"El hombre razonable se adapta al mundo; el iracundo intenta adaptar el mundo a sí propio. Así, el progreso depende del hombre iracundo" (George Bernard Shaw)
El cristiano sabio no se adapta al mundo y ni intenta adaptar el mundo a sí mismo. Él, a través del brillo de Cristo en su vida, busca transformar el mundo y hacerlo mejor y más bendito.
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