TIEMPO DE SILENCIO
Cuando te apartes de los demás y en la quietud de tus aposentos pases un rato conmigo (Dios), te hablaré en susurros. Al comienzo lo que te diga no será audible siquiera. Simplemente te daré la paz que te hace falta. Te susurraré al oído Palabras de amor que consolarán tu alma. Sin embargo, a medida que seas más constante en tomar ese tiempo conmigo, siempre acudiendo a Mí con fe, creyendo que Yo estoy allí esperándote, que entro contigo en los aposentos silenciosos de tu corazón, en tanto que lo hagas con más y más asiduidad, comenzarás a oírme con mayor claridad. Escuchar Mi voz espiritualmente es un hábito que hay que cultivar. Exige práctica. Al principio requiere gran concentración y esfuerzo, pero poco a poco vas aprendiendo y empiezas a oír o a ver lo que te comunico. Es comparable a un guitarrista que aprende a afinar su instrumento. Al principio le resulta muy difícil. Tiene que concentrarse y prestar atención para distinguir qué cuerdas están desafinadas, qué clavijas deben ajustarse y cuáles deben aflojarse. Sin embargo, al cabo de un tiempo lo hace con total naturalidad y casi sin pensarlo. Lo mismo ocurrirá cuando aprendas a escucharme. Ven con regularidad, entra en los aposentos tranquilos de tu corazón y sintoniza con Mi voz. Susúrrame palabras de amor y espera que Yo haga lo propio. Paulatinamente llegarás a escucharme con más claridad. En poco tiempo ya no te llevará ningún esfuerzo. Podrás entrar silenciosamente en el aposento y escucharme con total nitidez. Ni siquiera dudarás de si se trata de Mí. Ya no tendrás que agudizar el oído, sino que Mi silbo apacible se hará oír en tu corazón para instruirte.
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