"Porque los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él". II Crónicas 16: 9

¿Te pusiste alguna vez a observar la magnitud del sol?El sol en su esplendor y fuerza derrama su luz y calor sobre todo y sobre todos; y según las condiciones climáticas y de las diferentes regiones varía un poco, pero sus rayos bañan la tierra en forma generalizada.

¿Qué sucede si concentramos el calor de los rayos solares sobre un objeto en particular a través de un cristal de aumento? En pocos minutos el objeto se habrá calentado tanto que se prendería fuego y las llamas comenzarían a brotar.

Dios también mira con amor generalizado a toda Su creación y ve que todo lo que creó es bueno y agradable. ¡Pero qué cambio glorioso y sublime sucede cuando Él concentra Su amor divino y eterno sobre Sus elegidos!.

Ese amor que las muchas aguas no pueden apagar ni lo pueden ahogar los ríos, cuando lo proyecta concentrado sobre los suyos a través del cristal que es Jesucristo mismo, se produce la gran transformación.

Sus rayos de amor penetran hasta lo más profundo del ser, inflamando los afectos, sentimientos y deseos de una pasión santa y sublime que los lleva a servirle con tal entrega que están dispuestos a darse por completo a Él. ¿Que te parece si hoy te detienes a observar lo que el amor de Dios puede hacer en tí?

Graciela

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