gilda y su padre bufón de la corte en Mantua.
López Rega con Norma, su hija, que estaba casada con Raúl Lastiri, presidente interino luego del "golpe blando" a Héctor Cámpora y antes de la tercera presidencia de Perón (Maximiliano Luna)
Fue agente de la Federal, consigna en Tribunales, adscripto a la seccional 23 luego, con destino en la residencia presidencial de la calle Austria, donde hoy funciona el Instituto Nacional Juan Perón de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas. Allí murió Eva Perón el 26 de julio de 1952. López Rega dijo haber sido secretario de la segunda esposa de Perón, pero su nombre no figura en ningún documento oficial de la época ni fue recogido por los historiadores que escribieron biografías de Eva Perón. Una foto lo muestra en el estribo del auto de la custodia que lleva al entonces presidente Perón: sobre esa foto, López Rega edificó el imperio de su vida. Dejó la Policía en abril de 1962, días después del derrocamiento de Arturo Frondizi, y se fue a Brasil interesado en la macumba, la umbanda y el candomblé.
Ese fue el año en el que escribió uno de sus libros: “Astrología Esotérica – (Secretos develados)”. No es una obra modesta: son setecientas treinta y cinco páginas en las que el autor plantea la búsqueda de la luz divina, entre muchas otras cosas. Lo que sigue es un fragmento textual que respeta incluso las mayúsculas con las que López Rega suponía que daba énfasis a su texto: “¡No he jurado CALLAR ante nadie y por el contrario mi misión es la de servir a la HUMANIDAD a plena cara descubierta! ¡Ya he manifestado claramente que nada de lo escrito es mío, dado que MI ALMA LIBRE Y MI CONCIENCIA CRISTICA me dictan que, el patrimonio que de DIOS he recibido es como una donación que el PADRE desea que se reparta entre todos sus HIJOS componentes de toda la CREACIÓN! ¡Guardar secretos y esconderlos del conocimiento mundial, lleva siempre a brindar un exagerado poder a determinadas personas o grupos, que como simples seres humanos son pasibles de caer en falta y apropiarse de los mismos en provecho propio, olvidando a sus HERMANOS! ¡Mis ojos tienen la facultad triste y dolorosa de perderse en los PLANOS y en las dimensiones de los TIEMPOS!; pasado, presente y futuro; pero mi boca sólo puede mencionarlo en parábolas incomprensibles para el idioma humano, y he podido comprobar cuanta mentira se desliza por nuestros propios labios cuando la ocasión se presenta (…)”
Así transcurre el libro.
La tapa de Astrología Esotérica, uno de sus libros sobre ciencias ocultas, en el que daba las claves para buscar "la luz divina"
¿Cómo llegó López Rega a la residencia de Perón en su exilio español? Es difícil de dilucidar. Una versión afirma que el mayor Pablo Vicente lo envió a España por ser miembro de la Logia Anael. Otra versión, tal vez al más probable, es que el mayor Bernardo Alberte, que había sido edecán de Perón, lo presentó a Isabel Perón durante su viaje a la Argentina en 1965: Perón había enviado a su mujer para limitar el proyecto del sindicalista metalúrgico Augusto Vandor y su idea de llevar adelante “un peronismo sin Perón”. Vandor sería asesinado en 1969. Una tercera versión pone al gran maestro de la Logia Anael, José Cresto, como la persona que puso en contacto a Isabel Perón con López Rega.
La logia, o el llamado “peronismo de la resistencia” acaso hayan visto en López Rega a un hombre capaz de informar a Buenos Aires las actividades, el pensamiento, la intimidad del general exiliado. Si fue así, el error fue tremendo. Instalado en el chalet “17 de Octubre”, en el 6 de Navalmanzanos, en el barrio madrileño de Puerta de Hierro, López Rega o bien calló, o bien informó a quién quiso. Hay sospechas, pero no pruebas, de que mantuvo informado al entonces embajador de Estados Unidos en Madrid, Robert Hill, un espía de la OSS, la organización que precedió a la CIA como central de inteligencia de su país. Hill sí conoció a Perón y a López Rega en Madrid y, a los pocos meses del primer regreso de Perón al país, el 17 de noviembre de 1972, el presidente Richard Nixon nombró a Hill embajador en Buenos aires, donde se mantuvo hasta después del golpe militar del 24 de marzo de1976.
Luego de la muerte de Perón, José López Rega se convirtió en el hombre fuerte del gobierno de Isabel. En un año fue eyectado por sus desaciertos. En las sombras, manejaba a la temible Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina
Que “Lopecito” vigilaba, no era un secreto. Jorge Antonio, el hombre de negocios de contacto muy cercano con Perón, prefería ver al general a solas o en la tradicional cafetería “Nebraska” de la Gran Vía, lejos de los oídos de López Rega, que funcionaba entonces como secretario, valet, mayordomo, ujier, bedel y asistente del general y de su tercera esposa. El propio Perón debía sospechar de su untuoso secretario porque, cuando quería intercambiar con un visitante sobre algún asunto delicado, lo invitaba a pasear por el jardín de la residencia y no en la casona, sospechada de albergar micrófonos indiscretos.
En el gobierno de Perón y, luego en el de su viuda, López Rega viajó dos veces a la Libia que gobernaba el dictador Muhammar Khadafi para firmar un acuerdo de intercambio de granos argentinos por petróleo libio. El ministro celebró esa firma como un triunfo personal. Pero legisladores de la entonces Juventud Peronista denunciaron que el acuerdo no había existido, que el país había pagado el petróleo a casi el doble del precio de mercado y que el ministro había recibido enormes comisiones que oscilaban entre los diez y treinta millones de dólares.
María Elena Cisneros, la última pareja de López Rega. Era una discreta pianista, y él la hizo grabar varios discos
Fue un allegado a López Rega, también fascinado por la astrología y el esoterismo, quien desató el primero de los grandes ajustes económicos de la historia contemporánea. Celestino Rodrigo, en lo que se conoció luego como “El Rodrigazo”, devaluó el peso el cien por ciento, aumentó las tarifas entre el ciento setenta y el doscientos por ciento, aumentó la nafta el ciento setenta y dos por ciento y el dólar, que costaba diez pesos, pasó a valer veintiséis. Todas las medidas fueron tomadas el 4 de junio, fecha de la revolución que en 1943 había facilitado el acceso de Perón a la vida política.
Enfrentado a los gremios, abandonado por el poder militar, que ya había decidido dar un golpe, López Rega tuvo que huir del país. Antes, su poderosa custodia, que viajaba armada con ametralladoras israelíes Sten y con panes de trotyl en los baúles de los Ford Falcon verdes, los primeros que aparecieron ligados a la represión, fue desarmada en la quinta presidencial de Olivos. Amparado por la presidente, con un nombramiento inexistente, López Rega viajó con dos de los jefes de la triple A, los comisarios Rodolfo Almirón y Juan Ramón Morales, llegó a Brasil, siguió viaje a Madrid y se perdió en las sombras.
El informe de la Embajada de los Estados Unidos sobre López Rega y su vinculación con la Triple A y el terrorismo de ultraderecha
En diciembre de 1975, la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires envió un informe al Departamento de Estado titulado: “Terrorismo de extrema derecha desde López Rega”. En ese informe, el vicejefe de la misión en Buenos Aires, Joseph Montllor afirma: “El ex ministro de Bienestar Social, José López Rega fue ampliamente sospechado de controlar y proteger al terrorismo de ultraderecha nucleado en la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) hasta su expulsión del país. Esa campaña de terror declinó el lapso que siguió a su expulsión, lo que da credibilidad a esos cargos. Sin embargo, independientemente de su participación directa, el surgimiento de López Rega en el escenario político argentino no generó este terrorismo, ni su partida le puso fin. De nuevo a aparecido desenfrenado, y la AAA ha vuelto, aunque no en el nivel anterior de actividad. Como informé antes, el tipo de actos terroristas fueron, y son, ejecutados por varias entidades: la policía, escuadrones de matones sindicales fuerzas policiales y militares retiradas y algunos “free lancers” oficialmente inspirados y dirigidos. De hecho, si hubo una organización AAA como tal, con una estructura importante y una estrecha cadena de mandos, es una pregunta que sigue abierta. Sea como fuere, los resultados no son menos mortales. Si bien el grado de participación oficial en sus actividades es actualmente difícil de evaluar, está fuera de toda duda que todavía existe una participación oficial”.
Luego de desaparecer en España y profugarse, en 1982 fue visto en Suiza
Años después de su huida, López Rega fue localizado en Suiza y, más tarde en un piso de la Torre Lucayan, en Freeport, isla Gran Bahama. Tenía también residencia en Miami donde vivía con María Elena Cisneros, una pianista simple y anodina, a la que el ex ministro le había facilitado grabar algunos discos. Para entonces, la estructura de la Triple A que era para la Embajada de Estados Unidos una pregunta sin respuesta, había sido denunciada por ex miembros del propio grupo terrorista: todas ligaban a López Rega y al ministerio de Bienestar Social con los atentados criminales ocurridos entre 1973 y 1976.
De hecho, una denuncia militar elevada en 1975 por el jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo, coronel Felipe Sosa Molina, al jefe del Estado Mayor del Ejército, general Jorge Videla, revelaba que uno de sus oficiales había sufrido un desperfecto en su auto sobre la Avenida del Libertador, y había sido socorrido por gente que le confesó pertenecer a la Triple A: era el editor de la revista El Caudillo, que dirigía López Rega y era el órgano de prensa oficial del Partido Justicialista.
El fin de López Rega: detenido en Miami, Estados Unidos
El FBI no le había perdido pisada a López Rega durante su estada en Miami y en Bahamas. Un intento de renovar los pasaportes de la pareja alertó al consulado en Miami y, en 1986, el gobierno de Raúl Alfonsín decidió pedir su detención y extradición. A cargo de todo estuvo un agente del FBI, George Kiszynski, un hijo de polacos que había crecido en Argentina. Fui uno de los periodistas que cubrió la detención de López Rega y, según me reveló el agente del FBI Paul Miller, fue Kiszynski quien habló primero con la Cisneros en Miami y, luego, por teléfono con López Rega en Bahamas. El agente del FBI le dijo que su pedido de captura era inminente, algo que no era tan cierto, y le recomendó viajar de inmediato a Miami: “No le recomiendo las cárceles de Bahamas”. López Rega dijo entonces: “Bueno está bien, mándeme un avión”.
La llegada al país. Murió en la cárcel el
Entre los numerosos asesinatos cometidos por la Triple A figuran el del abogado, y diputado nacional en el momento de su asesinato Rodolfo Ortega Peña, el de Julio Troxler, ex subjefe de la Policía de Buenos Aires, que en 1956 había sobrevivido a los fusilamientos de José León Suárez durante la sublevación peronista contra la Revolución Libertadora. La Triple A atentó contra el senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, en la que fue la “presentación en sociedad” del grupo terrorista, también atentó contra el entonces rector de la UBA Raúl Laguzzi,un hecho en el que murió el hijo del rector, Pablo, de cuatro meses. La Triple A también asesinó, entre otros, al abogado Alfredo Curutchet, al pensador marxista Silvio Frondizi y a su yerno, Luis Mendiburu.
Cercado por la diabetes, casi ciego e hipertenso, López Rega murió en la cárcel, mientras estaba procesado. Nunca fue condenado.
David Graiver Gitnacht (La Plata, enero de 19411 - México, 6 de agosto de 1976) fue un empresario y banquero argentino que formó un poderoso grupo empresario y financiero en la década de 1970. En 1973 adquirió Papel Prensa.
David Graiver, Dudi para su familia y amigos, era hijo de inmigrantes polacos que arribaron a Argentina en la década de 1930. Su padre, Juan Graiver, casado con Eva Gitnacht, emigró a Argentina presintiendo un clima por demás hostil hacia los judíos en Europa, se instaló en la ciudad de La Plata y se dedicó con éxito al negocio inmobiliario. David Graiver nació en la "ciudad de las diagonales" y fue el mayor de los hijos de Juan y Eva, estudió derecho pero no concluyó sus estudios e inició su carrera de banquero comprando el Banco Comercial de La Plata en el año 1967, con fondos aportados por su familia.234
Se casó con Susana Rutenberg en 1969, pero la relación no duró mucho, y en 1974 se separaron mediante un acuerdo de división de bienes (no había posibilidad de divorcio en esa época). Graiver se puso en pareja con su novia y amante Lidia Papaleo, se casaron en México y tuvieron una hija: María Sol Graiver.56
Durante la dictadura de Alejandro Lanusse, fue Subsecretario General del Ministerio de Bienestar Social cuando Francisco Manrique era ministro de esa cartera. Años después, se desempeñó como asesor de confianza del ministro de Economía de Héctor José Cámpora, José Ber Gelbard, y en algunos medios se sostiene que eran socios en varios emprendimientos.
A los 35 años de edad, Graiver era propietario de dos bancos en Argentina (Comercial de La Plata y Hurlingham), dos bancos en Nueva York, el ABT y el CNB (American Bank and Trust y Century National Bank), la BAS en Bruselas (Banque pour l’Amérique du Sud), un banco en Tel Aviv (Swiss-Israel Bank) y decenas de compañías desparramadas por el mundo. Sus propiedades sumaban unos 200 millones de dólares. Una investigación del Banco Central llevó a Graiver a tener algunas causas judiciales en contra en Argentina, por infracciones y defraudaciones financieras, aunque luego todas esas causas fueron archivadas, gracias a sus contacto con Gelbard.7
En diciembre de 1973, con la ayuda del ministro Gelbard, el Grupo Civita de Editorial abril vendió el 26% de las acciones de Papel Prensa — primera empresaargentina dedicada a la producción de papel de diario— a David Graiver, quedando el resto de las acciones en poder del Estado argentino.5
Fue socio del periodista Jacobo Timerman como inversor en el diario La Opinión que dirigía Jacobo, así como también aportó dinero para la creación del diario La Tarde, dirigido por el hijo de Jacobo, Héctor Timerman, cuyo fin era el de fogonear y propiciar el golpe de Estado de 1976.38 La sociedad de Graiver con los Timerman y de Graiver con la organización Montoneros traería funestas consecuencias para Jacobo Timerman, que lo llevó a ser secuestrado y torturado por la dictadura militar para ser investigado por su relación con Montoneros.
A Graiver se lo relaciona con la agrupación Montoneros; a los que según integrantes del proceso militar, servía como administrador de los fondos que la organización obtuvo por el secuestro de Jorge Born. De los 60 millones de dólares que Montoneros obtuvo por el secuestro de los Born, él se encargó de blanquear 17 millones en el circuito bancario de Suiza.3
David Graiver muere en México el 6 de agosto de 1976 en un accidente de avión.
Estrena "Santa Evita": dónde se puede ver y otros datos sobre la miniserie
A 70 años de la muerte de la ex primera dama argentina, este martes se estrena la producción pasada en la novela Tomás Eloy Martínez. Está protagonizada por Natalia Oreiro.
Santa Evita. Natalia Oreiro encarna a Eva Perón La Nación
26 Julio 2022
A 70 años de la muerte de Eva Duarte de Perón, este martes se estrena la miniserie Santa Evita, protagonizada por Natalia Oreiro, como la ex primera dama, y por Darío Grandinetti como el ex presidente Juan Domingo Perón.
La producción de Star+ se enfoca en lo que le ocurrió al cuerpo embalsamado de una de las mujeres más amadas y odiadas en la historia política argentina.
Santa Evita está basada en la novela homónima del escritor y periodista tucumano Tomás Eloy Martínez (1934-2010), que fue publicada en 1995. La obra no es precisamente una biografía de Eva Perón.
Es una combinación de hechos reales y ficticios que comienzan con el día del deceso de la "líder espiritual" y se centra en el tormentoso destino de sus restos. También cuenta a esa mujer tan joven y tan inmensa, y expone la necrofilia de los hombres y de un país.
Dónde se puede ver "Santa Evita"
En la plataforma Star+. La plataforma tiene un costo de suscripción actualmente de 880 pesos mensuales. Hay, además, otras promociones: la suscripción a Star+ y a Disney + es de $ 995 al mes. Y el combo de Star+, Disney+ y Starz, a $ 1150 mensuales.
El tormentoso destino de los restos de Eva Perón
El cuerpo de Evita fue embalsamado y mantenido en exposición en la CGT, mientras el gobierno empezó obras del Monumento al Descamisado. El proyecto se basaba en una idea de la propia Evita, pensado como su tumba definitiva.
Sin embargo, cuando la Revolución Libertadora derrocó a Perón en septiembre de 1955, el cadáver fue secuestrado y hecho desaparecer durante 16 años. Pasarían más situaciones cercanas a la ficción para que el cadáver fuera entregado a Perón.
Quién es quién en Santa Evita
- Eva Perón es interpretada por Natalia Oreiro: figura política clave de la Argentina y del peronismo, murió a causa de un cáncer de cuello de útero el 26 de julio de 1952.
Su cuerpo fue embalsamado por Pedro Ara y se mantuvo a la espera de ser enterrado durante tres años para la construcción de un mausoleo que nunca se llevó a cabo. En 1955, los militares derrocaron al presidente Perón y ocultaron su cuerpo por 16 años, con la intención de evitar que se convirtiera en un arma contra el régimen.
Natalia Oreiro en la piel de Eva Perón La Voz
- El teniente coronel Moori Koenig es interpretado por Ernesto Alterio: especialista en inteligencia que, en noviembre de 1955, luego del derrocamiento de Perón y bajo instrucciones de los nuevos militares en el poder, se convierte en el responsable y encargado de desaparecer el cuerpo embalsamado de Eva Duarte de Perón. Así da inicio a un macabro y extenso recorrido del cadáver que termina por obsesionarlo con ella.
Ernesto Alterio encarna al teniente coronel Moori Koenig La Voz
- Mariano Vázquez es interpretado por Diego Velázquez: carismático periodista y escritor de 40 años, que trabaja en un importante diario.
En 1971, el jefe de redacción del diario le encarga investigar sobre la devolución del cuerpo de Eva Duarte de Perón a Juan Domingo Perón. A pesar de su resistencia inicial, Vázquez se va involucrando profundamente con la búsqueda.
Dr. Pedro Ara, interpretado por Francesc Orella Infobae
- Dr. Pedro Ara, interpretado por Francesc Orella (de la serie Merlí): médico español encargado de embalsamar el cuerpo de Eva, con la intención de ser exhibido en un gigantesco mausoleo.
-General Juan Domingo Perón, interpretado por Darío Grandinetti: líder político y militar argentino, tres veces presidente de la Argentina y fundador del peronismo. La enfermedad y el fallecimiento de su esposa Eva impactaron notablemente en Perón, tanto en lo personal como en lo político.
General Juan Domingo Perón, interpretado por Darío Grandinetti La Voz
¿Venganza esotérica, anillo con el número de una cuenta, golpe político?: el misterio del robo de las manos de Perón
A fines de junio de 1987 un grupo de desconocidos profanó la tumba del expresidente en La Chacarita y le seccionó las manos. Se habló de esoterismo, millones ocultos en Suiza, la utilización de sus pulgares para abrir un cofre y una maniobra de desestabilización política. Las enigmáticas muertes de las personas que más sabían del caso que, 33 años después, sigue sin resolverse
El 29 de junio de 1987 un grupo de desconocidos profanó la tumba de Juan Domingo Perón en el Cementerio de la Chacarita y seccionó seccionado y robó las manos del cadáver (Télam)
Para mediados de 1987, la joven democracia recuperada de la Argentina navegaba por aguas turbulentas. El gobierno de Raúl Alfonsín venía de superar, con una salida negociada, el primer levantamiento de los oficiales carapintadas que se oponían a los juicios por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, enfrentaba una situación económica difícil con un Plan Austral que empezaba a hacer agua y el tránsito hacia las elecciones legislativas y de gobernadores avanzaba en medio de un clima enrarecido.
En ese contexto, el 1° de julio –justo para el aniversario número 13 de la muerte de Juan Domingo Perón–, una noticia explotó en los medios y sumó un ingrediente tan insólito como inesperado a la situación: un grupo de desconocidos había profanado la tumba del expresidente en el Cementerio de la Chacarita y había seccionado y robado las manos del cadáver.
La conmoción que provocó el robo se amplificó rápidamente en medio de un rompecabezas de versiones que iban desde las motivaciones políticas del caso hasta hipótesis extorsivas, económicas, revanchistas y esotéricas.
Casi 33 años después, el enigma del robo de las manos de Perón no sólo sigue envuelto en el misterio sino que fue potenciado por una serie de extrañas muertes, todas de personas que, de una u otra manera, podían aportar indicios para resolverlo.
El robo
El 29 de junio de 1987, un sobrino político de Perón, Roberto García –casado con Delia Perón, sobrina del expresidente– denunció que la tumba había sido violada. En su declaración dijo que cuando la visitó con su esposa, como lo hacían habitualmente, descubrieron que faltaban la gorra, el sable y la bandera argentina que la cubría, que la claraboya estaba rota y que encontraron fragmentos de vidrio en el piso y alrededor del féretro. Dijo también que habían visto un boquete en el vidrio blindado -de 9 centímetros de espesor y 170 kilos de peso, para cuya apertura eran necesarias 12 llaves- engarzado en un marco de acero que protegía el cadáver embalsamado.
La investigación quedó en manos del juez Jaime Far Suau, que convocó a un equipo policial comandado por el comisario Carlos Zunino e integrado por especialistas de rastros de la Policía Federal y peritos forenses. Ya en la bóveda, ubicada en el subsuelo, los peritos utilizaron las 12 llaves y retiraron el vidrio. Al levantar la tapa del féretro descubrieron que al cadáver le faltaban las manos, cortadas posiblemente con una sierra quirúrgica.
Con el féretro abierto se supo que además de las manos faltaba un objeto que pronto adquiriría singular importancia: un poema escrito por la viuda de Perón, María Estela Martínez, que había sido enmarcado y depositado junto al cadáver.
En su informe, los peritos forenses señalaron que las manos habían sido seccionadas con cortes precisos, pero de diferente manera. La mano derecha había sido cortada a la altura de la muñeca, mientras que el corte de la izquierda había sido practicado en la parte más blanda del hueso, por encina de la muñeca. Precisaron también -a partir del análisis del aserrín cadavérico- que los cortes databan de pocos días.
Dentro del ataúd había también un objeto extraño: el dedo de un guante de goma, posiblemente utilizado por los profanadores durante la operación de seccionar las manos.
“Hermes IAI y los 13”
Casi al mismo tiempo que fue descubierta la profanación, dos importantes figuras del Justicialismo recibieron el primer y único mensaje de los profanadores. El presidente del PJ, Vicente Leónidas Saadi, y el secretario general de la CGT, Saúl Ubaldini, recibieron una carta similar en la que se les pedía el pago de 8 millones de dólares a cambio de la devolución de las manos, la gorra y el sable de Perón.
Como prueba de que realmente tenían en su poder las manos de Perón, los autores de la carta, que se identificaban con el enigmático nombre de “Hermes IAI y los 13”, habían cortado en dos el poema de Isabel Perón. Una de sus partes acompañaba a la carta a Saadi, la restante estaba en el sobre que recibió Ubaldini. Las pericias caligráficas probaron que era auténtica.
"El Brujo" José López Rega
La firma, que evocaba a Hermes Trimegisto (“Hermes, tres veces grande”), el nombre griego que se le daba a un presunto sabio egipcio a quien la tradición
ocultista adjudica la invención de la alquimia, agregó al desconcierto general una pista esotérica que hizo pensar que los autores de la profanación tenían alguna vinculación con el recientemente detenido -luego de años de búsqueda- ex ministro de Bienestar Social de Perón e Isabel, José López Rega, conocido como “El Brujo” por su devoción por las prácticas ocultistas.
Las dos cartas, acompañadas por las dos partes del poema de Isabel, fueron la única señal que dieron los profanadores. Nunca más dieron señales de vida.
La hipótesis esotérica
La hipótesis esotérica conectada con el pedido de rescate fue rápidamente descartada por los investigadores. Al no haber una nueva comunicación de los profanadores, se la tomó como una maniobra con la que se intentó desviar la atención del juez.
Sin embargo, las especulaciones sobre motivaciones esotéricas y económicas de la profanación siguieron por vías separadas.
En un primer momento cobró fuerza la posibilidad de que se tratara de una venganza de tipo esotérico debido a las conexiones de Perón con la masonería y la logia italiana Propaganda Due (P2), liderada por Licio Gelli.
María Estela de Martínez señaló cinco posibles responsables: la Logia P2, un grupo integrado por la “mano desocupada” de la dictadura, a un grupo residual de Montoneros, a la masonería inglesa y a los servicios de inteligencia argentinos
Esta posibilidad también fue señalada, junto con otras, por la viuda de Perón. En una primera comunicación telefónica que tuvo con su abogado, Juan Gabriel Labaké, sobre el tema, María Estela de Martínez señaló cinco posibles responsables: la Logia P2, un grupo integrado por la “mano desocupada” de la dictadura, a un grupo residual de Montoneros, a la masonería inglesa y a los servicios de inteligencia argentinos.
Sin embargo, la pista esotérica era la que más peso tenía para ella. “De todas las conversaciones que tuve con ella llegué a la conclusión de que estaba convencida de que la profanación tenía una raíz esotérica”, contaría muchos años después Labaké.
El anillo y el dinero en Suiza
La falta de insistencia en el pedido de rescate por las manos descartó una motivación de índole extorsiva, pero no los móviles económicos de la profanación. Según esta hipótesis, la clave estaba en el anillo que el cadáver de Perón tenía en una de sus manos, o en las manos mismas.
Según la primera de estas versiones, el anillo de Perón guardaba una clave oculta con la cual era posible acceder a la cuenta de un banco suizo donde el general habría guardado una fortuna. Los pedidos de informes judiciales, a través de la embajada argentina de Ginebra, obtuvieron como respuesta que no había ninguna cuenta en los bancos del país relacionada con el expresidente argentino.
La segunda posibilidad era mucho más truculenta: que los ladrones necesitaban las manos para abrir una caja fuerte, un tipo especial de caja fuerte que en lugar de controlarse con una llave o un candado de combinación, funciona con lo que se conoce como un lector de la geometría de las manos. Este tipo de caja fuerte emite un destello de luz incandescente que mide la forma de toda mano que intente abrirla. Las cajas están programadas para abrir sólo bajo las manos de sus dueños.
Desestabilización política
En medio de esa madeja de versiones incomprobables hubo una que fue ganando peso con el correr de los días: el robo de las manos de Perón era parte de una operación política. La pregunta era de quiénes y para qué.
En su momento se esbozaron dos posibles respuestas.
Una de ellas ubicaba al robo como un golpe de fuerte impacto mediático dentro de una operación más amplia que apuntaba a desestabilizar al gobierno de Raúl Alfonsín, poco después del levantamiento carapintada y en medio de un año electoral. En ese caso, los responsables había que buscarlos en los sectores militares carapintadas y en la mano de obra desocupada de la última dictadura, interesados en limar al gobierno para frenar los juicios por los crímenes de lesa humanidad.
Una de las versiones aseguró que el robo fue cometido para desestabilizar al gobierno de Raúl Alfonsín y “crear un estado de confusión y conmoción social con el fin de perjudicar a las instituciones democráticas” (Télam)
En su declaración judicial, el primer jefe de la SIDE del gobierno de Alfonsín, señaló que por orden del presidente había colaborado con la investigación de la Policía Federal y que había llegado a la conclusión de que el robo fue cometido para “crear un estado de confusión y conmoción social con el fin de perjudicar a las instituciones democráticas”.
La otra versión señalaba a la profanación como una operación del propio gobierno con la intención de mostrarla como un hecho brutal de la ríspida interna del Justicialismo. En ese caso, los responsables debían buscarse dentro de la propia SIDE.
En aquel momento, ninguna de las dos hipótesis pudo ser comprobada, pero ocho años después del robo, en 1995, el hallazgo en el sótano de la Comisaría 29 de la Policía Federal de duplicados de las llaves volvió a poner en la mira la posible participación de servicios de inteligencia o de fuerzas de seguridad en la operación.
En todo ese tiempo el proceso de investigación no había avanzado, pero sí sumado una serie de muertes misteriosas.
Los muertos de las manos de Perón
El primer juez de la causa, Jaime Far Suau, murió en noviembre de 1989 junto a su mujer en un supuesto accidente automovilístico en la Ruta 3, cerca de Coronel Dorrego. Su auto volcó en un tramo recto, sin que se encontrara ningún elemento que justificara el accidente. Inexplicablemente, la investigación del caso no ordenó que se le hiciera una autopsia.
Poco después de su muerte, desapareció de la sede del juzgado una carpeta negra donde el magistrado guardaba la transcripción de su charla con Isabel Perón e importante documentación relacionada con el caso.
Meses antes, en febrero, el jefe de la Policía Federal, Juan Ángel Pirker -una de las personas que más sabía sobre el caso-, había muerto en su despacho, presuntamente de un ataque de asma.
La cadena de muertes relacionadas con el caso incluye también a dos testigos.
La foto del cuerpo del general Perón
Uno de ellos, Paulino Lavagna, cuidador del Cementerio de La Chacarita, había denunciado varias veces que lo querían matar. Murió pocos meses después de la profanación, en el predio del cementerio, mientras estaba trabajando. El certificado de defunción, que señalaba que había muerto por “un paro cardiorrespiratorio no traumático” no convenció al juez Far Suau, que ordenó que se le hiciera una autopsia. La pericia determinó que lo habían matado a golpes.
También fue muerta a golpes María del Carmen Melo, una mujer que llevaba continuamente flores a la tumba de Perón. Poco antes de que la asesinaran se había puesto en contacto con el juzgado diciendo que podía dar la descripción de un sospechoso de había rondado la bóveda en los días previos al robo de las manos.
Ninguna de esas dos muertes fue esclarecida.
Mejor suerte tuvo el jefe policial de la investigación, el comisario Carlos Zunino. Sobrevivió luego de que le dispararan en la cabeza en un atentado cuyos responsables no fueron encontrados nunca.
El misterio continúa
Luego de la muerte del juez Far Suau la investigación quedó paralizada. Ninguno de los jueces que lo subrogaron avanzó en la causa, que terminó archivada.
Recién en septiembre del 1994, el juez de Instrucción Alberto Baños la reabrió y se centró en la hipótesis que señalaba al robo de las manos de Perón como parte de una maniobra de desestabilización política, reforzada por el hallazgo de los duplicados de las llaves en la Comisaría 29.
Con ese nuevo dato se especuló que los autores de la profanación habían abierto con ellas el féretro para cortar las manos del expresidente y que el boquete en el vidrio blindado y otras pistas que dejaron en la bóveda habían sido, en realidad, maniobras para desviar la investigación.