Oró. Como todas las mañanas. Antes que despertara el día. El sol dormía tras las montañas. Se arrodilló. Habló con Dios. Lo hizo con fe. Lo sintió cerca, a su lado, como un Padre, pero también como un amigo. Le dijo muchas cosas. Compartió sus temores, también sus sueños. Lin Daixian guardaba el íntimo anhelo de alcanzar decenas de hombres y mujeres, (atados por las filosofías budistas), para Cristo. Esa había sido su principal motivación al iniciar el trabajo pastoral en Pingtan, China.
Terminado el servicio religioso, hacia las ocho de la noche, fue detenido junto con diez personas más.
Los arrastraron. Recibieron sin número de golpes. No valieron las voces desgarradoras pidiendo piedad. Tampoco que impidieran la detención del religioso. Destruyeron parte de la vivienda en la que se encontraban reunidos. Era como si tuvieran en mente arrasar con todo y con todos.
No es la primera vez que ocurre. Otras tres veces ya los arrestaron. También de manera inmisericorde. A su paso dejaron rastros de violencia. Acabaron con aquello que encontraron enfrente.
En su celda han permanecido, hasta ahora, orando cada día. Tras las rejas nada impide que expresen su inclinación religiosa. Aun cuando los oficiales a cargo les echan en cara que Dios les dejó solos, ellos reafirman su condición de que Dios no los ha dejado solos y que, por el contrario, la persecución de que son victimas, constituye una manifestación del gobierno de Satanás sobre muchas vidas.Una persecución previsible
En tanto haya hombres dispuestos a seguir adelante, antes que un revés, la obra de Jesucristo seguirá evidenciando una victoria sin precedentes. Los ataques no han diezmado ni acabarán con la Iglesia. Por el contrario, la avivará porque tomamos conciencia de que cada minuto es irreversible y no podemos perderlo sin compartir a otros sobre las Buenas Nuevas de Salvación.
El Señor Jesús advirtió que tales persecuciones iban a desatarse contra los creyentes. Anunció que vendrían antes del fin de los tiempos. Él dijo: "Pero antes de que pase todo eso, la gente los tomará a ustedes como prisioneros y los perseguirán. Los juzgarán en las sinagogas y los meterán en la cárcel. Serán obligados a presentarse ante reyes y gobernadores. Les harán todo eso por ser ustedes mis seguidores." (Lucas 21:12, 13. La Palabra de Dios para todos).Es probable que en casa o en su trabajo, haya enfrentado la persecución. También que haya acariciado la idea de volver atrás. Sin embargo reconsidere su decisión. Recuerde que el Señor Jesucristo está con usted. No lo deja solo. Le acompaña en todo momento. No importan las circunstancias. Es menester ir a Él en procura de fortaleza y seguir adelante. Jamás olvide que usted nació para ser victorioso y no un derrotado.