Cuando Ana Isabel Ospina cruzó la meta y batió su propio record de atletismo en cuestión de segundos, miró hacia las tribunas, agradeció con una sonrisa los aplausos de decenas de personas, y pensó que más de setenta años no eran un obstáculo para que siguiera siendo una triunfadora.
La mujer se convirtió en la penta campeona más anciana del Valle del Cauca, en Colombia, pero en comparación con muchas personas más jóvenes, tiene la agilidad de una adolescente, las ilusiones y la alegría de una quinceañera y los sueños de un estudiante recién egresado de la secundaria.
Hay momentos en que piensa que renunciará a una carrera, cualquiera que sea. Las fuerzas se le escapan y ve muy distante el final de la competencia. Pero tiene claro que vencer implica esfuerzo y entiende que sólo lo logran, quienes no permiten que las circunstancias gobiernen su existencia.
Ana Isabel sale con sus nietos a jugar en el parque. Ser una corredora destacada en los campeonatos de la tercera edad no le ha robado su ternura de abuela, los consejos sabios del que ha vivido mucho, y la tranquilidad de quien valora cada nuevo día como un regalo de Dios, único e irrepetible.
No deje de luchar ahora...
Esta campeona de atletismo me hizo reflexionar en los que, como ella, han llegado al límite de sus fuerzas en muchas ocasiones, y antes que seguir adelante, se dejaron vencer por las circunstancias.
El salmista escribió un principio de vida que toma particular vigencia cuando sentimos que no podemos seguir adelante.